género

¿Cómo nos afectan los mandatos de género en nuestra personalidad y en nuestro día a día?

En nuestra sociedad, desde el momento en que nacemos y se nos asigna un género, empezamos a recibir mensajes —explícitos e implícitos— sobre cómo “deberíamos ser”. Estos mensajes son lo que conocemos como mandatos de género: normas culturales que dictan cómo debe comportarse una persona según el género que se le asignó al nacer.

Aunque muchas veces parecen “naturales” o “inofensivos”, tienen un fuerte impacto en nuestra personalidad, en nuestras decisiones y en la manera en que nos relacionamos con el mundo.

¿Qué son los mandatos de género?

Son expectativas sociales que nos dicen qué es lo correcto o lo esperado para hombres y mujeres. Están tan normalizados que muchas veces ni los cuestionamos: frases como “los niños no lloran” o “una niña debe ser delicada” muestran cómo desde la infancia se nos coloca en moldes rígidos. Estos mandatos pueden generar culpa, frustración, inseguridad y también hacernos sentir que no encajamos, especialmente dentro del colectivo LGTB+, donde las identidades y expresiones de género se viven de manera más diversa y libre.

Si te asignaron el género mujer

Los mandatos de género suelen girar en torno a:

  • El cuidado: se espera que seas atenta, maternal, responsable del bienestar de los demás.
  • La apariencia: se te empuja a estar siempre “arreglada”, a cumplir con un ideal de belleza.
  • La docilidad: se valora que seas complaciente, sumisa, amable y que evites el conflicto.
  • El amor romántico: se transmite la idea de que tu valor está en encontrar pareja (preferiblemente heterosexual) y formar una familia.

Si te asignaron el género hombre

Los mandatos suelen centrarse en:

  • La fortaleza: no mostrar vulnerabilidad ni expresar emociones como la tristeza o el miedo.
  • El éxito: se espera que seas proveedor, competitivo y que tu valía se mida en logros económicos o laborales.
  • La heterosexualidad obligatoria: se ridiculiza cualquier comportamiento asociado a lo “femenino” y se sanciona la diversidad sexual.
  • La independencia: se valora no pedir ayuda y mostrarse siempre autosuficiente.

¿Cómo nos atraviesan en el día a día?

Los mandatos de género influyen en la forma en que nos expresamos (ropa, gestos, voz), las decisiones vitales (qué estudiar, con quién relacionarnos, si queremos o no tener hijos), nuestra salud mental (culpa, ansiedad, depresión, sensación de no ser suficientes) y nuestras relaciones (aprendemos roles desiguales en la pareja, la familia y el trabajo).

Los mandatos de género influyen directamente en la salud mental porque nos obligan a ajustarnos a expectativas rígidas, aunque no coincidan con lo que realmente sentimos o necesitamos.

Esa tensión entre lo que somos y lo que “deberíamos ser” puede generar mucho malestar. Los principales impactos suelen ser:

  • Generación de culpa y autoexigencia: cuando no cumplimos con lo esperado —ser “buena madre”, “exitosa”, “fuerte”, “femenina”, “masculino de verdad”— aparece la sensación de culpa o fracaso. Esa autoexigencia permanente puede derivar en ansiedad, estrés crónico o depresión.
    • Represión emocional: a los hombres se les dice que no deben llorar o mostrar vulnerabilidad. Esto puede llevar a reprimir emociones, dificultar pedir ayuda y aumentar el riesgo de problemas como depresión o abuso de sustancias. A las mujeres se les exige ser complacientes y evitar el enfado, lo que puede provocar dificultades para poner límites y sensación de impotencia.
    • Baja autoestima e inseguridad: los mandatos generan una comparación constante con ideales inalcanzables: la belleza perfecta, el éxito laboral, la fuerza inquebrantable. No poder alcanzar esas expectativas hace que muchas personas duden de su valor y se sientan “insuficientes”.
    • Violencia interiorizada: el mensaje de que algo está “mal” en nosotras/os si no encajamos, especialmente en personas LGTB+, puede derivar en homofobia o transfobia interiorizada. Esto afecta la autoaceptación y puede aumentar el riesgo de aislamiento y sufrimiento psíquico.
    • Impacto en las relaciones: los roles de género aprendidos generan dinámicas de desigualdad: mujeres sobrecargadas con tareas de cuidado, hombres con dificultades para vincularse emocionalmente…
    • Dificultad para el autocuidad: si se espera que una mujer siempre cuide a los demás o que un hombre nunca muestre debilidad, es común que se descuide el autocuidado físico y emocional, aumentando el riesgo de burnout y problemas de salud mental.
    • Riesgo de problemas graves: cuando la presión es muy intensa y no se encuentran apoyos, los mandatos de género pueden estar en la base de trastornos de ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, consumo de sustancias e incluso ideación suicida.

Los mandatos de género afectan con especial fuerza a las personas no binarias porque nuestra sociedad está organizada bajo una lógica binaria (hombre/mujer) que no contempla identidades fuera de esas categorías. Esto genera una serie de impactos en la salud mental, la autoestima y la vida cotidiana como invisibilidad y falta de reconocimiento, presión por encajar en roles tradicionales, agresiones y discriminación

No solo limitan la libertad de expresión e identidad, sino que también son un factor de riesgo para la salud mental. Identificarlos y cuestionarlos es un paso fundamental para vivir con mayor bienestar, autenticidad y equilibrio.

Cuestionar estos mandatos es un proceso complejo de autoconocimiento y empoderamiento. Reconocer que no tenemos que encajar en estereotipos nos permite

conectar con lo que realmente somos y queremos. En espacios seguros, se puede acompañar este proceso para:

  • Explorar cómo los mandatos han influido en tu vida.
  • Construir una identidad más auténtica.
  • Desarrollar herramientas para poner límites y relacionarte de forma sana.
  • Fomentar el autocuidado sin culpa.

Los mandatos de género no son reglas universales: son construcciones sociales que podemos cuestionar y transformar. Cuanto más conscientes seamos de ellos, más capacidad tendremos para decidir cómo queremos vivir nuestra identidad y nuestras relaciones, desde la libertad y el respeto a la diversidad.

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La tiranía del cuerpo perfecto: autoestima corporal, mujeres, disidencias y redes sociales en verano

Llega el verano y con él el calor, las vacaciones… y la presión estética. Para muchas mujeres y personas disidentes, esta época no solo supone un cambio de ropa, sino también una mayor exposición al juicio externo. En redes sociales, en la calle, en la playa: los cuerpos son observados, comentados y comparados.

Y mientras se nos vende libertad, en realidad se nos impone un estándar corporal tan estrecho como asfixiante.

¿Por qué el verano golpea más fuerte?

El verano nos expone. La ropa se acorta, los cuerpos se muestran y las redes se llenan de imágenes que repiten un mismo ideal: delgadez, piel perfecta, cuerpos depilados, vientres planos, músculos tonificados… Este bombardeo afecta especialmente a mujeres, personas trans, gordas, racializadas, neurodivergentes o con discapacidades.

La presión no es solo estética: también es política, social y emocional.

¿Qué tiene que ver la autoestima corporal?

La autoestima corporal no es “quererme mucho todos los días”. Es construir una relación de respeto con el cuerpo, incluso cuando no encaja en lo que el mundo celebra. Para muchas mujeres y disidencias, esa relación se ve dañada por años de mensajes que asocian el valor personal con la apariencia física.

En verano, esto se intensifica: aparece la comparación, el rechazo, el intento de ocultarse o cambiar a contrarreloj. Pero podemos trabajar para desactivar esa tiranía.

Claves prácticas para resistir la presión estética este verano

  • Cuestiona el ideal, no tu cuerpo

El problema no está en tu cuerpo, sino en el modelo que lo invalida.

Pregúntate:

 “¿A quién beneficia que me sienta mal con mi cuerpo?”

Las industrias de las dietas, la moda, las operaciones estéticas o los filtros vive de tu inseguridad. Empieza por hacer consciente ese sistema.

  • Haz limpieza de redes

    Dedica 15 minutos a revisar a quién sigues. Si hay cuentas que te hacen sentir menos, culpa o vergüenza: silencia o deja de seguir.

    Sigue perfiles que muestren cuerpos diversos, mensajes feministas o enfoques de salud desde el autocuidado y la inclusión.

    • Vístete para el placer, no para encajar

    ¿Te incomoda usar ciertas prendas? No te obligues, pero tampoco renuncies si lo que te frena es el miedo al juicio.

    Tarea: haz el ejercicio de ponerte esa ropa en casa, frente al espejo, y conecta con cómo se siente en tu cuerpo más allá de cómo se ve.

    • Redefine el autocuidado

    El autocuidado no es “mejorar mi cuerpo para el verano”, sino tratarlo con respeto: dormir, alimentarte con cariño, descansar, moverte de forma placentera, poner límites.

    Pregúntate cada día: “¿Qué necesita hoy mi cuerpo para sentirse bien?”

    • Practica el diálogo compasivo

    En lugar de criticar tu reflejo, habla como lo harías a una persona que quieres.

     “Hoy no me siento bien en mi piel… pero mi cuerpo no tiene la culpa.”

    Hazlo en voz alta si puedes. La autocompasión es una habilidad entrenable y poderosa.

    • Reúnete con cuerpos reales

    Rodéate de personas que no se reduzcan a su apariencia. Habla del tema, comparte inseguridades, desactiva el tabú.

    La vergüenza se alimenta del silencio. En comunidad se diluye.

    Cuerpo libre, cuerpo presente

    No necesitas un “cuerpo de verano”. Ya lo tienes. Cada cuerpo que habita este mundo merece respeto, espacio y placer, sin condiciones.

    Este verano, en lugar de cambiar tu cuerpo, cambia el marco: deja de pensar que debes encajar, y empieza a preguntarte cómo cuidarte sin violencia estética.

    Si tu insatisfacción corporal te limita en tu día a día, en Quiero Psicología podemos ayudarte.

    bullying-por-homofobia

    Bullying por homofobia

    El bullying por homofobia es una experiencia profundamente dañina que deja cicatrices emocionales a largo plazo. No se trata solo de burlas o agresiones físicas; es una forma de violencia sostenida que ataca la identidad misma de la persona, afectando su autoestima y autoimagen incluso en la adultez.

    ¿Por qué es un trauma complejo?

    Hablamos de trauma complejo cuando una persona sufre abuso o violencia de manera continuada, especialmente en etapas de desarrollo como la infancia y adolescencia. En el caso del bullying por homofobia, el daño es muy profundo porque:

    • Ataca la identidad: No es solo rechazo por una acción o característica, sino por el ser mismo de la persona.
    • Aísla y silencia: Muchas víctimas sienten que no pueden pedir ayuda por miedo al juicio social o familiar.
    • Refuerza la vergüenza y el miedo: La violencia sistemática hace que la persona internalice mensajes negativos sobre su orientación sexual.

    Impacto en la autoestima y autoimagen en la adultez

    Las heridas emocionales del bullying por homofobia pueden manifestarse de diversas formas en la adultez, incluyendo:

    • Autoconcepto deteriorado: La persona puede desarrollar una percepción negativa de sí misma, sintiéndose inadecuada o defectuosa.
    • Miedo al rechazo: Puede haber dificultades para establecer relaciones afectivas por temor a ser lastimadx nuevamente.
    • Hipervigilancia y ansiedad: La constante exposición a la violencia en la infancia puede generar inseguridad y miedo en entornos sociales.
    • Autocensura o disociación: Algunas personas reprimen aspectos de su identidad para evitar confrontaciones, lo que puede generar depresión y falta de autenticidad.

    Sanar es posible

    El primer paso para sanar es reconocer que el dolor no es culpa de quien lo sufrió. La terapia psicológica, el apoyo de comunidades LGBTQ+ y la construcción de espacios seguros pueden ayudar a reconstruir la autoestima y vivir con autenticidad.

    El bullying por homofobia es una herida profunda, pero, con el tiempo, acompañamiento y resiliencia, es posible recuperar la confianza y el amor propio. Nadie debería sentir vergüenza por ser quien es. 

    familia-tóxica

    La falsa imagen de la «familia feliz»

    En muchas culturas, la familia es retratada como un núcleo de amor incondicional y apoyo mutuo. Sin embargo, para millones de personas, esta idealización contrasta con una realidad marcada por conflictos, críticas, manipulación o incluso abuso. La presión social para mantener la apariencia de una familia «feliz» puede hacer que las personas minimicen su sufrimiento y, lo que es peor, se sientan culpables por tener pensamientos negativos hacia sus propios familiares.

    Familias tóxicas: Características comunes

    Aunque cada familia tiene dinámicas únicas, hay ciertos patrones de comportamiento que suelen caracterizar a las familias tóxicas:

    1. Control excesivo: Se ignoran los límites individuales, y las decisiones importantes se toman sin consultar al miembro afectado.
    2. Manipulación emocional: Los miembros utilizan la culpa, el chantaje emocional o la victimización para obtener lo que desean.
    3. Críticas constantes y desprecio: Minimizar logros, hacer comentarios hirientes o descalificar las emociones de los demás.
    4. Abusos: El maltrato, del tipo que sea, es una forma clara de toxicidad.
    5. Rivalidades y favoritismo: Comparar a los hijos entre sí o fomentar rivalidades que fragmentan la unidad familiar.
    6. Negación de los problemas: Las dinámicas tóxicas suelen justificarse o ignorarse, lo que perpetúa el daño.

    Impacto psicológico de las familias tóxicas

    Vivir en un entorno familiar tóxico puede tener efectos duraderos en la salud mental y emocional.

    Baja autoestima: Las críticas constantes y la falta de validación emocional pueden hacer que las personas se sientan inadecuadas.

    Ansiedad y depresión: La toxicidad familiar puede generar un estrés crónico que afecta la salud mental.

    Dificultades en las relaciones futuras: Las dinámicas familiares disfuncionales suelen influir en cómo las personas establecen y mantienen relaciones con amigos, parejas o compañeros.

    Sentimiento de culpa: La presión cultural y familiar puede hacer que las personas se sientan responsables por los conflictos, incluso cuando no lo son.

    Cómo gestionar la toxicidad familiar

    Reconocer que una familia es tóxica puede ser difícil, pero es el primer paso hacia el cambio.

    Reconocer y Aceptar la Realidad

       El primer paso es admitir que la familia tiene patrones tóxicos. Identificar los comportamientos problemáticos, como críticas destructivas o manipulación emocional.

      Reconocer cómo estos patrones afectan tu bienestar físico y emocional y entender que admitir la toxicidad no significa que no quieras a tu familia, sino que estás priorizando tu salud mental.

      • Gestionar la Culpa

      Reformula la narrativa: Cambia el enfoque de «Estoy traicionando a mi familia» a «Estoy cuidando de mí mismo» y valida tus emociones.

      • Establecer Límites Claros

      Definir qué comportamientos no estás dispuesto a tolerar, como críticas constantes o invasión de privacidad y comunicarlos de manera asertiva pero respetuosa.

      • Evaluar la Necesidad de Distancia

      En algunos casos, mantener distancia física o emocional de ciertos miembros de la familia puede ser necesario. Esto no significa necesariamente cortar lazos para siempre, sino crear espacio para cuidarte. Comunica tu decisión con claridad y calma y prioriza tu bienestar sin sentir la necesidad de justificarte.

      • Construir una Familia Elegida

      Independientemente de que la familia biológica no cumpla un rol de apoyo no, es beneficioso construir relaciones significativas con amigos, colegas o comunidades que compartan tus valores. Estas «familias elegidas» pueden proporcionar el amor y la estabilidad que necesitas.

      • Buscar Apoyo Terapéutico

      En algunos casos, además de todo lo anterior también sería necesario pedir ayuda profesional. En Quiero Psicología podemos ayudarte a procesar las emociones difíciles, como la culpa, la ira y el duelo, identificar patrones familiares dañinos y ver cómo te afectan en tu día a día y finalmente desarrollar habilidades para establecer límites y tomar decisiones alineadas con tus valores.

      abuso-sexual-infantil

      ¿Por qué se oculta el abuso sexual infantil (ASI)?

      El abuso sexual infantil (ASI) es una de las experiencias más devastadoras que un ser humano puede enfrentar, especialmente durante las etapas más vulnerables de su desarrollo. Este acto traumático deja profundas cicatrices psicológicas, emocionales y sociales que pueden acompañar a la persona a lo largo de su vida.

      ¿Por qué se oculta?

      El ASI se oculta con frecuencia por una combinación de factores psicológicos, sociales y culturales que perpetúan el silencio. Entender por qué ocurre es fundamental para romper el ciclo de abuso y proteger a las víctimas.

      Temor y amenazas por parte del perpetrador

      Muchos abusadores utilizan amenazas o manipulación emocional para garantizar el silencio de la víctima. Estas amenazas pueden incluir: daño físico o emocional a la víctima o a sus seres queridos; advertencias de que nadie les creerá si hablan; aislamiento emocional haciendo que la víctima sienta que no tiene a quién acudir.

      Vergüenza y culpa de la víctima

      Las víctimas de ASI, especialmente lxs niñxs, suelen sentirse responsables del abuso, aunque no lo sean. Esta culpa se origina porque los perpetradores pueden manipularlos para que crean que ellxs provocaron la situación, o porque lxs niñxs no entienden la dinámica de poder involucrada. Además, la vergüenza asociada a un tema tan íntimo hace que muchas víctimas prefieran callar antes que enfrentar la posible humillación.

      Normalización o confusión

      En algunos casos, el abuso ocurre en un contexto en el que la víctima no entiende que lo que está ocurriendo es incorrecto. Esto es especialmente común cuando el abuso comienza a edades tempranas o si el abusador es alguien en quien confían profundamente. Las víctimas pueden confundir el abuso con expresiones de afecto, lo que dificulta que lo denuncien.

      Factores culturales y sociales

      En muchas sociedades, hablar abiertamente sobre temas relacionados con la sexualidad sigue siendo un tabú, lo que dificulta que las víctimas encuentren un espacio para expresarse. Las víctimas temen ser juzgadas, etiquetadas o discriminadas si revelan el abuso.

      Dinámicas familiares

      Cuando el abuso ocurre dentro del entorno familiar, el silencio es más común debido a:

      • Protección del abusador: otrxs miembros de la familia pueden minimizar o encubrir el abuso para evitar conflictos o proteger la «reputación» de la familia.
      • Dependencia económica o emocional: si el abusador es un sostén económico o emocional importante, algunxs miembros de la familia pueden preferir ignorar el abuso.
      • Miedo a desintegrar la familia: las víctimas temen que al hablar provoquen rupturas familiares irreparables.
      • Falta de confianza en las autoridades.

      En muchos casos, las víctimas no denuncian el abuso porque no confían en que las autoridades tomarán medidas efectivas o porque temen represalias. Esto puede deberse a experiencias previas de impunidad en casos similares; temor a procesos legales largos y re-traumatizantes; inexistencia de un sistema de apoyo para proteger a las víctimas;

      Internalización del silencio por parte de la sociedad

      La sociedad misma, al no fomentar un entorno seguro y abierto para hablar sobre el abuso, refuerza la cultura del silencio. Frases como «no hables de eso» o el escepticismo hacia las denuncias crean barreras adicionales para que las víctimas se expresen.

      Desconocimiento infantil

      En el caso de lxs niñxs, muchas veces no tienen el lenguaje o la comprensión necesarios para describir lo que les ha sucedido. Pueden sentir que algo está mal, pero no saben cómo explicarlo o a quién acudir.

      ¿Cómo romper el silencio?

      Para combatir este silencio es necesario:

      • Promover la educación sexual desde temprana edad: enseñar a lxs niñxs a identificar comportamientos inapropiados y a buscar ayuda.
      • Crear redes de apoyo confiables: garantizar que las víctimas tengan acceso a espacios seguros para hablar sin temor a ser juzgadas.
      • Capacitar a lxs adultos: padres, madres, profesorxs y profesionales deben aprender a detectar señales de abuso y responder de manera adecuada.
      • Desafiar los tabúes sociales: hablar abiertamente sobre el ASI y sus consecuencias ayuda a desestigmatizar el tema.

      El silencio es una de las mayores armas del abuso sexual infantil. Romperlo requiere valentía de las víctimas pero también un esfuerzo colectivo de la sociedad para crear un entorno donde el apoyo y la justicia sean accesibles para todos.

      Y si por fin, tú o tu ser querido ha podido romper este tabú y ha podido contar lo que ha sufrido, desde Quiero Psicología podemos ayudarlo.

      narcisista-amor

      ¿Por qué los narcisistas resultan atractivos?

      1. La seguridad excesiva como atracción inicial: Las personas con rasgos narcisistas suelen proyectar una imagen de extrema seguridad en sí mismas. Este tipo de autoconfianza es percibido por muchos como un indicador de éxito, atractivo y estabilidad emocional, características que, en un principio, resultan deseables en una pareja. Sin embargo, esta seguridad suele ser superficial y, a menudo, enmascara una profunda necesidad de validación externa y una autoestima frágil que depende de la atención de los demás.

      2. Idealización rápida, la fase de «luna de miel»: El narcisista suele iniciar la relación idealizando a la otra persona. Esta fase es conocida como «love bombing», y en ella el narcisista dedica atención constante, elogios y afecto, haciéndole creer a su pareja que ha encontrado a alguien único e ideal. Este comportamiento intenso y apasionado puede ser interpretado como amor genuino, cuando en realidad es una estrategia para crear un fuerte apego emocional y una dependencia afectiva.

      3. La capacidad para «leer» las necesidades de la otra persona: El narcisista tiene un talento especial para detectar las inseguridades y necesidades emocionales de su pareja. Esta habilidad les permite adaptarse y mostrarse como la «respuesta perfecta» a esos deseos o carencias, creando una ilusión de compatibilidad que suele ser temporal. Con el tiempo, la persona narcisista tiende a revelar un interés casi exclusivo en satisfacer sus propias necesidades y expectativas.

      4. La dinámica de refuerzos intermitentes: Una de las tácticas más comunes en los narcisistas es el uso de refuerzos intermitentes, un ciclo en el que alternan entre comportamientos amorosos y momentos de rechazo o indiferencia. Este cambio impredecible genera en la pareja un estado de ansiedad e inseguridad emocional, que paradójicamente la hace más propensa a buscar el afecto del narcisista. Este ciclo genera un vínculo adictivo, donde cada «recompensa» emocional crea una sensación de alivio temporal, aumentando la dependencia y el apego emocional.

      Cómo reconocer a una persona narcisista

      Si bien todos tenemos algo de narcisismo natural, las personas con un patrón narcisista disfuncional presentan señales específicas que podemos aprender a identificar.

      1. Falta de empatía: Las personas narcisistas pueden mostrar un alto grado de interés en los problemas de los demás al principio, pero con el tiempo tienden a minimizar las emociones ajenas o a mostrarse indiferentes. Esto se debe a que carecen de una empatía genuina, y su interés inicial suele ser una estrategia para establecer control en la relación.

      2. Necesidad constante de admiración: El narcisista necesita que su pareja o círculo cercano lo admire constantemente. Si no se le da la suficiente atención o elogio, suele reaccionar con frustración, enojo o incluso desprecio, exigiendo que las miradas y el afecto se enfoquen siempre en su persona.

      3. Manipulación y gaslighting: El «gaslighting» es una forma de manipulación emocional en la que el narcisista distorsiona la realidad de la otra persona para hacerla dudar de su percepción o juicio. Pueden negar que dijeron o hicieron algo, tergiversar los hechos o proyectar sus propios errores en los demás, generando así inseguridad en su pareja y manteniendo el control emocional de la relación.

      4. Sentido de superioridad: Las personas con narcisismo disfuncional tienden a creer que son especiales y únicas. Este sentido de superioridad a menudo se manifiesta en el desprecio hacia los demás y en una actitud de arrogancia, que hace difícil construir una relación equilibrada. Buscan rodearse de personas que refuercen su percepción de superioridad, despreciando a quienes no encajan en sus estándares idealizados.

      5. Falta de responsabilidad en conflictos: El narcisista tiende a no aceptar responsabilidad en los problemas. Es común que culpe a su pareja o a circunstancias externas por los desacuerdos y desaciertos. Esta incapacidad para asumir errores es una forma de proteger su autoestima, que, aunque puede parecer alta, es en realidad frágil y dependiente de la admiración ajena.

      ¿Por qué algunas personas se sienten atraídas hacia los narcisistas?

      Existen ciertos patrones psicológicos que pueden hacer que algunas personas sean más propensas a engancharse con individuos narcisistas. Algunas de estas características incluyen:

      1. Baja autoestima: Las personas que buscan validación externa para sentirse valiosas son más vulnerables a la idealización inicial de los narcisistas y tienden a confundir la intensidad de esta fase con amor genuino.
      2. Necesidad de aprobación: La búsqueda de aceptación y aprobación puede hacer que las personas pasen por alto las señales de alerta y se esfuercen en complacer al narcisista, sin darse cuenta de que están entrando en una dinámica desequilibrada y emocionalmente dañina.
      3. Patrones de apego ansioso: Las personas con este tipo de apego tienden a preocuparse en exceso por la relación y buscan constantemente la seguridad y el afecto de su pareja. Esto las hace propensas a soportar el ciclo de refuerzos intermitentes y a volverse dependientes del narcisista.
      4. Falta de límites personales: Las personas que no tienen límites claros son más susceptibles a las manipulaciones del narcisista, ya que suelen priorizar las necesidades ajenas sobre las propias, dejando que el narcisista controle la dinámica de la relación.

      ¿Cómo protegerse de personas narcisistas y evitar relaciones tóxicas?

      La buena noticia es que es posible protegerse y evitar caer en relaciones dañinas.

      1. Desarrolla tu autoestima y autoconcepto: Al valorarte y conocerte a ti mismo, reduces la necesidad de buscar validación externa, lo que te hace menos vulnerable a la idealización y manipulación de los narcisistas.
      2. Establece límites claros: Definir y respetar tus propios límites te ayudará a evitar dinámicas de abuso emocional y te permitirá reconocer cuando alguien está tratando de manipularte o explotar tus emociones.
      3. No ignores las señales de alerta: La intuición suele ser un indicador valioso. Si notas comportamientos que te hacen sentir incómodo o manipulado, presta atención y toma medidas para protegerte emocionalmente.
      4. Fortalece tus relaciones sanas: Mantén y cultiva relaciones con personas que te aporten bienestar y que te respeten. Estas relaciones te servirán de apoyo y te ayudarán a mantener una perspectiva saludable.

      Además de todo lo anterior, se recomienda buscar apoyo profesional si ya nos hemos visto envueltas en situaciones de este tipo en el pasado. La terapia puede ayudarte a desarrollar habilidades para reconocer patrones de dependencia emocional, a reforzar tu autoestima y a tomar decisiones sanas en tus relaciones. En Quiero Psicología podemos ayudarte.

      persona-no-binaria

      Identidad(es) No Binaria(s): Más Allá de las Fronteras de Género.

      La conceptualización de identidad de género ha evolucionado significativamente en las últimas décadas y una de las identidades que ha ido ganando más visibilidad es la de las personas NB (no binarias). Esta identidad es una experiencia única y personal que desafía las categorías tradicionales de sexo-género y es complicado definirla como algo generalizable a todas las personas que se identifican con esta categoría.

      ¿Qué es ser género no binario?

      Esta identidad desafía la noción tradicional de género, que en las culturas occidentales suele ser binaria y hace una distinción clara entre lo masculino y lo femenino. Ser nb significa que una persona no se identifica como hombre o como mujer. Cada persona define, vive y expresa su identidad de una forma. Lo que tienen en común es la ruptura del binarismo hombre/mujer visibilizando la problemática que generan estas categorías. Así pues, pueden identificarse como género neutro, género fluido, agénero o cualquier otra identidad que no se ajuste a las convenciones tradicionales.

      Pronombres y expresión de Género

      En la interacción con otras personas es fundamental preguntar los pronombres. Y, de hecho, es una costumbre que deberíamos tener con todas las personas que conocemos. Independientemente de con qué se identifiquen. Preguntar los pronombres a las personas con las que nos relacionamos rompe de manera transversal con los prejuicios o estereotipos desde los cuales nos relacionamos. No debería ser algo que utilicemos única y exclusivamente con las personas nb o personas cuya expresión de género se salga de la norma. ¿Por qué? Porque precisamente no hay una única forma de ser nb. La expresión de género de las personas que se identifican como nb es diversa y no por tener una expresión de género “más congruente” con su género asignado al nacer es menos nb.

      No hay una prueba que te haga ser más o menos nb al igual que no hay una persona que sea más o menos trans por haber realizado modificaciones corporales. Por esta razón, no deberíamos reducir la cuestión de los pronombres a aquellas personas que pensamos que no encajan en las categorías hombre/mujer sino que lo ideal sería que lo hiciéramos con todas las personas.

      Algunas personas no binarias pueden preferir pronombres de género neutro como «they/them» en inglés, «elle/ellx» en español. No obstante, esto no es así para todas las personas nb. Muchas de ellas prefieren los pronombres de él o ella y estos pronombres son igual de legítimos y válidos que el pronombre neutro. Sí es cierto que el uso del lenguaje neutro lleva asociada una discriminación y nbfobia concreta por la ridiculización trasgeneracional que la sociedad ha hecho de este lenguaje.

      ¿Qué es la nbfobia?

      Es la discriminación que sufren las personas nb por el hecho de serlo. La más evidente es la falta de reconocimiento de su identidad de género. En España aún nos queda mucho trabajo de educación y visibilización para normalizar esta forma de ser y de estar en el mundo como están el resto de identidades. No obstante, la identidad no binaria sigue siendo ridiculizada, discriminada e infravalorada de manera constante por parte de la población general y las instituciones. Por otro lado, al igual que en la LGTBIQ+fobia, es constante el acoso verbal o físico así como la discriminación en el ámbito laboral, educativo y médico.

      Referentes NB o dónde informarme más

      Bibliografía

      Butler, J. (1990). Gender trouble and the subversion of identity. New York et Londres:  Routledge.

      Fausto-Sterling, A., y García Leal, A. (2006). Cuerpos sexuados: La política de género y  la construcción de la sexualidad. Barcelona: Melusina.

      Missé, M., y Coll-Planas, G. (2010). El género desordenado. Críticas en torno a la  patologización de la transexualidad. Madrid: Egales.

      soy-trans

      Despatologizando identidades que escapan de lo «normativo»(II)

      El supuesto sexo biológico

      Como ya mencionábamos en nuestro anterior artículo sobre este tema: Nacemos dentro de este marco sociocultural que va a marcar el significado de nuestras identificaciones y lo va a hacer, primariamente, en función de una atribución a un supuesto sexo biológico -adecuándonos así a la estética de la diferencia sexual- (Fausto-Sterling y García Leal, 2006). No obstante, y como bien remarca Elena Casado (1999), el sexo biológico y/o el género no son las únicas categorías que marcan las identificaciones y que establecen una jerarquía de poder: la clase social, etnia, diversidad funcional, edad, orientación sexual, etc. son también categorías que confieren identidad. 

      La distinción sexo/género supone que siempre es posible diferenciar entre lo biológico –sexo– y lo cultural –género–. Al mismo tiempo supone la maleabilidad del género frente al carácter permanente e inmutable del sexo. Este binarismo supone la idea de que en la dimensión biológica siempre es posible hallar la distinción entre mujeres y hombres. Butler (1999) desmantela la división radical entre sexo y género en contra de la idea de que la biología es el destino. ¿Qué tiene de natural el sexo cuando en su definición han operado diferentes discursos para producirlo? Butler sostiene que el sexo es también una construcción social y en ese sentido la distinción sexo/género es, por tanto, absurda. El sexo, más bien, es en sí mismo una construcción, instaurado a través de normas de género que ya están en su lugar.  El objetivo consiste por tanto en deshacer el sexo para instalar la proliferación de nuevas formas posibles, incluso morfologías corporales que escapen a las restricciones de lo binario. 

      Tal como señala Foucault (2008), las categorías sexuales han sido asignadas a partir del siglo XIX. Este proceso de clasificación se ha acelerado y han proliferado una enorme variedad de identidades sexuales que resultan paradójicas y ambiguas. Los sujetos que portan estas identidades no pueden ser claramente clasificados en la dicotomía hombre/mujer. Estamos hablando de la intersexualidad y la transexualidad. Son estas personas las que desafían fuertemente las concepciones de cuerpo que subyacen al binarismo. La intersexualidad cuestiona el modelo dimórfico de la diferencia sexual desde que las cirugías de reasignación de sexo constituyen un testimonio sobre el establecimiento de nuevos contornos a cuerpos con morfologías ambiguas. Hay evidencias de que el sexo no ofrece una morfología binaria exhaustivamente clasificable (Kessler y McKenna, 2000).

      Las discusiones que giran en torno al género siempre implican la dimensión del sexo. En este sentido, teorizar la intersexualidad y transexualidad supone un desafío fundamental, no solo para la comprensión del género, sino para cuestionar, de modo más radical, el sexo. Aunque limitada por las categorías actualmente disponibles, la teoría Queer ha demostrado potencialidad para cuestionar los supuestos que operan en torno al sexo. Esta postura torna posible producir interrogantes que nos conduzcan hacia nuevos supuestos acerca de la materialidad de los cuerpos, más allá de las marcas binarias del sistema sexo/género. 

      Cuerpo y género

      El pensamiento feminista de la Segunda Ola se ha construido sobre la base de una concepción de cuerpo naturalmente y dimórficamente diferenciado. El cuerpo, en estos términos, constituye una superficie sobre la cual el género opera como un acto de inscripción cultural (Butler, 1990).

      Es en la construcción de las identidades cuando se internaliza la discriminación. Lo que Bourdieu denominó habitus (2007). Es importante mencionar este concepto porque le otorga una importancia primaria al cuerpo. El cuerpo no es sólo un espacio material, es la cobertura simbólica con la que nos recubrimos e interactuamos. Es el conjunto de significados que le atribuimos y bajo los cuales nos reconocemos. El género, en este sentido, construye el cuerpo. Por ello, no nos referimos sólo a una materia física que nos venga dada con el nacimiento: nos referimos a una matriz de significados en permanente construcción que confluyen en ese lugar físico (Butler, 1990; 1993). 

      Para Bourdieu (2007), la dominación se asienta en las estructuras sociales: un sistema de clasificación por sexo que tiene una idea sobre la masculinidad y la feminidad. Esto se interioriza en las identidades y se asienta en los cuerpos –cuerpos que sienten, piensan y hacen-. Es a través de un proceso de subjetivación en el que se construyen estructuras sociales que se escapan a la conciencia como se crean identidades reconocibles con respecto al  género.

      Estas estructuras históricas de dominación implican que las personas no contemos con la misma legitimidad política, los mismos privilegios, los mismos derechos de ciudadanía o las mismas posibilidades de elección (Gil, 2011).

      Y durante mucho tiempo ha privado a las personas invisibilizadas incluso de una adecuada atención sanitaria, social, educativa… Desde Quiero Psicología luchamos en contra de esa discriminación, así que si te has sentido así y quieres contárnoslo, tienes nuestras puertas abiertas.

      discriminacion-mujer-lesbiana

      Lo que significa ser mujer y lesbiana

      Sin adentrarnos ni profundizar en lo que significa ser mujer, seguro que muchas de nosotras sabemos lo que conlleva ser mujer. Y aunque ya hemos superado algunas cosas, hasta hace no mucho, se nos llamaba “el sexo débil”.

      La discriminación contra las mujeres es un problema grave y generalizado en muchas sociedades en todo el mundo. Se manifiesta en diferentes formas y niveles, y puede ocurrir en áreas como el empleo, la educación, el acceso a la atención médica, la participación política y la violencia de género, entre otros.

      Discriminación por mujer

      Algunos ejemplos de discriminación por ser mujer incluyen:

      • Brecha salarial de género: Las mujeres a menudo reciben salarios más bajos que los hombres por realizar el mismo trabajo o trabajo de igual valor.
      • Obstáculos en la carrera profesional: Las mujeres pueden enfrentar barreras en su desarrollo profesional, como la falta de oportunidades de ascenso, la falta de representación en puestos de liderazgo y la discriminación en la contratación y promoción basada en estereotipos de género.
      • Violencia de género: Las mujeres son víctimas desproporcionadas de violencia física, sexual y emocional por el simple hecho de ser mujeres. Esto puede incluir violencia doméstica, acoso sexual, agresión sexual, trata de personas y matrimonio forzado, entre otros.
      • Acoso y discriminación en el lugar de trabajo: Las mujeres a menudo enfrentan acoso sexual y discriminación de género en el entorno laboral, lo que puede dificultar su progreso profesional y crear un ambiente hostil.
      • Falta de acceso a la educación: En algunos lugares, las mujeres enfrentan barreras para acceder a una educación de calidad debido a normas culturales, discriminación y estereotipos de género.

      Discriminación por ser lesbiana

      ¿Pero que sucede cuando además de ser mujer, no sigues con los roles establecidos por la sociedad cisheteropatriarcal en la que vivimos? Como, por ejemplo, ser mujer y lesbiana.

      La doble discriminación experimentada por las mujeres lesbianas se refiere a la carga adicional de discriminación y estigmatización que enfrentan debido a su género y orientación sexual. Esta combinación puede agravar la discriminación y el prejuicio que enfrentan las mujeres en general.

      La doble discriminación puede manifestarse de varias maneras:

      • Discriminación de género amplificada: Las mujeres lesbianas pueden enfrentar estereotipos y roles de género restrictivos, que a menudo se basan en expectativas heteronormativas. Pueden enfrentar presiones para cumplir con los roles tradicionales de género y expectativas de feminidad, al tiempo que son deslegitimadas o invisibilizadas debido a su orientación sexual.
      • Prejuicio y estigma: Las mujeres lesbianas pueden enfrentar prejuicios y estigmatización tanto por su género como por su orientación sexual. Pueden ser objeto de discriminación social, exclusión o violencia basada en estereotipos negativos y actitudes homófobas o tránsfobas.
      • Dificultades en las relaciones familiares: Algunas mujeres lesbianas pueden enfrentar rechazo, alienación o discriminación dentro de sus familias debido a su orientación sexual. Esto puede resultar en tensiones y dificultades en las relaciones familiares, así como en la falta de apoyo emocional y social.
      • Barreras adicionales en el acceso a servicios y derechos: Las mujeres lesbianas pueden enfrentar obstáculos adicionales para acceder a servicios de salud, educación, vivienda, empleo y derechos legales debido a la discriminación y la falta de protección legal. Pueden experimentar falta de reconocimiento legal de sus relaciones y enfrentar dificultades en la adopción o crianza de hijos.

      Podríamos seguir con lo que significa ser mujer y formar parte de otra minoría discriminada, como ser racializada, tener un cuerpo no normativo, pertenecer a la clase social baja, migrantes, personas con discapacidad… Es importante saber que estas luchas se entrelazan y es fundamental abordarlas todas para lograr un cambio social significativo.

      Aprovechamos este mes del orgullo para reivindicar nuestros derechos, pero nos merecemos tener espacios seguros todos los meses del año. En Quiero Psicología nos encargamos de generarlo para nuestros pacientes porque todas las personas merecen ser tratadas sin ninguna discriminación.

      Positividad-tóxica

      La positividad tóxica o el efecto Mr Wonderful:

      Actualmente, se vende bastante la idea forzada de ser feliz, pase lo que pase a través de libros y de cuentas en redes sociales. Un ejemplo es el merchandising de Mr. Wonderful, una marca cuyos dibujos color pastel esconden esta positividad tóxica.

      La idea de estar siempre feliz puede sonar atractiva, pero el bombardeo de mensajes con este tono tiene un efecto muy lejano del pretendido. En protesta a este fenómeno, nacen otras marcas como Mr. Puterful, Mr. Wonderfuck, etc.

      La positividad tóxica es esa imposición de una actitud positiva, falsa, que niega las emociones desagradables y predica un estado de ánimo optimista y feliz en cualquier situación. Existen dos formas de positividad tóxica que podemos experimentar: la dirigida hacia uno mismo y la que es recibida por parte de otros.

      ¿Por qué la positividad tóxica no es empatía?

      Esa positividad tóxica puede animar a algunas personas, pero hablamos de algo diferente a la empatía. La empatía busca apoyar a una persona, conectando con su malestar, mientras que esta positividad tóxica finge dar apoyo desde una distancia emocional, que además invalida las emociones de la otra persona. Puedes ver la diferencia entre la simpatía (que sería lo similar a este fenómeno, en este caso) y la empatía, en este vídeo: https://youtu.be/KZBTYViDPlQ .

      Aquí te dejo unas frases recurrentes cuando se da esa positividad tóxica, y posibles frases alternativas que sí demuestran esa empatía.

      POSITIVIDAD TÓXICA EMPATÍA REAL
      Todo irá bien   Salga como quieres o no, estoy aquí para ti.
      Podría ser peor Sé que lo estás pasando mal, tienes derecho a sentirlo.
      No te rindas Parar puede ser muy sano, y si necesitas hacerlo, está bien.
      Lo superarás   Sé que ahora te sientes muy mal, y puede que no sea duradero, pero mientras pasa, estoy aquí.
      Querer es poder / Puedes con todo. Desear algo mucho no asegura que pase, pero estoy orgulloso de que lo intentes.
      Piensa en positivo No siempre es fácil ver lo positivo si te sientes mal.
      No te preocupes, solo sé feliz Preocuparse es humano, sé que no puedes “apagar” esa emoción. Si quieres distraerte, hablar o buscar soluciones, estoy aquí.
      No estés triste / No llores Es normal estar triste / Date permiso para llorar
      Si los demás pueden, tú también Cada uno tiene diferentes capacidades y limitaciones. Lo importante es que lo estás intentando.

      ¿Qué siento cuando recibo esta positividad tóxica?

      • Invalidación, presión, frustración, culpa, autoexigencia: No todo será maravilloso, y tener la expectativa de que sí es poco realista, el sufrimiento es una parte inherente de la existencia humana y no podemos negarla. Estas emociones son lo que se considera el sufrimiento secundario, es decir el sufrimiento por tener sufrimiento.
      • Categorizar las emociones como buenas o malas: pueden ser agradables o desagradables, esto puede llevar a una polarización de los estados de ánimo, si no estoy feliz de manera intensa, estoy triste. Además, algunas personas pueden buscar emociones agradables intensas y otros algunas menos intensas (calma, paz, tranquilidad). Estas últimas tienen un gran efecto positivo neurológico y físico, y desaparecen del espectro con estas actitudes.
      • Negar las emociones desagradables no quiere decir que nos quitemos las desagradables, de hecho, varios estudios (incluso a lo largo de 10 años) han encontrado que esta evitación como estrategia se relacionaba con niveles de depresión más altos, y emociones de tristeza más intensas. Esto tiene sentido, pues la continua evitación podría contribuir a la “acumulación” de esas emociones negativas no gestionadas, provocando “explosiones” emocionales, y teniendo el efecto contrario al buscado originalmente.
      • La felicidad extrema no es realista, pero también es peligrosa:  las emociones desagradables dan mucha información importante para nuestra supervivencia como la ansiedad o el miedo, negarlas sería no tener en cuenta riesgos, por ejemplo. También da el mensaje de que podemos equiparar todas las necesidades, y esto es poco eficaz (de cara a tener prioridades): no podemos estar comprometido al 100% en todas las necesidades que tenemos, ni será posible en todas las áreas de la vida.
      • Promueve el hedonismo y el egoísmo: centrarse en la búsqueda del placer inmediato puede ser perjudicial a largo plazo (busco el bienestar rápido de la droga por evitar la abstinencia, ignorando el bienestar a largo plazo que produce el malestar inmediato que es aguantar sin consumir), además de no promover la responsabilidad social, ignorando las necesidades sociales.

      ¿Cómo debería acompañar o consolar a las personas que quiero?

      Uno de los trabajos más complicados es acompañar a una persona que lo está pasando mal, seguramente te sientas perdido, confundido, con miedo a ser intrusivo o empeorar la situación. Te dejamos los:

      • No hace falta que sepas qué hacer. Pregúntale a esa persona cómo quiere que se le apoye, y si no lo sabe, podéis buscar y probar qué le puede ayudar.
      • Acompañar en muchas ocasiones será estar presente mientras la persona sufre, esto es muy desagradable y es normal que no siempre estemos dispuestos a hacerlo. Es importante valorar si estás en un punto emocional para poder hacerlo (y hacerlo por no sentir culpa, por responsabilidad…) y cuanto quieres hacerlo. Si decides, asegúrate de luego tener tiempo de autocuidado para ti, ya sea tu solo o con otras personas.
      • No tengas prisa en dar una respuesta: al ver a alguien que se siente mal, queremos consolar enseguida, pero tomate tu tiempo para hablar o responder, o escucha a la otra persona. Los silencios pueden dar mucha empatía y confort.
      • Si el malestar de otra persona te está afectando excesivamente, tal vez pedir ayuda a un profesional para que tú puedas a aprender a gestionar esas emociones puede ser útil.

      Recordemos que no podemos quitar el malestar o vivir una vida solo feliz, ya que no existe, pero sí podemos aliviar, sí podemos aceptar el malestar como parte de la vida y de nosotros, sí podemos acompañar.