¿Cómo gestionar las cenas navideñas en familia?
Se acerca la Navidad y, por tanto, las cenas navideñas en familia (política o extensa), lo que puede dar lugar a situaciones incomodas, estresantes y difíciles de gestionar emocionalmente. Las expectativas elevadas, la presión para que todo sea perfecto y las dinámicas familiares a menudo complejas pueden suponer todo un reto para nuestra salud mental. En este artículo, exploraremos algunas estrategias para gestionar emocionalmente las cenas navideñas.
Ajustar y comunicar expectativas
Las cenas navideñas suelen ser una excusa para juntarse, es importante que recuerdes que es una reunión como cualquier otra y no es necesario que sea “perfecta” o “especial”, porque esto nos asegura sentir frustración fácilmente. Es importante reconocer que las imperfecciones son parte del encanto de la temporada y enfocar nuestra energía en disfrutar del tiempo juntos en lugar de buscar la perfección. También puede ser muy útil compartir con los familiares asistentes qué expectativas tienen respecto a la cena, para poder ajustar al máximo las nuestras a la posible realidad: qué personas van (especialmente si tienes alguna relación conflictiva con alguien de la familia), qué tipo de celebración o cena se espera, cuanto tiempo estáis todos dispuestos a estar (incluyéndote a ti) …
Poner límites y explicar normas personales
Las cenas navideñas a menudo implican la reunión de familiares con dinámicas complejas. Es importante ser consciente de las posibles tensiones y abordarlas con empatía. Además de compartir espacio con personas con las que no sueles o eliges hacerlo, es fácil que familiares realicen comentarios juiciosos (aun sin tener mala intención) sobre tu vida o sobre ti: recuerda que tienes derecho a decir que no te gustan esos comentarios, aunque sea un momento puntual, igual que tienes derecho a ignorar esos comentarios. Sin embargo, es muy útil reflexionar y comunicar los comentarios y comportamientos que son intolerables para ti, estableciendo un “protocolo” si se dan (por ejemplo, cambiar de tema, dejar de interactuar con esa persona, o levantar e irte a tomar el aire, avisando de esto). Tómate tiempos de descanso durante y después de las cenas para poder tener autocuidado y relajarte después de un momento estresante.
Otro punto importante para considerar es el consumo abusivo de alcohol y sustancias, así como la habitual ingesta de comida, que están normalizadas durante esta época. Si se dan, pueden llevar a momento incómodos, desinhibiendo a las personas de la familia y generando actitudes que puedan ofender o desbordar a otros. Intenta medir tu comportamiento, acorde a lo que te apetece, pero teniendo siempre en cuenta tu cuidado (“no necesito emborracharme o comer muchísimo porque luego me voy a sentir físicamente mal”). Aunque esté normalizado hacerlo, si tú has establecido tu límite y los demás puedan verlo como “raro”, recuerda que tú decides lo que haces, y pide que respeten tus decisiones, sin dar más pie a esto: no es un debate, estás comunicando lo que has decidido.
Planificar con antelación
Es normal que el gasto nos suponga una preocupación en esta época.
Define cuanto quieres gastarte en los regalos personalmente y ponlo en común con tu familia: tus posibilidades pueden no ser las de otros y los regalos son una tradición heredada que podemos customizar a nuestro gusto. Recuerda que puedes preguntar a tus familiares que elaboren listas de regalos que quieren para compartirlas “anónimamente”, para poder comprar esos regalos con anticipación en momentos donde sean más económicos, o que existen alternativas como realizar un amigo invisible con un presupuesto fijo.
La planificación anticipada también nos puede ayudar de cara a la ejecución de la cena en sí. Plantear qué se quiere cenar y elaborar el menú con tiempo (para comprar y para tener el tiempo de preparación necesario para cada plato), teniendo en cuenta las preferencias de las personas que acuden es importante para que todos se sientan incluidos y puedan disfrutar de la cena en sí. A pesar de poder tener tradiciones más establecidas, si años anteriores, éstas han generado malestar a las personas de la cena, os invito a replantearos qué tradición queréis tener realmente (por ejemplo, que todo el mundo elija un plato que le apetece – ¡aunque sea pizza!).
Delegar y establecer responsabilidades
En línea con lo anterior, la planificación permite poder dividir la carga emocional y física que puede suponer una cena navideña: Todos pueden contribuir de alguna manera, ya sea preparando un plato específico, comprando ingredientes, decorando el lugar o encargándose de la música. Esto no solo reduce el estrés del anfitrión principal, sino que también fortalece el sentido de comunidad durante la celebración.
Tener apoyos
No tienes por qué enfrentarte a esto solo, busca apoyos en la familia, a quien acudir si te sientes triste o enfadado, aunque sea durante la cena. Si no es posible tener un aliado presente, intenta avisar a alguna persona con la que tengas confianza para poder acudir a ella, durante o después para tener un espacio seguro donde expresar como te sientes y ser cuidado.
Estas pequeñas pautas no van a cambiar una realidad imperfecta y compleja que es un reencuentro familiar con muchas expectativas y tensiones, pero puede ayudarte a centrarte en tener puntos de apoyo y estrategias de autocuidado durante estas Navidades.
Si, a pesar de esto, las Navidades se te están haciendo complicadas o los futuros eventos familiares te suponen mucho malestar, estaremos encantadas de ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.