género

¿Cómo nos afectan los mandatos de género en nuestra personalidad y en nuestro día a día?

En nuestra sociedad, desde el momento en que nacemos y se nos asigna un género, empezamos a recibir mensajes —explícitos e implícitos— sobre cómo “deberíamos ser”. Estos mensajes son lo que conocemos como mandatos de género: normas culturales que dictan cómo debe comportarse una persona según el género que se le asignó al nacer.

Aunque muchas veces parecen “naturales” o “inofensivos”, tienen un fuerte impacto en nuestra personalidad, en nuestras decisiones y en la manera en que nos relacionamos con el mundo.

¿Qué son los mandatos de género?

Son expectativas sociales que nos dicen qué es lo correcto o lo esperado para hombres y mujeres. Están tan normalizados que muchas veces ni los cuestionamos: frases como “los niños no lloran” o “una niña debe ser delicada” muestran cómo desde la infancia se nos coloca en moldes rígidos. Estos mandatos pueden generar culpa, frustración, inseguridad y también hacernos sentir que no encajamos, especialmente dentro del colectivo LGTB+, donde las identidades y expresiones de género se viven de manera más diversa y libre.

Si te asignaron el género mujer

Los mandatos de género suelen girar en torno a:

  • El cuidado: se espera que seas atenta, maternal, responsable del bienestar de los demás.
  • La apariencia: se te empuja a estar siempre “arreglada”, a cumplir con un ideal de belleza.
  • La docilidad: se valora que seas complaciente, sumisa, amable y que evites el conflicto.
  • El amor romántico: se transmite la idea de que tu valor está en encontrar pareja (preferiblemente heterosexual) y formar una familia.

Si te asignaron el género hombre

Los mandatos suelen centrarse en:

  • La fortaleza: no mostrar vulnerabilidad ni expresar emociones como la tristeza o el miedo.
  • El éxito: se espera que seas proveedor, competitivo y que tu valía se mida en logros económicos o laborales.
  • La heterosexualidad obligatoria: se ridiculiza cualquier comportamiento asociado a lo “femenino” y se sanciona la diversidad sexual.
  • La independencia: se valora no pedir ayuda y mostrarse siempre autosuficiente.

¿Cómo nos atraviesan en el día a día?

Los mandatos de género influyen en la forma en que nos expresamos (ropa, gestos, voz), las decisiones vitales (qué estudiar, con quién relacionarnos, si queremos o no tener hijos), nuestra salud mental (culpa, ansiedad, depresión, sensación de no ser suficientes) y nuestras relaciones (aprendemos roles desiguales en la pareja, la familia y el trabajo).

Los mandatos de género influyen directamente en la salud mental porque nos obligan a ajustarnos a expectativas rígidas, aunque no coincidan con lo que realmente sentimos o necesitamos.

Esa tensión entre lo que somos y lo que “deberíamos ser” puede generar mucho malestar. Los principales impactos suelen ser:

  • Generación de culpa y autoexigencia: cuando no cumplimos con lo esperado —ser “buena madre”, “exitosa”, “fuerte”, “femenina”, “masculino de verdad”— aparece la sensación de culpa o fracaso. Esa autoexigencia permanente puede derivar en ansiedad, estrés crónico o depresión.
    • Represión emocional: a los hombres se les dice que no deben llorar o mostrar vulnerabilidad. Esto puede llevar a reprimir emociones, dificultar pedir ayuda y aumentar el riesgo de problemas como depresión o abuso de sustancias. A las mujeres se les exige ser complacientes y evitar el enfado, lo que puede provocar dificultades para poner límites y sensación de impotencia.
    • Baja autoestima e inseguridad: los mandatos generan una comparación constante con ideales inalcanzables: la belleza perfecta, el éxito laboral, la fuerza inquebrantable. No poder alcanzar esas expectativas hace que muchas personas duden de su valor y se sientan “insuficientes”.
    • Violencia interiorizada: el mensaje de que algo está “mal” en nosotras/os si no encajamos, especialmente en personas LGTB+, puede derivar en homofobia o transfobia interiorizada. Esto afecta la autoaceptación y puede aumentar el riesgo de aislamiento y sufrimiento psíquico.
    • Impacto en las relaciones: los roles de género aprendidos generan dinámicas de desigualdad: mujeres sobrecargadas con tareas de cuidado, hombres con dificultades para vincularse emocionalmente…
    • Dificultad para el autocuidad: si se espera que una mujer siempre cuide a los demás o que un hombre nunca muestre debilidad, es común que se descuide el autocuidado físico y emocional, aumentando el riesgo de burnout y problemas de salud mental.
    • Riesgo de problemas graves: cuando la presión es muy intensa y no se encuentran apoyos, los mandatos de género pueden estar en la base de trastornos de ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, consumo de sustancias e incluso ideación suicida.

Los mandatos de género afectan con especial fuerza a las personas no binarias porque nuestra sociedad está organizada bajo una lógica binaria (hombre/mujer) que no contempla identidades fuera de esas categorías. Esto genera una serie de impactos en la salud mental, la autoestima y la vida cotidiana como invisibilidad y falta de reconocimiento, presión por encajar en roles tradicionales, agresiones y discriminación

No solo limitan la libertad de expresión e identidad, sino que también son un factor de riesgo para la salud mental. Identificarlos y cuestionarlos es un paso fundamental para vivir con mayor bienestar, autenticidad y equilibrio.

Cuestionar estos mandatos es un proceso complejo de autoconocimiento y empoderamiento. Reconocer que no tenemos que encajar en estereotipos nos permite

conectar con lo que realmente somos y queremos. En espacios seguros, se puede acompañar este proceso para:

  • Explorar cómo los mandatos han influido en tu vida.
  • Construir una identidad más auténtica.
  • Desarrollar herramientas para poner límites y relacionarte de forma sana.
  • Fomentar el autocuidado sin culpa.

Los mandatos de género no son reglas universales: son construcciones sociales que podemos cuestionar y transformar. Cuanto más conscientes seamos de ellos, más capacidad tendremos para decidir cómo queremos vivir nuestra identidad y nuestras relaciones, desde la libertad y el respeto a la diversidad.

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