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¿A quién llamamos «gilipollas»?

¿Qué queremos decir cuando decimos «este tipo es gilipollas»?

Pues hablando en términos más clínicos y «finos» probablemente es que nos hayamos encontrado con una personalidad desadaptada, si no, incluso puede ser que con un trastorno de personalidad.

¿Por qué?

Verás, cuando nos encontramos con una persona que etiquetamos como «estúpida, gilipollas, egoísta» es que probablemente hace varias cosas de esta lista:

-No ve al otro, es egoísta.

-No tiene flexibilidad para entender otros puntos de vista.

-Tampoco herramientas para intentar empatizar.

-Le gusta tanto su drama que sólo acapara el espacio con su propia historia.

-Es tan rígido que no se adapta a nada, quiere que todo sea como él o ella piensan que debe ser, no tolera que sea de otra manera.

-Has llegado a pensar que no entiende el mundo que le rodea, vamos, que vive tanto en su propia realidad que no entiende cómo funciona de verdad el mundo.

¿Has visto a alguien en esta descripción?

Todo lo que he puesto son características de una personalidad desadaptada ¿y qué es eso? pues te lo explico:

Todos nacemos con un temperamento, es decir, si de bebés somos más tranquilos, más llorones, más activos, más pasivos, etc. Por eso los padres te dirán que «es que este niño ya era nervioso hasta de bebé».

Pero lo más importante es cómo nuestra educación, padres, profesores, etc nos van modulando y las herramientas que aprendemos a utilizar para relacionarnos con los demás (que dependerán de cómo sean las personas que me han rodeado al crecer) y a estas herramientas, que se «solidifican» en lo que llamamos personalidad sobre los 16-18. Un ejemplo: si has aprendido que te prestan muchísima atención y cariño cuando sacas buenas notas probablemente has tendido a ser el más estudioso, el que mejor lo hacía, etc (incluso si no te prestaban especial atención pero esto sí que te grabaron «que lo tenías que hacer» o te castigaron horrible cuando fallabas).

Si tus padres o el entorno ha sido medianamente «sano» (que no perfecto) tus rasgos de personalidad se «adaptaran» al mundo que te rodea, por ejemplo puedes tender a ser cabezota pero sí saber ver otros puntos de vista, o puedes tender a ser un poco más dramático pero bajas tu drama cuando es necesario ayudar a quien quieres.

¿Qué pasa si el entorno no fue sano o esa persona tuvo muchos traumas?

Pues que los rasgos de personalidad se exagerarán, serán tan fuertes, rígidos e inflexibles, que ya sólo vivirás pensando que ese mundo que tienes en la cabeza es el real y verdadero. Por ejemplo, no sabrás bajar tu drama y te parecerá que lo tuyo siempre siempre (da igual la situación o la urgencia es más importante) es lo central, o te parecerá que todo el mundo viene a engañarte todo el tiempo (aunque no sea así), etc.

Para que sepas distinguir un poco estos rasgos te pongo en nivel super resumido los distintos que hay, cuidado, esto es una cuestión de nivel, es decir, cuánto del rasgo tengo, puedo tener una tendencia (y ser medianamente sano), o puedo ya tener una personalidad desadaptada, o en su extremo el trastorno de personalidad:

El obsesivo:

Tienden a ser más rígidos, tienen ideas muy fuertes de cómo deberían ser las cosas y siempre quieren tener la razón, se planifican con detalle, se hacen listas y les gusta el orden y la limpieza, lo suyo es la productividad, quieren que todo sea efectivo. Se les definirá como los cabezotas.

El codependiente o cuidador:

No se preocupa de sí mismo porque vive de cara a los demás, cuidándolos o estando todo el tiempo pendiente de lo que necesitaría el otro. Pueden llegar a ser totalmente controladores y estar todo el tiempo encima diciéndote cómo debes hacer las cosas o incluso anticipándose a tus necesidades sin que se lo hayas pedido y te hagan sentir culpable por ello.

El paranoico:

Esto es lo mismo que desconfiado. Siempre está pendiente de los demás porque cree que le van a engañar, que le van a hacer daño o que las gente que se acerca lo hace para aprovecharse. Tiende a aislarse. Su frase favorita es: «mira lo que me ha dicho fulanita…»

El esquizoide:

Es que «va a su bola», «si le pinchas no sangra». Son personas excesivamente independientes, sólo les importa lo que ellos quieran en ese momento, no por egoísmo maligno sino porque como su emoción no es intensa (es mucho menos intensa que la media) pues no les duelen igual las cosas. Por ejemplo pueden crear lazos contigo y destruirlos sin parpadear y sin entender por qué te duele tanto. Se les ve como magníficos porque no necesitan a nadie pero en realidad no crean vínculos reales. Podría ser la típica persona que juega a videojuegos todo el día o hace actividades muy solitarias.

El narcisista:

Este es casi unos de los perfiles a los que más identificaremos como «gilipollas». Es el egoísmo puro, se tienen en muy alta estima, son creídos y arrogantes, creen que sólo por el hecho de ser ellos tienes que hacerles caso y atenderles. En la exageración del rasgos ya serán psicópatas y disfrutarán haciendo daño. Suelen ocupar puestos de poder en empresas, política, etc.

El histriónico:

Como bien dice la propia palabra lo que quieren es llamar la atención, quieren ser el centro, se pueden considerar «especiales» y suelen tener un aspecto muy exagerado, por ejemplo muchos maquillaje, ropa de colores fuertes o un «rollo» muy definido, por ejemplo ser una persona iluminada y espiritual (y sentirse super especial por ello) o una gurú de youtube, etc. Su especialidad suele ser relacionarse con los demás por la sexualidad, seduciendo. Suelen un poco «fantasmas».

El límite:

Eso es lo que hemos llamado en términos coloquiales el «bipolar» (que bipolar no es esto, pero así lo decidió el lenguaje coloquial). Lo mismo hoy te quieren que mañana te odian, lo mismo hoy tienen una autoestima maravillosa que mañana se han hundido, lo mismo eres su super amiga que mañana tienen un enfado fortísimo por cualquier tontería y te han bloqueado de todas las redes. Son lo impredecible. Vives a su lado como si caminaras sobre ascuas sin saber cuándo te vas a quemar.

Ten en cuenta que todos estos rasgos pueden combinarse entre sí, por ejemplo puedes ser bastante obsesivo y un poco paranoico, u obsesivo y cuidador, etc. No son excluyentes, los rasgos son herramientas que hemos cogido para adaptarnos a las personas que nos rodeaban y por lo tanto podemos tener muchas.

¿Has visto a alguna persona que te rodea y que te está haciendo la vida imposible?¿Querrías saber cómo manejarla?¿te has reconocido a ti mismo? Pues acude a nosotras. En Quiero Psicología somos expertas en estos temas.

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Lo duro de ir a terapia

Mucha gente llega a terapia con una idea errónea de lo que es el cambio, de lo que es adquirir herramientas emocionales para tener más recursos.

En general, se cree que el cambio será todo coser y cantar. El paciente viene a terapia pensando: este síntoma tan molesto que tengo me lo quitan y ya está.

Error. El síntoma no se quita. El síntoma se interpreta lo que significa, lo que está expresando para poder saber de dónde viene: si es que te cuesta decir que no, si es que tienes miedo a las personas de autoridad, si es que tu autoestima está dañada, si es que pasaste por una pareja tóxica y un largo etcétera.

El paciente se sorprende al descubrir que la causa estaba en otro sitio. Algunos en este proceso abandonan porque quieren quitarse el síntoma molesto pero no “remover la mierda”. Muchos perfiles evitativos huirán.

Pero, oh sorpresa, para mejorar el dolor no se puede rodear. El dolor se atraviesa. Sólo de esta manera saldrás del otro lado sintiéndote más fuerte y mejor.

Ahora, si eres tan valiente como para seguir trabajando en ello (o ya lo has sido), enhorabuena, pero ahora entrarás (o habrás entrado ya) en un camino que a ratos se puede hacer muy duro.

¿Qué tiene «malo» ir a terapia?

Un tabú del que no se habla es de lo que te espera ahora. Si haces una terapia profunda y completa adquirir esas herramientas emocionales te hará más sabio o sabia, hará que identifiques lo que te hace daño, tus traumas, tu forma de querer y la forma en la que te han querido pero también te hará ver el mundo de una forma que hasta ahora no lo has contemplado. Y eso no siempre se va a sentir como fácil.

Te relato aquí alguna de las cosas más clásicas que puedes o has podido experimentar:

  1. Ves más claro a las personas que te rodean, para lo bueno y para lo malo. Te darás cuenta de que alguna (o mucha) de la gente que te rodea es tóxica, manipuladora o simplemente sin ningún recurso emocional y te pondrá en la duda de cortar, cambiar o alejarte de relaciones. Spoiler: lo harás. Y dependiendo de la relación puede ser muy costoso emocionalmente, habrá momentos donde preferirás no haberlo visto. Pero al final nunca te arrepentirás, quizá conserves menos personas en tu vida, pero éstas no te harán sentir solo, no te criticarán y hundirán tu autoestima.
  2. Ves el mundo mucho más claro: cuando de repente aprendes sobre tipos de apego, formas de manipulación, características tóxicas, tipos de personalidad, etc, te das cuenta mucho más rápido y mejor de quién hace qué y porqué. Sin embargo: la gente de tu entorno no lo hará. Muchos te negarán esa realidad que ahora ves, la minimizarán, te dirán “ya conoces a fulanito”, “te tomas todo muy a pecho” o “es que es tu madre”. Esto te puede hacer sentir solo o ignorado. Te encuentras en un mundo de repente, que, de nuevo, tampoco te arrepentirás al final haber descubierto, pero sé consciente de que lo verá menos gente, porque sólo lo ve la gente que ha trabajado en ellos mismos, en asumirse y conocerse. Y esto no abunda tanto.
  3. Te darás cuenta de tu historia vital: probablemente descubrirás traumas (porque todos tenemos) sobre ti, tu familia, amigos y parejas y esto provocará que pases épocas en duelo, triste o enfadado. Es necesario cambiar la historia errónea que te habías contado, es necesario quitarte culpas que nunca debiste tener, responsabilizar a los otros de lo que te hicieron y otras cosas te harán verte a ti mismo de una manera distinta. Cuando avances verás cómo tu autoestima crece, cómo atraviesas esos dolores, pero no siempre será todo sencillo.

¿Merece la pena hacer terapia?

Con esto quiero decir que todo el que se somete a un proceso de terapia se verá reforzado, mejorará y sentirá que cambia su vida, pero no es todo un camino de rosas. Por eso es de admirar a todos aquellos pacientes que se someten a estos procesos de cambio, algunos de ellos lo hacen pensando que son débiles porque tienen ansiedad o están deprimidos o les agobia los exámenes. Pero nada más lejos de la realidad, todo lo contrario: es mucho más valiente intentar mejorar todos los días y enfrentarse a lo que nos duele que quedarse en el mismo sitio sin hacer nada.

Si has elegido empezar (o ya llevas tiempo en un proceso de terapia) sólo puedo decirte que estés orgulloso de ti, que todo ese dolor que ahora sientes se disipará. Atraviésalo, que del otro lado te espera algo mejor.

Y si no, y quieres empezarlo, en Quiero Psicología te estamos esperando.

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Familia ¿feliz?

Ya llegó la navidad y con ella esos mensajes de que todos deberíamos estar felices, porque te reencuentras con los tuyos, porque todo son sonrisas y regalos (no hay más que ver cualquier anuncio de turrones). De esta imposición de la felicidad (llamado efecto Mr. Wonderful) hablamos justo en el post pasado (puedes leerlo aquí).

Pero hoy te vengo a traer otro mensaje importante ¿por qué a lo mejor a mi no me hace feliz para nada ver a mi familia? ¿soy un mal hijo/hermano?¿soy un desagradecido?¿me tengo que sentir culpable por no disfrutarlo?.

¿Por qué no me hace feliz ver a mi familia?

Tienes que preguntarte si de verdad tu familia es sana, si te sientes escuchado, recogido y acogido. No disfrutamos de un vínculo sólo porque nos lo impongan, disfrutamos de él cuando tenemos verdadera conexión, cuando nos respetan tal y como somos.

Si no te hace feliz ver a tu familia tendrías que preguntarte si te sientes juzgado por ellos, si sientes presión de algún tipo para lograr cosas, y sobre todo si te hacen sentir insuficiente, que nada de lo que haces llega de verdad a merecer la pena. Si esto es así, te pongas como te pongas, en el fondo, incluso aunque finjas, no te hará feliz verlos, es más, probablemente no tengas ganas, y también con mucha probabilidad, los veas o pases estas fiestas con ellos por compromiso.

Pero entonces ¿por qué me empeño en ir con ellos aunque me siente mal?

Hay varias razones para esto, y son muy profundas, tanto por motivos culturales como por nuestra biología estamos programados para acercarnos a nuestros cuidadores primeros, a nuestra familia. Os pondré algunas de las más importantes:

«Porque es que es tu padre /madre».

Esta frase está en el ranking de las más escuchadas cuando un hijo quiere desligarse de algún modo de sus padres o está expresando su malestar con ellos. Parece la «cosa» definitoria por la que sin más, debes aguantarlo todo y olvidarte de todo tu dolor. Esta es la cultura actuando, los miles de mensajes que nos han llegado de los padres como figura omnipotente y omnipresente. No se puede destruir ni desligar, en nuestra cultura «los padres» tienen un poder ilimitado, pueden hacerte muchísimo daño pero todo se arregla con un «es que son tus padres».

No se les exige una responsabilidad afectiva, que te tengan en cuenta, que respeten como eres. De hecho, se suele decir que «ellos saben más que tú» por lo que tu relación con ellos se ha quedado relegada muchas veces a un «ver, oír y callar». Se parece a cuando hace 30 años una mujer no podía ni opinar porque tenía que obedecer a su marido, y siempre tenía que permanecer al lado de él acatando órdenes.

Ahora esto nos parece absurdo pero ese «acata o siéntete mal» sí que sigue vigente con los padres y nos seguimos empeñando en que funciona así. Reproduzco aquí la conversación con un paciente:

-¿Por qué cuando voy al pueblo nunca me apetece ver a mi padre? debería apetecerme, es mi padre.

-¿Tu padre te hace sentir bien?

-Uy no, según le veo empiezan las críticas inagotables sobre cualquier cosa, mi trabajo, mi pelo, mi casa, etc.

-¿Si esto te lo hiciera un amigo seguirías siendo amigo de él?

-Por supuesto que no-. Me dijo sin dudar. Se quedó pensativo unos segundos y dijo: vale, lo entiendo.

Es hora de cambiar esto y de pedir responsabilidad afectiva a nuestras figuras paternas, no reproduzcas esta frase ni le pidas obediencia ciega a un niño, no censures cuando alguien te expresa el malestar con su familia. Entiende que todas las relaciones puedes ser buenas o malas y con la familia también es legítimo sentirse mal.

El sistema biológico de aproximación y defensa.

Desde que venimos al mundo estamos biológicamente programados con lo que se llama el sistema de aproximación y defensa. Explicado de la forma más básica: el de aproximación debe decirnos lo que nos viene bien para acercarnos a eso y el de defensa lo utilizamos para defendernos o alejarnos de las cosas que nos vienen mal.

Explicado así suena sencillo ¿no? si un cactus me pincha no me acerco más al cactus. Si tengo frío y me tapo y se me pasa tenderé a taparme otra vez cuando tenga frío. Me alejo o me aproximo /repito.

Peeeero esto no es tan sencillo cuando hablamos de relaciones. La primera relación para la que venimos preparados a apegarnos, dar igual cómo, es la de nuestros padres (o cuidadores primeros). Lo que nos dice nuestro cuerpo es: «asegúrate de vincularte a estas personas y que te quieran o te abandonarán en el bosque y morirás». Aunque sea irracional, eso es lo que nos dice nuestro cuerpo así que nos ponemos manos a la obra.

Esto, tendrá unas consecuencias enormes en tu personalidad, autoestima, traumas, relaciones, etc. Vamos, en toda tu vida ¿por qué? porque da igual cómo sean mis padres, si son buenos o malos, si atienden tus necesidades o no, o incluso si te las castigan. Tienes que seguir ahí haciendo méritos para que te quieran.

Siempre pongo el mismo ejemplo horrible: «Si tu padre te viola desde los 4 a los 11 ¿tú pensarás que tu padre es un señor terrible o que lo que sientes tú es lo equivocado porque no te sientes bien?» Exacto. La segunda opción. Te sentirás tú el problema, pensarás «si mi padre es bueno y eso que me hace me dice que está bien ¿por qué me siento mal?». Pues así con todo. Pongo siempre este ejemplo tan gore porque se ve muy bien pero se podría aplicar a cosas como: Si mi madre me dice que no es normal que me gusten los dibujos violentos debo ser yo el raro, si mi padre dice que soy un desastre porque no me gustan las matemáticas pues debe ser que lo soy, si me piden que saque buenas notas y no lo hago seré mal hijo o tonto, etc.

Así se moldean muchas de las futuras losas que luego cuando crezcas tendrás que limpiar de culpa, resignificarte y re-narrarte para poder mejorar tu autoestima. Pero el sistema de aproximación, si no los desmontas, seguirá funcionando y aproximándote a esas figuras paternas, tengas 4 años o 43. Y te llevará por ejemplo a ir a una fiesta familiar en navidad donde a lo mejor acabas llorando o destrozado. Y después te preguntarás «¿si es que ya sé que son así para qué voy?».

Si te ocurre esto y crees que necesitas abordarlo en Quiero Psicología estamos listas para recibirte y afrontar contigo estas contradicciones.

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Llora tus pérdidas

Muchas veces en esta vida (por no decir prácticamente todas) nos han enseñado a evitar las emociones negativas, en especial, la tristeza.

¿Por qué?

Hay la creencia generalizada de que sufrir no «sirve» para nada. Esta actitud totalmente racional y utilitarista en realidad no encaja en nuestro mundo emocional (y por lo tanto irracional). Nuestro cerebro, nuestro cuerpo, no entiende ese mensaje frío al que le intentamos someter.

Si no lloras una pérdida (o cualquier otra cosa importante) eso se te quedará atascado y empezará a provocar otros problemas.

Te pongo un ejemplo muy visual: Si tu vas llenando un vaso y no lo vacías en algún momento rebosará e inundará el espacio alrededor. Pues así vivimos, sólo que esas inundaciones provocan otros síntomas, que, la mayoría de veces ni siquiera los relacionamos con esa pena.

Y tú te preguntarás ¿pero qué consecuencias puedo tener? o ¿cómo puedo saber si tengo algo que no he llorado y me está afectando?

Rabia

Una de las formas más habituales que tiene nuestro cuerpo de tratar de paliar estas «inundaciones», o acumulaciones de tristeza, es la ira.

¿Por qué? porque la ira viene a defendernos de aquellos o de aquella cosa que pensamos que nos hizo daño. Puede ser que de repente te notes irritado con los que tienes alrededor o especialmente con una persona pero no sabrías ni decir por qué. En el caso de duelos no resueltos puede que incluso estés enfadado con esa persona que te abandonó o que se murió. O en el caso de duelos de pareja no resueltos puede ser que te enfades sin motivo con tu nueva pareja.

La rabia es muy tentadora porque nos evita la tristeza y es normalmente bien acogida por el entorno («sí, sí, tu ex es un cabrón») pero a la larga no dará buenos resultados, sólo hará que se te quede atascada esa pena y cuanto más tiempo pases sin mirarla peores problemas te puede provocar como por ejemplo sabotear nuevas relaciones trasladando el trauma que te dejaron y actuando a la defensiva con quien no tiene la culpa.

Evitación máxima

Otra manera de no afrontar es precisamente esta, evitarlo todo. De repente todo lo que rodea esta tristeza se transforma en tabú, en secreto, se cambia de tema. Esto es muy típico verlo en las familias, por ejemplo aquel tío tuyo que abandonó a tu tía y de lo que no se habla, aquel abuelo que murió del que no te queda ni una foto, o aquella persona que murió pero que su casa sigue sin haberse movido un ápice en el tiempo con todas sus pertenencias en su sitio. O ese ex que parece que ni pasara por tu vida porque jamás hablas de él.

Pudiera parecer que la pena desaparece porque se entierra, pero no desaparece, de hecho cuando ese tema salga notarás que te activas, que sube tu ansiedad, o que te derrumbas interna o externamente (llanto descontrolado, rabia o ansiedad como si hubiera pasado ayer).

En casos extremos esto puede llevar a una disociación, es decir, ni siquiera recuerdas que aquello pasara, hay una laguna en tu memoria porque tu cuerpo asumió que no podía llorarlo en ese momento y ahí se quedó. Incluso puede haber una disociación aún más complicada, lo recuerdas y a pesar de que sabes que debería de ser dolorosa ya no sientes nada, lo cuentas como si contaras que ayer comiste macarrones.

En todos estos casos ocurre lo mismo, notas síntomas, emociones desbordantes, sin venir a cuento, algunas de ellas ya no sabes ni de dónde narices te vienen.

Otras

Hay otras muchas consecuencias, por ejemplo que distorsiones tu memoria para que encaje el recuerdo en otro relato del acontecimiento menos traumático (pero que te lleva a culparte o a narrarlo de forma que afecta a tu vida), ponerte a cuidar desmesuradamente a los demás para negar tu propio sufrimiento, hacerte el fuerte continuamente para que los demás no sufran o para no romper tu autoimagen, etc…

¿Qué hago entonces con mis penas y pérdidas?

Pues lo que te voy a decir no es una novedad, y es algo, que aunque pueda parecer sencillo, muchas veces no lo es: Llóralas.

Nuestro cuerpo necesita atravesar ese sufrimiento, entender que esa pérdida ha sucedido para poder adaptarse y readaptarse. Necesitas parar y darle importancia a tu dolor. Sé que una de las principales pegas aquí si la tristeza es muy profunda será ¿pero y si me pongo a llorar y no paro nunca?¿y si me deprimo?

Créeme que el cuerpo tiene sus propios mecanismos para volver a salir a flote, y lo que lloras hoy no tienes que llorarlo mañana. En mi metáfora del vaso verás como se va vaciando aunque a veces pases ratos donde puedas pensar que te ahogas.

Cómo en algunas situaciones este puede ser un proceso difícil, y en ocasiones, dependiendo del tema, incluso puede ser largo, aquí te dejamos una serie de consejos. Pero para lo que necesites estamos formadas en ello y te podremos acompañar para que te liberes de aquello que tanto te cuesta.

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¿Por qué tengo ansiedad?

Muchísimas veces oímos en consulta esta duda con mucha sorpresa por parte de nuestro paciente

¿Pero por qué me da la ansiedad cuando estoy más relajado? ¡No entiendo nada! A lo mejor he pasado un día ajetreado, hasta he discutido, me ha pasado de todo y no notaba nada de ansiedad. Y llego a casa, me pongo una serie, me relajo en el sofá y ¡zasca!

Otra de las preguntas que sigue a esta es: ¿y por qué ese momento y no otro?

Pero yo voy a ir contestando una a una otras preguntas que te irán aclarando qué puede ocurrirte.

Primero ¿por qué tengo ansiedad?

La ansiedad, al contrario de lo que la persona que la vive está sintiendo, no ha venido para matarte. Ha venido para decirte que hay algo mal en tu vida que deberías cambiar. Pero lo hace en forma de alerta «mortal». Vamos, que te hace buscar un peligro inminente y horrible, puede ser desde que te haga rebuscar el error terrible que has podido cometer con el comentario que hiciste esta mañana en el trabajo hasta que interprete que el dolor del pecho es un infarto que te va a matar, cada uno busca su «peligro mortal» en una cosa distinta, que a veces puede tener relación con el origen de su ansiedad, o no, simplemente esa explicación pasaba por allí y venía al pelo. ¿Cuánta gente en pandemia no ha focalizado su ansiedad en que se iba a morir de COVID (él mismo o alguien que quería) hasta convertirse en obsesión?

¿Entonces para qué ha venido?

Contestar a esta pregunta certeramente en tu caso particular es difícil, suele requerir un proceso de terapia y de análisis para saber qué te ha pasado exclusivamente a ti, pero te voy a dar una serie de «pistas» que pueden hacerte reflexionar sobre cuál podría ser la posible causa. Aquí te dejo algunas de las más clásicas:

-Me puede estar indicando problemas en mis relaciones.

No es extraño que al empezar un proceso de terapia una persona se de cuenta de que tiene relaciones que no le convienen en su entorno. La pareja suele ser una de la principales razones. Muchas veces detrás de la ansiedad hay una relación que no nos conviene. En los casos más extremos directamente un maltrato, lo que causa un estrés crónico en forma de alerta continua.

Una manera muy frecuente de presentarse la ansiedad en estos casos es que la persona mira y revisa qué va a decir, siempre piensa que va a cagarla y es que muchas veces sí que recibe muy malas respuestas de su entorno.

Así que una de las primeras cosas que te podrías responder es: ¿estoy bien con las personas en mi entorno?¿Alguien me hace estar alerta?¿me siento tranquilo con mis relaciones? esto se extiende a la familia y el trabajo ¿no me siento presionado por nadie?¿no siento que defraudo a nadie?

-Me puede alertar de problemas en mi autoestima.

La mayoría de personas te dirán que su autoestima de base ya no era muy buena (este mundo no se ha enfocado en construir buenas autoestimas, sino personas productivas), pero quizá por muchos eventos (relaciones tóxicas, presiones en el trabajo, en la familia, etc) tienes la autoestima bajo mínimos y no paras de hablarte negativo, de pensar que todo va a salir terrible, y que te centres en castigarte.

Una de las «top ten» es el no sentirse suficiente. Que sientas que no llegues a los estándares que «deberías» haber llegado. Que a tu edad ya deberías tener un trabajo estable, o una casa, o independencia económica, o a una pareja. O incluso que tu entorno te lo remarque (a veces ni directamente pero sí porque ellos lo tienen), eso te hace esforzarte tanto en conseguirlo que acabas desquiciado porque no puedes controlarlo todo. Esta se relaciona con la siguiente.

-Quizá ha venido a decirme que he perdido el control.

Muchas veces expreso en consulta que la ansiedad es una metáfora que te hace perder el control para que te des cuenta de que lo has perdido en otro espacio de tu vida. Puede ser como he dicho antes porque las relaciones, las presiones del trabajo te dominen, porque sientas que tu vida no es lo que debería, etc…

Pero un hecho significativo que puede ocurrir es que hayas desarrollado obsesiones, mandatos, que «compensan» esa pérdida de control, y esas mismas obsesiones te hagan perder más el control. Por ejemplo te has exigido ser perfecta y no puedes no sacar un 10 en un examen y eso te hace generarte una ansiedad tremenda en exámenes. O te has exigido estar para todo el mundo, para que no te abandonen y no defraudarlos y ahora ya nunca estás para ti. O te has centrado en una actividad que sí controlas como comprobar si la puerta está cerrada y cada vez te estás obsesionando con eso. O tienes miedo a tus sensaciones corporales y para controlarlas te monitorizas continuamente y te des cuenta de hasta el más mínimo calambre lo que hace que pierdas aún más el control.

-Te señala el miedo a la pérdida.

Unos de los miedos primigenios del ser humano, uno con los que venimos programados desde pequeños como buenos mamíferos es que no podemos perder a nuestros vínculo principales. Con lo cuál es una de las razones más probables cuando alguien experimenta una gran ansiedad.

Puede ser que que pienses que en realidad no has perdido ahora justo a alguien, ni está cercano, pero no es tan literal. Quizá sí que tuviste miedo a perderlos o los perdiste en otro momento (una pareja que te dejó sin explicaciones, una familiar que estuvo muy enfermo o casi se murió, la vejez de tus padres…). Y aquí hay otro clásico: que tú mismo estuvieras a punto de morir (por una catástrofe, un accidente, una enfermedad). Sí, la muerte es otro «miedo a perder a los que queremos».

Esto puede que te generara o genera un miedo muy fuerte que te obliga a estar en alerta, seas consciente o no, y es un clásico (aunque con ansiedades muy fuertes siempre lo es, no sólo por esto) que te cause una hipocondría o un miedo a morir muy fuerte u obsesiones con la muerte.

-Puede estar causada por una acumulación de traumas o por uno gordo que enterré hace mucho.

En realidad todo lo señalado anteriormente son traumas, pero quizá ni has sido ni consciente de la acumulación de ellos. Por ejemplo, tu tía enfermó de COVID y casi muere, tu madre tuvo un accidente con el coche y pasaron horas hasta que supiste que no le pasó nada, te echaron del trabajo aunque luego conseguiste otro, tu novio te dejó por otra pero tú ya sabías que era un cabrón… Y todo esto en un año. A lo mejor tienes todo eso ahí y ni lo has pensado, ni lo has procesado, ni lo has llorado, ni sabes cómo puso en alerta a tu cuerpo porque aunque racionalmente todos quedaron en un «susto» tu cuerpo se preparó para ellos y ahora busca la siguiente alerta.

Haz un repaso ¿qué ha pasado en tus últimos años de vida? lo mismo piensas «Ostras viendo todo esto junto lo mismo sí tengo razones para tener ansiedad».

Otra causa aquí puede ser que no sea una trauma ni demasiado actual, sino uno antiguo, uno gordo que se enterró hace un tiempo. Señales de esto serían que tienes una época de tu vida más borrada, que te da rabia cuando te señalan una época («¡NO A MI ESO NO ME AFECTÓ NADA, NI ES UN TRAUMA!»), que ahora hay cosas actuales que te pueden refrescar el trauma (por ejemplo tu pareja de maltrató y ahora por primera vez desde entonces vuelves a tener pareja), o que hay alguna época o tema en tu vida que no puedes ni pensar porque del terror que te da inmediatamente cambias de tema.

Los traumas a veces pueden ser complicados y son una de las causas más frecuentes de que aunque te hayas leído el artículo y te haya resonado algo puede que sigas sin aclarar qué narices te puede estar pasando a ti. Por ello se necesita muchas veces de una mano experta que analice tu caso de manera pormenorizada.

Y respondiendo a la última pregunta ¿por qué me da la ansiedad cuando estoy más tranquilo?

Por que en realidad la ansiedad está siempre ahí, pero mientras la mantienes «ocupada» o tienes activada tu mente racional parece que está bajo control. Pero no lo está. Espera a tener su momento para volver a recalcarte la necesidad de que hagas algo. Seguro que lo pospones, pensando que ya se te pasará, pero no. Saltará en otro momento, y si no le haces caso parece que se agrava y cada vez va inundando más y más tu vida. No lo dejes pendiente. Averigua lo que te ocurre. Y si quieres que nosotras seamos la mano experta que te acompañe estaremos encantadas.

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5 «Red flags» o señales de alerta en una relación

Cuando una relación ha salido mal y ha pasado el tiempo ¿te has planteado o dado cuenta después de las señales de toxicidad que ignoraste en esa persona?

Imagino que si estás en una relación que no va bien, o si has tenido varias relaciones serias que no han acabado en buen puerto, tú mismo te has dado cuenta de unos cuantos indicios a los que tienes que prestar atención cuando conoces a una persona porque has comprobado que a la larga no suelen acabar muy bien.

A eso es a lo que se le llama en inglés «red flag», traducido literalmente: «bandera roja». Viniendo a indicar que el comportamiento de la persona es algo que no deberías ignorar y deberías marcar como dañino o tóxico, y, que si ves varias, que además, no cambian por mucho que se hable, deberías plantearte si quieres o debes continuar con esa persona.

¿Cuáles con esas «5 red flags»?

Desaparece sin dar más explicaciones.

Una cosa es que las personas tengan cada una su propio espacio, algo sano y necesario, un espacio que no se limite a la pareja, que cada persona tenga sus amigos, su ocio, su espacio personal. Y es más cierto que alguien no debe darte explicaciones sobre lo que hace en todo momento (más aún cuando apenas te conoce), pero alértate si esa persona te deja de hablar de repente durante periodos medianamente largos de tiempo sin interesarse ni por cómo estás tú ni qué te ha pasado. Te dice que te llamará y no te llama. Te cancela el plan en el último momento siempre. En general le da igual cómo te sientas tú con lo que haga él. No asume ninguna responsabilidad emocional y es completamente opaco, alega reiteradamente que «es que no quiere compromiso» y que «le estás controlando».

Si esto te hace no sentir tenido en cuenta y más aún, encima intenta culparte de que eres tú el que es una «histérica» o un «controlador». No luches contra ti mismo sintiéndote mal para que no te tomen por tal y restringas los mensajes que mandas o las cosas que dices. Aléjate. Esa persona no quiere el mismo compromiso o no tiene los mismos ritmos que tú. No lo fuerces, ni esperes algo distinto.

Es demasiado intenso.

La intensidad en este mundo de amor romántico pasa desapercibida o se pinta como el «amor verdadero». Si quiere darlo todo desde el momento uno sin conocerte, si no respeta tus ritmos y quiere involucrarse todo el tiempo en sus planes, te presenta a amigos y familia escasamente a la semana y tiene ya planes de futuro a los 3 días, peligro. Sé que a lo mejor se vive como el súper amor de la vida, pero deberías planteártelo.

Cuidado, es normal tener interés si la persona te gusta, querer que seguir involucrándose en la relación, desarrollar sentimientos cuanto más tiempo lleves en ella y querer que la relación sea pública y no secreta, pero no todo de pronto a los dos días. Aclaramos esto porque también es una red flag que explicamos en el punto siguiente.

Cualquier emoción normal la tacha de intensa.

Desde el principio no has podido hablar de tus emociones porque parece que le abruman o no le interesan. Incluso hasta tus emociones ajenas a la relación, sobre si estás triste o con ansiedad, es decir, las negativas, las intenta censurar. Te dice que no llores, que ya está, o te mira extrañado porque no entiende tus «intensidades». Sin embargo otras personas, sobre todo las que consideres referencia en tu vida, sí las entienden, sí las recogen y te dicen que son normales.

Aquí sí lo pondré en mayúsculas: HUYE. Esto además, es un comportamiento muy típico en parejas heterosexuales del hombre a la mujer ¿por qué? porque es evidente que el heteropatriarcado ha enseñado a los hombres a anular las emociones como algo de «débiles» y entonces no saben gestionarlas. Pero esto sólo hace que te sientas tú misma anulada, histérica y demasiado intensa. Spoiler: no lo eres.

No puedes expresar lo que te molesta de esa persona porque le da la vuelta a la tortilla.

Cada vez que le dices algo que hace te hace sentir mal (sea grande o pequeña la queja) siempre le da la vuelta al a tortilla, y en realidad el culpable eres tú. Hay varias tácticas para darle la vuelta a la tortilla: se enfada tremendamente (diciendo que lo que le dices es injusto, que eres horrible diciendo eso, o directamente derivando el tema hacia una tercera conversación que nada tiene que ver con lo que tú le has mencionado), otra manera es haciéndose aún más la víctima «que tú le has hecho daño acusándole de eso», y su drama acapara todo con lo que no obtienes ningún consuelo, ni eres escuchado, otro modo también sería el pasivo: haciendo como si nada, no teniéndolo en cuenta, o castigándote con la ley del silencio o retirando su afecto, al final haciéndote entender de otra manera que tú eres la que ha hecho algo malo.

Como he dicho en la anteriores: deberías re-pensarlo todo, deberías poder expresarte, si no, a la larga, acabarás completamente anulado, porque permanecer en la relación significará que tendrás que callártelo o resignarte a que jamás se tenga en cuenta lo que sientes.

Y un gran clásico: los celos.

Si al principio su amor simplemente te parecía muy entregado porque quería saber de todos tus amigos, o dónde estabas o lo que hacías (pero de buenas) y eso se ha convertido en una persecución extrema de dónde estás y con quién, te monta pollos por salir con amigos, por mirar a una persona por la calle, y por tener tu propio espacio porque entiende que todo el tiempo libre se lo deberías dedicar a él o ella. Te tengo una noticia: no va a ir a mejor, no se va a calmar porque le informes de dónde estás o porque le dejes tu móvil o las claves del mail. Sólo irá a más. La persona se comporta así porque es celosa, no porque tú hagas nada malo, y seguirá siéndolo después, y es más, cuando más controlada tenga a su pareja, más controlada querrá tenerla porque eso le calma.

Si tengo estas red flags ¿qué hago?

En todas estas situaciones siempre cuenta con un observador externo y medianamente imparcial que pueda ayudarte a dilucidar si son de la manera que tú las ves, habla con tus amigos o con alguien de tu familia y toma las decisiones buenas para ti. Habla con la persona en cuestión y plantea el problema tranquilo y fuera de una bronca o un reproche, lo primero. Pero si ves que no cambia nada da igual lo que se hable, recuerda: el amor no todo lo cura, y que la personas no pueden cambiar si ni quiera reconocen que tienen un problema.

Si aún así te enganchas a relaciones con estas, u otras, red flags, quizá tengas que sanar la manera en la que te relacionas para poder vivir plenamente una pareja, ya sabes que en Quiero Psicología podemos ayudarte, y de hecho, estamos especializadas en ello.

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Maltrato psicológico: el gran invisible

¿Cómo lo identifico?

Muchas veces en esta sociedad seguimos pensando o asimilando que el maltrato grave es el maltrato físico. No es raro escuchar cosas como:

Ah ¿pero fulanito maltrata a fulanita? pero… ¿le pega?

Y esa pregunta se hace para saber si realmente es tan «terrible» lo que le ocurre a fulanita.

Pues empecemos por desbancar ese mito: el maltrato psicológico es uno de los más graves que puede ocurrir en una relación. Este tipo de maltrato cuando ya te han anulado, vejado y eres poco más que invisible es el que puede llevar (o no) a maltrato físico porque así ya no te defenderás, estarás totalmente sometido.

La violencia que hace que la persona, tu amiga, tu madre, tu amigo, tu hermana o tu primo desaparezcan delante de ti y ya no sean «ellas mismas» es el maltrato psicológico.

Ese maltrato puede ser más evidente, pueden ser insultos, comentarios terribles, desplantes delante de los amigos o de los compañeros de trabajo… Pero el más peligroso es del que hablaremos después que es el maltrato psicológico pasivo.

Pero ¿cuál es el mejor indicador de que estás sufriendo maltrato psicológico?: El cómo te sientes. Si sientes que todo lo que dices/haces está mal, o que hará enfadar a la persona que tienes delante, si te sientes juzgado, estás constantemente en tensión, ya no tienes la misma alegría, y te cuesta ser tu mismo, por no decir que has dejado de serlo… Plantéate qué o quién te está haciendo sentir así.

El maltrato psicológico pasivo: el más silencioso.

Puede que a pesar de que te estén maltratando y te sientas como te acabo de indicar nadie se está dando cuenta, y más aún, encima nadie te apoye, te digan que quizá exageras, que lo que le pasa a tu novio o a tu jefe es que estará estresado, y normalicen comportamientos que a ti te hacen muchísimo daño.

Esa es una de las grandes tácticas del maltrato psicológico pasivo: nadie lo verá, te sentirás aún más solo/a y lo peor de todo, te hará sentir que has perdido la cabeza, que te estás volviendo loca/o.

Pasivo significa que no hace cosas «activamente» sino lo contrario: que deja de hacer cosas (como hablarte) o que hay cosas que no cuadran unas con las otras.

Aquí te pongo alguna de las tácticas más frecuentes de este maltrato:

Rechazar la comunicación directa

Si no hablo contigo te doy a entender dos cosas: o que has hecho algo mal que me ha enfadado o que me has dejado de importar, que ya no cuentas para mi.

Si te dejo de hablar pero niego la existencia del conflicto «no pasa nada», «no sé qué me hablas», etc. Hago que el otro se plantee qué estará haciendo mal y rellene los huecos de información que le faltan echándose la culpa de todo.

Por lo tanto, acabo hundiendo a la persona en un mar de dudas y de culpa solamente con dejar de dirigirle la palabra, tardar mucho más de lo normal en contestarle a sus mensajes, estar de morros pero no decir porqué…

Normalmente esto hace que la víctima se intente comunicar por todos los medios, sobre todo el escrito y ponga grandes parrafadas que se pueden utilizar en su contra para tacharlo de loca/o.

Mentir

Pero si la mentira fuera directa y cruel la gente podría ver qué pasa y no sería un maltrato tan invisible. Normalmente las mentiras son difíciles de pillar y van disfrazadas de mensajes incoherentes.

Por ejemplo, alguien declarado feminista, que lanza grandes peroratas sobre la igualdad de la mujer pero luego maltrata a su pareja, o alguien que dice: «las mujeres son muy pesadas» para a continuación decirte «pero no es a ti en concreto, no sé porqué te pones así».

Por supuesto aquí debemos meter también a los infieles que niegan totalmente la existencia de dicha infidelidad, incluso aún cuando les están pillando hacen sentir a su pareja que son unos delirantes exagerados.

La paradoja

Hay una gran diferencia entre el discurso y lo que se hace. La gente menos allegada compra ese discurso y te hace sentir que eres tú el que está juzgando mal. Si todo el mundo dice que tu pareja es un tipo fantástico ¿cómo va a ser mentira? Dicen que es buena persona, si a ti te habla mal debe ser tu culpa o que le pillaste en un mal día… Si a todo el mundo le parece un jefe estupendo porque compra pizza, debe ser que tú eres muy estricta con quedarte más allá del horario laboral.

A veces la distancia de estos mensajes es también el tono, te pueden decir algo muy violento con una sonrisa en la boca, o se pueden burlar de ti en un tono serio.

Muchas veces no se produce ni si quiera una discusión a gritos, pero tampoco hay conversaciones reales para aclarar lo que ocurre. la víctima se va llenando de dudas y dudas y ya no sabe si es que ella está equivocada o si realmente le están maltrando.

Divide y vencerás

Ya sabemos la forma de maltrato clásico donde la víctima se la aísla de su entorno por los celos, el: «no veas a tu familia», «es que siempre estás con tus amigas», » si sales de fiesta eres muy puta»…

Pero hay otras formas de aislar ala víctima, por ejemplo dando pena, si cada vez que tú sales tu pareja se pone triste, o justo tiene un bajón ese día… Al final optarás por no salir para cuidarle.

Y otra de las formas es utilizar el sarcasmo, la burla o el desprecio, pero no solo para hablar de tu familia o amigos muy mal o para que acabes en su paranoia alejándote de ellos, si no al revés, puede inventar chismes sobre ti, o ponerte a parir o incluso usar bromas «anodinas» sobre lo histérica que eres, etc, que te hacen quedar mal con tus amigos o tu familia. Al final no es que tú te alejes de ellos sino que ellos también se alejarán de ti.

¿Qué hago?

Si has visto varias de estas tácticas y manipulaciones en una persona que tienes cerca, como tu pareja, tu amigo, tu jefe… debería plantearte bien esa relación, saca una lista de todas las cosas malas que te hace sentir, desenmascara sus artimañas, escribe sobre ello, cuéntalo a gente que pueda ser objetiva sobre esa persona…

Pero si crees que tú solo/a no puedes o que tienes ya consecuencias en tu estado de ánimo o tu autoestima en Quiero Psicología estamos para ayudarte.

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Tácticas de maltrato psicológico

A día de hoy, pese a que hemos avanzado muchísimo en el conocimiento de lo que es violencia y sobre todo violencia en la pareja todavía seguimos equiparando maltrato a maltrato físico. O como mucho, cuando hablamos de maltrato psicológico nos imaginamos gritos, chantajes, control evidente…

Pero no tiene que ser así.

El maltrato más efectivo es aquel que es invisible.

Y el maltrato más invisible de todos es el pasivo. Es decir, aquel en el que no se realizan conductas activas como chillar, gritar o vejar, sino más bien el que consiste en no hacer nada, como por ejemplo el ignorar a la persona y no contestarla (el famoso ghosting del que ahora tanto hablamos).

Este maltrato no es que haga daño sino que normalmente hace más daño que incluso el activo ¿por qué? porque siempre le acompaña la luz de gas, la sensación de estar volviéndote loca, siempre está abierto a interpretación. Por ejemplo si me ignoran ¿soy una histérica porque pido mucho?¿simplemente es un enfado y debo respetarlo?¿me dijo que no quería compromiso y lo que pasa es que yo me he flipado?.

El maltrato pasivo además te hace dudar muchísimo, pero encima puede no apoyarte tu entorno… Si alguien te chilla: «eres una puta» todo el mundo lo condenará, pero si alguien te ignora tus amigos o familia pueden justificarlo: «lo mismo es su manera de enfadarse, todo el mundo necesita espacio», etc.

¿Qué tácticas típicas hay de maltrato psicológico pasivo?

Ignorar:

Con los objetos no se habla. Este es el mensaje que nos llega. No te hablo porque no me importas. Me das igual. Así es cómo se siente una persona cuando es sistemáticamente ignorada. Como el resto de tácticas de maltrato pasivo hace falta que sea sistemático, que lo hagan reiteradamente, no valdría con un enfado donde no te han hablado una hora. Esta táctica es una de la más destructivas, hace pensar a la persona que vale lo mismo que un zapato y además, la deja sin explicaciones, no tiene información para saber qué ha hecho y es mil veces más frecuente que se culpe.

Deformar el lenguaje

Por ejemplo cambiando de tema o diciendo reproches generales. «Es que así no me gusta» pero luego no aclarar lo que es «así» o decir cosas como: «pues es evidente el qué». El motivo de conflicto nunca es debatido de verdad, no se da pie a aclarar lo que ocurre y por lo tanto la víctima se vuelve loca.

Aquí suele acompañar a la persona que maltrata un halo de sabiduría como si supiera más que nadie y no suele chillar ni levantar la voz, sólo hace que el otro se desestabilice para luego poder culparle aún más. Por ejemplo puede utilizar un lenguaje que está vacío pero es muy barroco o culto: «es típico en casuísticas como la tuya que los tormentos se expresen así». Eso desconcierta pero en realidad no dice nada de verdad.

Mentir

Aquí más que nunca la persona siente una luz de gas terrible y que se vuelve loca, porque sabe que le ocultan o le mienten algo pero se lo niegan. Entonces o entra en conflicto, que no servirá para nada, o disocia ambas realidades para seguir pudiendo relacionarse con la pareja.

Sarcasmo, burla o desprecio

La persona que maltrata hace bromas que podrían ser consideradas anodinas pero en realidad van a atacar a las inseguridades de la persona o incluso la ridiculizan en su entorno.

Por ejemplo, poner motes, como «gordi» a una persona que está acomplejada con su peso. Y aunque le moleste ese apelativo decirlo en su entorno para que todo el mundo siga la broma. También puede burlarse de los traumas de la persona maltratada en público para que todo el mundo se ría de ellas, o también puede hacerlo de sus ideas políticas, ética o convicciones. Pero de nuevo, si intentas confrontar volverá a ignorar el problema y a decirte que es una broma.

Aislamiento

Por supuesto esta es una de las más conocidas, separarte de tu entorno. Lo más normal es que vaya poniendo pensamientos paranoicos en ti sobre tus amigos o familiares, como que no te quieren, que no se preocupan por ti, cuando no directamente iniciará guerras con ellos para que entres en conflicto con tu entorno. Pero a lo mejor ni te has enterado de que tu maltratador fue el artífice.

Lo que digo y lo que hago no tiene que ver

Esta es otra de las más centrales y de las que más daño hace. La persona se vuelve loca intentando buscar coherencia a todo. Puede ser que te digan que te quieren pero que luego no te hagan caso, o te dicen que se preocupan por ti pero no están en los momentos difíciles….

Siempre manipularán los ejemplos o te culparán de lo que hacen. «No estuve porque es que tú me enfadaste», «te dije que te sería fiel pero en ese momento para mi no éramos pareja», «claro que me importas ¿no te acuerdas que te llevé a aquel concierto?».

¿Qué hago si me pasa a mi?

Puede que estés viviendo una situación así y no sabes cómo salir de ella. Lo primero es ponerle nombre. Sí. Es maltrato. Analízalo, busca información, contacta con un profesional. Lo es.

Mira los patrones y como se repiten, una vez lo desenmascaras es mil veces más fácil. Te das cuenta por ejemplo que no aclara lo que le molesta, que no discute de verdad o que siempre opina mal de cada persona que se te acerca. Una vez lo ves ya no puedes dejar de verlo.

Pero si aún así te cuesta, te sientes hundida o sin fuerzas en Quiero Psicología estaremos encantadas de ayudarte a salir de esta situación. Pide ayuda hoy, no esperes más a ser libre.

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Trabaja con tu lado «más oscuro»

Celebremos Samhain

¿Qué es Samhain?

Samhain se celebra la noche del 31 de Octubre al 1 de noviembre y es una de las fiesta más importantes de la tradición Celta, en esta fiesta, como en muchas otras que conocemos (La noche de difuntos, el día de Todos los Santos, el Día de los Muertos, etc…) se cree que el velo que separa el mundo de los vivos y el de los muertos se difumina y así te puedes reunir con tus antepasados fallecidos.

Pero Samhain, además, supone el «año nuevo celta», o como significa su etiología gaélica «el fin del verano», y por lo tanto el comienzo de lo que se llama «la época oscura». Y efectivamente todos comprobamos en nuestras carnes lo que significa esto: las horas de luz se acortan, dan más ganas de quedarse en casa, hay muchos días nublados o incluso nos levantamos más tristes o sin energía.

¿Puedo beneficiarme de esta «época oscura»?

En la tradición Celta, como en otras tradiciones o religiones se cree que hay un momento para cada cosa y este momento de la época oscura es propicio para meterse «hacia dentro», para parar, pensar, empezar a idear nuevos proyectos, empezar a tejer las cosas que queremos o necesitamos para nosotros mismos, para estar a solas con nuestras cosas, para analizar lo que ha ido bien y mal en nuestras vidas…

Es decir, en general, para estar tranquilos y empezar un trabajo más reposado y en la intimidad de nuestro hogar, por eso para los Celtas esta época es también estupenda para trabajar con lo que ellos llaman «la sombra».

¿Qué es tu sombra? aquello que no quieres mostrar al mundo, lo que has hecho inconsciente, tus traumas, tus heridas, las cosas de ti que te dan vergüenza y no has confesado a nadie, tus secretos, las cosas que consideras inaceptables o vergonzosas de ti mismo.

Todos llevan una sombra, y cuanto menos se encarna en la vida consciente del individuo, más oscura y densa es.

Carl Jung

Os pongo unos ejemplos para entenderlo:

  • De repente un día contestas a alguien de una manera que jamás le habrías contestado a otra persona y no sabes porqué.
  • Haces una cosa de un determinado modo y no puedes cambiar esa manera porque si no te da miedo y no entiendes a qué.
  • Te da vergüenza hacer algo y por mucho que te expones no se te pasa esa vergüenza y no sabes de dónde viene.
  • Situaciones parecidas que no sabes porqué haces o porqué sientes algo.

Ritual para trabajar con tu sombra

Hay mil millones de maneras de hacer conscientes esa sombra para que no influya en tu vida y te condicione, evidentemente una de ellas es ir a terapia y empezar a poner en palabras aquello que has estado callando (o que a lo mejor no sabes ni lo que tienes oculto por ahí), pero hoy te propongo un ritual para que trabajes con ella en casa.

  1. Si tienes claro que es lo que estás callando y no le cuentas al mundo escríbelo en una lista. Si no tienes idea de qué es lo que te pasa pasa escribe las situaciones que haces que no entiendes (reacciones que tienes con la gente, miedos que no sabes de dónde salen, etc…)
  2. El siguiente paso puedes hacerlo de 2 maneras:
  • VERSIÓN A CON MEDITACIÓN. Si eres capaz de concentrarte en la meditación o eres una persona que la practica siempre es recomendable esta opción. Busca un momento tranquilo, a solas, puedes decorar el espacio, por ejemplo poner inciensos, velas, una esterilla si tienes, etc… Pon esta música que te ayudará a concentrarte: https://www.youtube.com/watch?v=Tb8x0QbK0og. Y apaga la luz y cierra y los ojos. Respira hinchando en estómago en lugar del pecho. Coge aire, retenlo 1,2,3 segundos y suéltalo lentamente por la boca. Hazlo hasta que te sientas tranquilo, y después imagina que entras en una cueva y que está oscura, pero que, a medida que sueltas el aire por tu boca la estancia se hace más y más luminosa, así en cada respiración hasta que la cueva está totalmente iluminada. Y ahora piensa en la lista que has apuntado, piensa en cuándo te pasan las cosas que no entiendes, piensa en qué estas callando y déjate llevar por lo que te diga tu cabeza.
  • VERSIÓN B SIN MEDITACIÓN. Si no sueles practicar meditación y te pone aún más nervioso intentarlo, coge la canción del punto anterior, úsala en unos cascos y ve a caminar, es importante que sea caminar o correr o alguna actividad análoga. Y lo mismo que en el punto anterior, piensa en lo apuntado, en los situaciones de vergüenza o miedo o en las cosas que callas y déjate llevar por lo que te diga tu cabeza.

3. Apunta todas las conclusiones que saques o todas las cosas que te hayan venido a la cabeza (incluso a veces por poco sentido que las encuentres), si no ha salido nada nuevo, no desesperes, a veces se tarda más, lo importante es la constancia de poder ir entrando poco a poco en ti mismo, lo cual es una práctica que apenas hacemos. Vuelve a hacerlo mañana, coge las situaciones que te hayan venido a la cabeza, incluso aquellas que no sabes porqué te vienen o crees que no tienen relación y repite el proceso.

4. Si ahora tienes claro lo que está detrás de tus acciones, cuál es el secreto que estás guardando, párate, piensa sobre ello, piensa qué le dirías a una amiga que te cuenta lo que tú estás callando porque seguramente no la juzgarías tan duro como te estás juzgando a ti. Y piensa cómo te sentirías si contaras lo que te atormenta. Elige la amiga, amigo o pariente de más confianza, ese que sabes que no te va a juzgar y que siempre te ayuda (no elijas por favor aquel que te hace sentir mal cuando le pides consejo o le cuentas algo). Y atrévete a contárselo. Libérate de la carga. A lo mejor te lleva días planear cómo contárselo, no importa, a lo mejor se lo cuentas con miedo, no importa. Respeta tus tiempos y sé comprensivo contigo mismo.

Más trabajo con tu sombra

Si te quedas atascado en alguna parte del ritual, o si ves que son demasiadas las situaciones que no entiendes, o al intentar pensar en ellas te desbordas emocionalmente a lo mejor necesitas un trabajo más profundo contigo mismo, un proceso en al que alguien te acompañe, a lo mejor los traumas son más de los que creías y por eso tu consciente no te deja acceder a ellos y necesitas ayuda.

Para eso estamos en Quiero Psicología, llámanos, escríbenos y acepta todas las partes de ti, incluidas las «más oscuras». Porque no serías tú mismo sin tu sombra.