como-hacer-duelo

Llora tus pérdidas

Muchas veces en esta vida (por no decir prácticamente todas) nos han enseñado a evitar las emociones negativas, en especial, la tristeza.

¿Por qué?

Hay la creencia generalizada de que sufrir no «sirve» para nada. Esta actitud totalmente racional y utilitarista en realidad no encaja en nuestro mundo emocional (y por lo tanto irracional). Nuestro cerebro, nuestro cuerpo, no entiende ese mensaje frío al que le intentamos someter.

Si no lloras una pérdida (o cualquier otra cosa importante) eso se te quedará atascado y empezará a provocar otros problemas.

Te pongo un ejemplo muy visual: Si tu vas llenando un vaso y no lo vacías en algún momento rebosará e inundará el espacio alrededor. Pues así vivimos, sólo que esas inundaciones provocan otros síntomas, que, la mayoría de veces ni siquiera los relacionamos con esa pena.

Y tú te preguntarás ¿pero qué consecuencias puedo tener? o ¿cómo puedo saber si tengo algo que no he llorado y me está afectando?

Rabia

Una de las formas más habituales que tiene nuestro cuerpo de tratar de paliar estas «inundaciones», o acumulaciones de tristeza, es la ira.

¿Por qué? porque la ira viene a defendernos de aquellos o de aquella cosa que pensamos que nos hizo daño. Puede ser que de repente te notes irritado con los que tienes alrededor o especialmente con una persona pero no sabrías ni decir por qué. En el caso de duelos no resueltos puede que incluso estés enfadado con esa persona que te abandonó o que se murió. O en el caso de duelos de pareja no resueltos puede ser que te enfades sin motivo con tu nueva pareja.

La rabia es muy tentadora porque nos evita la tristeza y es normalmente bien acogida por el entorno («sí, sí, tu ex es un cabrón») pero a la larga no dará buenos resultados, sólo hará que se te quede atascada esa pena y cuanto más tiempo pases sin mirarla peores problemas te puede provocar como por ejemplo sabotear nuevas relaciones trasladando el trauma que te dejaron y actuando a la defensiva con quien no tiene la culpa.

Evitación máxima

Otra manera de no afrontar es precisamente esta, evitarlo todo. De repente todo lo que rodea esta tristeza se transforma en tabú, en secreto, se cambia de tema. Esto es muy típico verlo en las familias, por ejemplo aquel tío tuyo que abandonó a tu tía y de lo que no se habla, aquel abuelo que murió del que no te queda ni una foto, o aquella persona que murió pero que su casa sigue sin haberse movido un ápice en el tiempo con todas sus pertenencias en su sitio. O ese ex que parece que ni pasara por tu vida porque jamás hablas de él.

Pudiera parecer que la pena desaparece porque se entierra, pero no desaparece, de hecho cuando ese tema salga notarás que te activas, que sube tu ansiedad, o que te derrumbas interna o externamente (llanto descontrolado, rabia o ansiedad como si hubiera pasado ayer).

En casos extremos esto puede llevar a una disociación, es decir, ni siquiera recuerdas que aquello pasara, hay una laguna en tu memoria porque tu cuerpo asumió que no podía llorarlo en ese momento y ahí se quedó. Incluso puede haber una disociación aún más complicada, lo recuerdas y a pesar de que sabes que debería de ser dolorosa ya no sientes nada, lo cuentas como si contaras que ayer comiste macarrones.

En todos estos casos ocurre lo mismo, notas síntomas, emociones desbordantes, sin venir a cuento, algunas de ellas ya no sabes ni de dónde narices te vienen.

Otras

Hay otras muchas consecuencias, por ejemplo que distorsiones tu memoria para que encaje el recuerdo en otro relato del acontecimiento menos traumático (pero que te lleva a culparte o a narrarlo de forma que afecta a tu vida), ponerte a cuidar desmesuradamente a los demás para negar tu propio sufrimiento, hacerte el fuerte continuamente para que los demás no sufran o para no romper tu autoimagen, etc…

¿Qué hago entonces con mis penas y pérdidas?

Pues lo que te voy a decir no es una novedad, y es algo, que aunque pueda parecer sencillo, muchas veces no lo es: Llóralas.

Nuestro cuerpo necesita atravesar ese sufrimiento, entender que esa pérdida ha sucedido para poder adaptarse y readaptarse. Necesitas parar y darle importancia a tu dolor. Sé que una de las principales pegas aquí si la tristeza es muy profunda será ¿pero y si me pongo a llorar y no paro nunca?¿y si me deprimo?

Créeme que el cuerpo tiene sus propios mecanismos para volver a salir a flote, y lo que lloras hoy no tienes que llorarlo mañana. En mi metáfora del vaso verás como se va vaciando aunque a veces pases ratos donde puedas pensar que te ahogas.

Cómo en algunas situaciones este puede ser un proceso difícil, y en ocasiones, dependiendo del tema, incluso puede ser largo, aquí te dejamos una serie de consejos. Pero para lo que necesites estamos formadas en ello y te podremos acompañar para que te liberes de aquello que tanto te cuesta.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta