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Cómo influye el calor en los síntomas de ansiedad

La ansiedad abarca un conjunto complejo de respuestas emocionales, cognitivas, conductuales y fisiológicas. Las personas con ansiedad tienden a percibir la realidad como amenazante, lo que les lleva a creer que algo es o puede ser peligroso. En situaciones de calor, es común experimentar una sensación de pérdida de control, lo que desencadena respuestas involuntarias como tensión muscular, sudoración, respiración acelerada, aumento de la frecuencia cardíaca y sensación de ahogo. Estos síntomas pueden llevar a evitar o escapar de las situaciones que los provocan, lo que a su vez puede afectar negativamente el estado de ánimo. La incapacidad para realizar actividades cotidianas o manejar situaciones puede agravar estas sensaciones desagradables.

Relación entre el calor y la ansiedad

El calor excesivo obliga al cerebro a “esforzarse más” para mantener la temperatura corporal dentro de los límites normales, lo que consume mayor cantidad de energía. Este esfuerzo puede provocar cambios en el metabolismo cerebral, aumentando su actividad y generando irritabilidad. Esta situación puede derivar en nerviosismo y cansancio, agravados por problemas de sueño típicos del calor, incrementando así la ansiedad.

Este fenómeno es especialmente común en los primeros días del verano, cuando el cerebro debe adaptarse a las nuevas condiciones de temperatura. Sin embargo, a medida que el verano avanza, el cuerpo se adapta al calor, reduciendo en muchos casos la irritabilidad. Además, las vacaciones pueden actuar como un factor protector, promoviendo la relajación y disminuyendo la intensidad de los síntomas, aunque esto no significa que desaparezcan por completo.

Es importante tener en cuenta que los síntomas provocados por el calor, como la sudoración, el aumento de la frecuencia cardíaca, la sensación de ahogo y los mareos, son similares a los de la ansiedad, lo que puede llevar a confundir ambos.

Ansiedad en verano

La ansiedad en verano es una condición en la que los síntomas de ansiedad se intensifican durante los meses de calor. Aunque la ansiedad puede presentarse en cualquier época del año, ciertos factores asociados con el verano, como el calor extremo, los cambios en la rutina, las expectativas sociales y las vacaciones, pueden intensificarla. Los síntomas más comunes incluyen inquietud, irritabilidad, problemas de sueño, dificultad para concentrarse y una sensación abrumadora de agobio.

Causas de la ansiedad relacionada con el calor

La ansiedad puede surgir por diversas causas que se agravan con el aumento de las temperaturas. Entre los factores fisiológicos destacan:

  • Aumento de la frecuencia cardíaca: El calor puede incrementar la frecuencia cardíaca y la respiración, lo que puede parecerse a los síntomas de un ataque de pánico y generar ansiedad.
  • Deshidratación: Común en verano, puede causar mareos, confusión y fatiga, lo que contribuye a aumentar los niveles de ansiedad.
  • Desequilibrio electrolítico: La pérdida de electrolitos a través del sudor puede afectar la función cerebral, favoreciendo la aparición de ansiedad.

En cuanto a los factores psicológicos, encontramos:

  • Cambios en la rutina: Las vacaciones de verano y los cambios en la rutina diaria pueden generar estrés y ansiedad.
  • Presión social: Las expectativas de disfrutar del verano y participar en actividades al aire libre pueden resultar abrumadoras para algunas personas.
  • Exposición prolongada a la luz solar: Aunque beneficiosa en moderación, la exposición prolongada puede alterar los patrones de sueño y contribuir a la ansiedad.

Cómo reducir la ansiedad relacionada con el calor

Existen diversas estrategias para disminuir la ansiedad durante los meses de calor:

  • Mantén tu cuerpo fresco: Bebe abundante agua, usa ropa ligera y de colores claros, y mantén tu hogar fresco utilizando ventiladores, aire acondicionado o cerrando las persianas durante las horas más calurosas.
  • Practica técnicas de relajación: Realiza ejercicios de respiración profunda, como la respiración diafragmática, para calmar tu mente y cuerpo. La meditación y el yoga, que combinan respiración con movimiento físico, también son útiles.
  • Ajusta tu rutina: Evita las horas de calor intenso y realiza actividades al aire libre temprano en la mañana o al final de la tarde. Asegúrate de dormir en un ambiente fresco y oscuro, usando sábanas ligeras y ventiladores si es necesario.
  • Alimentación adecuada: Consume comidas ligeras y frescas, como ensaladas y frutas. Evita la cafeína y el alcohol, que pueden deshidratar y aumentar la ansiedad. Reemplaza los electrolitos perdidos consumiendo bebidas deportivas o alimentos ricos en electrolitos, como plátanos o aguacates.
  • Actividades físicas: Mantén una rutina de ejercicios regular, ajustando la intensidad y la hora para evitar el calor extremo. El ejercicio libera endorfinas, que mejoran el estado de ánimo y reducen la ansiedad. La natación es ideal en verano, ya que mantiene el cuerpo fresco mientras proporciona un buen entrenamiento cardiovascular.

Finalmente, es esencial tomar medidas para prevenir situaciones que puedan exacerbar los síntomas del calor y la ansiedad. Mantente bien hidratado, refresca tu cuerpo cuando sientas calor excesivo, evita el ejercicio durante las horas más calurosas, usa ropa ligera y permanece en lugares frescos siempre que sea posible. Estos consejos son especialmente importantes para quienes ya experimentan problemas de ansiedad.

Y si no puedes manejar los síntomas de ansiedad ya sabes que en Quiero Psicología cuentas con un equipo profesional preparado para atenderte.

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Celos entre amigos

Las relaciones de amistad son una parte fundamental de la vida de las personas, proporcionando apoyo emocional, compañerismo y diversión. Sin embargo, al igual que en cualquier tipo de relación interpersonal, los celos pueden surgir y afectar la dinámica entre amigos.

Los celos en la amistad pueden manifestarse de diversas formas y tener un impacto significativo en la calidad de la relación. En este post, exploraremos los celos examinando sus causas, consecuencias y posibles estrategias para abordarlos.

Causas de los celos en la amistad

Algunas causas comunes de los celos entre amigues pueden ser:

Comparación Social: Una persona puede sentirse amenazada cuando percibe que otra persona del grupo es más exitosa, atractiva o talentosa que elles en ciertos aspectos de la vida, como el trabajo, las relaciones románticas o la apariencia física.

Inseguridad Personal: La baja autoestima y la falta de confianza en sí misme pueden llevar a una persona a sentirse inadecuada en comparación con sus amigos, lo que puede desencadenar sentimientos de celos ante los logros o éxitos de las demás.

Temor a la Pérdida: El miedo a perder la amistad de una persona querida puede provocar celos, especialmente si perciben que su amiga está desarrollando relaciones cercanas con otras personas y vuestra relación empieza a cambiar. Es muy habitual sentir celos cuando tu amigue ha conocido a alguien románticamente y pasa la mucho tiempo con esa persona, desplazando el resto de vínculos.

Falta de Comunicación: La falta de comunicación abierta y honesta en la amistad puede dar lugar a malentendidos y suposiciones incorrectas, lo que a su vez puede alimentar los celos y la desconfianza.

Consecuencias de los celos:

Los celos pueden tener consecuencias negativas tanto para la persona que los experimenta como para la dinámica general de la amistad. Algunas de estas consecuencias pueden ser:

Deterioro de la Confianza: Los celos erosionan la confianza entre amigues, lo que puede llevar a una mayor distancia emocional y dificultar la comunicación de forma asertiva.

Resentimiento y Hostilidad: Los sentimientos de celos pueden dar lugar a comportamientos hostiles y vengativos hacia la persona percibida como amenaza, lo que puede dañar aún más la relación.

Autoestima Baja: La comparación constante con otras amigas y la sensación de no estar a la altura pueden afectar negativamente la autoestima y el bienestar emocional de una persona.

Ruptura de la Amistad: En casos extremos, los celos pueden conducir a la ruptura de la amistad si no se abordan de manera adecuada y constructiva.

Estrategias para afrontar los celos

Cuando los celos se cuelan en las relaciones de amistad, es crucial contar con herramientas efectivas para abordarlos. Algunas de estas estrategias incluyen:

Autoconocimiento: Reconocer y comprender las propias emociones de celos es esencial. Muchas veces cómo nos sentimos tiene más que ver con lo que hemos vivido en el pasado que con lo que está ocurriendo en el presente.

Comunicación asertiva: Establecer una comunicación abierta y honesta con las amigas es fundamental. Hablar sobre los sentimientos de manera respetuosa y receptiva puede ayudar a resolver malentendidos y prevenir que los conflictos escalen.

Fomentar la Autoestima: Trabajar en desarrollar una autoestima saludable y una actitud positiva hacia uno mismo es muy importante. Al hacerlo, se pueden reducir los sentimientos de inseguridad y la necesidad de compararse con otros amigos.

Buscar Apoyo Profesional: En casos donde los celos tienen un impacto significativo en la salud emocional y las relaciones interpersonales, buscar ayuda profesional puede ser clave.

Es importante hacer introspección y ser honestas con nosotras mismas. Fijarnos si es un caso aislado o algo que se repite de forma sistemática en los diferentes vínculos. En resumen, los celos entre amigas pueden ser una realidad difícil de navegar, pero con un enfoque adecuado y una actitud proactiva, estas emociones pueden transformarse en oportunidades de crecimiento y fortalecimiento de las relaciones de amistad. Si no te vez capaz en Quiero Psicología podemos ayudarte.

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Detox de redes sociales

Las redes sociales son actualmente una forma de comunicarse con las personas de nuestro entorno, de aprender, de entretenerse, de informarse sobre lo que está pasando en el mundo, e incluso de crecer y relacionarse profesionalmente para algunas personas.  Pero también puede convertirse en una forma de escapar de nuestro día a día y de recibir información (no siempre positiva) de manera indiscriminada y constante. Aunque no fuera tu intención inicial, seguro que te has encontrado invirtiendo más tiempo del que querías en las redes sociales e incluso posponiendo o dejando de hacer tareas o planes por haber estado “scrolleando” en las redes sociales.

Es importante tener en mente que toda conducta en exceso y realizada de forma automática puede ser desadaptativa. Las redes sociales están especialmente diseñadas para enganchar al usuario, así que recuerda que no tiene tanto que ver con que tú lo estés haciendo mal: se trata de hacer un uso responsable y consciente de tu tiempo. Además, puede que hayas notado que tu concentración y capacidad de atención hayan podido disminuir por todo ese tiempo recibiendo estímulos repetidamente. Esto no es necesariamente malo, pero puede que ocasionalmente necesites estar concentrado o ser más paciente, y esto no esté ayudando: es importante tener tolerancia a la frustración y al aburrimiento. Para ello, a veces necesitamos un tiempo de “desintoxicación” de las redes sociales, para poder volver a ellas de forma consciente. Aquí te daremos un par de consejos para poder hacerlo.

Pararse a reflexionar

Para tener una visión más objetiva de tu uso de las redes sociales:

1. Haz una lista de todas las redes sociales que utilizas (y si puedes especificar, si lo haces a través del teléfono, ordenador, etc.).

2. Si las usas en tu smartphone, averigua cuanto tiempo inviertes diariamente en ellas. Normalmente, tu teléfono registra estos tiempos, puede que te sorprenda, pero es un dato importante para poder tenerlo en cuenta.

3. Reflexiona qué te aporta realmente cada una de las redes sociales que usas (negativo y positivo) e intenta definir con qué fin quieres usar realmente cada una (informarte en canales oficiales, hablar con personas específicas, aprender recetas, etc.). Si hay alguna que consideras que no quieres utilizar más, valora desinstalar la aplicación, desactivar la cuenta, o solo utilizarla a través de un dispositivo que no sea el habitual (por ejemplo, el ordenador que tienes en casa).

4. Según los tiempos que has visto en tu teléfono, intenta determinar cuanto quieres estar en las redes sociales: aunque quieras que sea mucho menor, es preferible empezar con pequeños cambios. Si utilizas las redes sociales para promocionarte o relacionarte laboralmente, intenta acotar el uso a tiempos específicos: por ejemplo, de 10 a 11 puedo mirar Instagram, pero solo responder a posibles clientes y de 11 a 12 a publicar contenido.

Pequeños cambios

Si has decidido, tomarte un tiempo de las redes sociales de forma más radical, pon una fecha para valorar volver a ellas (si es lo que quieres), comunícaselo a las personas que te importan o a aquellas con las que solo te comuniques a través de las redes sociales, para que tengan una forma alternativa de comunicarse contigo, si así lo deseas.

Si has decidido, reducir el tiempo, pon en marcha las siguientes pautas:

  • No tengas conversaciones paralelas a través de diferentes plataformas con la misma persona. Puede ser útil comunicárselo a tu entorno cercano, para que compartan información importante a través de mensajes, llamadas o un canal que no sea una red social como tal (Whatsapp, Telegram, etc.).
  • Limita el tiempo de uso de cada red social, gracias a la herramienta de control parental que tienen los teléfonos, o asocia cada red social a un momento y situación especifico. Algunas personas incluso desactivan los datos de conexión o Wi-Fi durante periodos de tiempo en su día.
  • Cambia de lugar en tu teléfono el icono de la red social, para evitar entrar de manera automática en momentos de aburrimiento.
  • Limita físicamente el acceso a los dispositivos en tu día a día, especialmente al levantarte y antes de acostarte. Esto evitará ese uso inconsciente que a veces se hace de las redes sociales, además de empezar o acabar el día sin una estimulación tan potente.
  • Intenta realizar actividades agradables que no estén relacionadas con dispositivos electrónicos o que impliquen desconectar de ellos, como por ejemplo estar físicamente con tus amistades, pareja, o familiares, realizar actividades físicas o planes fuera de cada o estar en lugares donde no tengas cobertura.

Como cualquier cambio en nuestros hábitos, y especialmente si estos son habituales y reforzados por la sociedad y nuestro entorno cercano, puede ser complicado inicialmente y generar muchas emociones de frustración, tristeza, soledad, irritabilidad o ansiedad. Date tiempo para tolerar esas emociones. Si necesitas ayuda gestionando las redes sociales o estas emociones, desde el equipo de Quiero Psicología, estaremos encantadas de poder ayudarte.

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¿Tengo un TCA?

Los problemas psicológicos han ido aumentando en los últimos años, sobre todo, entre las más jóvenes. Después de la pandemia, las consultas psicológicas se han llenado de personas buscando ayuda, y el motivo de consulta que se repite es: TCA (Trastorno de la conducta alimentaria).

¿Qué es un TCA?

Los TCA, son trastornos psicológicos graves, que conlleva alteraciones de todo (o casi todo) lo relativo a la alimentación y lo que eso implica. Existen muchos tipos de TCA, sin embargo, los que más podemos ver en consulta psicológica son principalmente:

  • Anorexia nerviosa: Se rechazan sistemáticamente alimentos.
  • Bulimia nerviosa: Es la ingesta excesiva de alimentos en un periodo corto de tiempo. Esto se une a una preocupación excesiva por el control del peso corporal, lo cual le puede llevar a utilizar métodos para controlar el aumento de peso como inducirse el vómito.
  • Trastorno por atracón: La persona come generalmente una cantidad de comida mucho mayor de lo normal, todo al mismo tiempo. Se siente fuera de control durante estos atracones.
  • Vigorexia: Trastorno del comportamiento que se caracteriza por la obsesión de conseguir un cuerpo musculoso.
  • Ortorexia: Obsesión por controlar la calidad de los alimentos que se consumen, es decir la obsesión por comer totalmente sano.

¿Cuál es el origen de un TCA?

A pesar de sus diferencias, (sobre todo en la forma, más que en la función) también tienen características en común, y una de ellas es la insatisfacción corporal, que podemos definir como la discrepancia entre la imagen corporal que percibimos de nosotras mismas y la imagen corporal que consideramos ideal.

Esto se debe a muchos factores, pero uno de ellos es claramente el canon de belleza que nos han transmitido los medios de comunicación y que no es más que un estereotipo que nos empuja hacia la idealización de una belleza que parece ficticia en la gran mayoría de las veces, y no representa una vida saludable en la gran mayoría de sus casos.

En la década donde muchas de nosotras crecimos, nuestras figuras de referencia eran mujeres adultas (o adolescentes) con cuerpos esbeltos, normativos, proporcionados y algunos excesivamente delgados. Con esto no queremos decir que algunas de estas mujeres no tuvieran una constitución delgada y no tuviesen que hacer grandes esfuerzos, seguro que sí, sin embargo, sabemos que no es lo más habitual.

Actualmente los cánones han cambiado y aunque sabemos que la presión por tener un cuerpo normativo y encajar en los cánones de belleza, ha recaído mucho más en las mujeres y que además el normopeso y el sobrepeso se normaliza más en cuerpos masculinos, ellos no están exentos de este tipo de problemas, ya que el sistema se encarga de que todos caigamos en las mismas trampas.

Actualmente tenemos mucha más información sobre la anorexia o la bulimia nerviosa y podemos identificar como algo negativo o perjudicial el hecho de dejar de comer, de restringir una gran cantidad de alimentos o de llevar a cabo conductas purgativas como pueden ser los vómitos o laxantes, sin embargo, otras conductas que pueden ser igual de problemáticas están siendo aceptadas socialmente.

Por ejemplo, la practica excesiva de ejercicio, con el objetivo de ganar masa muscular en ellos y de tonificar y perder grasa corporal en ellas y el seguimiento de dietas pautadas por un entrenador personal (en el mejor de los casos), que nada tienen que ver con llevar un estilo de alimentación saludable, como la dieta keto, o la dieta depurativa entre otras. O el famoso estilo de vida “realfooding”, que promueve una alimentación basada en alimentos reales, mínimamente procesados, evitando o reduciendo lo máximo posible los ultraprocesados. Parece que a priori no tiene nada de malo, sin embargo, no siempre disponemos de tiempo para cocinar y para no consumir mas de un 10% de ultraprocesados que parece que se nos permite. Y es entonces cuando nos sentimos culpables por no seguir estas reglas (que no dejan de ser restrictivas), al igual que ocurre con otro tipo de dieta, y quizás esta culpa, tenga que mitigarse con algo relacionado con la comida, porque no tenemos otro tipo de estrategias de afrontamiento.

Visto así, parece que hay muchos comportamientos normalizados que pueden preceder a un TCA, sin embargo, lo que para una persona puede ser un disparador, para otra, con otro contexto y otras variables personales, puede no serlo. Sin embargo, puede haber una serie de conductas que nos den una pista sobre como esta siendo nuestra relación con la comida y con el cuerpo.

¿Podría estar haciendo conductas «peligrosas»?

Esto no es un test estandarizado y científico pero si estás haciendo este tipo de conductas con un nivel muy alto de ansiedad puede ser la antesala de un TCA, o al menos, un indicador de que tu autoestima no se encuentra muy bien:

  • Eliminar drásticamente ciertos alimentos que nos gustan porque tienen mayor índice calórico.
  • Seguimiento de las famosas dietas milagro para conseguir cambios en muy poco tiempo
  • Cambiar nuestros hábitos con la llegada de la operación bikini.
  • Demonizar grupos de alimentos porque no son lo suficientemente sanos.
  • Practicar más ejercicio del que nos gustaría o del que disfrutamos
  • Sentir emociones desagradables cuando nos saltamos las reglas.
  • Dejar de acudir a planes sociales en los que puede haber comida/bebida que «engorda» o en los que nuestro cuerpo puede ser más visible (como ir a la piscina)
  • Dedicar mucho tiempo a pensar qué y cómo vamos a comer…

En definitiva, si nuestro estado de ánimo depende de cuanto he adelgazado, o si llevamos a cabo comportamientos para que nuestro cuerpo cambie a toda costa, aun sabiendo lo perjudicial que puede llegar a ser, puede ser hora de pedir ayuda. En Quiero Psicología podemos ayudarte.

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4 tips para entrenar tu fuerza de voluntad

Es posible que alguna vez nos hayamos dicho a nosotras mismas que queremos aprender un nuevo idioma, tener mejores hábitos de sueño, apuntarnos a clases de guitarra, llevar un estilo de vida más saludable, es decir, realizar ejercicio físico varias veces en semana, introducir más verduras y frutas en nuestra dieta, reducir el consumo de alcohol, pero nunca lo conseguimos porque NO TENEMOS FUERZA DE VOLUNTAD, porque un día determinado se nos agotó y no sabemos donde comprarla. Pues tranquilas, porque no está todo perdido, la fuerza de voluntad se crea, se construye y se entrena.

¿Pero que es eso de la fuerza de voluntad?

Etimológicamente, la palabra voluntad proviene del latín y podríamos traducirla como querer o desear, pero no es tan sencillo. Podríamos definirla como la habilidad para resistir las tentaciones a corto plazo, con el objetivo de cumplir metas o propósitos a largo plazo.

¿Qué podemos hacer para entrenarla?

1. En primer lugar, sería recomendable establecer una serie de metas concretas, realistas y alcanzables a corto/medio plazo.

Si pretendemos ser culturistas el mes que viene, probablemente nos frustremos viendo que eso no se alcanza. Nos lo tenemos que poner fácil, empezaremos con objetivos “sencillos” para luego ir subiendo la dificultad. Así en este caso, podemos comprometernos con ir 2 días al gimnasio/salir a caminar/practicar algún deporte y luego ir aumentando la frecuencia y la intensidad (si ese es nuestro objetivo).

2. Planificar que día vamos a hacer lo que nos hemos propuesto, a que hora y durante cuanto tiempo.

El martes y el jueves a las 09.00h voy a ir una hora al gimnasio. Si lo dejamos en manos del destino, nunca nos va a parecer la mejor opción, se está mucho más cómoda en la cama.

3. Evitar lo que nos va a impedir conseguir nuestro objetivo y reforzarnos si lo cumplimos.

Si la noche anterior me voy a dormir muy tarde, salgo de fiesta con mis amigas y me tomo unas copas, nunca dejo preparadas las zapatillas y la ropa deportiva, etc, me va a costar mucho más levantarme para hacer ejercicio que si me voy a dormir a una hora prudencial y dejo listo todo lo necesario la noche anterior.

Si consigo ir martes y jueves al gimnasio, voy a ir al cine a ver esa peli que tanto me gusta, voy a prepararme mi cena favorita o voy a darme un baño relajante.

4. Anotar los beneficios de llevar a cabo nuestro objetivo y anticipar como nos vamos a sentir si lo conseguimos.

Aunque empecemos muy motivadas, es normal que a veces no nos apetezca o prefiramos hacer otras cosas o nos engañemos a nosotras mismas diciéndonos que por un día no pasa nada, que ya lo haremos mañana, que empezamos el lunes… Por eso nos puede venir muy bien anticipar los beneficios de la consecución de nuestro objetivo.

Me había propuesto hacer ejercicio, pero hoy es un día frío y lluvioso de otoño y me apetece mucho más quedarme en el sofá con la mantita viendo netflix. Sin embargo, sé que lo más costoso es ponerme en marcha y que una vez que esté en el gimnasio voy a sentirme súper bien porque estoy mejorando mi resistencia y mi forma física, me siento más ágil y además por la noche voy a dormir mucho mejor, por lo tanto me voy a sentir orgullosa de mi misma.

En definitiva, no hay una receta universal para mejorar nuestra fuerza de voluntad, a cada una le funcionan unas cosas, pero tenemos control sobre eso y por lo tanto podemos trabajarla.

Estas son solo algunas recomendaciones, pero si no sabes cuales son tus objetivos o como empezar, desde Quiero psicología podemos ayudarte.

Trauma por abandono

En muchas ocasiones en terapia se intervienen en situaciones orientadas al miedo que nos produce tan solo pensar en la soledad. Miedo a que nuestra pareja nos deje o miedo a desvincularse de determinadas amistades que ni siquiera nos hacen sentir bien. En un porcentaje muy elevado ese miedo va vinculado al trauma que una persona ha podido tener por abandono ya sea físico, emocional o ambos.

Una persona puede sentir abandono emocional aunque las personas estén a su alrededor cubriendo las necesidades fisiológicas. El abandono también se puede sentir por una muerte inesperada, aunque evidentemente esto ha sido en contra de la misma persona, puede conllevar que sintamos un abandono y una soledad profunda, así como también puede suceder en las personas que han sido adoptadas.

El trauma por abandono suele tener su origen en la infancia. Sufrir un abandono en la infancia es algo  importante que conlleva dificultades a la hora de  relacionarse con el mundo en la vida adulta. Este sentimiento puede tener una grave consecuencia en la autoestima y cuando en alguna ocasión nos encontremos en  situaciones complicadas como por ejemplo; un despido laboral, una ruptura de pareja etc, enseguida nos llevaremos esto al terreno totalmente personal sintiéndonos inválidos y poco suficientes para los demás.

En este caso nos vemos en la obligación de volver a aprender determinadas cosas por nosotros mismos, a vernos y valorarnos como realmente nos merecemos.

¿Qué consecuencias podemos tener?

Es importante entender que no todo el mundo aceptan y expresan las emociones y el dolor de la misma manera, va a depender de muchos factores en los que se hayan desarrollado, no obstante, podrían existir consecuencias comunes:

  • Una de las consecuencias más obvias que podemos observar en la sesión es la dificultad a la hora de establecer relaciones tanto sentimentales como sociales de manera estable. Las personas con sentimientos de abandono tienden a la desconfianza, sentirse vulnerables, o incluso tener épocas de tristeza y apatía que a veces no saben reconocer de donde provienen.
  • Es común observar conductas de autosabotaje (siempre de manera inconsciente). Cuando una persona se encuentra en una relación en ocasiones su propia sensación de poca valía puede provocar conductas y actitudes que conlleven a la ruptura. Esto ocurriría porque no se consideran merecedores de la felicidad..
  • Es posible que haya problemas de una gran dependencia emocional o ansiedad por relacionarse teniendo la necesidad de aprobación y reconocimiento siempre de manera externa.
  • A su vez, es común sufrir ciertas “reminiscencias emocionales”. En ocasiones, algo o alguien reactiva sus sentimientos de abandono y todo su mundo se paraliza de nuevo.
  • Puede aparecer la ansiedad sostenida en el tiempo. Las personas con heridas por abandono suelen estar en un estado constante de hipervigilancia. Al haber vivido situaciones de peligro en la infancia sin que nadie los socorriera, aprenden a no pedir ayuda y tener que reprimir las emociones.

¿Cómo se puede trabajar este trauma?

En una primera instancia hay que hacer un viaje a nuestro mundo interior, utilizar el diario emocional, mirarse al espejo desde la consciencia, poner en práctica conductas y actividades que conlleven ponerse como prioridad. Sobre todo y muy necesario un proceso terapéutico que permita llegar a la introspección y autocuidado, si quieres que nosotras seamos la mano experta que te acompañe en Quiero Psicología estaremos encantadas.

Propósitos-Dietas

Cuidado con los propósitos de septiembre

Se termina el verano y con él los días de playa, piscina, chiringuito, paseos por la montaña, viajes… se acaba una etapa de disfrute y comienza otra más rutinaria y repleta de objetivos, hablamos de los típicos propósitos de septiembre.

Y es que el verano es una época para descansar, hacemos más planes sociales, nos salimos más de nuestra rutina, bebemos más alcohol, comemos más veces fuera de casa, hacemos menos ejercicio físico y cuando nos volvemos a subir a la báscula, el número ha aumentado (aunque sabemos que no se engorda de un día para otro y que el hecho de comer alimentos con un alto contenido de sodio, como son muchos ultraprocesados, hace que retengamos más líquidos y por lo tanto que ese aumento en la báscula, no se traduzca en un aumento de peso real) y es entonces cuando nuestras búsquedas en Google son: “Como perder 5 kilos en una semana”.

No podemos tolerar haber subido 3 kilos en todo el verano (puesto que vivimos en un sistema completamente gordófobo) y haremos cualquier cosa para bajarlos. Desde apuntarnos al gimnasio con el único objetivo de bajar esos “kilos de más”, en lugar de para estar más activas y saludables, hasta seguir las típicas dietas milagrosas, que ponen en riesgo nuestra salud.

  • Dietas de 500kcal que generan un gran efecto rebote, lo que provocaría que aumentase nuestra ansiedad y que entremos en un peligroso circulo vicioso, por no hablar de la insuficiencia de nutrientes que nos aportan.
  • Dietas de un solo alimento, como la de la sopa o la alcachofa. Si la anterior no nos aportaba los nutrientes y las vitaminas que nuestro cuerpo necesita, no nos pararemos a hablar de lo que este tipo de alimentación puede llegar a ocasionar a nuestro organismo.
  • Dietas “anti hidratos”, se basan en verduras y pollo/pescado al vapor. Eliminando la fibra, los minerales y las vitaminas de las legumbres o las frutas.
  • Dietas cetogénicas, al igual que la anterior, se eliminan los hidratos de carbono y nuestra alimentación se basa en cantidades desmesuradas de proteínas y grasas. El cuerpo entra en un proceso metabólico llamado cetosis, es decir, el organismo obtiene energía a través de las grasas. Este tipo de dieta produce entre otras cosas desregulaciones hormonales y problemas renales y hepáticos.

Sabemos el peso que tiene a la hora de desarrollar un problema de la conducta alimentaria, el hecho de llevar a cabo estas prácticas tan rígidas e insostenibles. Por lo tanto, podríamos cambiar el foco en nuestros propósitos de septiembre.

Llevar una alimentación más consciente, sin la prohibición de grupos o de alimentos, para nutrirnos adecuadamente, practicar un deporte que nos guste, para sentirnos más activas y dormir mejor, apuntarnos a esa actividad que nos llamaba la atención, disfrutar de planes más tranquilos como la lectura o el cine, retomar ese idioma que dejamos a medias, seguir mirando ofertas laborales para mejorar nuestras condiciones.

En definitiva, propósitos realistas y alcanzables a corto plazo, que nos aporten emociones agradables y enfocados en otros aspectos que no sea solamente nuestra imagen corporal, en Quiero Psicología estaremos encantadas de ayudarte a llevar una vida más saludable.

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¿Quieres una relación sana con las redes sociales?

Hoy, tener redes sociales o plataformas forma parte de nuestro día a día, es poco probable que solo tengas una aplicación de ellas en tu móvil, y todavía menos probable que no abras ninguna de esas aplicaciones al menos dos veces al día, por el motivo que sea, e incluso de forma inconsciente: TikTok, Instagram, Facebook, Snapchat, Reddit, Twitter, incluso WhatsApp tiene la opción de publicar estados…

Todo ello hace que pasemos una cantidad asombrosa del tiempo con el móvil (u ordenador para los cómodos) y con nuestra atención dividida. Para muchos, la señal de alarma es ver su vida afectada por llevar un tiempo indefinido “scrolleando” de manera pasiva a través de miles de vídeos y contenido vacío: llegar tarde a lugares cuando no estabas haciendo nada, dormir pocas horas porque miraste el móvil en la cama, quedarte sin batería después de horas “distrayéndote”. Para otros muchos, es la ansiedad que aparece cuando no se utilizan esas aplicaciones, o peor todavía, cuando consultarlas también lleva a sentir ansiedad (el ejemplo de personas que necesitan saber quién le ha dado a “me gusta” o ha comentado sus publicaciones de forma constante). Esto se complica todavía más si utilizas alguna de estas redes para tu trabajo o estar al tanto de las noticias relevantes para ti.

Irónicamente, todas esas plataformas que pretendían acercarnos a personas o ideas parecen alejarnos de una vida consciente y de los nuestros. Pero, no es tarde para hacerlo, aquí te daremos unos consejos para tener una relación más sana con las redes sociales.

1. Limita tu tiempo de redes sociales.

No hay que aislarse, pero es bueno que seas consciente del tiempo que pasas en las redes y que sea un tiempo decidido por tí.

Puedes ver cuánto tiempo pasas en las redes sociales en las propias aplicaciones como Instagram o en los ajustes de tu móvil, esto te dará una idea de tu uso. Además, todos los móviles hoy en día tienen un función para limitar el acceso a éstas (control parental): según se acabe ese tiempo, el móvil suele avisarte y la aplicación te aparece en gris o inactiva. Puedes posponerlo, claro que sí, ningún remedio que pongas es para siempre, pero serás al menos consciente de que estás rebasando el límite que pusiste.

También puedes dedicar un tiempo a entretenerte “pasivamente”, pero de una manera controlada, ponte una alarma cuando te dispongas a hacerlo para no pasarte de esos tiempos y evitar que impacte en tus rutinas o planes.

2. Desconecta.

Tomarse un tiempo sin redes sociales es una opción más drástica, pero totalmente válida, especialmente en épocas o períodos más estresantes.

Desinstala la aplicación que detectes que te aporta menos. Puede que, al principio, te encuentres desbloqueando tu móvil para abrir una aplicación que ya no está instalada (en el lugar donde la solías tener) de forma inconsciente; o que sientas frustración al “aburrirte”, pero desarrollar tolerancia al aburrimiento y aprender a parar pueden ser muy útiles. Recuerda que siempre puedes volver a instalarla.

También puedes invertir en actividades que sean incompatibles con el móvil o dejar conscientemente el teléfono fuera de tu alcance, por ejemplo, actividades deportivas o dejar el móvil en un otra habitación mientras lees. No es tu responsabilidad estar disponible y al tanto de cada publicación que tus contactos compartan.

3. Cuidado con dejarte absorber por el mundo virtual.

Muchas personas tienen un entorno social que puede basarse casi exclusivamente en contactos online o un entorno laboral que depende de las redes sociales, esto tiene un cierto riesgo, si se quiere desconectar. Es importante poder valorar para qué quieres usar qué red social y podes buscar alternativas para seguir conectado con las personas. Si tu trabajo depende de las redes sociales, busca también diferenciar tiempo de trabajo y tiempo personal: por ejemplo, tener un teléfono diferente para tu trabajo, o una cuenta diferente de Instagram para tu empresa, cuyos seguidores estén más estrechamente relacionados con tu trabajo y no mezclar conversaciones amistosas con posibles clientes.

Además, recuerda que el mundo virtual no es un reflejo de la realidad: Las personas publican un contenido específico, con lo que compararte con éste, es realmente compararte con la parte de su vida que deciden presentar y de la forma en la que la presentan. No te dejes llevar por imágenes y comparaciones, porque pueden no ser acertadas. Otro problema es el miedo a la crítica, a la orden del día están los haters, trolls y “las cancelaciones”. El mundo virtual tiene muchas posibilidades, pero abrirte a todas ellas, puede exponerte a comentarios despectivos, odio y una crítica masiva. Sé compasivo contigo mismo, aunque puedas equivocarte en ciertos aspectos, siempre habrá alguien que no esté de acuerdo contigo o pueda hacer comentario dañinos, esto no tiene por qué ver con tu valía o tus valores. Intenta valorar las críticas que puedan ser constructivas y no enzarzarte en discusiones sin salida.

Si aplicas estos consejos, todavía experimentas dificultades o malestar para tener una relación sana con las redes sociales, puede que éstas estén detonando otros problemas relacionales o de autoestima que puedas tener ya anteriormente. Desde el equipo de Quiero Psicología, estaremos encantadas de ayudarte.

Gordofobia

Gordofobia en el sistema sanitario

Antes de meternos de lleno en el meollo del asunto, vamos a definir este término que se ha empezado a escuchar en los últimos años. Y como ya os podéis imaginar

La gordofobia es el odio, el rechazo, la discriminación y un largo etcétera que sufren las personas gordas por el simple hecho de estarlo.  

El bullying a la niña gorda de la clase, las críticas a la adolescente gorda por parte de sus amigas con cuerpos más normativos y por supuesto el rechazo o la indiferencia de los chicos a nivel sexoafectivo (porque aunque no estemos hablando de personas heterosexuales, todas sabemos que es lo que “te tiene” que gustar), el rechazo por parte de las empresas a la hora de acceder al mercado laboral, los comentarios de hate en redes sociales por el simple hecho de subir una foto comiendo una hamburguesa.

las ridiculizaciones de unos hombres a otros por haber tenido relaciones sexuales con una mujer gorda, las dificultades para encontrar ropa de su talla, las miradas y los cuchicheos en piscinas y playas, la incredulidad de que una mujer gorda esté con un hombre con un cuerpo normativo, la preocupación de todo el mundo por tu estado de salud, el acoso que reciben en la calle etc.

Todas estas situaciones tienen que vivir las personas gordas por el simple hecho de estarlo, sin que haya ninguna variable más por medio.

Podríamos pensar que cuando acudimos a cualquier profesional de la salud (profesiones vocacionales, que requieren de tantos años de formación) lo que va a hacer es eso, velar por nuestra salud, sin embargo, nos encontramos con innumerables situaciones de gordofobia en la consulta. Profesionales, que deberían de saber cómo afecta el estrés y la ansiedad que generan los comentarios despectivos, las ridiculizaciones y las infravaloraciones de nuestras quejas, en la salud física (presión arterial alta, insuficiencia cardiaca, diabetes, problemas hormonales, problemas dermatológicos, problemas digestivos) y por supuesto a la salud mental, que deberían saber que un cuerpo no normativo no tiene por qué estar relacionado con enfermedad y que puede haber salud en todas las tallas.

  • Carolina, mujer de 38 años que acudió en cinco ocasiones al hospital, a consecuencia de un fuerte dolor abdominal, pérdida del periodo y subida repentina de peso. Estaba EMBARAZADA, y hasta el momento de parto no se le realizó una prueba de embarazo, el único tratamiento que le dieron fue hacer dieta. No fue hasta la quinta visita al hospital cuando se la ingresó con pronóstico grave ya que tenía dos coágulos en la cabeza y demás complicaciones producidas por el parto.
  • Miguel de 43 años, acudió al médico de cabecera con dolores en la zona del tórax y dificultad para respirar, el médico le dijo que si no era Covid-19 era por estar gordo y que adelgazase. Sufría una EMBOLIA PULMONAR.

Estos son solo dos ejemplos de los tantos que hay, en atención primaria, en especialistas digestivos, ginecológicos o traumatología. Acudir al médico por dolores menstruales y que te digan que tienes que adelgazar sabiendo que nada tiene que ver con el motivo de consulta. Produciendo, por una parte, el infra diagnóstico por la vergüenza que nos ocasiona acudir a una cita médica y por la falta de pruebas que se les realizan a las personas gordas. Llegando a pensar que tienes un problema de salud y que tu cuerpo tiene algo malo y que tiene que ser cambiado a cualquier coste.

No debería ser tan difícil encontrar un profesional que te trate con lo mínimo que todas las personas se merecen: respeto

Estaremos encantados en ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.

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Fertilidad: creencias y emociones asociadas

Tener hijos parece ser uno de los hitos vitales más normalizados e instaurados socialmente, especialmente si resulta que tienes un aparato sexual femenino. Sea una meta internalizada o un deseo que se tiene, muchas personas tienen dificultades en cada paso del proceso; desde la decisión, pasando por la concepción y hasta la crianza de los hijos. Uno de los momentos que suelen crear más emociones desagradables como son la ansiedad, la frustración o la tristeza es la concepción. Este momento que implica una gran inversión física y psicológica está plagado de muchas creencias erróneas que suponen un gran impacto emocional, y que exploraremos a continuación.

“Un embarazo es fácil de conseguir”:

Esto es una creencia falsa, en la que se generaliza, simplifica e idealiza un proceso tan complejo que, literalmente, nos da la vida. Un embarazo depende de muchos factores y condiciones, y es diferente para cada persona, no podemos basarnos en tópicos y apariencias muy edulcoradas en las redes sociales y círculos cercanos. Cuando una persona quiere tener hijos biológicos, parece evidente que los demás lo consiguen con facilidad y uno mismo, no.

No olvidemos el poder de dos fenómenos psicológicos: la atención selectiva, es decir la capacidad para centrar nuestra atención en un estímulo especifico y “dejar fuera” los demás (por ejemplo, si buscamos un embarazo, ya solo vemos personas embarazadas por todas partes); y el sesgo de confirmación, que es un prejuicio de pensamiento, mediante el cual se busca información que confirma lo que pensamos (por ejemplo, “los demás lo consiguen antes que yo” porque me fijo solo en las personas que tienen embarazos avanzados – sin saber cuántas personas podrían estar en el proceso o en un embarazo muy temprano).

“No puedo hablarlo con nadie”:

A lo anterior, se le añade que no es sencillo abrirse ante los demás sobre el proceso de fecundación, y muchas veces, después de conseguir el embarazo, muchas personas prefieren dejar atrás el doloroso proceso.

Por ello, se suele desconocer el número real de personas que tienen dificultades con la fecundación, pero cada vez más personas recurren a tratamientos de reproducción asistida como Fecundación in Vitro, ovodonación, etc. Es muy positivo tener apoyo psicológico durante el proceso y contar con un grupo de apoyo que pueda estar pasando o haya pasado por una situación similar. 

También es importante poner límites: si no quieres que te pregunten, quieres compartir el proceso solo con unas personas que elijas, estás en tu pleno derecho.

“Cuando me relaje/menos lo espere, me quedaré embarazada”:

Es cierto que un nivel de estrés muy elevado puede influir en la ovulación por un desajuste hormonal, pero este tipo de frases aumentan la sensación de culpa o responsabilidad, siendo el estrés una emoción ocasionalmente inevitable. Es bueno continuar con nuestros hábitos y otras metas que tengamos para mantener nuestro estado de ánimo y tranquilidad: podemos cuidarnos a nosotros y nuestras relaciones, favorecer el proceso con una buena alimentación y ejercicio, etc., pero no podemos paralizar toda nuestra vida, ya que eso ejerce mucha más presión y estrés, de no ser tan fácil como esperábamos.

“Yo soy el problema”:

La frustración en un proceso de fecundación suele llevar a sentimientos de inseguridad y culpa, especialmente en la persona que pretende embarazarse. Es un proceso que ya hemos descrito como sensible y muy complejo.

La realidad es que, en casos de infertilidad, se achacan el 40% de los casos al factor masculino, otro 40% al factor femenino, un 10% de casos se debe a factores combinados de ambos y el 10% restante a causas desconocidas. No podemos negar la realidad biológica en la que la reserva ovárica se reduce a partir de los 35 años, pero las condiciones de los espermatozoides también pueden verse afectados.

No se trata de buscar responsables, sino de poder explorar causas para elegir el método más efectivo para lo que esté sucediendo.

Una consulta a un especialista, donde se puedan explorar todos los factores, es esencial cuando las dificultades se estén dando, para poder también romper mitos como “cuantas más relaciones sexuales mejor” o “esta postura asegura el embarazo”. Se recomienda que esa consulta pueda hacerse después de un período de 6 meses o un año de intentos, según la edad de la mujer.

Si te encuentras con dificultades, antes, durante o después de este proceso, en Quiero Psicología, estaremos encantadas de acompañarte y apoyarte con las herramientas que necesites.