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Ser mujer y LGTBIAQ+

En la sociedad hay una gran diversidad de experiencias y maneras de ser mujer.

Sin embargo, ser mujer y pertenecer al colectivo LGTBIAQ+ implica una discriminación múltiple debido tanto a la condición de mujer como a la pertenencia a la comunidad LGTBIAQ+. Esto resulta en la invisibilización de las realidades de las mujeres dentro del colectivo en muchos niveles (orientación sexual, identidad de género, raza, discapacidad, edad…), ya que la historia, el discurso social y las leyes relacionadas con la población LGTBIAQ+ han sido concebidas desde una perspectiva masculina, enfocada principalmente en la población gay.

Esta situación genera diversos tipos de violencia hacia las mujeres LTBAQ+ tanto dentro como fuera del colectivo.

Discriminación de las mujeres LGTBIAQ+

La discriminación que enfrentan las mujeres LTBAQ+ es un problema grave que afecta su bienestar psicológico, físico y social. A pesar de los avances en la lucha por los derechos, estas mujeres siguen siendo víctimas de prejuicios y estereotipos que las marginan y excluyen de la sociedad en diferentes ámbitos: laboral, educativo, familiar y sanitario.

  • En el ámbito laboral: las mujeres LTBAQ+ enfrentan obstáculos para acceder a empleos y ascender en sus trabajos debido a su orientación sexual o identidad de género. Muchas veces se ven obligadas a dejar sus puestos de trabajo por la presión o agresiones, explícitas o implícitas, que reciben.
  • En el ámbito educativo: enfrentan discriminación y acoso escolar. Un estudio cuantitativo realizado en España muestra que aún existe una parte del profesorado con altos niveles de prejuicios hacia el colectivo, así como una notable distancia social. Esto provoca que muchas mujeres LTBAQ+ no reciban el apoyo necesario para superar situaciones de violencia y abuso.
  • En el ámbito familiar: muchas mujeres enfrentan rechazo y discriminación por parte de sus familiares debido a su orientación sexual, lo cual se traduce en situaciones de desamparo, abandono y dependencia emocional. Además, tienen dificultades para formar familias debido a la falta de reconocimiento legal de sus relaciones.
  • En el ámbito sanitario: enfrentan barreras para acceder a servicios de salud adecuados y sensibles a sus necesidades. La discriminación percibida aumenta significativamente los síntomas de depresión y ansiedad, mientras que disminuyen la satisfacción con la vida y la autoestima. Además, en algunos casos, no existen protocolos de atención médica y ginecológica adaptados a las mujeres LTBAQ+.

A pesar de compartir los ámbitos donde se generan estas discriminaciones, las realidades son muy diversas, lo que genera discriminaciones específicas según la orientación sexual y expresión de género de las mujeres en el colectivo.

  • Lesbofobia: implica el rechazo y la discriminación por ser lesbiana. Socialmente, una mujer lesbiana con una expresión de género más “masculinizada” suele sufrir mayor discriminación que otra que se ajusta más a los cánones heteropatriarcales.
  • Bifobia: incluye el estigma social de entender esta orientación sexual como una “fase” o un “encubrimiento de su verdadera sexualidad”, anulando así la existencia y realidades bisexuales.
  • Transfobia: en todos los ámbitos, la discriminación se ejerce con mayor intensidad. Las mujeres trans sufren más agresiones, y la falta de acceso al mercado laboral genera un alto porcentaje de mujeres trans dedicadas a la prostitución. La incomprensión en el ámbito educativo y familiar conlleva altos índices de suicidio en la población trans infantil.

La invisibilización previamente mencionada conlleva que, además de sufrir distintos tipos de discriminación, las mujeres LTBAQ+ carezcan de referentes en diferentes ámbitos de la sociedad. Esto puede provocar malestar psicológico, falta de comprensión, baja autoestima, ansiedad, culpa y vergüenza.

No dudes en acudir a las profesionales de Quiero Psicología si sientes que necesitas ayuda.

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Obras, ruidos y vecinos molestos

La vida en entornos urbanos conlleva una serie de desafíos que pueden pasar desapercibidos a simple vista, pero que ejercen una influencia significativa en nuestra salud mental. Entre estos desafíos se encuentran las obras en la vía pública, los ruidos constantes y los vecinos molestos. En este artículo, exploraremos cómo estas situaciones pueden afectar nuestro bienestar psicológico y qué estrategias podemos emplear para mitigar sus efectos.

¿Qué conlleva sufrir estas situaciones?

Estrés y ansiedad: Las obras en la vía pública y los ruidos constantes pueden generar altos niveles de estrés y ansiedad en las personas que viven o trabajan cerca de ellas. El ruido constante de maquinaria, el martilleo y la interrupción del tráfico pueden crear un ambiente caótico y perturbador que afecta nuestro estado emocional. Esta exposición prolongada al estrés puede tener efectos perjudiciales en nuestra salud mental, aumentando el riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad y depresión. Además, las disputas con vecinos molestos pueden desencadenar niveles elevados de ansiedad y preocupación constante. La anticipación de futuros conflictos o la preocupación por cómo manejar situaciones conflictivas pueden generar un estado de hipervigilancia, lo que dificulta nuestra capacidad para relajarnos y disfrutar de nuestro entorno doméstico.

Dificultades para dormir: El ruido constante proveniente de las obras, de vecinos molestos o la interrupción de sueño debido a la preocupación por futuros enfrentamientos puede interferir significativamente con nuestro sueño. El descanso reparador es fundamental para nuestra salud mental y física, y la privación del sueño debido al ruido puede provocar irritabilidad, fatiga y dificultades para concentrarse durante el día. A largo plazo, la falta de sueño de calidad puede contribuir al desarrollo de problemas de salud mental y disminuir nuestra calidad de vida en general.

Impacto en la concentración y el rendimiento cognitivo: Los ruidos constantes y/o la falta de sueño, pueden dificultar nuestra capacidad para concentrarnos en nuestras tareas diarias y afectar nuestro rendimiento cognitivo La presencia constante de distracciones auditivas puede hacer que sea difícil enfocar nuestra atención en el trabajo, los estudios u otras actividades importantes. Esto puede llevar a un aumento de los errores, la disminución de la productividad y una sensación general de frustración y desánimo.

Aumento de la irritabilidad y la agresividad: La exposición crónica a los ruidos urbanos puede aumentar los niveles de irritabilidad y agresividad en las personas. La constante intrusión de ruidos no deseados en nuestro espacio personal puede generar una sensación de invasión y falta de control, lo que a su vez puede manifestarse en reacciones emocionales exageradas ante situaciones cotidianas. Esto puede afectar nuestras relaciones interpersonales y contribuir a conflictos con familiares, amigos o vecinos.

Aislamiento social y falta de conexión comunitaria: Las disputas con vecinos pueden conducir al aislamiento social y a una falta de conexión con la comunidad circundante. El temor a enfrentarse a los vecinos molestos o la vergüenza de ser percibido como el agresor puede llevarnos a retirarnos de las interacciones sociales en nuestra área residencial, lo que puede contribuir a sentimientos de soledad y aislamiento.

Ansiedad con respecto a las relaciones sociales: Las disputas con vecinos molestos pueden generar tensión en nuestras relaciones interpersonales, tanto dentro como fuera del hogar. El estrés crónico provocado por conflictos vecinales puede afectar nuestra capacidad para comunicarnos de manera asertiva con amigos, familiares y seres queridos, lo que puede llevar a un distanciamiento emocional y a una disminución en la calidad de nuestras relaciones.

Estrategias para manejar este tipo de estrés:

Aunque puede resultar difícil evitar por completo estas situaciones estresantes, existen estrategias que podemos emplear para mitigar su impacto en nuestra salud mental.

Prácticas de autocuidado: Priorizar el autocuidado mediante la práctica regular de ejercicio físico, técnicas de relajación como la meditación o el yoga, y asegurarse de tener un tiempo dedicado al descanso y la desconexión.

– Establecer límites: Comunicar claramente los límites con los vecinos molestos o con las autoridades pertinentes en el caso de obras en la vía pública. Establecer límites saludables es fundamental para proteger nuestro bienestar psicológico.

Buscar apoyo social: Mantener conexiones sociales sólidas con amigos, familiares o grupos comunitarios puede proporcionar un valioso apoyo emocional durante momentos de estrés urbano.

Adoptar perspectivas alternativas: Tratar de adoptar una perspectiva diferente frente a las situaciones estresantes, reconociendo que son temporales y que podemos encontrar formas de adaptarnos y superarlas.

Las obras en la vía pública y los ruidos constantes representan desafíos significativos para nuestra salud mental en entornos urbanos. El estrés, la ansiedad, las dificultades para dormir, la disminución del rendimiento cognitivo y el aumento de la irritabilidad son solo algunas de las consecuencias negativas que pueden surgir como resultado de su presencia constante en nuestras vidas.

Es fundamental tomar medidas para mitigar su impacto, como el uso de tapones para los oídos, la búsqueda de entornos más tranquilos cuando sea posible y la adopción de estrategias de afrontamiento saludables para manejar el estrés de las ciudades.

Y si todo esto te ha generado un cuadro de estrés o de ansiedad en Quiero Psicología podemos ayudarte a darte herramientas efectivas.

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La figura del padre

La figura del padre en la sociedad es un concepto que ha evolucionado a lo largo del tiempo y varía significativamente entre diferentes culturas y contextos sociales. En el contexto de los mandatos del heteropatriarcado para los hombres, y especialmente en el papel de padre, pueden identificarse algunos aspectos que reflejan expectativas y presiones sociales:

Rol proveedor principal: A menudo se espera que los hombres asuman el papel de proveedores económicos principales para la familia, lo que implica tener una carrera exitosa y generar ingresos suficientes para mantener a la familia.

Autoridad y control: Existe la expectativa de que los hombres ejerzan autoridad y control en el hogar, tomando decisiones importantes y estableciendo reglas y límites para los hijos.

Emoción reprimida: En muchos contextos, a los hombres se les enseña a reprimir emociones consideradas «femeninas» o «débiles», lo que puede dificultar la expresión de afecto y la conexión emocional con los hijos.

Fuerza y valentía: Se espera que los hombres muestren fortaleza física y valentía, tanto en la protección de la familia como en la resolución de problemas.

Distanciamiento de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos: Históricamente, se ha asociado el cuidado de los hijos y las tareas domésticas con las mujeres, lo que a menudo lleva a que los hombres no se involucren tanto en estas áreas o que lo hagan de manera limitada.

Normas de masculinidad tóxica: El heteropatriarcado puede fomentar normas de masculinidad tóxica, como la agresividad, la competitividad excesiva y la represión emocional, que pueden afectar negativamente la relación de los hombres con sus hijos y su pareja.

Expectativas de éxito profesional: A los hombres se les puede presionar para alcanzar altos niveles de éxito profesional como medida de su valía y masculinidad, lo que puede llevar a un desequilibrio entre el trabajo y la vida familiar.

Este conjunto de normas, valores y expectativas sociales que promueven la heterosexualidad como la orientación sexual «normal» y privilegian el poder y la autoridad de los hombres sobre las mujeres en la sociedad, tienen una serie de consecuencias en los hijos.

Consecuencias en los hijos

Algunas de estas consecuencias incluyen:

Limitación de la expresión emocional: Los hijos pueden verse afectados por la enseñanza de normas de masculinidad que promueven la represión de algunas emociones como hemos comentado anteriormente, dando lugar a problemas como depresión entre otras.

Perpetuación de roles de género tradicionales: El mandato del heteropatriarcado puede reforzar expectativas rígidas sobre los roles de género, limitando las opciones y oportunidades de los hijos en función de su sexo asignado al nacer. Por ejemplo, se espera que los hijos varones sean fuertes, dominantes y proveedores, mientras que se espera que las hijas sean sumisas, cuidadoras y dependientes.

Dificultades en las relaciones interpersonales: La socialización basada en el heteropatriarcado puede dificultar que los hijos desarrollen relaciones interpersonales saludables y equitativas. Pueden surgir problemas como la falta de habilidades de comunicación, dificultades para establecer relaciones de igualdad y respeto, y tendencias hacia comportamientos dominantes o sumisos en las relaciones.

Presión para alcanzar ciertos estándares de masculinidad: Los hijos pueden enfrentar una presión considerable para cumplir con ciertos estándares de masculinidad, lo que puede llevar a sentimientos de inseguridad, baja autoestima y estrés por no poder cumplir con estas expectativas.

Dificultades para desarrollar empatía y habilidades sociales: Esta socialización puede limitar las oportunidades de los hijos para desarrollar empatía y habilidades sociales al enfatizar la competencia y la dominación sobre la conexión emocional y la colaboración.

Reproducción de comportamientos sexistas: Los hijos pueden internalizar y reproducir actitudes y comportamientos sexistas aprendidos en el entorno familiar y social, lo que perpetúa la desigualdad de género y la discriminación hacia las mujeres y otras identidades de género.

Por todas estas razones, es fundamental cuestionar y desafiar estas normas para promover una paternidad más inclusiva, empática y equitativa. Los hombres también deben tener la libertad de expresar emociones, participar plenamente en el cuidado de los hijos y las tareas domésticas, y buscar un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida familiar.

Si crees que te han afectado estas consecuencias en Quiero Psicología te podemos ayudar.

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¿Qué es la empatía?

La empatía podría definirse como un fenómeno que involucra tanto procesos emocionales como cognitivos. Desde una perspectiva psicológica la empatía es más que un acto de comprensión: es un proceso dinámico que nos permite experimentar y comprender las emociones de lxs demás.

Desde una perspectiva evolutiva, la empatía se desarrolla a lo largo de la vida. En la infancia, lxs niñxs comienzan a reconocer y responder a las señales emocionales de lxs demás, un precursor crucial para el desarrollo de habilidades empáticas más complejas en la adolescencia y la edad adulta.

La psicología del desarrollo destaca la importancia de cultivar la empatía desde esta etapa más temprana.

A través de la socialización y el ejemplo de sus cuidadores, lxs niñxs aprenden a reconocer y responder a las emociones de otrxs. Esta habilidad es crucial para el desarrollo de relaciones saludables a lo largo de la vida. Así mismo, la empatía juega un papel fundamental en las relaciones.  Al comprender las emociones y necesidades de las personas que nos rodean se fortalece la conexión emocional. La empatía crea un espacio donde la comunicación es más abierta y donde las diferencias pueden abordarse con comprensión y respeto.

¿Qué partes tiene la empatía?

La empatía tiene una parte cognitiva y una parte emocional.

La parte más cognitiva implica la capacidad de comprender las emociones y perspectivas de lxs demás desde un punto de vista intelectual. Es la habilidad de ponerse en el lugar de la otra persona y comprender sus pensamientos y sentimientos.

La parte emocional va más allá de la comprensión intelectual e implica compartir las emociones de otra persona. Es la capacidad de sentir simpatía o compasión, conectándose emocionalmente con la experiencia.

La psicología ha explorado la base neurobiológica de esta emoción revelando la activación de regiones cerebrales específicas durante este proceso. La corteza cingulada anterior y las neuronas espejo desempeñan un papel crucial al permitirnos experimentar de manera vicaria las emociones de lxs demás. Así pues, aunque la empatía es un recurso valioso, también presenta desafíos.

La fatiga empática, la dificultad para manejar las emociones intensas de otrxs y la posibilidad de sobreidentificación son aspectos a considerar. Desde este lugar es fundamental saber establecer los límites saludables para preservar nuestro bienestar emocional.

Si empatizar con el otro te desborda, o acabas tú peor que ellxs quizá te suceda alguna de estas cosas.

¿Y si alguien no es empático?

No obstante, aunque la empatía es fundamental para entender y compartir las emociones de lxs demás, no siempre florece de manera equitativa. La falta de empatía se manifiesta cuando una persona tiene dificultades para comprender o compartir las emociones de otras personas. Puede variar yendo desde una simple desconexión emocional hasta la incapacidad completa de reconocer o responder adecuadamente a las experiencias emocionales de otrx.

Las causas de la falta de empatía son diversas y complejas. Factores como la genética, experiencias traumáticas en la infancia, trastornos de personalidad y entornos familiares disfuncionales pueden contribuir a esa incapacidad de conexión emocional. Esta falta de empatía a menudo tiene sus raíces en la infancia. Niñxs que experimentan negligencia emocional o algún tipo de abuso pueden tener dificultades para desarrollar habilidades empáticas. Por otro lado, algunos trastornos psicológicos como el trastorno antisocial de la personalidad, el trastorno narcisista, la psicopatía o trastornos del espectro autista (TEA) están asociados también con la falta y/o ausencia de empatía. La comprensión de estos trastornos desde una perspectiva clínica es crucial para abordar las barreras emocionales que presentan.

En ese sentido, la falta de empatía puede generar desafíos significativos en las relaciones interpersonales. La incapacidad para comprender las emociones y necesidades de otras personas puede conducir a la incomunicación, malentendidos, conflictos y una profunda sensación incomprensión y soledad. Las conexiones afectivas pueden debilitarse, afectando la calidad de las relaciones y generando consecuencias a nivel social.

Por todo ello, en psicología clínica se busca abordar la falta de empatía mediante intervenciones y tratamientos especializados a través de terapias cognitivo-conductuales, sistémicas, programas de desarrollo de habilidades sociales y enfoques terapéuticos centrados en la empatía que pueden ser herramientas valiosas para trabajar esta dificultad emocional.

Si sientes que se te escapan claves de la empatía, que te han dicho muchas veces que eres egoísta pero no sabe por qué, quizá te podría venir bien explorar qué te está ocurriendo, en Quiero Psicología te podremos ayudar.

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¿Cómo gestionar las cenas navideñas en familia?

Se acerca la Navidad y, por tanto, las cenas navideñas en familia (política o extensa), lo que puede dar lugar a situaciones incomodas, estresantes y difíciles de gestionar emocionalmente. Las expectativas elevadas, la presión para que todo sea perfecto y las dinámicas familiares a menudo complejas pueden suponer todo un reto para nuestra salud mental. En este artículo, exploraremos algunas estrategias para gestionar emocionalmente las cenas navideñas.

Ajustar y comunicar expectativas

Las cenas navideñas suelen ser una excusa para juntarse, es importante que recuerdes que es una reunión como cualquier otra y no es necesario que sea “perfecta” o “especial”, porque esto nos asegura sentir frustración fácilmente. Es importante reconocer que las imperfecciones son parte del encanto de la temporada y enfocar nuestra energía en disfrutar del tiempo juntos en lugar de buscar la perfección. También puede ser muy útil compartir con los familiares asistentes qué expectativas tienen respecto a la cena, para poder ajustar al máximo las nuestras a la posible realidad: qué personas van (especialmente si tienes alguna relación conflictiva con alguien de la familia), qué tipo de celebración o cena se espera, cuanto tiempo estáis todos dispuestos a estar (incluyéndote a ti) …

Poner límites y explicar normas personales

Las cenas navideñas a menudo implican la reunión de familiares con dinámicas complejas. Es importante ser consciente de las posibles tensiones y abordarlas con empatía. Además de compartir espacio con personas con las que no sueles o eliges hacerlo, es fácil que familiares realicen comentarios juiciosos (aun sin tener mala intención) sobre tu vida o sobre ti: recuerda que tienes derecho a decir que no te gustan esos comentarios, aunque sea un momento puntual, igual que tienes derecho a ignorar esos comentarios. Sin embargo, es muy útil reflexionar y comunicar los comentarios y comportamientos que son intolerables para ti, estableciendo un “protocolo” si se dan (por ejemplo, cambiar de tema, dejar de interactuar con esa persona, o levantar e irte a tomar el aire, avisando de esto). Tómate tiempos de descanso durante y después de las cenas para poder tener autocuidado y relajarte después de un momento estresante.

Otro punto importante para considerar es el consumo abusivo de alcohol y sustancias, así como la habitual ingesta de comida, que están normalizadas durante esta época. Si se dan, pueden llevar a momento incómodos, desinhibiendo a las personas de la familia y generando actitudes que puedan ofender o desbordar a otros. Intenta medir tu comportamiento, acorde a lo que te apetece, pero teniendo siempre en cuenta tu cuidado (“no necesito emborracharme o comer muchísimo porque luego me voy a sentir físicamente mal”). Aunque esté normalizado hacerlo, si tú has establecido tu límite y los demás puedan verlo como “raro”, recuerda que tú decides lo que haces, y pide que respeten tus decisiones, sin dar más pie a esto: no es un debate, estás comunicando lo que has decidido.

Planificar con antelación

Es normal que el gasto nos suponga una preocupación en esta época.

Define cuanto quieres gastarte en los regalos personalmente y ponlo en común con tu familia: tus posibilidades pueden no ser las de otros y los regalos son una tradición heredada que podemos customizar a nuestro gusto. Recuerda que puedes preguntar a tus familiares que elaboren listas de regalos que quieren para compartirlas “anónimamente”, para poder comprar esos regalos con anticipación en momentos donde sean más económicos, o que existen alternativas como realizar un amigo invisible con un presupuesto fijo.

La planificación anticipada también nos puede ayudar de cara a la ejecución de la cena en sí. Plantear qué se quiere cenar y elaborar el menú con tiempo (para comprar y para tener el tiempo de preparación necesario para cada plato), teniendo en cuenta las preferencias de las personas que acuden es importante para que todos se sientan incluidos y puedan disfrutar de la cena en sí. A pesar de poder tener tradiciones más establecidas, si años anteriores, éstas han generado malestar a las personas de la cena, os invito a replantearos qué tradición queréis tener realmente (por ejemplo, que todo el mundo elija un plato que le apetece – ¡aunque sea pizza!).

Delegar y establecer responsabilidades

En línea con lo anterior, la planificación permite poder dividir la carga emocional y física que puede suponer una cena navideña: Todos pueden contribuir de alguna manera, ya sea preparando un plato específico, comprando ingredientes, decorando el lugar o encargándose de la música. Esto no solo reduce el estrés del anfitrión principal, sino que también fortalece el sentido de comunidad durante la celebración.

Tener apoyos

No tienes por qué enfrentarte a esto solo, busca apoyos en la familia, a quien acudir si te sientes triste o enfadado, aunque sea durante la cena. Si no es posible tener un aliado presente, intenta avisar a alguna persona con la que tengas confianza para poder acudir a ella, durante o después para tener un espacio seguro donde expresar como te sientes y ser cuidado.

Estas pequeñas pautas no van a cambiar una realidad imperfecta y compleja que es un reencuentro familiar con muchas expectativas y tensiones, pero puede ayudarte a centrarte en tener puntos de apoyo y estrategias de autocuidado durante estas Navidades.

Si, a pesar de esto, las Navidades se te están haciendo complicadas o los futuros eventos familiares te suponen mucho malestar, estaremos encantadas de ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.

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Tips para vacaciones familiares tranquilas

Las vacaciones de verano suelen ser el momento para poder descansar y disfrutar de tiempo de calidad y en cantidad con tus seres queridos, ya que muchas personas coinciden en la disponibilidad y el buen tiempo invita a este descanso a mitad de año.

Ya sea con tu familia directa o tu familia política, e incluso las amistades más cercanas de tu pareja o tuyas (circulo que para muchos es la familia elegida), muchas veces las vacaciones familiares están cargadas de expectativas altas, entusiasmo y ganas de crear muchos recuerdos inolvidables.

Sin embargo, en estas vacaciones, se suele convivir de forma excepcional con personas con las que no solemos convivir, y esto puede dar lugar a tensiones y conflictos. Para que estas vacaciones sean gratificantes y emocionalmente satisfactorias, es importante considerar algunos aspectos que pueden ayudarte a gestionar mejor las emociones en esa circunstancia.

1.      Ajustar expectativas y establecer límites

Es importante que ajustes tus expectativas: pensar que vas a convivir con personas con las que hace mucho o nunca has convivido sin tensiones puede ser poco realista. Intenta definir qué cosas específicas quieres hacer o sacar de esas vacaciones, y si es posible, que dependan en gran parte de ti. Por ejemplo, poder ir a la playa la mayoría de los días, o acabar el libro que te has traído. Puedes comunicarlo en la medida de lo posible, especialmente si crees que los demás pueden tener una perspectiva diferente a la tuya.

Unos de los mayores puntos de discusión suelen ser las actividades, reparto de las tareas y distribución del tiempo. No menosprecies la importancia de tener una conversación para poder asentar ciertas bases, establecer límites claros y negociar cuando sea necesario: ceder en ciertas situaciones y encontrar compromisos ayudará a mantener un ambiente armonioso.  Además, acordar rutinas flexibles (“de vacaciones”) para dar estructura a nuestros días y tener una guía que oriente las actividades y comidas ayuda a disfrutar del descanso sin perturbar nuestro descanso ni generar desacuerdos.

2.      Comunicación abierta y empática

La base de cualquier relación sólida es la comunicación. Durante las vacaciones en familia, es fundamental mantener una comunicación abierta y empática. Intenta escuchar activamente a cada persona, especialmente en referencia a sus pensamientos y sentimientos y respeta sus opiniones, aunque no siempre estés de acuerdo. Asimismo, intenta comunicar tu estado mental en la medida en la que te sientas cómodo, para que todos podáis tener en cuenta esto a la hora de hablar e interactuar entre vosotros. Si algo te sienta mal, intenta aclararlo con preguntas, ya que una comunicación clara y afectuosa puede prevenir malentendidos y minimizar conflictos.

3.      Tiempo para ti y tiempo con los demás

Aunque las vacaciones familiares implican pasar tiempo juntos, es crucial respetar el espacio personal de cada miembro de la familia. Planifica momentos a solas, ya sea para leer, dar un paseo o simplemente descansar, y comunicarlo (esto no siempre está muy normalizado, pero es importante que los demás puedan tenerlo en cuenta).

Si crees que puede generar reacciones adversas (por ejemplo, que piensen que no quieres pasar tiempo con ellos), planifica tiempo con los demás, para que haya espacios y actividades conjuntas igualmente.  Puedes incluso buscar que todos colaboren en la planificación de esas actividades conjuntas: que cada miembro elija una actividad durante las vacaciones garantizará que todos se sientan incluidos y disfruten de algo que les interese. Además, realizar actividades relajantes, como meditar, hacer yoga o simplemente disfrutar de una caminata por la naturaleza, pueden ayudar a generar un clima más tranquilo y de conexión emocional.

4.      Practicar la tolerancia y la paciencia

Durante las vacaciones, es normal que surjan diferencias de opinión y roces entre los miembros de la familia. En estos momentos, es esencial practicar la tolerancia y la paciencia. Recuerda que todos tienen diferentes personalidades y formas de abordar situaciones, y lo que es importante es encontrar soluciones respetuosas y comprensivas. Asimismo, si crees que hay temáticas que no quieres que se aborden o de los que tu prefieres permanecer alejado, comunícalo: puede que no respeten tu límite, pero eres libre de salir de la situación si esto ocurre, ya que lo has avisado.

Aunque hablamos de como aliviar tensiones, puede ocurrir conflictos y las emociones se desborden y haya personas ofendidas o heridas: Date un tiempo para gestionar lo que haya ocurrido, pero recuerda que nadie es perfecto y es importante aprender a disculparse y aceptar disculpas sinceras, para poder seguir adelante sin rencores.

Si aun así, se dan situaciones que crees que hayan impacto mucho en tu bienestar emocional o que crees que pueden haber perjudicado la relación que tienes con esos familiares y puede que tengas que seguir viendo, estaremos encantadas de ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.

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Creo que soy una persona fría

¿Alguna vez alguien de tu círculo cercano ha mencionado (ya sea en tono de broma o de crítica) que eres una persona emocionalmente fría o distante? Puede que no estés de acuerdo, puede que sea algo que veas, pero no quieras cambiar sobre ti mismo, o puede que te hayas parado a reflexionar sobre ello más tarde y sí te gustaría poder cambiarlo. Aquí, aclararemos un poco qué significa ser frío, las desventajas y como poder trabajarlo.

¿Soy una persona fría? 

  •  Tienes dificultad para expresar tus emociones a los demás, incluso aunque sean emociones agradables, no solo verbal, sino que físicamente también. Es posible que te sientas incomodo haciéndolo por la presencia y reacción de los demás, o que también sientas esa incomodidad en tu intimidad.
  •  Mantienes una distancia emocional: Evitas conversaciones o situaciones que impliquen sentimientos profundos (tuyos o de los demás), prefieres tener “conocidos” antes que amistades donde haya confianza, mantienes esa barrera también a nivel físico.
  •  Falta de empatía: Te cuesta ponerte en el lugar de la otra persona, no entiendes si reaccionan diferente a como tú lo harías, las personas emocionales te generan incomodidad o rechazo.
  •  Control emocional excesivo: Intentas desvelar lo menos posible sobre cómo te sientes, evitando mostrar cualquier signo de vulnerabilidad o debilidad.

Las emociones son una parte integral del ser humano, nos guían, hacen crecer y conectan con los demás a un nivel más profundo. Sin embargo, no todos las experimentamos igual, ni todos tenemos la misma capacidad para conectar, así que aceptar que somos diferentes es importante para no buscar ser como los demás, ya que es difícil pasar de ser una persona más distante a ser extremadamente afectuosa: ¡no vas a dejar de ser tú!

Posibles razones detrás de la frialdad emocional

  •  Experiencias traumáticas en el pasado, como abuso emocional (especialmente relaciones abusivas prolongadas), físico o sexual o pérdidas significativas, pueden llevar a una persona a cerrarse emocionalmente como mecanismo de defensa: Se asocian emociones intensas como el dolor y miedo a la intimidad emocional, por lo que se evitan esas situaciones o incluso la posibilidad de que ocurran. Algunas personas pueden llegar hasta disociarse de esa parte emocional, para protegerse.
  •  Apego evitativo: Si has crecido sintiendo que no podías expresar tus emociones o se invalidan, es posible que hayas desarrollado un apego que haga que consideres tus emociones como irrelevantes, desbordantes o peligrosas, aprendiendo a reprimirlas.
  •  Falta de Habilidades emocionales: Si has crecido en un entorno poco emocional, es fácil que no sepas identificar y expresar emociones, y no quieras o sepas conectar.
  •  Rasgos de personalidad: Si una persona tiene tendencias narcisistas o antisociales pueden tener dificultades para conectarse emocionalmente con los demás.

¿Se puede cambiar?

Cambiar no es fácil, rápido, ni cómodo, pero no puedes evitar sentir o que los demás sientan, y no conectar emocionalmente facilita que experimentes frustración, soledad, indefensión… Es más, conectar emocionalmente tiene muchos beneficios como aumentar la calidad de nuestras relaciones sociales (especialmente el apoyo y la comunicación saludable), lo que mejora el bienestar físico (mejora el sistema inmunológico, aumenta la esperanza de vida…) y mental (disminuye el riesgo de sufrir síntomas como ansiedad y depresión, aumenta nuestra capacidad de resiliencia, proporciona un sentido de aceptación, seguridad y pertenencia…). Puedes probar con los siguientes pasos:

  •  Autoexplórate: Reflexiona sobre tus emociones y las posibles causas de tu frialdad.
  •  Reconoce y expresa tus emociones: Intenta identificarlas, permítete sentirlas y experimentarlas sin juzgarlas. Después, intenta hablar con alguien de confianza, mantener un diario emocional o explorar otras formas de expresión artística, como escribir o pintar.
  •  Practica la empatía: Intenta prestar atención en cómo se sienten los demás y comprender sus perspectivas, desde la curiosidad y amabilidad (¡preguntar y asumir que no sabes qué decir o hacer está bien!
  •  Practica la comunicación emocional (y asertividad): Intenta integrar como te sientes en conversaciones con personas de confianza, para sentirte más seguro hablando de emociones de manera clara y respetuosa. ¡Sé amable contigo y ve poco a poco!
  •  Autocuidado y manejo del estrés: Para poder sentir y expresar de forma más sana, es importante que te cuides con actividades agradables y estableciendo límites. También que aprendas a relajarte y manejar la ansiedad, ya que niveles muy altos pueden fomentar esa frialdad (practica yoga, meditación, técnicas de relajación…)
  •  Busca apoyo y ayuda profesional: apóyate en tu círculo cercano (puedes verbalizar que estás trabajando en ello), y si notas que prefieres un acompañamiento profesional, desde Quiero Psicología estaremos encantadas de ayudarte.
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Mi familia no me acepta como LGTBIAQ+

Contar con el apoyo de la familia cuando se pertenece al colectivo LGTBIAQ+ puede tener un impacto significativo en el bienestar y la calidad de vida de una persona de diferentes formas:

  • Autoaceptación: La aceptación y el apoyo de la familia pueden ayudar a las personas LGTBIAQ+ a desarrollar una mayor autoaceptación. Sentirse amade y valorade por quienes son puede fomentar una imagen positiva de sí mismes y fortalecer su autoestima.
  • Reducción del aislamiento: El apoyo familiar puede ayudar a contrarrestar el sentimiento de aislamiento que a menudo experimentan las personas del colectivo. Saber que tienen un sistema de apoyo sólido en su familia puede brindarles la seguridad y la conexión necesarias para enfrentar los desafíos y las situaciones adversas que puedan surgir.
  • Salud mental y bienestar general: Al contar con un ambiente de apoyo en el hogar, se reduce el riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como la depresión o la ansiedad, entre otras.

Sin embargo, es importante destacar que el apoyo familiar puede variar en cada situación. No todas las familias son capaces de brindar apoyo inmediato y algunas pueden requerir tiempo para comprender y aceptar plenamente la orientación o identidad de sus seres queridos.

Pero ¿qué hago cuando mi familia no me acepta?

El hecho de que tu familia no acepte tu identidad LGTBIAQ+, puede ser muy difícil de manejar, sin embargo, aquí te damos algunas sugerencias para lidiar con ese rechazo.

  • Busca apoyo externo: Busca sostén en la comunidad LGTBIAQ+, grupos de apoyo, organizaciones, compañeres y personas que pertenezcan al colectivo. Compartir tus experiencias con personas que hayan pasado por situaciones similares puede brindarte consuelo y sentimiento de pertenencia.
  • Encuentra recursos y servicios: Investiga y busca recursos y servicios disponibles para personas LGTBIAQ+, como terapeutas especializados en identidad de género y orientación sexual. El apoyo profesional puede ayudarte a enfrentar los desafíos emocionales y proporcionarte herramientas para afrontar la situación familiar.
  • Establece límites saludables: Si la relación con tu familia se vuelve tóxica o perjudicial para tu bienestar, es importante establecer límites saludables para protegerte emocionalmente. Puedes establecer límites en cuanto a las conversaciones o los temas que se traten, o incluso limitar el contacto si es necesario.
  • Busca un buen círculo social: Apóyate en compañeres, amigues y/o pareja que te brinden aceptación y apoyo incondicional. Afortunadamente, podemos crear nuestra propia familia.
  • Sé paciente y cuida de ti misme: Aceptar y lidiar con la falta de aceptación familiar lleva tiempo. Sé paciente y compasive contigo misme y permítete sentir y procesar tus emociones.

Recuerda que mereces amor, aceptación y respeto, tal como eres.

Aunque sea difícil enfrentar la falta de aceptación familiar, no estás sole y hay personas y recursos disponibles para brindarte apoyo. En caso de que esta situación se te haga cuesta arriba, pide ayuda, en Quiero psicología, estaremos encantadas de ayudarte.

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Por qué la terapia no sirve sin continuidad

Afortunadamente, la salud mental va teniendo cada vez más visibilidad e importancia para las personas. Aunque cuidar de nuestra salud mental no siempre implica iniciar un proceso terapéutico, muchas personas acaban por buscar ayuda profesional, habiendo pasado un espacio de tiempo en el que se ha contemplado la idea o se han buscado profesionales. De estas personas, existe un porcentaje de personas que recurren a profesionales, lo hacen de una forma ineficaz, desde el desconocimiento mayormente, que puede ser perjudicial: desmotivando a la persona hasta que incluso descarte la opción de pedir ayuda, estigmatizando, aumentando el sentimiento de desesperanza respecto a sus problemas, posponiendo un aspecto de autocuidado esencial, etc.).  Por ello, te daremos unas pocas pistas que pueden romper mitos acerca de la frecuencia de la terapia.

Con una sesión me vale

Aunque puedas salir muy contento o con ciertas herramientas a corto plazo de la primera sesión, esto no equivale a una terapia: Una terapia implica un proceso terapéutico con una evaluación e intervención, que por supuesto no puede darse en una sesión (especialmente si no es de 1 hora).

La primera sesión sirve especialmente para averiguar si te sientes cómodo con tu terapeuta y con el tipo de terapia que practica.

Haber puesto en práctica esas herramientas es muy buena señal de que estás motivado para tu terapia y posiblemente de que te sientas a gusto con tu terapeuta, así que ¡enhorabuena! Sigue con tu proceso y aprovecha ese impulso de energía y ánimo, y no te dejes llevar por la emoción del momento que te dice que ya todo está bien. Si aun así sientes que el problema era algo muy puntual y está solucionado, comunícalo a tu terapeuta y espera a ver si esos cambios se mantienen: la terapia no es milagrosa, pero no se puede tampoco subestimar el efecto que tiene sentirnos escuchados, validados y con la confianza de poder enfrentarnos a situaciones y emociones complejas.

Voy cuando lo necesito

Aunque no todos los procesos terapéuticos son iguales, sí que es fácil observar cómo este proceso no suele implicar una mejora de forma lineal nuestro estado de ánimo: existen altibajos, similares a lo que ocurre fuera de las sesiones. Esto puede llevar de forma impulsiva a “volver” a terapia cuando nos sentimos mal, sin aprender a gestionar esos altibajos, sino con intención de “quitarlos”.

De esta manera, la terapia se convierte en intentar apagar fuegos, en vez de poder averiguar que los genera para estar mejor a largo plazo, impidiendo un aprendizaje sostenible.

Además, cuando se recurre a las sesiones de esa forma tan poco constante, es difícil poder trabajar de forma continuada un mismo problema (ya que pueden suceder muchos eventos nuevos en nuestra vida) y estando a un nivel que permita el aprendizaje (teniendo una intensidad emocional muy alta, bajar la intensidad para poder gestionar la emoción puede ser la prioridad).

Si solo vas al gimnasio una vez para fortalecer, a pesar de que hagas mucho en ese entrenamiento, esto no tendrá efectos, y es probable que te lesiones o tengas tantas agujetas que no puedas, ni quieras, continuar con tu objetivo.

«Es que no tengo dinero /tiempo»

Si la frecuencia tan irregular se debe a complicaciones económicas, coméntalo con tu terapeuta para que podáis encontrar una frecuencia que te sea cómoda a la vez que eficaz, se entiende que la terapia es un esfuerzo económico y la idea es poder facilitarla en la medida de lo posible. Si se trata de complicaciones debido a poco tiempo libre u horarios cambiantes, la mayoría de los terapeutas tenemos en cuenta la variabilidad del horario laboral de muchos (si además se tienen varios trabajos y/o labores domésticas), pero puedes comentarlo para definir la disponibilidad que es más recurrente para las sesiones (y confirmar solo entre dos opciones) o en la que cuando podréis definir la sesión (según te entreguen tus horarios, por ejemplo) y puedes considerar la opción de poder tener sesiones online, especialmente para ahorrar tiempo en desplazamientos. Ir a terapia es una inversión de tiempo, no es fácil, pero tu bienestar lo merece.

“Vengo porque me lo ha pedido mi pareja/familia”

En este tipo de casos, hablamos de personas, que si bien hacen un esfuerzo por una persona o tras ultimátums porque quieren conservar la relación que sea, no están inherentemente motivadas en la terapia. Esto no quiere decir que no pueda haber una reflexión posterior y que luego se encuentren motivados, pero los cambios en terceras personas no pueden ser objetivos del proceso terapéutico (“quiero que mi expareja vuelva conmigo, o vea que estoy mejor”): si no eres tú la persona que quiere conseguir un cambio, el esfuerzo no suele ser ni fácil, ni fructífero.

Una variante de esta idea es venir para “ser feliz”, y, aunque es una idea que se promueve mucho en la sociedad, es un concepto idealista que es importante redefinir en términos cuantificables y personales.

Si se busca eliminar las emociones o situaciones desagradables, es probable que la terapia se abandone, puesto que es una parte importante de ella aprender a sentir de forma segura y gestionar lo que solemos evitar de forma intuitiva, pero acaba siendo perjudicial.

Si te decides a iniciar tu proceso terapéutico, de forma seria y para tu crecimiento y bienestar, estaremos encantadas de poder ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.

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Estilos de apego: los nuevos horóscopos

La divulgación científica es cada vez más prolija y accesible gracias a las redes sociales. Así como en estos últimos años, más desde la pandemia COVID-20, la salud mental acapara la atención de una sociedad, cada vez más ocupada en conocerse y cuidarse.

Nos encontramos a menudo que para llegar a esa parte de la población y engancharla en contenido teórico psicológico, se están recurriendo a ejercicios muy similares a los utilizados por los horóscopos.

¿Os suena el EFECTO FORER (Te lo explicamos aquí)? Consiste en identificarse con una descripción genérica, ambigua, inespecífica y que por ende podría ajustarse a la mayoría de la población. Si damos enunciados vagos, coherentes con la mayoría de circunstancias y contenido inespecífico, es muy probable que la gran mayoría de nosotros nos atribuyamos la descripción y estemos de acuerdo con ello.

Pero es que mi horóscopo me describe perfectamente: “Claro que sí Wapi”, pero esto ocurre como consecuencia del efecto de la PROFECIA AUTOCUMPLIDA. Esto se da cuando una predicción, nos genera una expectativa y adaptamos nuestro comportamiento para cumplir esa expectativa, por consiguiente, la probabilidad de que esa predicción se cumple aumenta. Esto va a reforzar que demos por válida la fuente desde donde se nos anuncio esa predicción.

Con los ESTILOS DE APEGO, venimos observado que esta sucediendo un proceso similar al explicado. Cuando leemos:

Apego seguro:

  • Afronta los conflictos
  • Expresa sus sentimientos y necesidades
  • Disfruta del tiempo en pareja y del tiempo sin ella
  • Crea relaciones de independencia

Apego evitativo:

  • Evita los conflictos
  • No suele expresar lo que piensa o siente
  • Valora más el tiempo propio que el tiempo en pareja
  • Miedo o dificultades ante el compromiso

Apego ansioso:

  • Vive los conflictos con mucha angustia
  • Antepone las necesidades de las demás personas a las suyas
  • Compartir todo el tiempo en pareja se vuelve su prioridad
  • Suele crear relaciones de dependencia
  • Teme de forma excesiva el abandono

Apego Desorganizado

  • Vive los conflictos de forma dramática e histriónica
  • Desconfía de las personas que le rodean
  • Teme vincularse con otres por miedo a salir heride o defraudade
  • Sus relaciones se caracterizan por la inestabilidad
  • Ambivalencia, temor al abandono, pero incapacidad para intimar.

Verdad que leyendo esto, ¿os habéis reconocide en algún estilo de apego, o habéis identificade a alguna de las personas con las que creáis vínculos?.

Primero, el ESTILO DE APEGO hace referencia al vínculo afectivo que se establece entre niñe y cuidadore. Esto repercute en el desarrollo de nuestro cerebro, condiciona nuestro sistema nervioso autónomo y desarrolla la manera en que nos vemos a nosotres mismes, a otres y al mundo.

Lo reseñable, si llegais hasta aquí, es que aceptar esto sin un análisis y reflexión, os haría aceptar los estilos de apego, al igual que aceptamos nuestro signo del zodiaco. Entonces, que hago si me interesa conocer cual es mi estilo de apego y como eso influye en mis relaciones.

Acude y conversa con tu psicóloga/o/e de confianza, desde el acompañamiento, podrás reconocer y romper patrones de relaciones que no deseas repetir. Con ello estarás trabajando en el cambio sobre la forma en que vinculamos.

Puedes empezar por abordar tus propias necesidades, priorizar el autocuidado, marcar límites. Puede parecer que creencias profundas sean difícilmente modificables, pero todo lo que se aprende es susceptible de desaprenderse.

Acude a nosotras si buscas una relación sana que se base en:

  • Autonomía emocional
  • Saber poner límites
  • Saber comunicar necesidades
  • Desarrollo de una sana autoestima y confianza en une misme
  • En caso de ruptura saber seguir adelante, generar nuevos vínculos