Familia ¿feliz?
Ya llegó la navidad y con ella esos mensajes de que todos deberíamos estar felices, porque te reencuentras con los tuyos, porque todo son sonrisas y regalos (no hay más que ver cualquier anuncio de turrones). De esta imposición de la felicidad (llamado efecto Mr. Wonderful) hablamos justo en el post pasado (puedes leerlo aquí).
Pero hoy te vengo a traer otro mensaje importante ¿por qué a lo mejor a mi no me hace feliz para nada ver a mi familia? ¿soy un mal hijo/hermano?¿soy un desagradecido?¿me tengo que sentir culpable por no disfrutarlo?.
¿Por qué no me hace feliz ver a mi familia?
Tienes que preguntarte si de verdad tu familia es sana, si te sientes escuchado, recogido y acogido. No disfrutamos de un vínculo sólo porque nos lo impongan, disfrutamos de él cuando tenemos verdadera conexión, cuando nos respetan tal y como somos.
Si no te hace feliz ver a tu familia tendrías que preguntarte si te sientes juzgado por ellos, si sientes presión de algún tipo para lograr cosas, y sobre todo si te hacen sentir insuficiente, que nada de lo que haces llega de verdad a merecer la pena. Si esto es así, te pongas como te pongas, en el fondo, incluso aunque finjas, no te hará feliz verlos, es más, probablemente no tengas ganas, y también con mucha probabilidad, los veas o pases estas fiestas con ellos por compromiso.
Pero entonces ¿por qué me empeño en ir con ellos aunque me siente mal?
Hay varias razones para esto, y son muy profundas, tanto por motivos culturales como por nuestra biología estamos programados para acercarnos a nuestros cuidadores primeros, a nuestra familia. Os pondré algunas de las más importantes:
«Porque es que es tu padre /madre».
Esta frase está en el ranking de las más escuchadas cuando un hijo quiere desligarse de algún modo de sus padres o está expresando su malestar con ellos. Parece la «cosa» definitoria por la que sin más, debes aguantarlo todo y olvidarte de todo tu dolor. Esta es la cultura actuando, los miles de mensajes que nos han llegado de los padres como figura omnipotente y omnipresente. No se puede destruir ni desligar, en nuestra cultura «los padres» tienen un poder ilimitado, pueden hacerte muchísimo daño pero todo se arregla con un «es que son tus padres».
No se les exige una responsabilidad afectiva, que te tengan en cuenta, que respeten como eres. De hecho, se suele decir que «ellos saben más que tú» por lo que tu relación con ellos se ha quedado relegada muchas veces a un «ver, oír y callar». Se parece a cuando hace 30 años una mujer no podía ni opinar porque tenía que obedecer a su marido, y siempre tenía que permanecer al lado de él acatando órdenes.
Ahora esto nos parece absurdo pero ese «acata o siéntete mal» sí que sigue vigente con los padres y nos seguimos empeñando en que funciona así. Reproduzco aquí la conversación con un paciente:
-¿Por qué cuando voy al pueblo nunca me apetece ver a mi padre? debería apetecerme, es mi padre.
-¿Tu padre te hace sentir bien?
-Uy no, según le veo empiezan las críticas inagotables sobre cualquier cosa, mi trabajo, mi pelo, mi casa, etc.
-¿Si esto te lo hiciera un amigo seguirías siendo amigo de él?
-Por supuesto que no-. Me dijo sin dudar. Se quedó pensativo unos segundos y dijo: vale, lo entiendo.
Es hora de cambiar esto y de pedir responsabilidad afectiva a nuestras figuras paternas, no reproduzcas esta frase ni le pidas obediencia ciega a un niño, no censures cuando alguien te expresa el malestar con su familia. Entiende que todas las relaciones puedes ser buenas o malas y con la familia también es legítimo sentirse mal.
El sistema biológico de aproximación y defensa.
Desde que venimos al mundo estamos biológicamente programados con lo que se llama el sistema de aproximación y defensa. Explicado de la forma más básica: el de aproximación debe decirnos lo que nos viene bien para acercarnos a eso y el de defensa lo utilizamos para defendernos o alejarnos de las cosas que nos vienen mal.
Explicado así suena sencillo ¿no? si un cactus me pincha no me acerco más al cactus. Si tengo frío y me tapo y se me pasa tenderé a taparme otra vez cuando tenga frío. Me alejo o me aproximo /repito.
Peeeero esto no es tan sencillo cuando hablamos de relaciones. La primera relación para la que venimos preparados a apegarnos, dar igual cómo, es la de nuestros padres (o cuidadores primeros). Lo que nos dice nuestro cuerpo es: «asegúrate de vincularte a estas personas y que te quieran o te abandonarán en el bosque y morirás». Aunque sea irracional, eso es lo que nos dice nuestro cuerpo así que nos ponemos manos a la obra.
Esto, tendrá unas consecuencias enormes en tu personalidad, autoestima, traumas, relaciones, etc. Vamos, en toda tu vida ¿por qué? porque da igual cómo sean mis padres, si son buenos o malos, si atienden tus necesidades o no, o incluso si te las castigan. Tienes que seguir ahí haciendo méritos para que te quieran.
Siempre pongo el mismo ejemplo horrible: «Si tu padre te viola desde los 4 a los 11 ¿tú pensarás que tu padre es un señor terrible o que lo que sientes tú es lo equivocado porque no te sientes bien?» Exacto. La segunda opción. Te sentirás tú el problema, pensarás «si mi padre es bueno y eso que me hace me dice que está bien ¿por qué me siento mal?». Pues así con todo. Pongo siempre este ejemplo tan gore porque se ve muy bien pero se podría aplicar a cosas como: Si mi madre me dice que no es normal que me gusten los dibujos violentos debo ser yo el raro, si mi padre dice que soy un desastre porque no me gustan las matemáticas pues debe ser que lo soy, si me piden que saque buenas notas y no lo hago seré mal hijo o tonto, etc.
Así se moldean muchas de las futuras losas que luego cuando crezcas tendrás que limpiar de culpa, resignificarte y re-narrarte para poder mejorar tu autoestima. Pero el sistema de aproximación, si no los desmontas, seguirá funcionando y aproximándote a esas figuras paternas, tengas 4 años o 43. Y te llevará por ejemplo a ir a una fiesta familiar en navidad donde a lo mejor acabas llorando o destrozado. Y después te preguntarás «¿si es que ya sé que son así para qué voy?».
Si te ocurre esto y crees que necesitas abordarlo en Quiero Psicología estamos listas para recibirte y afrontar contigo estas contradicciones.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!