¿Sabes si eres fuerte?
Me permito llorar y eso me hace ser fuerte.
¿Te resulta rara esta frase?
¿Quién es fuerte entonces?
Nos pasamos la vida moviéndonos en un continuo donde en un extremo está la fortaleza y en otro la debilidad. Hemos aprendido que alguien que es fuerte, es alguien respetado, valorado y por lo tanto, con más probabilidades de sobrevivir. En cambio, hemos aprendido que alguien débil es lo contrario. ¿Quién no quiere ser fuerte entonces?
El problema surge cuando el concepto de fuerte y débil no se ajusta a la realidad.
¿Crees que alguien que muestra sus emociones es débil? ¿que por decir que estás triste te van a respetar menos? ¿Piensas que si te ven con vergüenza ya no te van a valorar tanto?
Si te muestras triste, entonces ya no vas a parecer tan fuerte. Así que prefieres ponerte una capa encima que enmascare lo que sientes realmente y así vas por la vida, aunque esa capa sea muy pesada y al final resulte agotador.
Pero no termina ahí, las emociones que no escuchas y que intentas evitar y ocultar, buscan alguna forma de salir, una vía de escape, por lo que es mucho más difícil afrontar algo evitando lo que sientes.
Realmente las emociones surgen para hacer de puente y permitirte entender mejor el proceso. Cuando evitas las emociones menos agradables, estás evitando contar con el recurso emocional que te permitirá procesar e integrar mejor lo que estás viviendo.
Está muy de moda la positividad tóxica, que son esos mensajes que podemos ver por la televisión, redes sociales, en amigos o familia y cuya idea principal es “tienes que estar bien”. La positividad tóxica es dañina porque lo que realmente hace es bloquear la experiencia emocional y te impide sentir lo que necesitas sentir.
Preferimos hablar de resiliencia: la capacidad de adaptarse a cualquier situación por muy dolorosa que sea. Como si de un junco se tratara, que se dobla cuando hay tempestades pero nunca llega a partirse. Los humanos también nos adaptamos, y para hacerlo, necesitamos sentir todas nuestras emociones, incluso tristeza, vergüenza o miedo. Y eso está bien.
El estilo de educación, el modelo que hayas visto en tu familia, lo que has interiorizado de tus amigos o incluso lo que has visto en medios de comunicación, pueden hacer que tengas aprendidas y normalizadas diferentes ideas que al final lo que consiguen es que evites sentir lo que sientes.
¿Qué ideas transmite la positividad tóxica?
Llorar no sirve de nada: realmente la expresión emocional sí sirve, y mucho. Te permite conectar con tu emoción, escucharla y ver qué necesitas. Si no expresas la emoción, al final te la quedas para ti y termina explotando dentro.
Las personas fuertes no tienen miedo: lo que te hace fuerte es identificar y ser capaz de sostener el miedo. Ser consciente de qué te asusta y hacerte cargo de ello es lo que te hace fuerte realmente.
Tienes que estar bien: no es saludable mantener siempre un estado de alegría, hay veces que conectarás con la tristeza cuando tengas que afrontar una pérdida, con el miedo o con la vergüenza. Son emociones menos agradables pero necesarias para poder integrar lo que va pasando, la realidad de la vida.
Es importante detectar si tienes interiorizadas estas creencias y si limitan tu forma de gestionar correctamente las emociones. Sabemos que no es fácil y que a veces cuesta, pero si crees que no terminas de identificar lo que sientes, por qué lo sientes, o no llegas a saber qué necesitas, puede ser buen momento para iniciar un proceso terapéutico. Contáctanos aquí.