¿Cómo son tus pensamientos?
Los pensamientos forman parte de tu vida, pasas una gran cantidad de tiempo pensando. Pero, ¿cómo son tus pensamientos? ¿en qué sueles pensar? ¿cómo te hace sentir eso en lo que piensas?
A veces elegimos pensar en algo: en una situación o una persona; en aquellas navidades tan divertidas; o el examen y las preguntas de mañana que me agobian; en cómo me veo, etc. en definitiva, elegimos pensar en algo porque queremos conectar con alguna sensación o movilizarnos hacia algún lado.
Esto forma parte del funcionamiento normal de cualquier persona: tenemos la capacidad de pensar para planificar y orientar lo que hacemos, es necesario y es útil, pero el pensamiento también nos puede alejar de lo que realmente está pasando y de lo que necesitamos. Porque los pensamientos están en la cabeza y las emociones se sienten en el cuerpo y, para que haya equilibrio y coherencia, es necesario que estas dos partes (cuerpo y mente) trabajen en la misma dirección.
¿Sueles darle muchas vueltas a las cosas?
¿Cuando te asalta una idea, no puedes dejar de pensar en ella?
¿Es tanto el tiempo que le dedicas a esa idea que acabas experimentando una gran sensación de malestar?
Los pensamientos que surgen en tu cabeza, en su mayoría, son involuntarios y automáticos. Hay veces que no eliges pensar lo que piensas, de hecho, puedes haber estado dándole vueltas a algo y darte cuenta de que lo estás haciendo después de bastante tiempo. ¿Cuál es el resultado? Una sensación de mucho malestar que no tiene relación con lo que está sucediendo en ese mismo momento.
¿Por qué te pasa esto?
Fundamentalmente porque el cerebro no distingue si aquello que estás pensando es una idea anticipatoria, es algo que ya ha pasado o es algo que se aleja mucho de tu realidad actual. Lo que tu cerebro percibe es que algo está sucediendo y hay que ponerse manos a la obra para resolverlo, aunque no sea el momento ni tengas los recursos disponibles para hacerte cargo de esa situación. En ese momento se produce un chute de activación y de ansiedad relacionado directamente con la idea que está en tu cabeza y no con la realidad del momento presente: que estás en la playa y lo único que tienes que resolver en ese instante es decidir si bañarte ahora o tomarte un helado.
¿Qué puedo hacer entonces? ¿dejo de pensar?
¿Alguna vez has intentado dejar de pensar? si lo has hecho, te habrás dado cuenta de que es imposible: el pensamiento forma parte de nosotros y no podemos hacer “click” y dejar de pensar, de hecho, cuanto más te concentres en dejar de hacerlo, más te costará.
La opción válida entonces es aprender a gestionar la importancia que le das al pensamiento y en qué lugar te pones respecto al pensamiento.
¿Crees que eres capaz de identificar cuándo aparece un pensamiento?
Si no has realizado un trabajo específico para averiguar este dato, probablemente tu respuesta sea no, que no sabes o no puedes, por lo que es casi seguro que sólo seas capaz de identificar la sensación de malestar que te ha generado.
Esto sucede porque cuando aparece el pensamiento, lo asumes como verdad y te activas, reaccionando como si se tratara de algo que precisa atención urgente e inmediata. Probablemente este malestar surge en distintas situaciones de tu vida y sueles responder con ansiedad a las cosas que te pasan, porque, de alguna forma, estás constantemente en alerta y cualquier detalle puede ser una señal para activarte.
¿Qué puedo hacer?
Fundamental: entiende que el pensamiento no eres tú, es decir, que en tu mente puede aparecer un pensamiento, una idea o una imagen y eso no significa que tú pienses eso o quieras hacer eso. Tú eres tú y el pensamiento es algo que surge y que se acabará yendo. Acepta que ha aparecido y que, si no le prestas más atención, desaparecerá.
Posiciónate aparte del pensamiento, trata de no alimentarlo, obsérvalo desde el presente y no entres a dialogar con él o a juzgarlo. No te sientas mal por haber pensado en eso, no es tu intención y tú no eres eso. El pensamiento surge para que le hagas caso y centres tu atención en él pero tú no quieres hacerlo. Observa cómo viene mientras centras tu atención en lo que está sucediendo fuera de ti, a tu alrededor. Concentra tus 5 sentidos hacia fuera (¿qué veo?, ¿qué oigo?, ¿qué están diciendo?…) y verás como, si no le haces caso y no lo asumes como verdad, irá perdiendo fuerza hasta desaparecer.
Es probable que aparezca el conocido malestar, es normal. Puede que tengas una sensación desagradable provocada por el propio pensamiento y por no haberle prestado la atención que te demandaba. Esto que sientes está pasando dentro de ti: es real. Conecta con ello, acepta que está y que se quedará un rato. Entiende por qué ha aparecido y, aceptando que no puedes hacer que desaparezca, sigue con lo que estabas, sabiendo que te sientes como te sientes.
Si estos pensamientos te alteran, alejándote del presente, anticipando constantemente situaciones o pensando reiterativamente en el pasado, es el momento de comenzar a trabajar en ello. En Quiero podemos ayudarte para que esos pensamientos no te afecten tanto y puedas reducir esa ansiedad. Pensar es inevitable, pero pensar sin que tus pensamientos te provoquen tanto desasosiego es algo que se puede aprender.
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