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Bullying por homofobia

El bullying por homofobia es una experiencia profundamente dañina que deja cicatrices emocionales a largo plazo. No se trata solo de burlas o agresiones físicas; es una forma de violencia sostenida que ataca la identidad misma de la persona, afectando su autoestima y autoimagen incluso en la adultez.

¿Por qué es un trauma complejo?

Hablamos de trauma complejo cuando una persona sufre abuso o violencia de manera continuada, especialmente en etapas de desarrollo como la infancia y adolescencia. En el caso del bullying por homofobia, el daño es muy profundo porque:

  • Ataca la identidad: No es solo rechazo por una acción o característica, sino por el ser mismo de la persona.
  • Aísla y silencia: Muchas víctimas sienten que no pueden pedir ayuda por miedo al juicio social o familiar.
  • Refuerza la vergüenza y el miedo: La violencia sistemática hace que la persona internalice mensajes negativos sobre su orientación sexual.

Impacto en la autoestima y autoimagen en la adultez

Las heridas emocionales del bullying por homofobia pueden manifestarse de diversas formas en la adultez, incluyendo:

  • Autoconcepto deteriorado: La persona puede desarrollar una percepción negativa de sí misma, sintiéndose inadecuada o defectuosa.
  • Miedo al rechazo: Puede haber dificultades para establecer relaciones afectivas por temor a ser lastimadx nuevamente.
  • Hipervigilancia y ansiedad: La constante exposición a la violencia en la infancia puede generar inseguridad y miedo en entornos sociales.
  • Autocensura o disociación: Algunas personas reprimen aspectos de su identidad para evitar confrontaciones, lo que puede generar depresión y falta de autenticidad.

Sanar es posible

El primer paso para sanar es reconocer que el dolor no es culpa de quien lo sufrió. La terapia psicológica, el apoyo de comunidades LGBTQ+ y la construcción de espacios seguros pueden ayudar a reconstruir la autoestima y vivir con autenticidad.

El bullying por homofobia es una herida profunda, pero, con el tiempo, acompañamiento y resiliencia, es posible recuperar la confianza y el amor propio. Nadie debería sentir vergüenza por ser quien es. 

TLP

Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y relaciones de pareja

El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es una condición mental compleja que afecta las emociones, las relaciones interpersonales y el comportamiento. Si sospechas que tu pareja podría tener TLP, es importante reconocer los signos comunes de este trastorno para comprender mejor su comportamiento y cómo puede influir en la relación. Sin embargo, solo una persona profesional de la salud mental puede realizar un diagnóstico definitivo.

A continuación, te compartimos algunas señales clave que podrían indicar que tu pareja tiene TLP.

Situaciones habituales si tu pareja tiene TLP

  • Inestabilidad emocional: Las personas con TLP suelen experimentar cambios rápidos y extremos de humor, pasando de sentirse muy felices a muy tristes o enojadas en poco tiempo. Esta inestabilidad emocional puede ser desconcertante y difícil de gestionar en una relación.
  • Relaciones intensas y conflictivas: Es común que las personas con TLP tengan relaciones intensas y, a menudo, inestables. Pueden idealizar a su pareja al principio, viéndola como la persona perfecta, solo para luego devaluarla y rechazarla por pequeños errores o malentendidos.
  • Miedo al abandono: El temor al abandono es un aspecto central en el TLP. Quienes lo experimentan pueden reaccionar de manera intensa ante situaciones que perciben como un posible rechazo o separación, incluso cuando no existe una amenaza real.
  • Comportamientos impulsivos y autodestructivos: Las personas con TLP pueden involucrarse en conductas impulsivas y riesgosas, como el abuso de sustancias, el gasto excesivo, la promiscuidad o las autolesiones, especialmente cuando se sienten abrumadas por sus emociones.
  • Sentimientos de vacío crónico: Muchas personas con TLP reportan una sensación constante de vacío, lo que puede llevarlas a buscar estímulos o conductas que les ayuden a llenar ese vacío emocional.
  • Problemas con la identidad: Es común que las personas con TLP tengan una identidad inestable, cambiando de intereses, valores o metas rápidamente. Esto puede hacer que sus comportamientos y decisiones parezcan erráticos o contradictorios.
  • Reacciones extremas al estrés: La baja tolerancia a la frustración puede hacer que las personas con TLP reaccionen de manera desproporcionada ante eventos cotidianos, lo que puede generar conflictos en la relación.

Si notas varios de estos signos en tu pareja, es posible que tenga TLP. En este caso, es fundamental buscar ayuda profesional para obtener un diagnóstico adecuado y explorar opciones de tratamiento, como la terapia dialéctico-conductual (TDC), que ha demostrado ser eficaz para quienes viven con este trastorno.

El impacto del TLP en la pareja

El TLP no solo afecta a quien lo experimenta, sino que también tiene un impacto profundo en quienes le rodean, especialmente en sus relaciones afectivas. Si estás en pareja con alguien que tiene TLP, es importante comprender cómo este trastorno puede influir en tu bienestar emocional y mental.

Efectos que podrías experimentar

  • Altibajos emocionales constantes: las personas con TLP suelen experimentar cambios emocionales intensos y rápidos, lo que puede generar un ambiente impredecible en la relación. Un día todo puede parecer estar bien, y al siguiente, todo puede cambiar sin previo aviso, creando una sensación de tensión constante. Estos altibajos emocionales pueden generar estrés y ansiedad en su pareja, ya que muchas veces sienten que deben estar en constante alerta para manejar las emociones cambiantes de la otra persona, lo cual puede resultar agotador.
  • Inseguridad y agotamiento emocional: el miedo al abandono es un síntoma central del TLP. Quienes lo padecen pueden temer constantemente que su pareja les deje, lo que puede llevarles a buscar atención excesiva o a comportamientos de dependencia. En algunos casos, este miedo puede derivar en conductas desesperadas para evitar el abandono, lo que genera desgaste emocional en la pareja. Si tu pareja con TLP muestra estas conductas, podrías empezar a sentir que no importa lo que hagas, nunca es suficiente para satisfacer sus necesidades emocionales. Esto puede hacerte sentir agotade, insegure y culpable, lo que afecta tu bienestar personal y la dinámica de la relación.
  • Confusión por la dinámica de la relación: una característica común del TLP es la alternancia entre idealización y devaluación. Esto significa que tu pareja puede verte como la persona más importante y admirable en un momento, y luego desvalorizarte poco después. Esta oscilación emocional puede dejarte confundide y con dificultades para comprender la relación.
  • Impacto en tu bienestar mental: estar en una relación con alguien que tiene TLP puede afectar tu propia salud mental. Las dificultades para entender sus reacciones emocionales o la sensación de no poder hacer nada para aliviar su sufrimiento pueden generar ansiedad, tristeza y desesperación. Si constantemente debes lidiar con reacciones impulsivas e intensas, podrías sentirte frustrade, confundide y estresade. Con el tiempo, esto puede erosionar tu bienestar y generar sentimientos de impotencia.
  • Comportamientos impulsivos y destructivos: las personas con TLP pueden involucrarse en conductas impulsivas o autodestructivas como una forma de lidiar con sus emociones. Esto puede incluir el abuso de sustancias, gastos excesivos, autolesiones o crisis de furia descontrolada. Si te encuentras en una relación con alguien que exhibe estas conductas, podrías sentir una gran angustia y desesperación, ya que puede ser difícil saber cómo actuar para ayudarle sin poner en riesgo tu propia salud emocional.
  • Dificultad para mantener límites saludables: el TLP puede dificultar la creación y el mantenimiento de límites sanos en la relación. La persona con este trastorno puede ser muy demandante, lo que puede llevarte a priorizar sus necesidades por encima de las tuyas. Esto puede hacer que los límites se vuelvan difusos, lo que a su vez genera resentimientos y agotamiento emocional. Además, quienes tienen TLP pueden interpretar cualquier intento de establecer límites como un rechazo, lo que puede hacerte sentir culpable por cuidar de tu propio espacio emocional.
  • Aislamiento social: las dificultades emocionales y de relación con una pareja que tiene TLP pueden llevarte a aislarte de tu círculo social. La relación podría volverse una prioridad absoluta, descuidando así las amistades y vínculos familiares. En algunos casos, tu pareja puede intentar alejarte de otras personas por celos, inseguridad o miedo al abandono. Este aislamiento puede volverte más vulnerable, al reducir tu red de apoyo emocional.

¿Qué puedes hacer?

Si estás en una relación con alguien que tiene TLP, es fundamental que tomes medidas para cuidar de tu bienestar emocional:

  • Establecer límites claros: es importante que ambas personas comprendan qué es aceptable y qué no en la relación. Los límites saludables evitan que te veas absorbide por las necesidades emocionales de tu pareja.
  • Buscar apoyo emocional: hablar con amigues, familiares o unx terapeuta puede ayudarte a procesar tus emociones y obtener una perspectiva externa. Contar con una red de apoyo es clave para mantener tu bienestar mental.
  • Terapia individual o de pareja: la terapia profesional puede ser beneficiosa tanto para la persona con TLP como para su pareja. Si la relación es difícil, la terapia de pareja o individual puede proporcionar herramientas para manejar la dinámica.

Estar en una relación con alguien que tiene TLP puede ser emocionalmente desafiante. Sin embargo, al establecer límites claros, buscar apoyo y priorizar tu salud emocional, puedes afrontar los desafíos que presenta la relación y proteger tu propio bienestar. Recuerda que tu felicidad y salud también son fundamentales.

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Lo que significa ser mujer y lesbiana

Sin adentrarnos ni profundizar en lo que significa ser mujer, seguro que muchas de nosotras sabemos lo que conlleva ser mujer. Y aunque ya hemos superado algunas cosas, hasta hace no mucho, se nos llamaba “el sexo débil”.

La discriminación contra las mujeres es un problema grave y generalizado en muchas sociedades en todo el mundo. Se manifiesta en diferentes formas y niveles, y puede ocurrir en áreas como el empleo, la educación, el acceso a la atención médica, la participación política y la violencia de género, entre otros.

Discriminación por mujer

Algunos ejemplos de discriminación por ser mujer incluyen:

  • Brecha salarial de género: Las mujeres a menudo reciben salarios más bajos que los hombres por realizar el mismo trabajo o trabajo de igual valor.
  • Obstáculos en la carrera profesional: Las mujeres pueden enfrentar barreras en su desarrollo profesional, como la falta de oportunidades de ascenso, la falta de representación en puestos de liderazgo y la discriminación en la contratación y promoción basada en estereotipos de género.
  • Violencia de género: Las mujeres son víctimas desproporcionadas de violencia física, sexual y emocional por el simple hecho de ser mujeres. Esto puede incluir violencia doméstica, acoso sexual, agresión sexual, trata de personas y matrimonio forzado, entre otros.
  • Acoso y discriminación en el lugar de trabajo: Las mujeres a menudo enfrentan acoso sexual y discriminación de género en el entorno laboral, lo que puede dificultar su progreso profesional y crear un ambiente hostil.
  • Falta de acceso a la educación: En algunos lugares, las mujeres enfrentan barreras para acceder a una educación de calidad debido a normas culturales, discriminación y estereotipos de género.

Discriminación por ser lesbiana

¿Pero que sucede cuando además de ser mujer, no sigues con los roles establecidos por la sociedad cisheteropatriarcal en la que vivimos? Como, por ejemplo, ser mujer y lesbiana.

La doble discriminación experimentada por las mujeres lesbianas se refiere a la carga adicional de discriminación y estigmatización que enfrentan debido a su género y orientación sexual. Esta combinación puede agravar la discriminación y el prejuicio que enfrentan las mujeres en general.

La doble discriminación puede manifestarse de varias maneras:

  • Discriminación de género amplificada: Las mujeres lesbianas pueden enfrentar estereotipos y roles de género restrictivos, que a menudo se basan en expectativas heteronormativas. Pueden enfrentar presiones para cumplir con los roles tradicionales de género y expectativas de feminidad, al tiempo que son deslegitimadas o invisibilizadas debido a su orientación sexual.
  • Prejuicio y estigma: Las mujeres lesbianas pueden enfrentar prejuicios y estigmatización tanto por su género como por su orientación sexual. Pueden ser objeto de discriminación social, exclusión o violencia basada en estereotipos negativos y actitudes homófobas o tránsfobas.
  • Dificultades en las relaciones familiares: Algunas mujeres lesbianas pueden enfrentar rechazo, alienación o discriminación dentro de sus familias debido a su orientación sexual. Esto puede resultar en tensiones y dificultades en las relaciones familiares, así como en la falta de apoyo emocional y social.
  • Barreras adicionales en el acceso a servicios y derechos: Las mujeres lesbianas pueden enfrentar obstáculos adicionales para acceder a servicios de salud, educación, vivienda, empleo y derechos legales debido a la discriminación y la falta de protección legal. Pueden experimentar falta de reconocimiento legal de sus relaciones y enfrentar dificultades en la adopción o crianza de hijos.

Podríamos seguir con lo que significa ser mujer y formar parte de otra minoría discriminada, como ser racializada, tener un cuerpo no normativo, pertenecer a la clase social baja, migrantes, personas con discapacidad… Es importante saber que estas luchas se entrelazan y es fundamental abordarlas todas para lograr un cambio social significativo.

Aprovechamos este mes del orgullo para reivindicar nuestros derechos, pero nos merecemos tener espacios seguros todos los meses del año. En Quiero Psicología nos encargamos de generarlo para nuestros pacientes porque todas las personas merecen ser tratadas sin ninguna discriminación.

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Es hetero pero…

Hace unas semanas me estaba tomando algo con unas amigas y charlando tranquilamente sobre todo tipo de temas cuando por algún motivo surgió hablar de a quién le gustaba quién. Concretamente, de algún modo la conversación derivó en hablar de una chica que algunas conocían. Se acabó hablando de la orientación sexual de esta chica en cuestión.

Se debatió sobre ello, se dijo que sí, que le gustaban las chicas pero que era hetero. Yo estaba tan en shock que no sabía muy bien ni qué decir. Este grupo de gente eran personas bienintencionadas, con empatía, formación y conocimiento de muchos temas y aun así se estaba discutiendo la orientación sexual de esta chica no presente como si fuese un debate o una conversación abierta. Confronté la situación y dije “pero si ha dicho que es bisexual” a lo que se me respondió que la chica en cuestión había afirmado que “soy bi pero salgo más con chicos” o incluso que le gustaban a veces más chicos o atraían más. Esto fue aceptado por todas las personas presentes como un argumento irrefutable. “Pero es que salir más o que te atraiga más un género no te hace menos bi” afirmé. “Ya, pero si dice que es bisexual, ¿pero le gustan más los hombres entonces que es?”, me contestaron. “Pues entonces es una persona bi a la que le gustan más los hombres”.

Parece increíble la necesidad imperiosa que tenemos de dicotomizarlo todo, hombre o mujer, femenino-masculino, hetero-homo. Nada entremedias ni otras opciones, y si existen las intentamos meter con calzador en cualquiera de estas parejas de categorías. Además, las asumimos opuestas y excluyentes (¡y no lo son!). Borrando la libertad, la flexibilidad, la diversidad y la riqueza y variedad del ser humano.

A veces sustituimos la heteronorma por una homonorma (o la propia LGBTIAQ+ tomamos la heternorma como referencia para descubrirnos y etiquetarnos) y esto es malo; no sólo para la gente que se autodefine como bisexual, queer, asexual o alguna etiqueta que no encaje en lo hetero y lo homo, sino que es dañino para las propias personas homosexuales y heterosexuales también. Al intentar meternos a todas en este reduccionismo absurdo no nos permitimos más opciones, fluir, cambiar. No exploramos nuestro deseo libremente, sino que lo vemos a través de prejuicios, de un prisma muy concreto. A menudo este prisma es asumir a todo el mundo hetero hasta que no se demuestre lo contrario… y si te sales de ahí y eres un chico más afeminado se te etiqueta como gay, las mujeres más marimacho se las ve como lesbianas (cuando nada de esto tiene que ver con la orientación sexual). Y por supuesto un chico que dice ser bi… será gay hasta que se demuestre lo contario y una chica bi será vista como hetero hasta que se demuestre lo contrario. En ambos casos se asume que el amor o atracción por las mujeres es menos válida, importante o que ni siquiera es real. El amor hacia los hombres si parece más legítimo. (El amor hacia las personas no binarias no parece ni existir ni ser nombrado nunca).

En conclusión: no podemos ni debemos forzar etiquetas sobre la gente. Esto es extremadamente violento y fuerza a la gente de vuelta en el armario. Las personas con cis passing o straight passing (que puedan aparentar físicamente ser hetero o cisgénero cuando no lo son) pueden tener ciertos privilegios materiales en algunas situaciones (como recibir menos acoso callejero) pero la otra cara de la moneda es la invisibilidad constante. El que nunca te consideren suficientemente queer, el que te metan un ay otra vez dentro del armario. No es ninguna sorpresa que justo estas personas sean las que más tiempo tardan en salir del armario, más les cuesta y tengan más dudas en cuanto a su identidad.

Por esto, cuando alguien te diga que es lesbiana, bi, gay, queer, asex, no binarie…. Por favor que lo primero que salga de tu boca no sea cuestionarles. Acompaña y apoya a estas personas, valida sus identidades tanto en su presencia como su ausencia. Recuerda que nadie tiene que tener un currículo concreto ni reunir suficientes puntos en el carnet bisexual para ser válido, válida o válide. Las personas bi pueden tener preferencia por géneros, pueden fluctuar sus gustos y seguir siendo bi. Pueden no haber salido nunca con un género concreto (o ninguno) y seguir siendo bi (fíjate que a la gente hetero que no ha salido con nadie no se les cuestiona su heterosexualidad). Las personas bisexuales no deben nada a nadie para ser “suficientemente bi”, así que no las llames heteropero, heteroflexible (a no ser que lo pidan).

No seas el primer bully bífobo, homofóbo, tránsfobo o acefobo de alguien. No seas la primera persona en meter a alguien en el armario (¡aunque no esté delante!). No seas esa persona que intenta reescribir la historia de otras, que niegue su realidad y haga que la gente se sienta insegura y vuelva al armario. No sabemos el impacto que tienen las palabras y es muy importante cuidarlas, especialmente en un tema tan personal. Cuando alguien te cuente su identidad valídala y apóyales, que han decidido compartir ese pedacito de sí mismas contigo, y desde Quiero Psicología podemos ayudarte para comprender y acompañar mejor a nuestros seres queridos.

Sexualidad

¿Cuándo y cómo quiero tener sexo?

La visibilización de relaciones no normativas y de una sexualidad liberal han hecho que el aspecto físico de una relación tome protagonismo hoy en día. Esto es algo maravilloso, pero también pone el foco en un área con la que algunas personas no se sienten a gusto. Esto se potencia si te encuentras en la situación de estar iniciando una relación o conociendo a personas de forma activa: La presión de ser abierto o liberal, las ganas de complacer a tu pareja, la ansiedad o miedo que pueda crearte la idea de “perder” a esa persona, o el sentimiento de querer compensar inseguridades que puedas tener sobre ti mismo, hacen que puedas sentirte empujado a realizar actividades sexuales con las que no te sientes demasiado cómodo.

Las relaciones sexuales permiten establecer una conexión con uno mismo y/o con otra persona, explorar nuestra intimidad y disfrutar de nuestro cuerpo, así como el de la otra persona. Pueden ser una actividad muy placentera y bastante reveladora: El sexo nos puede hacer producir grandes cantidades de hormonas, como dopamina, noradrenalina, serotonina y oxitocina, que actúan sobre los sistemas del cerebro relacionados con el placer, la excitación, la sensación de bienestar, incrementando la complicidad, afecto y confianza con la pareja. Sin embargo, no todas las personas o las relaciones sexuales son igual: es importante que tengamos en cuenta las emociones que sentimos de cara a esa intimidad, ya sea antes, durante o después.

Desde aquí, te daremos unas recomendaciones para poder evitar que la situación se complique.

1. Escanea tu cuerpo para observar si tienes algún tipo de emoción o sensación física que pueda ser desagradable al pensar en tener intimidad con una persona.

2. Si estas sensaciones son muy intensas, intenta gestionarlas antes de decidirte a hacer nada con nadie. Puedes probar a verbalizarlo y compartirlo con alguna persona de confianza. Es probable que lo que estés sintiendo sea algo que los demás hayan podido experimentar o que al menos puedan empatizar. También puedes aprender a gestionarlo con un profesional.

3. Si no estás preparado para hacer nada, comunícalo a la persona con la que estás pensando tener intimidad. Ya sea establecer tu límite o compartir lo que sea que estés sintiendo, puede ser útil para que la otra persona te entienda y un alivio para ti. Tienes derecho a sentirte cómo te sientes, no es algo de lo que avergonzarse, ni algo que tengas que ocultar. Pero puedes compartirlo, si así lo deseas o si sientes que tienes suficiente confianza con esa persona, o vas a sentirte respetada por ella. Si esa persona no buscar entenderte o respeta tus límites, entonces tal vez no es la persona con la que quieras tener intimidad (si no te respeta antes, es muy probable que no lo haga durante).

4. Si sigues teniendo algunas dudas, puedes establecer una lista de conductas o hablar de forma más informal con esa persona sobre las actividades que te gustan o que te disgustan, así como aspectos más globales (hay personas más sexuales que otras o con otro ritmos). No todos somos iguales, ni tenemos los mismos gustos, entonces es importante comunicarse (Especialmente si es una persona que estamos conociendo todavía): De hecho, es algo que es muy importante que podamos hacer antes, pero también durante el sexo, comunicar que nos gusta y cómo nos gusta. Si esto ocurre antes de las relaciones sexuales, puede ser una buena forma de excitar o iniciar los preliminares. Pero también durante, ya que se puede convertir en un juego erótico o Un momento de exploración compartido con otra persona. Recuerda que puedes parar y cambiar de opinión EN CUALQUIER MOMENTO.

5. Otro aspecto a vigilar es que las relaciones sexuales sean la única forma en la que te sientas seguro en tu relación con una persona: sentir la necesidad de mantenerlas, para evitar sentirte inseguro, te reduce a un cuerpo y minimiza lo que eres. Eres más que tu cuerpo, y es importante que puedas sentirte a gusto en otros aspectos de tu relación (si es lo que quieres).

Si ves que tu sexualidad te está creando malestar, estaremos encantadas de ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.

LGBTIAQ+

Algunas cosas que quiero decirte como persona LGBTIAQ+

Si estás leyendo este texto es muy posible que seas una persona del colectivo LGBTIAQ+ o bien alguien que tiene a una persona del colectivo cerca.

Si perteneces a la primera categoría este escrito es para dar voz a ciertas experiencias que puede que te resuenen: para describir lo que significa ser disidente en una sociedad que espera e incluso impone que seamos personas heterosexuales, cisgénero (que se identifican con el género asignado a sus genitales), alosexuales (que no son asexuales)… y normativas y como nos afecta en nuestros entornos sociales y familiares. Este texto es para ti y que puedas compartirlo con quien quieras cuando lo necesites.

Si no es el caso y perteneces a la segunda categoría tienes a una persona cercana a ti, sea familiar, amiga, ligue, pareja, hija, hermana, sobrino… o alguna persona en tu vida que quiere tener una conversación contigo que posiblemente no sea fácil o cómoda. Te invito a leer este texto hasta el final para iniciarla porque os merecéis estar a gusto y sentir seguridad y cercanía.

Esta persona en tu vida pertenece a alguna (o varias) de las siguientes categorías: lesbiana, gay, bisexual, trans, no-binaria, poliamorosa, asexual, intersex…

Este post en concreto no va sobre explicar que quiere decir en profundidad cada uno de estos términos, sino de que la persona que te ha enviado esto pertenece al colectivo y esto supone unas consecuencias injustas o difíciles en nuestras vidas que nos gustaría compartir contigo.

Nos gustaría decirte que recibimos rechazo o silencio cuando tratamos de ser nosotras mismas y nos cuesta hablar de nuestra vida personal porque no recibimos siempre el interés o el apoyo que necesitamos. El hecho de que no seamos lo que nuestros círculos sociales o familiares esperan de nosotras nos somete a presión para encajar o callarnos y nos hace muchísimo daño. Nos hace sentir expulsadas y rechazadas de muchos círculos. Duele no poder ser nosotras mismas. Duele no poder compartir nuestras experiencias. Duele que nos intenten forzar a ser algo que no somos.

El dolor de no poder traer todo nuestro ser a comidas familiares, a conversaciones casuales, a lo más pequeño y cotidiano de nuestras vidas es demoledor. No podemos ser quienes somos plenamente.  Es injusto. Es frustrante. Es un camino solitario en el cual podemos sentirnos abandonadas o desamparadas. Y no nos lo merecemos.

Merecemos cariño, cuidados, apoyo e interés en nuestras vidas como todas las demás personas. Merecemos poder contar con quien estamos saliendo o dejamos de salir, quien nos gusta, quien nos hace daño o con quien rompemos. Merecemos hablar de quienes somos.

Nos merecemos sentirnos libres, escuchadas, deseadas, celebradas. Merecemos una vida rica, colorida, segura y llena de amor. Y justamente por esto es posible que alguien que te importa te haya pasado esto. Porque necesita recibir esto de ti también.

Necesitamos conversaciones incómodas y difíciles que hagan que nos sintamos escuchadas y comprendidas.

Necesitamos sentirnos en casa con la gente de nuestro entorno y para ello necesitamos que iniciéis conversaciones para las cuales no estéis preparadas. No necesitamos que tengáis las palabras perfectas, pero necesitamos que lo intentéis.

Necesitamos que afrontéis el miedo a lo desconocido, a lo distinto, a pasar un rato incómodo. Porque le importas a la persona que te ha mandado esto y quiere que sepas como se siente.

Estás en su vida y le es importante poder compartir esto contigo. Poder sentirse segura y que le vas a escuchar y que puede ser ella misma. Que está a salvo, que no le vas a juzgar y que le vas a apoyar. Para esto es muy importante que no estés a la defensiva, porque para trabajar una relación (del tipo que sea) necesitamos poder mostrarnos vulnerables todas las partes involucradas. Para ello es importante entender que esto no es un reproche ni un ataque, es la necesidad de sentirnos escuchadas y sólo conseguiremos esa cercanía si nos cuidamos y escuchamos plenamente. ¡Para nosotras esto no es nada fácil!

Me encantaría que por favor intentes hacer esto lo mejor que puedas, que nos tengamos paciencia y nos digamos las cosas con cariño y que intentes entender quien soy. Que te informes si lo necesitas sobre mi identidad, que me preguntes con mucho cariño y mimo si tienes dudas. Pero necesito tu apoyo y comprensión.

Necesito conversaciones incómodas para poder entendernos, necesito que entiendas que la incomodidad es parte del cambio, de aprender y de conectar entre nosotras y tener una mejor relación. Necesito que me aceptes tal y como soy.

Necesito que me preguntes sobre mí y sobre mi vida para poder mostrarme ante ti tal y como soy plenamente, sin recortar las partes de mí que no entiendes. Necesito no tener que censurarme y que aceptes todas las partes de mi ser, especialmente aquellas que no comprendes del todo para poder sentirme cuidada. Necesito que me entiendas, cuides y quieras justo ahí donde menos me entiendes, necesito que busques comprenderme para poder ser quien soy.  Te garantizo que esto va a hacer que sea más fácil y fluido poder hablar entre nosotras y va a mejorar como nos hablamos y cuidamos.

Si lo haces te lo agradeceré y estoy segura de que tú también te alegrarás de haberlo hecho.

Si te encuentras en situaciones similares, estaremos encantados en ayudarte desde el equipo de Quiero Psicología.

ciberacoso

Cuando la Violencia de Género es Online

Como ya hemos hablado en anteriores post, la era digital ha cambiado nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos con los demás. Hoy en día, podemos establecer vínculos afectivos a pesar de la distancia física, conocer a gente mediante aplicaciones, compartir nuestros recuerdos y tener nuevas alternativas de ocio.

Sin embargo, estos cambios también han dado pie a nuevas formas de ejercer violencia.

Recordemos, que la violencia de género implica una relación asimétrica y de dominio que puede darse en múltiples formas: Violencia física, sexual, psicológica, económica, reproductiva… y que además, esta violencia puede darse de forma activa y/o pasiva.

A consecuencia, a raíz del auge de las nuevas tecnologías, ha surgido una nueva forma de ejercer violencia.

Ciberacoso

Este fenómeno se caracteriza por ejercer una relación de dominio a través de las nuevas tecnologías. Implica insultar, ridiculizar, amenazar o acosar a otra persona mediante redes sociales.

También se incluiría la suplantación de identidad, donde el acosador puede hacerse pasar por esa persona y difundir mensajes falsos o compartir información privada de la víctima.

Actualmente, como ya sabemos, los teléfonos móviles forman una parte imprescindible en nuestras vidas. Ahí guardamos fotos, información íntima, conversaciones con amistades, accedemos a redes sociales, etc.

Es por esto por lo que ejercer ciberacoso constituye una violación a nuestra privacidad y un total acceso a nuestra información.

La violencia online puede verse reflejada en diferentes formas:

Sexting no consentido:

Este fenómeno proviene del acrónimo sex (sexo) y texting (chatear), ya que consiste en comunicarse o enviar fotos de contenido sexuales a través de mensajería instantánea.

Estas acciones pueden formar parte de la intimidad de una pareja. Sin embargo, cuando estas imágenes de contenido sexual se difunden sin consentimiento alguno, estamos hablando de violencia, y por tanto, de un delito.

El acosador puede difundir estas imágenes con el objetivo de ridiculizar a la víctima, amenazarla o chantajearla con publicarlas, con el fin de coaccionarla.

Grooming:

Esta práctica digital consiste en la puesta en contacto de un adulto con un menor a través de las nuevas tecnologías con fines sexuales.

Estos pederastas en primer lugar, tratan de ganarse la confianza de menor formando un vínculo afectivo, por lo que es habitual que estas personas al principio simulen ser también menores.

Una vez obtenido el vínculo, el acosador tiende a solicitar imágenes de carácter sexual, pudiendo llegar incluso a difundirlas por otras redes.

La diferencia reside en que en este fenómeno, el acosador siempre es un adulto y la víctima una persona menor de edad.

Uso de redes sociales:

El acosador puede utilizar las redes sociales de la víctima para controlar sus acciones, los “me gusta” que da, las fotos que publica, etc. Estas personas pueden ejercer su dominio prohibiendo a la víctima subir material que ellos consideren inoportuno, utilizar los “me gusta” como forma de castigo o refuerzo, o espiar las interacciones que hace la víctima.

Por otro lado, el acosador puede crear un perfil falso suplantando la identidad de la víctima, pudiendo compartir rumores falsos o imágenes sexuales convirtiéndola en motivo de burla.

¿Qué diferencia el acoso online del offline?

Al formar parte de una sociedad donde las nuevas tecnologías forman un pilar básico de comunicación, el perfil de ciberacosador es mucho más amplio.

Estas personas pueden aprovecharse del carácter anónimo que pueden darte las redes, para acosar y controlar a la víctima con mayor facilidad. Esto implica que las opciones para ejercer violencia también aumentan, ya que es habitual que hoy en día tengamos un perfil abierto en diferentes redes o contemos con diferentes medios tecnológicos para comunicarnos.

Asimismo, el riesgo de dañar a la otra persona es mayor, ya que las tecnologías suponen un canal donde poder transmitir un mismo mensaje a un gran número de personas con un solo click. A diferencia del acoso offline, la dimensión se da a un nivel más global o macro.

Si la víctima ha bloqueado el perfil del acosador en redes, éste tiene la opción de acceder a ella a través de otro medio o crear un nuevo perfil sin tener que desvelar explícitamente su identidad.

¿Qué puedo hacer ante este fenómeno?

En primer lugar, debemos prevenir estas prácticas y minimizar el riesgo de que el ciberacoso ocurra.

Si somos padres de un menor de edad, en primer lugar, debemos comunicar los riesgos que implica el uso de redes sociales, destacando la importancia de mantener los perfiles con la mayor privacidad posible. Así como de advertir los riesgos que conlleva interactuar o dar permiso de acceso a tus datos a personas desconocidas.

En el caso de los adultos, si sospechamos que estamos siendo víctimas de ciberacoso, estaríamos hablando de un delito penal, y por tanto, contaríamos con la opción de denunciar.

Es importante limitar el acceso de nuestras redes a personas de confianza, minimizando el riesgo de que las fotos o la información se difundan. En caso de recibir insultos, amenazas o acoso de una persona, deberemos bloquear el perfil y hacer uso de la opción de denunciar perfil que ofrecen actualmente las redes sociales.

Si te sientes identificado con esta práctica digital y te gustaría recibir ayuda especializada, desde Quiero Psicología estaremos encantadas de recibirte.

micromachismos

La perpetuación de la sociedad patriarcal en nuestro día a día.

¿Te has preguntado alguna vez qué puedes estar haciendo tú para perpetuar la sociedad patriarcal?

¿Te ríes de las bromas machistas, hablas infravalorando a las mujeres o menosprecias su capacidad intelectual y laboral porque son eso, mujeres?

¿Reproduces los roles de género, reduces a las mujeres a su físico o las utilizas como un objeto sexual?

Cada vez que haces algo de esto ayudas a que la sociedad desigual se siga perpetuando.

Dependiendo del ámbito en el que nos encontremos, podemos ver diferentes ejemplos de cómo puedes estar colaborando a que esta desigualdad se mantenga.

Ámbito laboral.

Puedes comenzar a observar si te comportas diferente con las mujeres de tu trabajo que con los hombres.

Si sueles tener pensamientos automáticos del tipo: “pobrecita, seguro que le cuesta más todo”, “fijo que es madre y está cansada”, “juraría que se estresa más”.

Quizás seas de los que utilizan la frase “deja que te explique” cuando una compañera comienza a exponer una idea.

Este comportamiento en concreto se conoce como mansplaining: la tendencia de los hombres de explicar, con un marcado punto de condescendencia, algo a las  mujeres como si no supieran de lo que están hablando, o interrumpir sus discursos o explicaciones (“perdona que te interrumpa, parece que quieres decir esto”, “anda deja eso tú céntrate en lo tuyo”).

Eres un hombre, ¿crees que tomas esta actitud paternalista con las mujeres de tu familia o con tus amigas?

Si eres mujer, ¿sientes que has vivido esto o lo has visto desde fuera?

Como sociedad y como individuos tenemos la responsabilidad de cambiarlo.

Cuando ves o vives una situación así, señalarlo marcará poco a poco la diferencia. Poner el foco en este tipo de actitudes y comportamientos ayudará a desmontar algo que está más que normalizado.

Otro punto sobre el que puedes reflexionar es en si haces este tipo de preguntas a las mujeres con las que trabajas:

“¿Vas a venir a la cena?”, “¿quién se queda con tus hijos?”, dando por hecho que es la mujer la que tiene que encargarse del cuidado de los hijos. A los hombres se le presupone mayor libertad, menor responsabilidad sobre según qué cosas.

¿Alguna vez le has hecho estas preguntas a tus compañeros?

El aspecto físico y el cuidado de la imagen de los demás también es un punto a observar: “¿Te pondrás guapa para la presentación?”, “mañana te pondrás falda para la reunión, y tacones ¿verdad?”.

Tanto si eres hombre como si eres mujer, ¿le has hecho este tipo de preguntas u otras similares a tus compañeras? ¿se la haces a tus compañeros?

Las mujeres son las se tienen que preocupar de su aspecto físico, las que son juzgadas por su imagen.

De los hombres se resalta lo bien que hablan, lo bien que se expresan o lo competentes que son. De su aspecto físico sólo importa que estén aseados y limpios.

Nadie les pregunta qué se van a poner para una reunión, si van a ir a la peluquería o se van a maquillar “que tienes unas ojeras que parece que no pegas ojo”.

La capacidad de las mujeres para desarrollar su trabajo es otro punto de fricción importante, especialmente en empresas en las que hay mujeres en puestos de jefatura o con subordinados a su cargo.

Aquí surgen frases y preguntas del estilo: “seguro que Carmen está aquí por lo guapa que es”, “Tania se está llevando muy bien con el jefe, seguro que quiere ascender”, “la nueva es bastante guapa, ya era hora, hacía falta una así en el equipo”.

Con estas palabras estás reduciendo a las mujeres a su físico. Las ves como un mero objeto de disfrute o placer en vez de por la capacidad que puedan tener para realizar el trabajo que se les encomienda.

Pones en duda su valía como trabajadoras y cuestionas los medios por los que han conseguido o consiguen sus éxitos.

¿Lo más lamentable de estos comportamientos?

Que los puedes estar llevando a cabo de forma totalmente inconsciente.

Además, no son exclusivos de los hombres, muchas mujeres hacen exactamente lo mismo.

Están tan arraigados en nuestro tejido laboral que lo raro es que alguien los cuestione.

Entorno familiar.

En los eventos familiares, ¿quiénes son las que se encargan de preparar la comida? ¿quién pone la mesa y la recoge?

Permitir esto y asumirlo como normal es reproducir y perpetuar los roles de género. Las mujeres “tienen” que hacerse cargo de todo lo relacionado con las tareas de la casa y los hombres se limitan a disfrutar.

Como hombre, ¿ayudas en las tareas del hogar o te responsabilizas de ellas?

No es lo mismo decir “yo también ayudo” como si se tratara de una tarea exclusiva de las mujeres, que decir “yo me encargo de unas cosas y mi pareja de otras, de forma equitativa”.

¿Quién se ocupa del cuidado de los hijos?

Si eres hombre, ¿te sientas con tus hijos a hacer los deberes? ¿les das la cena? ¿te preocupas de ir a buscarlos al colegio? ¿les llevas a las actividades extraescolares o les recoges?

Si eres mujer, ¿sientes que el trabajo del hogar está equitativamente repartido, que sale natural de él ocuparse de las cosas?

Es importante que tú como mujer tampoco normalices eso, “es que ya sabes como son estos hombres”, “si quiero que esté bien hecho, mejor lo hago yo” “no saben hacer nada y nos toca todo a nosotras”.

Eso no debería ser así y tienes derecho a que sea diferente.

En cuanto al tiempo de ocio personal, ¿crees que tenéis el mismo tiempo de ocio tú y tu pareja?

¿Tienes la sensación de que tu novio/marido tiene más tiempo para sí mismo? Tiene más tiempo para deporte, queda con los amigos, sale a cenar o comer fuera, etc.

En cambio tú sientes que no tienes tanto tiempo para ti misma e incluso lo disfrazas de “es que yo no sé qué hacer”, “yo mejor aprovecho y limpio la casa”, “es que no quiero tiempo para mi misma, no me hace falta”.

Realmente tienes derecho a dedicarte tiempo para ti, para encontrar momentos donde poder bajar la guardia y no estar pendiente de nada más.

Ni niños, ni la compra, ni la cena.

Tiempo de calidad, no unos minutos entre una tarea y otra.

En lo social.

¿Te ríes y normalizas bromas que son despectivas hacia las mujeres?

¿Utilizas frases generalistas del estilo de :“están todas locas”, “son unas histéricas”, “ya sabes que cuando te casas, se acabó el sexo”, etc?

Hacer bromas constantes sobre algún rasgo de las mujeres, ya sea su parte emocional (“son inestables”), su parte física (“hay cosas que una mujer no puede hacer y un hombre sí”) o su capacidad intelectual (“no les da para mucho”, etc.) ayuda a seguir normalizando y manteniendo mitos que devalúan a las mujeres.

¿Tus amigos suelen pasar por los chats de grupo fotos de chicas desnudas?

¿Hacen comentarios despectivos y humillantes sobre chicas con las que han tenido relaciones sexuales?

Cuando ves cómo se invade la intimidad de otras personas, en este caso de las mujeres, y no haces nada por evitarlo, estás normalizando algo muy grave, de hecho, estás siendo cómplice de un delito.

Todos, hombres y mujeres, tenemos derecho a que se respete nuestra intimidad.

¿Le preguntas a las mujeres que cuándo van a ser madres?

“A ver si te echas ya novio, que se te va a pasar el arroz”, “te vas a quedar para vestir santos”, etc.

Frases que hacen hincapié en reproducir el rol de que el objetivo vital de todas y cada una de las mujeres del planeta es ser madre.

Además, si no tienen pensado serlo algo va mal en ellas.

Esto les genera presión y reduce su función a la de ser madre obviando que, además de mujeres que pueden o no elegir ser madres, son personas.

Personas con deseos, necesidades, prioridades y proyectos que no tienen porqué incluir ni la maternidad ni el matrimonio.

Es importante que todos, hombres y mujeres, tomemos conciencia de cuál es nuestra parte de responsabilidad.

Ser conscientes de cómo nos relacionamos y de las cosas que decimos.

Fijarnos un poco en nuestros comportamientos, expresiones y actitudes para así poder modificar todo aquello que sigue haciendo que se perpetúe la sociedad patriarcal.

Observa si alguna de las propuestas que te comentamos en este post se da en tu entorno laboral, familiar o de amigos y amigas.

Fíjate si tú, ya seas hombre o mujer, actúas de esta forma.

Pregúntate qué hace que lo hagas. Si quieres cambiarlo, quizás necesites ayuda. En Quiero Psicología estaremos encantadas de escucharte.