Realities o la normalización de la toxicidad.
Si asistes al espectáculo de los realities ¿Te sientes identificado/a con algún/a concursante?
En los que muestran parejas ¿Crees que son un reflejo real de cómo son las relaciones, las mujeres y los hombres?
¿Si a ti te pasara algo así, no podrías aguantarlo?
Como norma general en casi cualquier reality, ya desde los primeros minutos observamos dinámicas cargadas de prejuicios, estereotipos, roles de género, toxicidad, etc.
Si nos centramos en los que nos muestran a parejas en un lugar paradisíaco, con villas de lujo y cuerpos esculturales como cebo para justificar infidelidades. “Esta experiencia hay que vivirla” , “esto ocurre porque te sientes en otro mundo” y otros argumentos sobre el por qué es tan fácil descontrolarse o perder la cabeza en aquel lugar.
Vamos a desgranar algunas de las «perlas» que nos muestran este tipo de programas:
Roles de género.
Chicos que abrazan a sus novias por la espalda en señal de protección, posesión y control. Chicas abrazadas por sus novios como signo de dependencia, fragilidad y sumisión. “Las chicas son celosas”, “las chicas nos molestamos por todo” , mitos y categorías que distan mucho de la realidad: no por ser mujer tienes que ser celosa, y no por ser hombre te enfadas menos. “Bastante tenemos con nuestras novias ya”, la mujer como una carga pesada.
Rivalidad y odio.
“Chihuahua” ,“una mujer que viene a quitarle el novio a otra mujer me demuestra los valores que tiene” , discusiones, insultos y hostilidad entre las chicas y las tentaciones de sus parejas, perdiendo el respeto entre mujeres por luchar por la atención o el cariño de los chicos. A esto le añadimos que los chicos, para calmar a sus novias, infravaloran al resto de chicas con comentarios despectivos como “es fea”.
Lucha de egos.
Al inicio del programa, los chicos tienen que colocar un collar de flores en señal de interés por alguna de las chicas, una lucha de poder entre los «gallitos» en la que la mujer pasa a ser un objeto por el que dos hombres pelean. Ella es sólo un trofeo si opinión ni deseo ni, casi, cerebro.
Amor líquido.
Haciendo referencia a este concepto de Bauman, otra de las «situaciones» es cuando aparecen nuevas tentaciones en las villas. Si quiero cambiar mi cita por otra, puedo hacerlo, tengo donde elegir, hoy quiero contigo y mañana no, al instante. Cambian personas como si cambiasen de pantalones.
Normalización del conflicto.
“Discutimos mucho pero nos queremos” , «estamos teniendo discusiones ya como si fuéramos una pareja” , “nuestra relación es tricíclica, estamos bien, estamos mal y estamos muy mal”. Conductas en las que se acepta el conflicto en las relaciones como algo normal y típico en las parejas. Lo cierto es que está muy lejos de ser normal: el amor es que experimentes tranquilidad y sosiego en tus relaciones de manera habitual y sea un lugar de calma para ti.
Sentido de propiedad sobre las personas.
“Me van a quitar a mi novia” ,“no me importaría que tocara a otra chica”, “le dije que nadie le hiciera masajes”. Conductas posesivas en chicos y chicas. Tratar a una persona como si fuera algo tuyo implica anular sus emociones y necesidades, tener derecho sobre él/ella y estar por encima, yo decido, yo mando.
Ansiedad por separación.
“No puedo estar sin ti”, “no nos separemos nunca más”, “me quiero morir, no voy a aguantar”. Estar lejos de alguien a quien aprecias puede ser doloroso, pero ser incapaz de vivir y continuar debido a la ausencia de tu pareja implica dependencia y la total reducción de tu autonomía. Corres un grave peligro si tu bienestar depende por completo de que alguien se quede o no.
Comprobaciones constantes de su amor.
“Tengo que verlo todo para saber si puedo confiar al 100% en él”, “no es su prototipo”. Amar no es poner a prueba a tu pareja para estar completamente seguro/a de él/ella. El amor no es un campo de batalla en el que tengas que observar que tu pareja resiste y consigue salir ileso/a ante un montón de tentaciones para saber si realmente te quiere o no. Observar cada paso que da te hace estar alerta constantemente, con el consiguiente desgaste ya que además, nunca podrás controlar absolutamente todo.
Atribuciones erróneas sobre responsabilidades.
“Él está harto de mis celos”, “para no destrozar nuestra relación miento” , “me he cohibido muchas cosas por ella”, “estoy cansado de no poder ser como soy”. ¿Quién es el/la último/a responsable de nuestras propias conductas? Nosotros/as mismos/as, salvo casos en los que exista algún tipo de desequilibrio en la relación y poderes y haya una amenaza. Hacer responsable a tu pareja de algo culpabilizándola, no es amor. Si algo no te gusta, tienes la opción de irte y si decides mantenerte en la relación, no justifiques tus actos culpando a tu pareja.
Aguantar todo por amor.
“Nunca habla bien de mi”, “no me hace masajes”, “en toda la relación nunca ha bailado conmigo”. Una pareja no tiene por qué complementarte en absolutamente todo, sin embargo, si para ti es importante el cariño, y tu pareja no suele tener gestos cariñosos o afectivos hacia ti, quizás habría que replantear si te sientes a gusto y tus necesidades están cubiertas. Muchos son los comentarios de chicos y chicas que denotaban insatisfacción por carencias en sus relaciones o la aceptación de dinámicas contrarias a las que uno desea. Si no te sientes bien, romper la relación también es una opción.
Desconfianza.
“No te acercas a una persona que no conoces sin un interés”, “si yo me siento así, es por algo”. No me fío ni de ti ni de mi, cuestiono todo lo que haces porque me provoca emociones negativas que no sé gestionar ni reconocer. Mi propia inseguridad la vuelco en ti y en tus actos.
Autoestima y calma a través del dolor de otros.
«Ya no quiero que disfrute, quiero verlo triste”, «me hubiera hasta arrodillado”, “a uno le sienta bien ver como dos chicas se pelean por ti”. Si le veo mal, significa que me quiere. Pensamientos alejados de lo que es amar a alguien, ya que, además de tu bienestar también te importa el suyo.
Desprecios.
“Tiene un carácter de mierda”, “no te preocupes, no pueden hacer nada”, “está loca”. Cuando no sé cómo gestionar lo que la otra persona hace, me limito a insultarla y descalificarla porque no soy capaz ni de entender lo que hace, ni el porqué.
Incertidumbre y confusión. Miedo y descontrol.
Una de las parejas que más atención obtiene (T y M) son el ejemplo claro de cómo no tratar a tu pareja: cuando hay un problema de celos, lo ideal es que exista comunicación fluida, empatía, comprensión, calma y seguridad. Si este problema persiste y se hace insostenible, la solución sería terminar la relación antes que estar en una dinámica de desconfianza, mentiras o dudas.
T. era ambivalente y lo mismo le decía un “te quiero” que rompía el compromiso con M. para besarse con otra chica a sus espaldas. Ante la inseguridad que siente M., estas conductas mantienen el bucle y el malestar se intensifica. Lejos de ser sincero y honesto, T. prefiere mantener viva la ilusión de que “todo está bien” “es sólo un juego” y “no ha pasado nada” , desconcertando y manipulando a una M. totalmente dependiente hacia él.
M. pierde el control y experimenta emociones con una intensidad desmedida, presa del miedo se olvida completamente de ella misma, reacciona con agresividad, posesión y sumisión lo que le imposibilita para actuar de la forma más adaptativa y saludable.
Pues bien, los realities no dejan de ser un reflejo pervertido de lo que sucede en la sociedad, si te has sentido identificado/a con alguna de estas situaciones que te mostramos o de alguna otra que resuene en ti y no tienes los recursos para gestionar lo que sucede, en Quiero Psicología trabajaremos toda la esfera que envuelve una relación para ayudarte a conseguir seguridad, calma y bienestar.