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Identidad(es) No Binaria(s): Más Allá de las Fronteras de Género.

La conceptualización de identidad de género ha evolucionado significativamente en las últimas décadas y una de las identidades que ha ido ganando más visibilidad es la de las personas NB (no binarias). Esta identidad es una experiencia única y personal que desafía las categorías tradicionales de sexo-género y es complicado definirla como algo generalizable a todas las personas que se identifican con esta categoría.

¿Qué es ser género no binario?

Esta identidad desafía la noción tradicional de género, que en las culturas occidentales suele ser binaria y hace una distinción clara entre lo masculino y lo femenino. Ser nb significa que una persona no se identifica como hombre o como mujer. Cada persona define, vive y expresa su identidad de una forma. Lo que tienen en común es la ruptura del binarismo hombre/mujer visibilizando la problemática que generan estas categorías. Así pues, pueden identificarse como género neutro, género fluido, agénero o cualquier otra identidad que no se ajuste a las convenciones tradicionales.

Pronombres y expresión de Género

En la interacción con otras personas es fundamental preguntar los pronombres. Y, de hecho, es una costumbre que deberíamos tener con todas las personas que conocemos. Independientemente de con qué se identifiquen. Preguntar los pronombres a las personas con las que nos relacionamos rompe de manera transversal con los prejuicios o estereotipos desde los cuales nos relacionamos. No debería ser algo que utilicemos única y exclusivamente con las personas nb o personas cuya expresión de género se salga de la norma. ¿Por qué? Porque precisamente no hay una única forma de ser nb. La expresión de género de las personas que se identifican como nb es diversa y no por tener una expresión de género “más congruente” con su género asignado al nacer es menos nb.

No hay una prueba que te haga ser más o menos nb al igual que no hay una persona que sea más o menos trans por haber realizado modificaciones corporales. Por esta razón, no deberíamos reducir la cuestión de los pronombres a aquellas personas que pensamos que no encajan en las categorías hombre/mujer sino que lo ideal sería que lo hiciéramos con todas las personas.

Algunas personas no binarias pueden preferir pronombres de género neutro como «they/them» en inglés, «elle/ellx» en español. No obstante, esto no es así para todas las personas nb. Muchas de ellas prefieren los pronombres de él o ella y estos pronombres son igual de legítimos y válidos que el pronombre neutro. Sí es cierto que el uso del lenguaje neutro lleva asociada una discriminación y nbfobia concreta por la ridiculización trasgeneracional que la sociedad ha hecho de este lenguaje.

¿Qué es la nbfobia?

Es la discriminación que sufren las personas nb por el hecho de serlo. La más evidente es la falta de reconocimiento de su identidad de género. En España aún nos queda mucho trabajo de educación y visibilización para normalizar esta forma de ser y de estar en el mundo como están el resto de identidades. No obstante, la identidad no binaria sigue siendo ridiculizada, discriminada e infravalorada de manera constante por parte de la población general y las instituciones. Por otro lado, al igual que en la LGTBIQ+fobia, es constante el acoso verbal o físico así como la discriminación en el ámbito laboral, educativo y médico.

Referentes NB o dónde informarme más

Bibliografía

Butler, J. (1990). Gender trouble and the subversion of identity. New York et Londres:  Routledge.

Fausto-Sterling, A., y García Leal, A. (2006). Cuerpos sexuados: La política de género y  la construcción de la sexualidad. Barcelona: Melusina.

Missé, M., y Coll-Planas, G. (2010). El género desordenado. Críticas en torno a la  patologización de la transexualidad. Madrid: Egales.

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¿He sufrido violencia sexual?

La violencia sexual se refiere a cualquier actividad sexual que se impone a otra persona sin su consentimiento o que se obtiene mediante el uso de la fuerza, el miedo, la coerción o el engaño, además, la violencia sexual puede ocurrir en cualquier contexto y puede afectar a personas de todas las edades, géneros, razas, orientaciones sexuales y condiciones socioeconómicas. Al mismo tiempo, la víctima puede no haber podido dar su consentimiento debido a su edad, discapacidad, estado de intoxicación, vulnerabilidad o cualquier otra circunstancia que impida su capacidad de dar un consentimiento informado.

Hay muchos tipos de violencia sexual:

  • Violación: cuando una persona obliga a otra a tener relaciones sexuales sin su consentimiento.
  • Acoso sexual: se produce cuando una persona usa su posición de poder para obtener favores sexuales de otra, o para hacer comentarios o insinuaciones sexuales no deseadas.
  • Explotación sexual: se refiere a la utilización de la sexualidad de una persona con fines comerciales, como la prostitución, la pornografía, la trata de personas con fines de explotación sexual, etc.
  • Abuso sexual: se trata de cualquier actividad sexual que se impone a otra persona mediante la fuerza, el engaño o la manipulación, y que causa daño físico o psicológico.
  • Mutilación genital femenina: es una práctica que implica la eliminación total o parcial de los genitales femeninos externos.
  • Matrimonio forzado: cuando una persona es obligada a casarse contra su voluntad, lo que puede incluir relaciones sexuales no deseadas.
  • Acoso sexual por internet: se produce cuando una persona recibe mensajes, imágenes o comentarios de contenido sexual no deseados a través de Internet o las redes sociales.

El abuso sexual en la propia pareja

Tenemos la idea errónea de que este tipo de violencias sólo suceden en la calle y a manos de enfermos mentales y/o psicópatas. Sin embargo, la mayoría de los abusos sexuales ocurren en el hogar o en el entorno familiar y los perpetradores suelen ser personas cercanas a la víctima, como padres, hermanos, tíos, abuelos o la propia pareja.

Las conductas de abuso sexual dentro de la pareja pueden tomar muchas formas, y algunas de las más comunes son las siguientes:

  • Coerción: esto puede implicar la utilización de la fuerza física, la amenaza de violencia, la manipulación emocional, la intimidación o la presión para obligar a la pareja a tener relaciones sexuales.
  • Obligar a la pareja a tener relaciones sexuales sin protección: esto puede constituir una forma de abuso sexual y puede poner en peligro la salud de la pareja.
  • Controlar la sexualidad de la pareja: esto puede incluir la prohibición de tener relaciones sexuales con otras personas, la imposición de prácticas sexuales específicas, o la manipulación emocional para mantener el control sobre la pareja.
  • Amenazar con la violencia: esto puede incluir la amenaza de violencia física si la pareja no cumple con las demandas sexuales del abusador.
  • Ignorar los límites sexuales: puede implicar la insistencia para tener relaciones sexuales cuando la pareja no está interesada o no se siente cómoda, o la imposición de prácticas sexuales no deseadas o dolorosas. Las manipulaciones dentro de la pareja para tener sexo se refieren a cualquier comportamiento que una persona adopta para obtener gratificación sexual de su pareja, sin tener en cuenta sus deseos o necesidades sexuales. Esto puede incluir presionar o persuadir a la pareja para tener relaciones sexuales cuando no está interesada, utilizar la culpa o la manipulación emocional para conseguir sexo, o incluso ignorar las señales de que la pareja no está interesada en tener relaciones sexuales. Es importante destacar que estas “pequeñas” manipulaciones pueden parecer sutiles o incluso inocentes, pero en realidad son una forma de violencia sexual, ya que la persona que las ejerce está utilizando la fuerza o el engaño para obtener gratificación sexual sin el consentimiento de su pareja y pueden tener graves consecuencias emocionales y psicológicas para la víctima.

Si te has sentido identificada con algunas de estas formas de violencia, es importante que pidas ayuda, ya que dejar pasar este tipo de cosas, podría tener consecuencias muy negativas para tu bienestar psicológico y tu sexualidad.

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Comunicación en pareja: hábitos saludables que podrías instaurar en tu pareja.

¿Por qué es importante la comunicación en una pareja?

Una buena comunicación es importante en cualquier relación, ya sea laboral, familiar o afectivo-sexual, pero es más fácil que surjan más emociones o complicaciones en este último área, ya que suelen ser relaciones que se convierten en una gran parte de nuestra vida (todavía más si convivimos con esa persona o tenemos responsabilidades en común como hijos, animales, hipotecas, etc.)

No importa el punto temporal de la relación (os estéis conociendo o ya llevéis un tiempo) o el tipo de relación (monógama, poliamorosa, etc.) en el que te encuentres, la comunicación abre un canal entre dos personas que permite ajustar expectativas, resolver desacuerdos y construir una base sólida para la relación. En especial, si estás empezado, sentar un buen precedente de comunicación ayuda a que el resto de la relación se gestione de la mejor manera posible, y minimiza malentendidos; y si estás en una relación poliamorosa, la comunicación es esencial para manejar las emociones y circunstancias tan complejas, al haber más personas involucradas.

Una mala comunicación puede fomentar:

  • Malentendidos, estresores y situaciones más complejas
  • Sentimientos de estrés, confusión, decepción o frustración, que pueden ser muy intensos y recurrentes, ya que es fácil que se magnifiquen con cada pequeña situación desagradable que pueda darse de forma natural, al adoptar una posición defensiva.
  • Sentimientos de incomprensión, soledad o baja autoestima, que interfieran con otras áreas (trabajo, vida social…), aumenten la sensación de indefensión, desesperanza e incapacidad de cara a resolver problemas en todas las áreas y disminuyan la expresión de emociones, deseos y opiniones propios.
  • Sentimientos de ira, rechazo, desconfianza, que favorecen las dudas sobre la relación, intolerancia al malestar del otro y actitudes defensivas.
  • Una distancia emocional y física, debido a los eventos y emociones anteriores, que hacen menos atractivo el tiempo, proyectos y entorno que en común con la pareja. A su vez, esto retroalimenta esas emociones desagradables y dificulta que se pueda reparar o mejorar la comunicación, y puede llevar a una independencia total (vidas paralelas).

Obstáculos en la buena comunicación

Tener una conversación en la que la comunicación sea clara y sincera es más complicado de lo que parece, y especialmente si se tratan de temas delicados o que nos tocan emocionalmente. A continuación, os dejamos algunas situaciones o conductas que dificultan la comunicación:

  • Objetivos contradictorios, ver a la otra persona como un enemigo o rival, y momentos o lugares inadecuados
  • Cambiar de contenido constantemente o hablar de forma vaga y ambigua, el alejamiento temporal (hablar en exceso del pasado o de un futuro hipotético), o la expresión desconectada (mencionar ejemplos irrelevantes o situaciones hipotéticas),
  • Un escaso lenguaje positivo o excesivo lenguaje negativo sobre o hacia el otro
  • Una comunicación de una de las personas excesiva o escasa (en el discurso y en la velocidad de respuesta), ignorar, no escuchar o interrumpir a la otra persona
  • Excesivas generalizaciones y afirmaciones radicales (como todo o nada)
  • Interpretaciones erróneas (asumir que sabes cómo el otro se siente o piensa, o al revés)
  • Estados emocionales muy intensos.
  • El uso de sarcasmo o ironías para ridiculizar a la otra persona,
  • Insultos, acusaciones o amenazas, y responder a quejas con otras quejas.

Algunos consejos saludables para mejorar la comunicación

  • Elige bien el momento y lugar para hablar, centraros en el tema elegido, con información tan específica como puedas, y en el marco temporal que le pertenece (si es presente, no ir al pasado o futuro).
  • Para la conversación cuando los estados emocionales sean muy intensos (se va a hablar del tema, pero no es muy adecuado hacerlo con mucha ira, ansiedad…).
  • Escucha activa y empatía: como si fueran a hacerte un examen de comprensión, asiente, asimila, empatiza y busca ponerte en el lugar de la otra persona. Intenta turnaros para hablar, para no interrumpir.
  • Acepta críticas y haz peticiones: Sois un equipo frente a una situación, tu pareja no es tu rival, por lo que no estás “perdiendo” al llegar a un acuerdo o aceptar parcialmente las críticas (no somos perfectos y no hay nada malo en admitirlo).
  • Expresa tus deseos y necesidades: tu pareja puede conocerte muy bien, pero no te lee la mente, es importante ser claro y sincero con lo que uno quiere o necesita (y al revés, poder preguntar). Si no lo tienes claro, puedes decirlo o pedir tiempo para averiguarlo.
  • Habla desde tus sentimientos (frases “YO me siento” “ME gustaría”) y haciendo referencia a situaciones o conductas específicas, por ejemplo, decir “cuando dices que quieres hacer eso, no me siento valorado” en vez de “eres un egoísta por exigirme esto”. Intenta no atacar ni acusar, ni asignar etiquetas, ni “deberías”, ni generalizaciones (“siempre”, “nunca”)

Intenta equilibrar las conversaciones más complicadas, hablando de aspectos positivos de la relación o de la persona, así como con momentos agradables.

Y si no puedes seguir estos consejos o te resulta muy difícil ya sabes que en Quiero Psicología podemos ayudarte.

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Es hetero pero…

Hace unas semanas me estaba tomando algo con unas amigas y charlando tranquilamente sobre todo tipo de temas cuando por algún motivo surgió hablar de a quién le gustaba quién. Concretamente, de algún modo la conversación derivó en hablar de una chica que algunas conocían. Se acabó hablando de la orientación sexual de esta chica en cuestión.

Se debatió sobre ello, se dijo que sí, que le gustaban las chicas pero que era hetero. Yo estaba tan en shock que no sabía muy bien ni qué decir. Este grupo de gente eran personas bienintencionadas, con empatía, formación y conocimiento de muchos temas y aun así se estaba discutiendo la orientación sexual de esta chica no presente como si fuese un debate o una conversación abierta. Confronté la situación y dije “pero si ha dicho que es bisexual” a lo que se me respondió que la chica en cuestión había afirmado que “soy bi pero salgo más con chicos” o incluso que le gustaban a veces más chicos o atraían más. Esto fue aceptado por todas las personas presentes como un argumento irrefutable. “Pero es que salir más o que te atraiga más un género no te hace menos bi” afirmé. “Ya, pero si dice que es bisexual, ¿pero le gustan más los hombres entonces que es?”, me contestaron. “Pues entonces es una persona bi a la que le gustan más los hombres”.

Parece increíble la necesidad imperiosa que tenemos de dicotomizarlo todo, hombre o mujer, femenino-masculino, hetero-homo. Nada entremedias ni otras opciones, y si existen las intentamos meter con calzador en cualquiera de estas parejas de categorías. Además, las asumimos opuestas y excluyentes (¡y no lo son!). Borrando la libertad, la flexibilidad, la diversidad y la riqueza y variedad del ser humano.

A veces sustituimos la heteronorma por una homonorma (o la propia LGBTIAQ+ tomamos la heternorma como referencia para descubrirnos y etiquetarnos) y esto es malo; no sólo para la gente que se autodefine como bisexual, queer, asexual o alguna etiqueta que no encaje en lo hetero y lo homo, sino que es dañino para las propias personas homosexuales y heterosexuales también. Al intentar meternos a todas en este reduccionismo absurdo no nos permitimos más opciones, fluir, cambiar. No exploramos nuestro deseo libremente, sino que lo vemos a través de prejuicios, de un prisma muy concreto. A menudo este prisma es asumir a todo el mundo hetero hasta que no se demuestre lo contrario… y si te sales de ahí y eres un chico más afeminado se te etiqueta como gay, las mujeres más marimacho se las ve como lesbianas (cuando nada de esto tiene que ver con la orientación sexual). Y por supuesto un chico que dice ser bi… será gay hasta que se demuestre lo contario y una chica bi será vista como hetero hasta que se demuestre lo contrario. En ambos casos se asume que el amor o atracción por las mujeres es menos válida, importante o que ni siquiera es real. El amor hacia los hombres si parece más legítimo. (El amor hacia las personas no binarias no parece ni existir ni ser nombrado nunca).

En conclusión: no podemos ni debemos forzar etiquetas sobre la gente. Esto es extremadamente violento y fuerza a la gente de vuelta en el armario. Las personas con cis passing o straight passing (que puedan aparentar físicamente ser hetero o cisgénero cuando no lo son) pueden tener ciertos privilegios materiales en algunas situaciones (como recibir menos acoso callejero) pero la otra cara de la moneda es la invisibilidad constante. El que nunca te consideren suficientemente queer, el que te metan un ay otra vez dentro del armario. No es ninguna sorpresa que justo estas personas sean las que más tiempo tardan en salir del armario, más les cuesta y tengan más dudas en cuanto a su identidad.

Por esto, cuando alguien te diga que es lesbiana, bi, gay, queer, asex, no binarie…. Por favor que lo primero que salga de tu boca no sea cuestionarles. Acompaña y apoya a estas personas, valida sus identidades tanto en su presencia como su ausencia. Recuerda que nadie tiene que tener un currículo concreto ni reunir suficientes puntos en el carnet bisexual para ser válido, válida o válide. Las personas bi pueden tener preferencia por géneros, pueden fluctuar sus gustos y seguir siendo bi. Pueden no haber salido nunca con un género concreto (o ninguno) y seguir siendo bi (fíjate que a la gente hetero que no ha salido con nadie no se les cuestiona su heterosexualidad). Las personas bisexuales no deben nada a nadie para ser “suficientemente bi”, así que no las llames heteropero, heteroflexible (a no ser que lo pidan).

No seas el primer bully bífobo, homofóbo, tránsfobo o acefobo de alguien. No seas la primera persona en meter a alguien en el armario (¡aunque no esté delante!). No seas esa persona que intenta reescribir la historia de otras, que niegue su realidad y haga que la gente se sienta insegura y vuelva al armario. No sabemos el impacto que tienen las palabras y es muy importante cuidarlas, especialmente en un tema tan personal. Cuando alguien te cuente su identidad valídala y apóyales, que han decidido compartir ese pedacito de sí mismas contigo, y desde Quiero Psicología podemos ayudarte para comprender y acompañar mejor a nuestros seres queridos.

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¿Cómo sé si soy asexual?

En la segunda mitad del mes de octubre se celebra La Semana de la Conciencia Asexual, una campaña internacional cuyo objetivo consiste en educar sobre las identidades de las personas asexuales, arrománticas (que no sienten una atracción romántica), demisexuales (únicamente sienten atracción sexual hacia alguien con quien se ha establecido previamente un vínculo afectivo), y grisexuales (persona con una baja pulsión sexual o que solo siente atracción sexual hacia otra que cumpla una determinada característica, circunstancia o situación)..

Hoy nos centraremos específicamente en la asexualidad y algunas preguntas, mitos y creencias frecuentes asociadas a ella.

¿En qué consiste está orientación sexual exactamente?

 La asexualidad se define como la ausencia de atracción sexual dirigida hacia otras personas. Las personas asexuales pueden sentir otro tipo de atracciones como romántica, afectiva, estética… etc. Por lo tanto, pueden ser asexuales y heterorrománticas, birrománticas, homorrománticas o arrománticas

¿Eso no es tener bajo deseo?

Un mito frecuentemente extendido sobre las personas asexuales es que no experimentan lívido o deseo sexual. Esto no es exactamente lo mismo que ser asexual: una persona puede ser hetero, bi, homosexual y tener un deseo sexual bajo, alto o cambiante, no es dependiente de que orientación sexual tenemos. Las personas asexuales también pueden tener un deseo bajo o alto, pero esto no cambia el hecho que experimentan nula o poca atracción sexual orientada hacia otras personas. ¡Son dos cosas completamente distintas!

¿Las personas asexuales se masturban?

Del mismo modo, las personas asexuales pueden querer masturbarse más o menos a menudo (o jamás) debido a que el deseo que tenemos, es independiente de que nos atraiga una persona sexualmente.

¿Las personas asexuales tienen relaciones sexuales?

Algo similar puede suceder con las prácticas sexuales con otras personas. Una persona asexual puede querer tener relaciones sexuales con otras personas con más o menos frecuencia. Yo puedo querer experimentar satisfacción sexual sin tener necesariamente atracción sexual dirigida hacia otras personas, aunque es probable que pueda interesarme menos a menudo que a una persona alosexual (personas que sí experimentan atracción sexual).

Es interesante que frecuentemente para muchas personas asexuales las fantasías o prácticas sexuales suelen estar mucho más centradas en el qué hago que con quién.

Es decir, lo erotizado (lo que “me pone”) suele ser más la práctica en sí, el escenario, los juguetes, el contexto… etc. que las personas involucradas. El deseo puede partir más de lo que se hace en sí que del hecho de erotizar a una persona concreta. El BDSM por ejemplo puede ser una práctica sexual o no: por ejemplo, el shibari o bondage (atadura de personas) no tiene por qué ser sexual (puede ser sensual, estético, dramático, liberador), las cosquillas pueden ser sexuales o no… Incluso la masturbación puede no ser sexual y puedo usarla como un alivio de tensión corporal.

Por esto para algunas personas asexuales el BDSM puede ser particularmente interesante, aunque otras personas lo asocien directamente a atracción sexual dirigida hacia otras personas. Por supuesto esto tampoco significa que sea el caso de todas las personas asexuales ni la mayoría.

Esto, de nuevo, no significa que a las personas asexuales no les atraigan las personas, sino que no experimentan atracción sexual hacia otras personas o no tan frecuentemente ni con tanta intensidad. Sin embargo, si les pueden atraer románticamente, estéticamente, platónicamente, amistosamente… etc.  Pueden tener prácticas eróticas consigo mismas o no, tener relaciones sexuales con otras personas o no… al igual que las personas de otras orientaciones sexuales.

Del mismo modo que no eres más o menos bisexual por salir con más hombres, mujeres o personas no-binarias (recordatorio que a una persona heterosexual si no sale con nadie no se le cuestiona su heterosexualidad) una persona asexual no es más o menos asex por cómo ni con quién se relaciona ni las prácticas que tiene.

Cada persona asexual puede tener una definición individual y personal sobre lo que es ser asex para ella y esto es válido, legítimo y merece respeto, tolerancia y aceptación.

La asexualidad no es una patología ni algo que corregir, las personas asexuales no están rotas ni incompletas. Las personas asexuales no son fruto de un trauma, y en el caso de que alguien sea asex y tenga algún trauma es indispensable recordar que las sexualidades a las cuales les atraviesa algún trauma son igual de válidas y merecen autodescubrirse libres de estigmas.

Existen personas hetero traumatizadas y no se cuestiona e invalida su orientación sexual a raíz de eso ni se plantea jamás que la heterosexualidad sea algo a corregir o modificar (en terapia ni en ningún lado). La asexualidad u otras orientaciones disidentes merecen la misma comprensión y apoyo en estas situaciones que las personas asexuales (y es responsabilidad por parte de las personas que nos dedicamos al ámbito sanitario garantizar estos derechos).

Las personas asexuales merecen no ser cuestionadas, que se las escuche y acompañe y que sean aceptadas igual que el resto de las identidades afectivo-sexuales. La asexualidad merece ser reconocida dentro de la diversidad humana como cualquier otra orientación: necesaria, válida, libre y digna de que se le garanticen los mismos derechos, celebración y visibilidad, desde el equipo de Quiero Psicología, estaremos encantadas de ayudarte y acompañarte.

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La isla de las tentaciones ¿o la isla de «todo mal»?

Hace unas semanas, comenzó la quinta temporada de la Isla de las tentaciones. Como ya sabréis este programa consiste en llevar a cinco parejas a un entorno paradisiaco para que pongan a prueba su relación. Las chicas son enviadas a una villa, donde convivirán con varios pretendientes y tendrán citas, fiestas y mucho alcohol. Y los chicos, más de lo mismo. El problema es que nos sentamos en el sofá a ver un programa en el que hay muchas cosas mal, empezando por la heteronorma y terminando por la reproducción del amor romántico.

Después de cinco temporadas, a nadie se le ha ocurrido llevar parejas diversas, la gran mayoría de las personas que participan en el reality (por no decir todas) son personas cis heteros, blancas, sin ningún tipo de discapacidad y con cuerpos irreales. Que por una parte hasta te alegras de que no hayan metido a una persona gay con todos los clichés del mundo, para parecer inclusivos.

Con respecto a los cuerpos de estas personas, poco o nada se parecen a los que tenemos nosotras o vemos por la calle. Ni un pelo donde no tiene que haberlo, ni un ápice de grasa, ni flacidez, celulitis, cicatrices, ojeras, granos, canas, ni un pie más grande que otro, pechos y/o culos operados y chicos que se ponen a hacer flexiones a las 2 de la tarde al sol en la república dominicana. No podemos hablar de la relación que tienen con la comida porque prácticamente no se ve (quiero pensar que es porque durante las comidas no pasa nada interesante a nivel de salseo).

¿Cómo te afecta esta cultura en tu pareja?

Las frases de “si no estas celoso es porque no me quieres”, “Quiero verla bien, pero que tampoco demasiado bien”, “si lo pasa mal es porque me quiere” entre otras muchas, es lo más escuchado en ambas villas. Seguimos escuchando y reproduciendo los peligrosos mitos del amor romántico y al parecer, ninguna de las treinta personas que hay en la isla, se escandaliza.

Porque lo peor que puede hacer tu pareja es ponerte los cuernos, la luz de gas, la manipulación, las mentiras, la falta de comunicación, el control, la desconfianza y las faltas de respeto, no nos indignan tanto. Parece que el único modelo relacional que está bien visto es la monogamia, (y con esto no queremos decir que todo el mundo tenga que practicar el poliamor o las relaciones abiertas) y como consecuencia, la mayor muestra de amor es la exclusividad sexual.

Este tipo de programas pueden ser perjudiciales, sobre todo para les más jóvenes porque pueden sacar conclusiones equivocadas. Como por ejemplo que las personas con cuerpos no normativos, racializadas, neurodivergentes, discapacitadas, queer, y un largo etcétera, no suponemos una tentación para nadie y que por lo tanto no tenemos derecho a relacionarnos sexo afectivamente. O que, si no controlamos, no estamos celosas, no manipulamos o mentimos, ejercemos violencia de algún tipo, o nos sentimos atraídas por alguien más, dudamos, nos cuestionamos la relación, ponemos límites y los respetamos es porque no queremos a nuestras parejas, y nada más lejos de la realidad.

Si te encuentras en situaciones similares, estaremos encantadas de acompañarte y ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.

Sexualidad

¿Cuándo y cómo quiero tener sexo?

La visibilización de relaciones no normativas y de una sexualidad liberal han hecho que el aspecto físico de una relación tome protagonismo hoy en día. Esto es algo maravilloso, pero también pone el foco en un área con la que algunas personas no se sienten a gusto. Esto se potencia si te encuentras en la situación de estar iniciando una relación o conociendo a personas de forma activa: La presión de ser abierto o liberal, las ganas de complacer a tu pareja, la ansiedad o miedo que pueda crearte la idea de “perder” a esa persona, o el sentimiento de querer compensar inseguridades que puedas tener sobre ti mismo, hacen que puedas sentirte empujado a realizar actividades sexuales con las que no te sientes demasiado cómodo.

Las relaciones sexuales permiten establecer una conexión con uno mismo y/o con otra persona, explorar nuestra intimidad y disfrutar de nuestro cuerpo, así como el de la otra persona. Pueden ser una actividad muy placentera y bastante reveladora: El sexo nos puede hacer producir grandes cantidades de hormonas, como dopamina, noradrenalina, serotonina y oxitocina, que actúan sobre los sistemas del cerebro relacionados con el placer, la excitación, la sensación de bienestar, incrementando la complicidad, afecto y confianza con la pareja. Sin embargo, no todas las personas o las relaciones sexuales son igual: es importante que tengamos en cuenta las emociones que sentimos de cara a esa intimidad, ya sea antes, durante o después.

Desde aquí, te daremos unas recomendaciones para poder evitar que la situación se complique.

1. Escanea tu cuerpo para observar si tienes algún tipo de emoción o sensación física que pueda ser desagradable al pensar en tener intimidad con una persona.

2. Si estas sensaciones son muy intensas, intenta gestionarlas antes de decidirte a hacer nada con nadie. Puedes probar a verbalizarlo y compartirlo con alguna persona de confianza. Es probable que lo que estés sintiendo sea algo que los demás hayan podido experimentar o que al menos puedan empatizar. También puedes aprender a gestionarlo con un profesional.

3. Si no estás preparado para hacer nada, comunícalo a la persona con la que estás pensando tener intimidad. Ya sea establecer tu límite o compartir lo que sea que estés sintiendo, puede ser útil para que la otra persona te entienda y un alivio para ti. Tienes derecho a sentirte cómo te sientes, no es algo de lo que avergonzarse, ni algo que tengas que ocultar. Pero puedes compartirlo, si así lo deseas o si sientes que tienes suficiente confianza con esa persona, o vas a sentirte respetada por ella. Si esa persona no buscar entenderte o respeta tus límites, entonces tal vez no es la persona con la que quieras tener intimidad (si no te respeta antes, es muy probable que no lo haga durante).

4. Si sigues teniendo algunas dudas, puedes establecer una lista de conductas o hablar de forma más informal con esa persona sobre las actividades que te gustan o que te disgustan, así como aspectos más globales (hay personas más sexuales que otras o con otro ritmos). No todos somos iguales, ni tenemos los mismos gustos, entonces es importante comunicarse (Especialmente si es una persona que estamos conociendo todavía): De hecho, es algo que es muy importante que podamos hacer antes, pero también durante el sexo, comunicar que nos gusta y cómo nos gusta. Si esto ocurre antes de las relaciones sexuales, puede ser una buena forma de excitar o iniciar los preliminares. Pero también durante, ya que se puede convertir en un juego erótico o Un momento de exploración compartido con otra persona. Recuerda que puedes parar y cambiar de opinión EN CUALQUIER MOMENTO.

5. Otro aspecto a vigilar es que las relaciones sexuales sean la única forma en la que te sientas seguro en tu relación con una persona: sentir la necesidad de mantenerlas, para evitar sentirte inseguro, te reduce a un cuerpo y minimiza lo que eres. Eres más que tu cuerpo, y es importante que puedas sentirte a gusto en otros aspectos de tu relación (si es lo que quieres).

Si ves que tu sexualidad te está creando malestar, estaremos encantadas de ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.

LGBTIAQ+

Algunas cosas que quiero decirte como persona LGBTIAQ+

Si estás leyendo este texto es muy posible que seas una persona del colectivo LGBTIAQ+ o bien alguien que tiene a una persona del colectivo cerca.

Si perteneces a la primera categoría este escrito es para dar voz a ciertas experiencias que puede que te resuenen: para describir lo que significa ser disidente en una sociedad que espera e incluso impone que seamos personas heterosexuales, cisgénero (que se identifican con el género asignado a sus genitales), alosexuales (que no son asexuales)… y normativas y como nos afecta en nuestros entornos sociales y familiares. Este texto es para ti y que puedas compartirlo con quien quieras cuando lo necesites.

Si no es el caso y perteneces a la segunda categoría tienes a una persona cercana a ti, sea familiar, amiga, ligue, pareja, hija, hermana, sobrino… o alguna persona en tu vida que quiere tener una conversación contigo que posiblemente no sea fácil o cómoda. Te invito a leer este texto hasta el final para iniciarla porque os merecéis estar a gusto y sentir seguridad y cercanía.

Esta persona en tu vida pertenece a alguna (o varias) de las siguientes categorías: lesbiana, gay, bisexual, trans, no-binaria, poliamorosa, asexual, intersex…

Este post en concreto no va sobre explicar que quiere decir en profundidad cada uno de estos términos, sino de que la persona que te ha enviado esto pertenece al colectivo y esto supone unas consecuencias injustas o difíciles en nuestras vidas que nos gustaría compartir contigo.

Nos gustaría decirte que recibimos rechazo o silencio cuando tratamos de ser nosotras mismas y nos cuesta hablar de nuestra vida personal porque no recibimos siempre el interés o el apoyo que necesitamos. El hecho de que no seamos lo que nuestros círculos sociales o familiares esperan de nosotras nos somete a presión para encajar o callarnos y nos hace muchísimo daño. Nos hace sentir expulsadas y rechazadas de muchos círculos. Duele no poder ser nosotras mismas. Duele no poder compartir nuestras experiencias. Duele que nos intenten forzar a ser algo que no somos.

El dolor de no poder traer todo nuestro ser a comidas familiares, a conversaciones casuales, a lo más pequeño y cotidiano de nuestras vidas es demoledor. No podemos ser quienes somos plenamente.  Es injusto. Es frustrante. Es un camino solitario en el cual podemos sentirnos abandonadas o desamparadas. Y no nos lo merecemos.

Merecemos cariño, cuidados, apoyo e interés en nuestras vidas como todas las demás personas. Merecemos poder contar con quien estamos saliendo o dejamos de salir, quien nos gusta, quien nos hace daño o con quien rompemos. Merecemos hablar de quienes somos.

Nos merecemos sentirnos libres, escuchadas, deseadas, celebradas. Merecemos una vida rica, colorida, segura y llena de amor. Y justamente por esto es posible que alguien que te importa te haya pasado esto. Porque necesita recibir esto de ti también.

Necesitamos conversaciones incómodas y difíciles que hagan que nos sintamos escuchadas y comprendidas.

Necesitamos sentirnos en casa con la gente de nuestro entorno y para ello necesitamos que iniciéis conversaciones para las cuales no estéis preparadas. No necesitamos que tengáis las palabras perfectas, pero necesitamos que lo intentéis.

Necesitamos que afrontéis el miedo a lo desconocido, a lo distinto, a pasar un rato incómodo. Porque le importas a la persona que te ha mandado esto y quiere que sepas como se siente.

Estás en su vida y le es importante poder compartir esto contigo. Poder sentirse segura y que le vas a escuchar y que puede ser ella misma. Que está a salvo, que no le vas a juzgar y que le vas a apoyar. Para esto es muy importante que no estés a la defensiva, porque para trabajar una relación (del tipo que sea) necesitamos poder mostrarnos vulnerables todas las partes involucradas. Para ello es importante entender que esto no es un reproche ni un ataque, es la necesidad de sentirnos escuchadas y sólo conseguiremos esa cercanía si nos cuidamos y escuchamos plenamente. ¡Para nosotras esto no es nada fácil!

Me encantaría que por favor intentes hacer esto lo mejor que puedas, que nos tengamos paciencia y nos digamos las cosas con cariño y que intentes entender quien soy. Que te informes si lo necesitas sobre mi identidad, que me preguntes con mucho cariño y mimo si tienes dudas. Pero necesito tu apoyo y comprensión.

Necesito conversaciones incómodas para poder entendernos, necesito que entiendas que la incomodidad es parte del cambio, de aprender y de conectar entre nosotras y tener una mejor relación. Necesito que me aceptes tal y como soy.

Necesito que me preguntes sobre mí y sobre mi vida para poder mostrarme ante ti tal y como soy plenamente, sin recortar las partes de mí que no entiendes. Necesito no tener que censurarme y que aceptes todas las partes de mi ser, especialmente aquellas que no comprendes del todo para poder sentirme cuidada. Necesito que me entiendas, cuides y quieras justo ahí donde menos me entiendes, necesito que busques comprenderme para poder ser quien soy.  Te garantizo que esto va a hacer que sea más fácil y fluido poder hablar entre nosotras y va a mejorar como nos hablamos y cuidamos.

Si lo haces te lo agradeceré y estoy segura de que tú también te alegrarás de haberlo hecho.

Si te encuentras en situaciones similares, estaremos encantados en ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.

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Fertilidad: creencias y emociones asociadas

Tener hijos parece ser uno de los hitos vitales más normalizados e instaurados socialmente, especialmente si resulta que tienes un aparato sexual femenino. Sea una meta internalizada o un deseo que se tiene, muchas personas tienen dificultades en cada paso del proceso; desde la decisión, pasando por la concepción y hasta la crianza de los hijos. Uno de los momentos que suelen crear más emociones desagradables como son la ansiedad, la frustración o la tristeza es la concepción. Este momento que implica una gran inversión física y psicológica está plagado de muchas creencias erróneas que suponen un gran impacto emocional, y que exploraremos a continuación.

“Un embarazo es fácil de conseguir”:

Esto es una creencia falsa, en la que se generaliza, simplifica e idealiza un proceso tan complejo que, literalmente, nos da la vida. Un embarazo depende de muchos factores y condiciones, y es diferente para cada persona, no podemos basarnos en tópicos y apariencias muy edulcoradas en las redes sociales y círculos cercanos. Cuando una persona quiere tener hijos biológicos, parece evidente que los demás lo consiguen con facilidad y uno mismo, no.

No olvidemos el poder de dos fenómenos psicológicos: la atención selectiva, es decir la capacidad para centrar nuestra atención en un estímulo especifico y “dejar fuera” los demás (por ejemplo, si buscamos un embarazo, ya solo vemos personas embarazadas por todas partes); y el sesgo de confirmación, que es un prejuicio de pensamiento, mediante el cual se busca información que confirma lo que pensamos (por ejemplo, “los demás lo consiguen antes que yo” porque me fijo solo en las personas que tienen embarazos avanzados – sin saber cuántas personas podrían estar en el proceso o en un embarazo muy temprano).

“No puedo hablarlo con nadie”:

A lo anterior, se le añade que no es sencillo abrirse ante los demás sobre el proceso de fecundación, y muchas veces, después de conseguir el embarazo, muchas personas prefieren dejar atrás el doloroso proceso.

Por ello, se suele desconocer el número real de personas que tienen dificultades con la fecundación, pero cada vez más personas recurren a tratamientos de reproducción asistida como Fecundación in Vitro, ovodonación, etc. Es muy positivo tener apoyo psicológico durante el proceso y contar con un grupo de apoyo que pueda estar pasando o haya pasado por una situación similar. 

También es importante poner límites: si no quieres que te pregunten, quieres compartir el proceso solo con unas personas que elijas, estás en tu pleno derecho.

“Cuando me relaje/menos lo espere, me quedaré embarazada”:

Es cierto que un nivel de estrés muy elevado puede influir en la ovulación por un desajuste hormonal, pero este tipo de frases aumentan la sensación de culpa o responsabilidad, siendo el estrés una emoción ocasionalmente inevitable. Es bueno continuar con nuestros hábitos y otras metas que tengamos para mantener nuestro estado de ánimo y tranquilidad: podemos cuidarnos a nosotros y nuestras relaciones, favorecer el proceso con una buena alimentación y ejercicio, etc., pero no podemos paralizar toda nuestra vida, ya que eso ejerce mucha más presión y estrés, de no ser tan fácil como esperábamos.

“Yo soy el problema”:

La frustración en un proceso de fecundación suele llevar a sentimientos de inseguridad y culpa, especialmente en la persona que pretende embarazarse. Es un proceso que ya hemos descrito como sensible y muy complejo.

La realidad es que, en casos de infertilidad, se achacan el 40% de los casos al factor masculino, otro 40% al factor femenino, un 10% de casos se debe a factores combinados de ambos y el 10% restante a causas desconocidas. No podemos negar la realidad biológica en la que la reserva ovárica se reduce a partir de los 35 años, pero las condiciones de los espermatozoides también pueden verse afectados.

No se trata de buscar responsables, sino de poder explorar causas para elegir el método más efectivo para lo que esté sucediendo.

Una consulta a un especialista, donde se puedan explorar todos los factores, es esencial cuando las dificultades se estén dando, para poder también romper mitos como “cuantas más relaciones sexuales mejor” o “esta postura asegura el embarazo”. Se recomienda que esa consulta pueda hacerse después de un período de 6 meses o un año de intentos, según la edad de la mujer.

Si te encuentras con dificultades, antes, durante o después de este proceso, en Quiero Psicología, estaremos encantadas de acompañarte y apoyarte con las herramientas que necesites.

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¿Qué es la cultura de la violación?

Puede que muchxs de nosotrxs pensemos que en nuestro país ya se ha conseguido la igualdad total entre hombres y mujeres o que estemos muy cerca de conseguirla, de hecho, España es el sexto país con mayores índices de igualdad entre hombres y mujeres de la unión europea. Sin embargo, cada año crecen de forma significativa las denuncias por delitos contra la libertad sexual.

Actualmente se denuncian seis violaciones al día, es decir, una cada cuatro horas. Pero ¿cómo es posible que estemos avanzando tanto en igualdad y que al mismo tiempo haya cada vez mas denuncias por delitos sexuales?

Por una parte, hay que tener en cuenta que cada vez denunciamos más, puesto que estamos mucho más concienciadas al respecto, no obstante, no denunciamos porque sí, si hay denuncias es porque hay violencia.

Por otra parte, ha habido una incidencia en este tipo de delitos porque según afirman lxs expertxs, algunos han visto peligrar sus privilegios y continuar ejerciendo este tipo de violencia es una forma de seguir posicionando a las mujeres en una situación de subordinación.

Además, partidos políticos con gran representación parlamentaria han negado en reiteradas ocasiones la violencia de género.  Hace menos de un año se intentó tumbar la ley “sólo sí es sí” por considerarla “innecesaria”, “una caza de brujas” y por asegurar que criminaliza a los hombres, además de ridiculizar que se ponga en el centro el consentimiento.

Este tipo de discursos tan habituales, sostienen la cultura de la violación.

¿Qué es entonces la cultura de la violación?

La cultura de la violación es un término utilizado para referirse a sociedades que normalizan la violencia sexual, al ignorarla, minimizarla o fomentarla con actitudes misóginas. Básicamente consiste en normalizar cualquier tipo de violencia sexual al considerarlo algo cotidiano, negar la gravedad o el daño, culpar a la víctima o partir de una concepción estereotipada de lo que es una agresión sexual o de cómo es un violador. Es decir, solo se consideran violaciones las que se llevan a cabo bajo coacciones y agresividad y los violadores son enfermos mentales y/o psicópatas.

Lo que no encaja dentro de eso no se considera una violación y muchos abusadores tampoco se perciben como tal porque son personas adaptadas y con un buen circulo social que los respalda, además lejos de considerarse abusadores, son calificados por gran parte de la sociedad como “machotes”.

Sin ir más lejos, hace unos días, uno de los streamers más seguidos de España, llamó “trucazo” al hecho de ir a las discotecas sin consumir ningún tipo de sustancia y “llevarse a pibas que sí estaban colocadas”, además al colega protagonista de tal hazaña lo denominó “crack, fuera de serie y un puto pro».

Mientras que al hombre se le alaba por cometerun acto cuanto menos cuestionable, las mujeres tienen que escuchar este tipo de frases:

Normal que te digan cosas, mira cómo vas vestida.

Es que bebes mucho, no tienes cuidado.

No dijiste que no.

Dices que no, pero en el fondo quieres tema.

¿Cómo quieres que te respeten si no te respetas a ti misma?

¿Dónde ibas tus sola a esas horas por la calle?

Si no querías follar, ¿para qué fuiste a su casa?

¿Quién te va a violar a ti con lo fea/gorda que eres?

Voy a invitarla a una copa, a ver si ‘cae’.

A ‘esta’ la emborracho y me la ligo.

Normal, si es que vas provocando.

En definitiva, aun queda mucho por hacer, empezando por no repetir este tipo de discursos ya que hacen apología de la violación. Y si tú dices o has dicho este tipo de frases te invitamos desde aquí a que te lo pienses.

Si te has sentido identificadx con este post por haberte sentido cuestionada, en Quiero psicología podemos ayudarte.