Salud mental con perspectiva de género
Cuando se publican datos sobre salud mental es habitual que una de las variables que se tengan en cuenta a la hora de informar sea el sexo y sin duda es un dato informativo, pero ¿es posible que solo estemos viendo la punta del iceberg?
Los datos más recientes sobre salud mental señalan que:
- En España 1 de 4 personas tendrá algún problema de salud mental a lo largo de la vida.
- El 6,7 % de la población presenta problemas de ansiedad y depresión.
- En las mujeres, los trastornos de ansiedad y depresión son diagnosticados el doble de veces que los hombres. En el caso de la ansiedad el 9,2 % de las mujeres reciben el diagnostico frente a un 4 % en hombres y en lo que se refiere a la depresión, el 9,1 % de las mujeres reciben el diagnóstico frente al 4,3 % de los hombres.
- Según los datos INE 2020 cuya encuesta tiene en cuenta los primeros meses del inicio de la pandemia por Covid 19, la sensación de estar decaído incrementó más en el caso de las mujeres (26,9%) que en los hombres (14,8%), respecto a momentos previos a la pandemia.
- Respecto a los fallecimientos por suicidio a nivel mundial los datos señalan cómo los hombres fallecen por esta causa con cifras mucho más altas respecto a las mujeres, pero ellas realizan el triple de intentos. Esto se ha conocido como la paradoja del género en el suicidio.
- 8 de cada 10 personas que consumen antidepresivos y ansiolíticos son mujeres.
Tratar esta información como meros datos estadísticos sería una mirada simplista. Para entender tal diferencia, hay que contemplar la salud mental desde una mirada más amplia, viendo cómo lo biológico, lo social y lo psicológico interactúan. A nivel biológico hombres y mujeres son diferentes; a nivel social a cada uno se les presuponen unos atributos “ideales” de feminidad y masculinidad (el género) y todo ello impactará de forma diferente en su realidad. Por ello, si no se coloca en la ecuación el “género”, no se puede entender la repercusión en la salud mental.
Ser mujer es un factor de riesgo
Se sabe que las mujeres acuden más que los hombres a las consultas de atención primaria. Los motivos que señalan están relacionados con sintomatología acorde a trastornos comunes como ansiedad, depresión y también somatizaciones y dolor sin causa orgánica. Estas diferentes expresiones se han denominado como “síndrome de los malestares del género”. Esta sintomatología es el vehículo de expresión de malestar en mujeres que están vivenciando infinitas situaciones de desigualdad. Si no se tiene en cuenta cómo esto influye en el desarrollo de problemas de salud mental, se patologiza su realidad y la intervención se verá afectada ya que suele reducirse a la medicalización.
Una intervención más adecuada sería escuchar desde la empatía atendiendo a sus necesidades y vinculándoles con redes de apoyo, trabajando para eliminar las barreras que impiden su recuperación.
Una de esas barreras para la recuperación aparece en el mismo momento en que reciben el diagnóstico, puesto que tienen que hacer frente a un doble estigma: ser mujer + problema de salud mental. Esto genera un escenario en donde se enfrentan a situaciones de mayor desigualdad y hay mayor riesgo de vulnerabilidad de derechos al quedar la mujer relegada aun más a la esfera privada.
Esto permite explicar cómo este aislamiento dificulta el acceso de las mujeres a los diferentes recursos específicos de la red de salud mental, lo cual impide su recuperación. Por tanto, ser mujer es un factor de riesgo para la salud ya que explica parte del inicio y del mantenimiento de los problemas de salud mental.
Poner límites
Establecer límites implica atender a las necesidades individuales y desde ahí saber qué queremos y que nos hace daño. Para obedecer a nuestras necesidades en muchas ocasiones hay que cambiar la situación, pero involucra también a los otros.
A la hora de decir que no, hacer peticiones, verbalizar emociones negativas etc surgen infinitas barreras donde la más grande suele ser pensar en el posible daño causado a los otros. Como esto genera un gran malestar para evitarlo se paga el peaje de minimizar nuestras necesidades, haciendo que a largo plazo el malestar sea aún mayor.
Además de esto, si se tiene en cuenta que, a diferencia de los hombres, a las mujeres se les ha educado hacia el vínculo, hacia los demás y con una mirada de eterna compasión, este establecimiento de límites se torna aún más complicado. Y que cada rebelión contra lo impuesto socialmente sea señalada no ayuda a allanar el camino, puesto que desde la culpa es más fácil que se bloquee este proceso de poner limites.
¿Por dónde empezar a poner límites?
1º. Si el malestar está de forma habitual en tu día a día, no intentes eliminarlo ni te castigues por ello. Escucha a tu cuerpo y repítete: tiene sentido que me sienta así.
2º Identifica donde sientes ese malestar y párate a pensar qué lo está generando. Tus emociones son válidas y son la reacción a algo que está ocurriendo.
3º Piensa a qué actividades /personas estas diciendo sí cuando en realidad quieres decir no. Empieza a renunciar y practica tu derecho a decir no, sin justificaciones.
4. Es posible que sientas que el día está gestionado de la mejor manera posible, pero tu entorno de manera directa o indirecta te juzga. Comienza a decir cómo te hace sentir eso y pide un cambio. Primero empieza a introducir en tu día a día frases que empiecen con un “me siento…”. Cuando te sientas cómoda haciendo esto puedes señalar qué necesitarías que cambiara la otra persona (ej. “Cuando haces/dices, me siento_____ me gustaría que a partir de ahora ___ (verbalizar que comportamientos podría cambiar la otra persona) “).
5º Plantéate qué roles son los que más alimentas en tu día a día. ¿Cuáles están vinculados con los demás? (“pareja de “, “madre de”.). ¿Qué cosas en el día a día haces por ti sin que implique el cuidado hacia los demás? ¿Qué te está impidiendo hacer aquellas actividades que te gustarían y que desde hace tiempo pospones? Identifica los ladrones de tiempo que están interfiriendo en tu autocuidado.
Si te has sentido identificada con lo comentado a lo largo del post, desde Quiero Psicología podemos ayudarte.
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