El perdón a uno mismo.
En nuestro día a día vamos realizando acciones, escogiendo diferentes caminos. Estas decisiones que tomamos siempre tienen consecuencias. Algunas veces son positivas y nuestro entorno y nosotros mismos salimos beneficiados. En otras ocasiones, las consecuencias dañan a quienes tenemos a nuestro alrededor y también a nosotros.
En un post anterior, te hablamos de perdonar a otros cuando nos hacen daño.
Todos cometemos errores. Fallamos o tomamos decisiones equivocadas, es algo inevitable. A partir de estos errores vamos aprendiendo y creciendo como personas, evolucionando, cambiando.
Cuando una de esas decisiones provoca un daño tal que nos hace sentirnos culpables, nos puede generar un sentimiento de culpa. Este sentimiento no siempre tiene connotaciones negativas: existe la culpa sana.
Culpa sana.
Cuando hablamos de culpa sana, nos referimos a la vivencia de la culpa de forma productiva y útil. Esta culpa nos ayuda a observar, a experimentar, a sentir la emoción y a aprender de ella.
Si nos permitimos sentir y escuchar esta emoción, podremos activar en nosotros un mecanismo fundamental para nuestra evolución: aprendemos a diferenciar, a crear conciencia de aquello que está bien o mal. “Gracias” a la culpa asentamos nuestras bases éticas y los valores que nos van a guiar en nuestra vida.
Sentir culpa implica ser conscientes de que hemos cometido un error y de que ese error ha provocado un daño. Gracias a esta emoción nos movemos, nos activamos para enmendar nuestros fallos.
Entender la culpa de esta manera es más sencillo cuando observamos las consecuencias negativas de nuestros actos en los demás. Ellos nos pueden mostrar su dolor y así generar en nosotros la necesidad de restaurar el daño provocado, lo que puede facilitar que el otro nos otorgue su perdón.
¿Qué ocurre cuándo a pesar de que el otro nos ha perdonado, nosotros no lo hacemos? ¿Qué pasa cuando nos hemos dañado a nosotros mismos?
En estos casos, puede suceder que la culpa se haya instaurado en nuestra vida, guiando nuestras acciones.
Cuando permitimos que esto ocurra y no somos capaces de perdonarnos, derrochamos energía en darle vueltas a una situación que nos genera emociones incómodas. Una situación que acaba provocando sufrimiento. La consecuencia es que paralizamos nuestro presente y limitamos nuestro futuro, impidiéndonos crecer y evolucionar. Nos quedamos estancados.
¿Cómo perdonarnos?
El perdón es un proceso, no un acto único. Y como todo proceso, debe existir un primer paso.
Este primer paso es darnos cuenta de que perdonando no estamos justificando la conducta que ha provocado el daño. Lo que hacemos es reconocer las emociones que surgen a causa de un error cometido y decidimos de forma voluntaria que pierdan fuerza en el presente.
Estamos cambiando la perspectiva de la situación vivida, y así obtendremos dos consecuencias directas:
- Superar la resistencia al cambio.
- Darnos permiso para avanzar.
Reconocer y asumir lo ocurrido.
En ocasiones, nos negamos a reconocer que nos hemos equivocado y a pesar de que aparezcan emociones de culpa y dolor, las bloqueamos. Asumir que no hemos actuado bien daña nuestro orgullo y el concepto que tenemos de nosotros mismos.
Por este motivo, además de entender que perdonar no es justificar, debemos reconocer y asumir que hemos cometido un error. No somos perfectos. Hemos hecho daño, intencionalmente o no a otro y/o a nosotros mismos.
Explorar y analizar lo ocurrido es fundamental para reconocer la verdad de los hechos y saber qué es aquello por lo que debemos perdonarnos. De esa forma, asumir las consecuencias negativas de nuestras acciones será más fácil.
Una vez observadas estas consecuencias, podremos arrepentirnos, sentir culpa y activar los mecanismos necesarios para subsanar, en la medida de lo posible, el dolor que hemos causado, independientemente de quién haya salido herido/a.
Explorar la motivación.
Un paso fundamental es conocer que nos llevó a actuar así. No buscamos una justificación, si no saber qué hizo que nos comportásemos de esa manera y así poder aprender. Este aprendizaje nos ayudará a actuar de forma diferente en el futuro.
En muchas ocasiones actuamos guiados por el enfado, el cansancio, la tristeza o la frustración. Nos dejamos llevar por estas emociones, permitiendo que tomen el control de nuestras acciones y perdiendo la conciencia de lo que ha ocurrido.
Observar qué emociones estaban presentes antes del hecho ocurrido nos llevará a poder contextualizarlo. Esto ayudará a comprender por qué dimos aquella respuesta y a observar las consecuencias. Ser conscientes de lo que pasó y de cómo nos afectó permitirá que modifiquemos nuestra respuesta.
Permitirnos sentir.
Somos seres emocionales. Ninguna acción, ningún pensamiento, se muestra sin que exista una emoción asociada. Bloquearlas, impedir que surjan, negarnos a reconocerlas, no va a hacer que desaparezcan.
Escúchate, sé consciente de ellas y aprende de las consecuencias de las respuestas que aparecen tras cada emoción.
Observando las situaciones pasadas desde esta perspectiva, podrás perdonar tus fallos o errores. Gracias a ellos puedes aprender, evolucionar y crecer.
Es importante también aceptar que en ese momento, actuamos en función del nivel de conciencia y conocimientos que poseíamos.
Gracias al perdón a uno mismo, esos conocimientos se van ampliado. Ya no vas a cometer el mismo fallo, siempre y cuando te permitas sentir la liberación que proporciona el perdón.
El perdón no es un proceso sencillo.
Cuando iniciamos el proceso del perdón debemos tener en cuenta que estamos ante un camino que puede tener altibajos y que no es lineal.
Cada uno tenemos nuestros tempos, nuestras circunstancias. Serán ellas las que nos permitirán evolucionar más o menos rápidamente. No te compares.
Es un trayecto que te va a permitir liberarte, avanzar para disfrutar del presente sin sufrimiento.
Gracias al perdón puedes descubrir qué hiciste mal, lo que puedes cambiar en el futuro. Puedes tomar las medidas necesarias para no volver a cometer el mismo error. Aprender está en tu mano.
Si este aprendizaje te resulta duro, si no eres capaz de encontrar el camino al perdón, no te preocupes. En Quiero Psicología podemos acompañarte para que aprendas a perdonar y a perdonarte.
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