familia-tóxica

¿Qué creencias sobre la familia están limitando tu vida?

Vamos a hacer un juego, ¿te animas? Imagina que un día vas por el medio de un camino y te encuentras unas semillas, decides recogerlas y guardarlas cuidadosamente para que al llegar a casa poder germinarlas y plantarlas.

De vuelta acudes a la tienda y adquieres todo lo necesario; una maceta bonita, la escoges cuidadosamente, el mejor sustrato, el adecuado para las semillas que has encontrado, compras todos los útiles para el cuidado y crecimiento óptimo de la futura planta que saldrá de esas semillas encontradas.

Al llegar, lo preparas todo y comienzas con el proceso, todo como se debe hacer y al poco tiempo salen los primeros brotes. ¡Qué ilusión!, sigues con los cuidados, le das luz, agua, la observas, analizas si tiene alguna necesidad especial y si es así intentas cubrirla. Es un proyecto valioso para ti, se está creando una vida en esa maceta que parte de aquellas semillas encontradas.

Con el paso del tiempo la planta está grande y fuerte gracias a tus cuidados. ¡Qué alegría!

Ahora piensa que esa planta que primero fueron unas semillas no es una planta, es el vínculo que se genera en todas las relaciones. Al principio es débil, pequeño, al que hay que prestarle una atención especial, regarlo, alimentarlo para que vaya creciéndose y haciéndose más fuerte.

Pero, ¿qué ocurriría con esa planta si llega un momento que dejamos de regarla, de alimentarla, que no le damos la atención y cuidados que necesita? La planta terminaría por marchitarse y morir, ¿verdad? Lo mismo ocurre con las relaciones, si no las cuidamos de la forma necesaria, atendiendo a las necesidades que tienen en cada momento, el vínculo se marchita y se debilita.

Este vínculo se crea en todas las relaciones y cuando decimos todas es en absolutamente todas las relaciones, incluso en las familiares, un tipo de relaciones que son particulares ya que están vinculadas a muchos mitos.

Mitos en las relaciones familiares

Cuando decimos mitos dentro del entorno familiar estamos refiriendo a un conjunto de creencias que comparten los miembros de la misma familia con respecto al papel que deben cumplir cada miembro dentro de la estructura familiar y sobre la naturaleza de la relación.

Dentro de los mitos podemos hacer una clasificación en dos tipos:

1. Aquellos que son únicos y particulares de la familia. Este tipo de mito se han generado debido a la historia familiar y el contexto socioeconómico y político en el que ha ido creciendo la familia desde sus orígenes (abuelos, padres, hijos…)

2. Mitos familiares que podríamos denominar como más universales y que muchas familias comparten. Estos últimos son los que vamos a describir.

La familia es lo primero”

En muchas familias nos encontramos con que hay que anteponer las necesidades familiares grupales a las personales e individuales. Cuando existe este mito familiar nos podemos encontrar con una sensación de estar enjaulados, de que nuestro crecimiento y desarrollo personal se ve limitado y juzgado.

Cada vez que mostramos interés en algo que “no interesa” en la familia se nos puede llegar a tachar de manera explícita o no de egoístas y de no pensar en los demás.

Pero en realidad, incluso con la familia debemos mostrar un “egoísmo sano”, preocuparnos por nuestras necesidades y cuidar de nosotros mismos. Si nosotros estamos carentes, no podemos ofrecer atención y cuidado al otro.

En la familia todo se perdona”

Por el hecho de pertenecer a la misma familia tenemos carta blanca para hacer lo que nos plazca a los demás miembros de la familia. Todo debe aguantarse, asumirse, tolerarse, aunque dañe a otro.

Bajo este mito se pueden llegar a sustentar relaciones de maltrato en mayor o menor grado.

Los vínculos han de cuidarse (acuérdate de la plantita) y por mucho que sea un miembro de la familia no debemos tolerar que nadie nos agreda de ninguna forma. Por ello, es necesario ponernos límites propios, es decir, cual es el punto donde vamos a decir “basta” y exponerlos y explicarlos al resto de los miembros de la familia poniéndoles límites también a ellos.

Es de tu sangre, tienes que quererlo”

Compartir sangre, sólo nos hace parientes, es decir, compartimos genética con esa persona, compartimos una historia pasada compartida, al igual que con el resto de la humanidad.

Pero dentro de esa carga genética no hay un gen en particular que sea el del amor recíproco; el amor recíproco se crea, se alimenta, se cuida con las buenas relaciones, con los intereses comunes y con el respeto por la individualidad del otro.

Solo hay un modelo válido de familia”

Nada más lejos de la realidad. La familia son aquellas personas en las que sientes que estás en casa, como cuando éramos niños y jugábamos a pillar y había un lugar seguro donde no podía pillarte, donde sentimos eso, ahí es familia.

Una familia puede estar por parientes, pero también puede estar formada por amigos, por mascotas, por miembros de otras familias…

Familia es allí donde nos sentimos seguros.

La familia debe estar unida, pase lo que pase”

Sentir unidad dentro de nuestro entorno familiar es algo que nos hace sentir plenos y seguros, y es precisamente esa plenitud y seguridad la que nos hace estar unidos a nuestras familias.

Pero, y si tengo que estar unido por obligación a personas con las que no tengo nada en común, con las que no me siento seguro, con las que no se preocupan por ti, ni por tus intereses y cuando lo hacen es para criticarlos o juzgarte.

En ese momento, la unidad familiar puede convertirse en una cárcel.

Con todo lo que hemos dado por ti”

De este mito se pueden generar sentimientos de culpa, de deuda en la persona que la escucha del resto de sus parientes.

Hay determinados hechos, como los cuidados básicos, alimentación, ropa y cobijo que se dan por supuesto cuando llega un bebé al mundo; se dan por supuesto, porque es conocido por todos que hay en determinados casos que ni siquiera se dan los cuidados básicos.

Pero recibir estas atenciones durante nuestra infancia y nuestro crecimiento, en el que nos posibiliten el estudiar y formarnos en aquello que queremos no nos pone en deuda con nuestros padres o cuidadores principales.

El haber recibido “todo por su parte” no es condición sine qua non para que dejemos de lado nuestros proyectos de vida, intereses y motivaciones.

En mi casa jugamos así”

Hay en familias que no se habla de las emociones, de la muerte, de los miedos, de las dudas, no se muestran los enfados ni las tristezas; no se permite nada que pueda tener relación con una supuesta debilidad.

No se habla de aquellas cuestiones que alteran el aura de perfección y felicidad que se debe mostrar.

No se abordan aquellas cuestiones que pueden poner de relieve que hay problemas de vínculo entre los miembros de la familia o que el entorno familiar no es un lugar seguro.

¿Qué ocurre si rompemos estos mitos?

Los mitos cumplen la función de dinamizar las relaciones familiares, son los que se encargan de cada uno cumplamos nuestro papel otorgado e impuesto.

Son creencias, reglas son reglas implícitas, en algunas ocasiones casi secretas y prácticamente ocultas en el día a día de la familia.

Estas reglas estructuran la forma en la que nos relacionamos dentro del entorno familiar y que nadie osa a romperlas ya que si así lo hace corre el riesgo de ser considerado “la oveja negra de la familia” y de sentirse excluido de nuestro primer entorno relacional, por ello, en la mayoría de los casos, callamos y seguimos con el juego.

Pero seguir con el juego puede tener consecuencias muy negativas para nosotros ya que estaremos enviando al fondo del baúl nuestras necesidades, nuestros intereses, nuestras motivaciones en la vida.

Cuando esta situación se perpetua en el tiempo, nos encontramos con una lucha interna entre la lealtad hacia la familia y la responsabilidad para con nosotros mismos y nuestra vida, pudiendo generar síntomas de depresión, ansiedad y otros trastornos que sin duda deberán ser abordados con un especialista, con un terapeuta.

Si identificas alguno de estos mitos u otros más particulares en tu entorno familiar, si sientes que la lealtad familiar te impide crecer y desarrollarte, da igual la edad que tengas, ponte en contacto con nosotras, que en Quiero estamos encantadas de poder ofrecerte una mano que te acompañe.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta