Las relaciones en la era digital
Vivimos en la época del “aquí y ahora”.
De la inmediatez, del consumismo y las relaciones digitales.
Es un tema del que ya hemos hablado en otros términos en nuestro post «El amor en el siglo XXI».
Tenemos acceso a cientos de aplicaciones para conocer gente, publicar información o compartir cómo nos encontramos.
Con un simple movimiento de manos podemos hacer match con diferentes personas, conseguir plan para el fin de semana, y quién sabe, incluso encontrar pareja.
Sin embargo, esta sobreestimulación puede llevarnos a descuidar nuestras relaciones, afectando a la forma en que nos comunicamos.
El hecho de contar con tanta oferta convierte las relaciones en una especie de mercado.
Accedemos a un amplio escaparate de personas donde elegir.
Las nuevas tecnologías han eliminado barreras físicas entre nosotros, pero, ¿realmente están favoreciendo la comunicación? ¿acaso no están fomentando una sociedad cada vez más individualista?
Si alguien nos gusta, solo tenemos que deslizar a la derecha, si no nos llama la atención, deslizar a la izquierda.
Con un sólo movimiento podemos encontrar a numerosas personas a través de estas aplicaciones.
Es más, si no queremos saber nada más de alguien, es suficiente con borrar su contacto o bloquear su perfil en nuestras redes.
Lamentablemente, estas prácticas son cada vez más frecuentes y están claramente identificadas:
Ghosting
Llamamos ghosting (derivado de ghost del inglés, fantasma) a la práctica de eliminar toda comunicación sin aviso previo, llegando incluso a borrar el teléfono de contacto, dejando de seguir a esa persona por redes sociales, bloqueándola, etc.
La persona en cuestión, quien te hace ghosting, desaparece de tu vida sin justificación aparente.
Quienes utilizan esta táctica se caracterizan por no comunicar sus intenciones y sentimientos de una forma clara y concisa. Prefieren evitar decir cómo se sienten, bien por falta de estrategias de manejo emocional o por falta de habilidades sociales.
Deciden cortar directamente y que sea la otra persona quien asuma que la relación ha finalizado.
Si eres tú quien está sufriendo esta práctica, ante esta situación inesperada y la falta de información, es normal que te surjan preguntas:
¿Habré hecho algo que le haya molestado?
¿Será mi culpa?
¿Le habrá pasado algo?
Orbiting
El orbiting (del ingles to orbit, orbitar) se diferencia del ghosting en que la persona que deja la relación mantiene el contacto de forma virtual a través de las redes sociales.
La comunicación se interrumpe bruscamente y sin motivo aparente, igual que en el ghosting, no responde a los mensajes, etc. pero a la vez, y paradójicamente, comenta tus stories o da “like” a tus publicaciones.
De ahí su nombre, es como si estuviesen orbitando alrededor tuyo de una forma ambigua e incoherente.
En lugar de desaparecer y poder asumir que esa persona ya no va a estar más en tu vida, esta práctica te genera más incertidumbre y hace mucho más difícil el proceso de duelo.
Es normal que quienes hayan sufrido estas conductas tiendan a justificar la actuación de la otra persona con excusas de todo tipo.
Resulta muy complicado comprender un comportamiento tan contradictorio, mejor me busco una explicación que me pueda creer.
¿Qué puedo hacer si me han hecho ghosting u orbiting?
En primer lugar, debes tener claro que no es tu culpa. Si te han hecho ghosting no es porque hayas hecho algo mal.
No es fácil tolerar la incertidumbre.
Tendemos a buscar cualquier explicación que encaje en lo sucedido, aunque no sea válida ni real.
Lo que intentamos es reducir nuestra ansiedad.
Así, ante la total falta de información, tendemos a buscar un comportamiento causal, buscar el culpable de que la relación haya finalizado.
¿Por qué habrá desaparecido?
¿Le habrá pasado algo?
¿Le molestó algo que hice?
A veces la falta de respuesta ya es una respuesta en sí.
Lamentablemente no es la más adecuada.
Este comportamiento solo nos indica que el otro o la otra no tiene la suficiente madurez emocional como para hacer frente a una relación ni para asumir responsabilidades afectivas.
La responsabilidad está en quien corta la relación sin previo aviso, nunca en la persona que lo sufre.
Ante el orbiting, es normal que aparezcan pensamientos del tipo “pero si no estuviese interesada no me hablaría por redes”.
Es cierto, la otra persona parece tener interés, pero no al mismo nivel.
Parece que él o ella no es capaz de mantener una relación comprometida y mantenida en el tiempo.
No es porque no tú seas lo suficientemente valioso o valiosa.
Es el otro quien carece de las herramientas necesarias para mantener una relación estable.
Tampoco es capaz de gestionar las rupturas.
Probablemente se sienta terriblemente incómoda o incómodo al hablar de sus emociones o sentimientos.
Es muy probable que actúe así como norma, no es nada personal para contigo.
Estos individuos que experimentan dificultades para mantener lazos afectivos, muestran una tendencia evitativa.
Evitan situaciones comprometidas o delicadas.
Se trata de un mecanismo de defensa ante los vínculos sociales.
No tienen, por el motivo que sea, las habilidades necesarias para hacer frente a estos momentos.
Una «herramienta» muy recomendable es asumir que quien te hace ghosting, orbiting o cualquier otro palabro similar, lo hace en base a un patrón de comportamiento suyo.
Tú no eres responsable de que corte sin previo aviso el contacto.
No tienes la culpa de que actúe de una forma ambigua, como dando rodeos.
Tampoco has hecho nada para merecer que te traten así.
Puede ser complicado darse cuenta de lo que está sucediendo.
Suele llevarnos un tiempo aceptar que es eso lo que está pasando y, una vez aceptado, nos toca trabajar la pérdida y la tristeza que llegan de la mano.
Querer solo cuando a la otra persona le conviene no es bueno para ti, genera más incertidumbre y ansiedad.
Es importante ser conscientes, en la medida de cada uno, de nuestros sentimientos, acciones y de la forma en que afectan o repercuten en los demás.
Responsabilidad afectiva
La responsabilidad afectiva consiste en tomar conciencia de nuestro comportamiento y empatizar con las consecuencias que éste puede tener en la persona o personas con las que mantenemos algún tipo de relación.
No importa que esta relación sea esporádica, que no tenga etiquetas o que acabe de empezar.
Cualquier vínculo afectivo genera una serie de emociones en todas las partes implicadas, somos seres sociales por naturaleza.
Realmente, no es tan complicado ser una persona afectivamente responsable:
Atiende a tus emociones.
Sentir nos hace humanos, no es peligroso.
Tu identidad no va a cambiar por estar en una relación ni tienen por qué hacerte daño.
Permitirte experimentar y expresar tus emociones te facilitará enormemente crear y mantener relaciones duraderas.
Pregúntate qué tipo de relación quieres establecer.
Hasta que no tengas claro lo que quieres, no podrás expresarlo adecuadamente.
Si no lo tienes claro, exponlo con honestidad, date tiempo y permite que la otra parte sepa lo que puede esperar.
Pide y pregunta, es tu derecho.
Sé empático.
Piensa en cómo puede sentirse la otra persona ante tu falta de respuesta.
Cuando no tenemos capacidad de predecir lo que va a pasar o estamos pendientes de una respuesta que nunca llega, es normal experimentar ansiedad.
Si tú no quieres sentirla, intenta no provocarla en los demás.
Sé asertivo.
Una ruptura puede ser dolorosa, pero puedes ayudar a que sea lo menos dolorosa posible.
Es importante comunicar cómo te sientes desde el yo: “siento que siempre soy yo quien propone planes”, “me gustaría que no nos viéramos más”, «esto no es lo que quiero«, etc.
Claramente, parece mucho más sencillo señalar a los demás: “eres muy pesado, me estás agobiando” o “eres un egoísta”.
Obviamente, esto no son soluciones para un problema afectivo más profundo, pero sí que son ideas que te pueden ayudar a identificar el lugar en el que te encuentras.
Si sientes que alguna de estas ideas te suena conocida, crees que te cuesta establecer vínculos afectivos o asumir el fin de una relación, en Quiero Psicología estaremos encantadas de escucharte y ayudarte a encontrar soluciones.
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