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Cómo la exposición constante a conflictos globales afecta tu salud mental

Vivimos en una era hiperconectada. En solo unos segundos, puedes enterarte de lo que ocurre en cualquier parte del mundo: guerras, desastres naturales, crisis humanitarias o tensiones políticas. Aunque estar informados es un signo de responsabilidad social, la exposición constante a los conflictos globales a través de redes sociales y medios digitales tiene un impacto real sobre la salud mental.

Es importante analizar cómo afecta este fenómeno, por qué se habla de fatiga digital y qué puedes hacer para cuidar tu bienestar emocional sin desconectarte del mundo.

La fatiga digital: cuando la mente se satura de información

El término fatiga digital hace referencia al agotamiento mental y emocional que surge tras una exposición prolongada a pantallas, noticias y redes sociales. No solo se trata de cansancio visual o físico; es un desgaste psicológico derivado del exceso de información, notificaciones y estímulos emocionales.

La sobreexposición a contenidos sobre conflictos globales genera:

  • Fatiga informativa: el cerebro se ve abrumado por la cantidad de noticias y pierde la capacidad de procesarlas de manera saludable.
  • Estrés empático: sentimos angustia al identificarnos con el sufrimiento ajeno, incluso si no lo vivimos directamente.
  • Sensación de impotencia: queremos ayudar, pero nos sentimos incapaces ante la magnitud de los problemas.

Con el tiempo, esta combinación puede llevar a ansiedad, irritabilidad, problemas de concentración y una sensación general de desconexión o apatía.

Redes sociales: un ciclo de alerta emocional constante

Las redes sociales amplifican el impacto psicológico de los conflictos globales. Las imágenes, los videos y los testimonios personales apelan directamente a las emociones, y los algoritmos priorizan el contenido que más reacciones provoca.

Así, sin darnos cuenta, podemos caer en el llamado “doomscrolling”: el hábito de consumir noticias negativas sin parar. Este comportamiento alimenta un estado de alarma permanente, donde el cuerpo produce más cortisol (la hormona del estrés), afectando el sueño, la concentración y el estado de ánimo.

De la empatía al trauma vicario: cuando el dolor ajeno se internaliza

El ser humano es empático por naturaleza, pero cuando nos exponemos continuamente a imágenes y relatos de violencia o sufrimiento, esa empatía puede transformarse en trauma vicario. Este término describe el impacto psicológico indirecto de presenciar el dolor ajeno de forma repetida.

Algunos síntomas incluyen:

  • Pesadillas o pensamientos intrusivos sobre las noticias.
  • Irritabilidad o hipervigilancia.
  • Desconexión emocional o apatía ante la información.

Cómo cuidar tu salud mental frente a la saturación informativa

Proteger tu salud mental en la era digital no implica vivir desconectado, sino consumir información de forma consciente y equilibrada. Aquí tienes algunas estrategias recomendadas por psicólogos y especialistas en bienestar digital:

  1. Dosifica tu exposición a las noticias. Establece horarios específicos para informarte (por ejemplo, una o dos veces al día) y evita revisar redes antes de dormir.
  2. Curar tu entorno digital. Silencia o deja de seguir cuentas que compartan contenido angustiante o sensacionalista. Prioriza fuentes verificadas y medios con enfoque analítico o constructivo.
  3. Practica desconexión consciente. Dedica momentos del día sin pantallas: pasear, leer en papel, meditar o simplemente estar presente. Esto ayuda al cerebro a recuperar su capacidad de atención y calma.
  4. Transforma la empatía en acción. Canaliza la preocupación por los conflictos globales en acciones concretas: informarte sobre cómo colaborar, donar o participar en proyectos solidarios. La acción reduce la sensación de impotencia.
  5. Busca apoyo profesional si lo necesitas. Si notas síntomas de ansiedad persistente, cansancio emocional o desmotivación, un psicólogo puede ayudarte a desarrollar herramientas para manejar la sobreexposición informativa.
  6. Estar informado sin perder la calma: un equilibrio posible. Estar al tanto de lo que sucede en el mundo no tiene que convertirse en una fuente constante de angustia. Podemos mantenernos informados con conciencia, aprendiendo a distinguir cuándo nuestra mente necesita un descanso. La empatía y el autocuidado no son opuestos: son aliados.

La fatiga digital y la saturación informativa son fenómenos reales que afectan a miles de personas en todo el mundo. Reconocer sus efectos, poner límites al consumo de medios y practicar un uso consciente de las redes sociales son pasos esenciales para proteger tu salud mental sin desconectarte de la realidad.

Recuerda: informarte es importante, pero tu bienestar emocional también lo es. Solo cuando cuidamos nuestra mente podemos seguir conectados con el mundo de manera sana, empática y sostenible.

género

¿Cómo nos afectan los mandatos de género en nuestra personalidad y en nuestro día a día?

En nuestra sociedad, desde el momento en que nacemos y se nos asigna un género, empezamos a recibir mensajes —explícitos e implícitos— sobre cómo “deberíamos ser”. Estos mensajes son lo que conocemos como mandatos de género: normas culturales que dictan cómo debe comportarse una persona según el género que se le asignó al nacer.

Aunque muchas veces parecen “naturales” o “inofensivos”, tienen un fuerte impacto en nuestra personalidad, en nuestras decisiones y en la manera en que nos relacionamos con el mundo.

¿Qué son los mandatos de género?

Son expectativas sociales que nos dicen qué es lo correcto o lo esperado para hombres y mujeres. Están tan normalizados que muchas veces ni los cuestionamos: frases como “los niños no lloran” o “una niña debe ser delicada” muestran cómo desde la infancia se nos coloca en moldes rígidos. Estos mandatos pueden generar culpa, frustración, inseguridad y también hacernos sentir que no encajamos, especialmente dentro del colectivo LGTB+, donde las identidades y expresiones de género se viven de manera más diversa y libre.

Si te asignaron el género mujer

Los mandatos de género suelen girar en torno a:

  • El cuidado: se espera que seas atenta, maternal, responsable del bienestar de los demás.
  • La apariencia: se te empuja a estar siempre “arreglada”, a cumplir con un ideal de belleza.
  • La docilidad: se valora que seas complaciente, sumisa, amable y que evites el conflicto.
  • El amor romántico: se transmite la idea de que tu valor está en encontrar pareja (preferiblemente heterosexual) y formar una familia.

Si te asignaron el género hombre

Los mandatos suelen centrarse en:

  • La fortaleza: no mostrar vulnerabilidad ni expresar emociones como la tristeza o el miedo.
  • El éxito: se espera que seas proveedor, competitivo y que tu valía se mida en logros económicos o laborales.
  • La heterosexualidad obligatoria: se ridiculiza cualquier comportamiento asociado a lo “femenino” y se sanciona la diversidad sexual.
  • La independencia: se valora no pedir ayuda y mostrarse siempre autosuficiente.

¿Cómo nos atraviesan en el día a día?

Los mandatos de género influyen en la forma en que nos expresamos (ropa, gestos, voz), las decisiones vitales (qué estudiar, con quién relacionarnos, si queremos o no tener hijos), nuestra salud mental (culpa, ansiedad, depresión, sensación de no ser suficientes) y nuestras relaciones (aprendemos roles desiguales en la pareja, la familia y el trabajo).

Los mandatos de género influyen directamente en la salud mental porque nos obligan a ajustarnos a expectativas rígidas, aunque no coincidan con lo que realmente sentimos o necesitamos.

Esa tensión entre lo que somos y lo que “deberíamos ser” puede generar mucho malestar. Los principales impactos suelen ser:

  • Generación de culpa y autoexigencia: cuando no cumplimos con lo esperado —ser “buena madre”, “exitosa”, “fuerte”, “femenina”, “masculino de verdad”— aparece la sensación de culpa o fracaso. Esa autoexigencia permanente puede derivar en ansiedad, estrés crónico o depresión.
    • Represión emocional: a los hombres se les dice que no deben llorar o mostrar vulnerabilidad. Esto puede llevar a reprimir emociones, dificultar pedir ayuda y aumentar el riesgo de problemas como depresión o abuso de sustancias. A las mujeres se les exige ser complacientes y evitar el enfado, lo que puede provocar dificultades para poner límites y sensación de impotencia.
    • Baja autoestima e inseguridad: los mandatos generan una comparación constante con ideales inalcanzables: la belleza perfecta, el éxito laboral, la fuerza inquebrantable. No poder alcanzar esas expectativas hace que muchas personas duden de su valor y se sientan “insuficientes”.
    • Violencia interiorizada: el mensaje de que algo está “mal” en nosotras/os si no encajamos, especialmente en personas LGTB+, puede derivar en homofobia o transfobia interiorizada. Esto afecta la autoaceptación y puede aumentar el riesgo de aislamiento y sufrimiento psíquico.
    • Impacto en las relaciones: los roles de género aprendidos generan dinámicas de desigualdad: mujeres sobrecargadas con tareas de cuidado, hombres con dificultades para vincularse emocionalmente…
    • Dificultad para el autocuidad: si se espera que una mujer siempre cuide a los demás o que un hombre nunca muestre debilidad, es común que se descuide el autocuidado físico y emocional, aumentando el riesgo de burnout y problemas de salud mental.
    • Riesgo de problemas graves: cuando la presión es muy intensa y no se encuentran apoyos, los mandatos de género pueden estar en la base de trastornos de ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, consumo de sustancias e incluso ideación suicida.

Los mandatos de género afectan con especial fuerza a las personas no binarias porque nuestra sociedad está organizada bajo una lógica binaria (hombre/mujer) que no contempla identidades fuera de esas categorías. Esto genera una serie de impactos en la salud mental, la autoestima y la vida cotidiana como invisibilidad y falta de reconocimiento, presión por encajar en roles tradicionales, agresiones y discriminación

No solo limitan la libertad de expresión e identidad, sino que también son un factor de riesgo para la salud mental. Identificarlos y cuestionarlos es un paso fundamental para vivir con mayor bienestar, autenticidad y equilibrio.

Cuestionar estos mandatos es un proceso complejo de autoconocimiento y empoderamiento. Reconocer que no tenemos que encajar en estereotipos nos permite

conectar con lo que realmente somos y queremos. En espacios seguros, se puede acompañar este proceso para:

  • Explorar cómo los mandatos han influido en tu vida.
  • Construir una identidad más auténtica.
  • Desarrollar herramientas para poner límites y relacionarte de forma sana.
  • Fomentar el autocuidado sin culpa.

Los mandatos de género no son reglas universales: son construcciones sociales que podemos cuestionar y transformar. Cuanto más conscientes seamos de ellos, más capacidad tendremos para decidir cómo queremos vivir nuestra identidad y nuestras relaciones, desde la libertad y el respeto a la diversidad.

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¿Cómo encarar nuevos proyectos de cara a Septiembre si no encuentro motivación?

Aunque el calendario no lo marque como un inicio formal, para muchas personas Septiembre se vive como una especie de “nuevo enero”. Las vacaciones (o simplemente el cambio de ritmo del verano) funcionan como una pausa mental que nos permite tomar distancia de lo cotidiano. Y esa distancia a veces genera ganas de cambio o, en ocasiones, un poco de “vértigo”.

Volvemos a la rutina con la idea de reorganizarnos, “ponernos las pilas”, empezar algún proyecto, mejorar hábitos, avanzar en lo que venimos postergando. Pero no siempre sentimos esa energía renovadora que se supone que deberíamos tener. A veces volvemos sintiéndonos igual que antes, o incluso más desconectados, más agotados, o más desorganizados.

Y ahí aparece la tensión: por un lado, sentimos que deberíamos tener motivación, porque septiembre es un buen momento para iniciar cosas. Por el otro, nos enfrentamos a una realidad interna que no siempre acompaña: cansancio acumulado, inseguridad, dudas, frustración por intentos pasados que no funcionaron, o simplemente desánimo.

Empezar nuevos proyectos sin motivación es una realidad para muchas personas, pero existen diferentes maneras de acercarte al cambio: más realistas, más amables y más conectadas con tu momento actual.

Por qué fracasan tantos proyectos en septiembre

Muchas personas empiezan septiembre con buenas intenciones, pero abandonan sus proyectos a las pocas semanas. ¿Por qué sucede esto?

  1. Expectativas poco realistas: Queremos cambiar todo de golpe: comenzar una rutina de ejercicio, reorganizar nuestras finanzas, comer saludable, leer más, trabajar con más foco… todo al mismo tiempo. Pero el cambio real no ocurre de esa manera. Esta sobrecarga de metas solo genera frustración y sensación de fracaso anticipado.
  2. Falta de planificación concreta: Es fácil decir “quiero mejorar mi vida” o “quiero enfocarme más”, pero si no hay una ruta clara y pasos definidos, el entusiasmo inicial se diluye rápidamente. La motivación sin estructura se evapora.
  3. Motivaciones externas y no sostenibles: Muchas veces los proyectos nacen de una presión externa: lo que los demás esperan, lo que las redes sociales promueven, lo que creemos que deberíamos estar haciendo. Pero si no hay un motivo personal auténtico, es difícil sostener el compromiso a largo plazo.
  4. Miedo al fracaso o al juicio: Empezar algo nuevo implica exponerse, salir de la zona de confort, y a veces fallar. El miedo a hacerlo “mal” puede llevar a la parálisis: preferimos no empezar antes que afrontar la posibilidad de no hacerlo perfecto.

¿Qué puedo hacer si no me siento motivado?

La clave es dejar de esperar a que aparezca la motivación perfecta y entender que muchas veces la motivación se construye en el camino, no antes de empezar. Aquí algunas ideas para ayudarte a dar el primer paso:

  • Actuar antes de sentir: No necesitas sentirte motivado para hacer algo. Basta con empezar por una acción pequeña, concreta y accesible. A menudo, la acción genera movimiento interno, no al revés.
  • Buscar un propósito interno: Pregúntate: ¿para qué quiero hacer esto? ¿Qué valor mío se vería reflejado si logro avanzar? Encontrar un sentido profundo, más allá de los resultados inmediatos, ayuda a sostener la constancia.
  • Aceptar la incomodidad inicial: No necesitas estar inspirado para empezar. El cansancio, la inseguridad o la apatía no son señales de que “no es el momento”, sino parte natural del proceso. Aceptarlas con amabilidad puede ayudarte a convivir con ellas sin dejarte frenar.
  • Cuidar el contexto: No todo depende de tu fuerza de voluntad. A veces cambiar el entorno, reducir distracciones, rodearte de personas que te apoyen o simplemente poner límites a lo que te desgasta, puede ser más efectivo que cualquier mantra de motivación.

Cómo hacer una lista de objetivos realistas y alcanzables

Una buena lista de objetivos puede ayudarte a recuperar el foco sin caer en la autoexigencia. Para que funcione, debe ser realista, flexible y conectada contigo. Aquí algunos consejos para diseñarla:

  • Específica: En lugar de “quiero estar más organizado”, di: “voy a usar una agenda para planificar mis tareas los lunes por la mañana”.
  • Medible: Define formas de saber si estás avanzando. Por ejemplo: “leer 20 páginas por semana” en lugar de “leer más”.
  • Ajustada a tu contexto: Considera cuánto tiempo y energía tienes realmente. Un buen objetivo no debería generarte más ansiedad.
  • Flexible: Déjate margen para adaptarte. Si ves que una meta no encaja con tu realidad, no es un fracaso modificarla: es inteligencia emocional.
  • Con ritmo progresivo: Empieza por lo fácil. El avance gradual construye confianza, y la confianza genera motivación.

Un método sencillo: la regla del 3-2-1

Si te cuesta saber por dónde empezar, puedes usar esta plantilla rápida para organizar tu mes:

  • 3 cosas que te gustaría explorar o probar (sin presión de resultados)
  • 2 hábitos que quieres mantener o recuperar
  • 1 objetivo claro y medible que puedas revisar a fin de mes

Este esquema es amable, flexible y ayuda a ordenar sin sobrecargar.

No necesitas tener claridad total ni sentirte al 100% para empezar algo. De hecho, muchas cosas importantes en la vida se empiezan sin garantías, sin certezas, y sin energía abundante.

Lo importante no es lo fuerte arrancas, sino lo amable y constante que puedes ser contigo mismo en el proceso.

Si hoy no te sientes motivado, empieza igual, pero empieza en pequeño. Respeta tu ritmo y tus recursos, y no olvides que el cambio más duradero no se ve desde fuera: se construye desde dentro.

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Elegir a una pareja: en qué fijarte, qué evitar y qué valorar

Elegir a una pareja es una decisión importante que puede influir profundamente en nuestro bienestar emocional, nuestra autoestima y nuestra calidad de vida. En consulta psicológica, es frecuente que aparezcan dudas, inquietudes o patrones repetitivos relacionados con las elecciones afectivas. ¿Por qué elegimos a determinadas personas? ¿Qué buscamos en una relación? ¿Cómo podemos diferenciar el deseo genuino de estar con alguien, del miedo a estar solos?

Desde un enfoque terapéutico, es fundamental tomar decisiones de pareja con conciencia, respetando nuestros propios límites, necesidades y valores. No se trata únicamente de evitar el sufrimiento, sino de fomentar vínculos que sean fuente de crecimiento, contención y respeto mutuo.

Green Flags: señales de una relación saludable

Las green flags son indicadores de que estás frente a alguien con quien podrías construir una relación basada en el respeto, la empatía y la comunicación. Algunas de las más importantes son:

  • Respeto por tus límites y decisiones: Una pareja que escucha y acepta tus «no», que no insiste ni presiona, está mostrando una base fundamental de respeto y consideración.
  • Interés genuino en tu bienestar emocional: Una persona que se preocupa por cómo te sientes, que te valida y te acompaña en tus emociones, aunque no las entienda del todo, es alguien con quien puedes construir confianza.
  • Espacio para tu individualidad: Poder mantener tus amistades, tus proyectos personales y tu autonomía dentro de la relación es una señal clara de una pareja que no necesita controlarte para sentirse segura.
  • Comunicación abierta y honesta: Una pareja que puede hablar de lo que siente, que da lugar al diálogo y no evita los conflictos, favorece el crecimiento conjunto y la resolución saludable de diferencias.
  • Capacidad de asumir errores y repararlos: No se trata de evitar los desacuerdos, sino de saber qué hacer cuando aparecen. Alguien que puede pedir disculpas sinceramente y trabajar en sus actitudes es alguien que se compromete con el vínculo.

Red Flags: señales de alerta que no deben ignorarse

Las red flags son comportamientos o actitudes que pueden parecer pequeñas al principio, pero que tienden a escalar y generar malestar emocional o dinámicas dañinas. Algunas comunes son:

  • Control disfrazado de “cuidado”: comentarios sobre tu forma de vestir, tus salidas o tus amistades, vigilancia de tus redes sociales o celos constantes son señales de control, no de amor.
  • Desvalorización de tus emociones o logros: si constantemente te hace sentir que exageras, que tus problemas no son importantes, o se burla de lo que te apasiona, es una señal de desinterés y falta de empatía.
  • Invasión del espacio personal: Revisar tu teléfono, exigir explicaciones permanentes o aparecer sin previo aviso puede parecer un gesto romántico, pero muchas veces es una forma de invasión de tu privacidad.
  • Negación de responsabilidades: Cuando, ante un conflicto, la otra persona siempre se victimiza, te culpa o evita cualquier tipo de autocrítica, se dificulta avanzar hacia una relación equilibrada.
  • Violencia emocional, verbal o física: Las humillaciones, las amenazas, los gritos o cualquier tipo de agresión no tienen justificación. Si esto ocurre, es importante buscar ayuda profesional cuanto antes.

Tener pareja no es una necesidad vital ni una obligación. Una relación sana no se basa en llenar vacíos, sino en compartir desde la libertad y la autenticidad. Poder construir vínculos significativos parte de conocerse, validarse y respetarse primero a uno mismo.

Si sientes que te cuesta identificar patrones dañinos, que repites elecciones que te lastiman o que te cuesta poner límites, puede ser útil iniciar un proceso terapéutico. Acompañar estas preguntas con ayuda profesional puede marcar una diferencia real en tu bienestar emocional y en tu forma de vincularte.

En Quiero Psicología, acompañamos procesos de autoconocimiento, autoestima y construcción de vínculos sanos. Ya sea que estés atravesando una relación complicada, iniciando una nueva etapa afectiva, o queriendo aprender a elegir desde otro lugar, podemos ayudarte a encontrar herramientas para cuidar tu salud emocional y elegir desde el respeto.

Contáctanos para agendar una primera consulta o para conocer más sobre nuestros servicios.

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¿Cómo abordar a un familiar violento?

La violencia dentro del núcleo familiar es uno de los problemas más dolorosos, complejos y difíciles de afrontar en nuestra sociedad. Este tipo de violencia no solo deja huellas físicas o psicológicas en las personas que la padecen, sino que también genera un profundo conflicto emocional y moral, pues quien agrede no es un extraño, sino alguien cercano: un padre, una madre, una pareja, un hijo o un hermano. Es precisamente esa cercanía afectiva la que convierte estos actos en experiencias especialmente traumáticas, ya que el hogar, que debería ser un espacio de seguridad, protección y amor, se transforma en un lugar de miedo, tensión y sufrimiento. Enfrentarse a un familiar violento implica romper silencios, desafiar creencias culturales arraigadas y, en muchos casos, superar la culpa, la vergüenza o el miedo al juicio social.

La violencia familiar tiene muchas formas: física, psicológica, económica, simbólica. Reconocerla es el primer paso, pero ¿cómo actuar, especialmente cuando los estereotipos de género —como la obediencia, el cuidado incondicional o la sumisión— pesan tanto?

  • Priorizar la integridad física y emocional: La seguridad personal no es negociable. Esto puede implicar desde pedir ayuda a redes cercanas hasta activar mecanismos de protección estatal, como denuncias o medidas cautelares.
  • No minimizar ni justificar la violencia: Los mandatos sociales tienden a responsabilizar a las mujeres o disidencias de «provocar» o «exagerar» el conflicto. Reconoce que la violencia nunca es tu culpa.
  • Construir una red de apoyo feminista: Rodearte de personas, organizaciones o colectivos que entiendan y acompañen desde una mirada de género puede ser vital para no quedar aislada.
  • Acceder a recursos institucionales especializados: Existen líneas de atención, refugios, asesorías jurídicas y psicológicas específicas para víctimas de violencia de género. Es fundamental conocer y utilizar estos recursos.
  • Reconocer la violencia estructural: Entender que muchas veces las instituciones (familiares, judiciales, policiales) minimizan o revictimizan a quien denuncia. Esto no invalida tu experiencia ni tus derechos.

¿Cuándo es legítima la defensa propia?

La legítima defensa es un principio jurídico reconocido y protegido por las leyes de la mayoría de los países, y representa una excepción al deber general de no causar daño a otros. Se trata del derecho que tiene toda persona a protegerse a sí misma o a un tercero cuando se enfrenta a una agresión injusta. No obstante, para que esta defensa sea considerada válida ante la ley, deben cumplirse ciertos requisitos claramente establecidos, los cuales buscan evitar abusos y asegurar que la reacción haya sido realmente necesaria y justificada.

Agresión injusta

El primer requisito es la agresión injusta, lo que significa que debe existir una amenaza real, actual e ilegítima contra la integridad física, la libertad o incluso la vida, ya sea propia o de otra persona. Esta agresión no puede ser hipotética ni basada en suposiciones; debe tratarse de un peligro inminente y concreto que justifique la necesidad de una respuesta defensiva inmediata.

Proporcionalidad

El segundo elemento clave es la proporcionalidad. La respuesta defensiva debe estar en equilibrio con el nivel de amenaza recibida. Esto implica que no es lícito responder con una violencia desmedida a un ataque menor. Por ejemplo, no se puede justificar causar un daño grave si la agresión inicial fue leve o no representaba un riesgo serio para la vida o integridad de la persona. La ley exige que el acto de defensa no supere lo estrictamente necesario para neutralizar el peligro.

Necesidad

El tercer criterio es la necesidad. La legítima defensa solo se aplica cuando no hay otra opción viable para evitar el daño. Esto significa que si es posible escapar, pedir ayuda o recurrir a otro medio menos agresivo para resolver la situación sin ponerse en mayor riesgo, se debe optar por esa vía. La violencia como medio de protección solo se justifica cuando no queda ninguna otra alternativa eficaz y segura.

    Cuando estas circunstancias se presentan dentro del ámbito familiar, la situación se vuelve aún más compleja. En el entorno doméstico, donde predominan los lazos afectivos, la convivencia diaria y una carga emocional intensa, es particularmente difícil evaluar con claridad el nivel de amenaza y actuar de forma racional. La emocionalidad puede distorsionar la percepción del peligro y llevar a respuestas impulsivas, lo cual complica la interpretación jurídica de la legítima defensa.

    Aun así, es importante subrayar que el hecho de que el agresor sea un familiar no anula el derecho a defenderse. Si una persona es víctima de una agresión física dentro del hogar, tiene el pleno derecho de proteger su integridad física de forma proporcional y razonable, sin que ello constituya un delito. La ley no obliga a nadie a soportar violencia por parte de sus seres queridos y contempla estas situaciones con especial sensibilidad, considerando tanto el contexto emocional como los riesgos concretos involucrados.

    ¿Qué papel ocupa la culpa?

    Sentirse culpable es extremadamente común después de defenderse o después de tomar medidas drásticas (como denunciar o alejarse de un familiar violento). Hay varias razones para esto:

    • Lealtad familiar: Desde pequeños, se nos enseña a proteger y amar a la familia, a veces incluso a costa de nuestro bienestar.
    • Esperanza de cambio: Muchas personas desean creer que su familiar mejorará, y sienten que rendirse o defenderse es «traicionar» esa esperanza.
    • Internalización de la violencia: A veces la violencia se minimiza o se justifica («no fue para tanto», «yo lo provoqué»), aumentando la culpa.

    Es importante entender que protegerse no es traicionar. Cuidar de ti mismo no es egoísmo, es responsabilidad. La culpa puede ser un síntoma de que valoras los vínculos familiares, pero no debe impedirte actuar en defensa de tu dignidad y tu vida.

    Trabajar la culpa suele requerir acompañamiento psicológico. Un terapeuta puede ayudarte a distinguir entre culpa saludable (que te lleva a la reflexión) y culpa tóxica (que te paraliza y perpetúa el daño).

    Nadie debería tener que elegir entre su seguridad y su familia, pero a veces es inevitable. Enfrentar la violencia de un ser querido es uno de los actos más valientes que existen.

    Reconocer el peligro, actuar en consecuencia y manejar las emociones complejas que surgen —como la culpa— son pasos fundamentales para sanar y construir una vida libre de violencia.

    TLP

    Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y relaciones de pareja

    El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es una condición mental compleja que afecta las emociones, las relaciones interpersonales y el comportamiento. Si sospechas que tu pareja podría tener TLP, es importante reconocer los signos comunes de este trastorno para comprender mejor su comportamiento y cómo puede influir en la relación. Sin embargo, solo una persona profesional de la salud mental puede realizar un diagnóstico definitivo.

    A continuación, te compartimos algunas señales clave que podrían indicar que tu pareja tiene TLP.

    Situaciones habituales si tu pareja tiene TLP

    • Inestabilidad emocional: Las personas con TLP suelen experimentar cambios rápidos y extremos de humor, pasando de sentirse muy felices a muy tristes o enojadas en poco tiempo. Esta inestabilidad emocional puede ser desconcertante y difícil de gestionar en una relación.
    • Relaciones intensas y conflictivas: Es común que las personas con TLP tengan relaciones intensas y, a menudo, inestables. Pueden idealizar a su pareja al principio, viéndola como la persona perfecta, solo para luego devaluarla y rechazarla por pequeños errores o malentendidos.
    • Miedo al abandono: El temor al abandono es un aspecto central en el TLP. Quienes lo experimentan pueden reaccionar de manera intensa ante situaciones que perciben como un posible rechazo o separación, incluso cuando no existe una amenaza real.
    • Comportamientos impulsivos y autodestructivos: Las personas con TLP pueden involucrarse en conductas impulsivas y riesgosas, como el abuso de sustancias, el gasto excesivo, la promiscuidad o las autolesiones, especialmente cuando se sienten abrumadas por sus emociones.
    • Sentimientos de vacío crónico: Muchas personas con TLP reportan una sensación constante de vacío, lo que puede llevarlas a buscar estímulos o conductas que les ayuden a llenar ese vacío emocional.
    • Problemas con la identidad: Es común que las personas con TLP tengan una identidad inestable, cambiando de intereses, valores o metas rápidamente. Esto puede hacer que sus comportamientos y decisiones parezcan erráticos o contradictorios.
    • Reacciones extremas al estrés: La baja tolerancia a la frustración puede hacer que las personas con TLP reaccionen de manera desproporcionada ante eventos cotidianos, lo que puede generar conflictos en la relación.

    Si notas varios de estos signos en tu pareja, es posible que tenga TLP. En este caso, es fundamental buscar ayuda profesional para obtener un diagnóstico adecuado y explorar opciones de tratamiento, como la terapia dialéctico-conductual (TDC), que ha demostrado ser eficaz para quienes viven con este trastorno.

    El impacto del TLP en la pareja

    El TLP no solo afecta a quien lo experimenta, sino que también tiene un impacto profundo en quienes le rodean, especialmente en sus relaciones afectivas. Si estás en pareja con alguien que tiene TLP, es importante comprender cómo este trastorno puede influir en tu bienestar emocional y mental.

    Efectos que podrías experimentar

    • Altibajos emocionales constantes: las personas con TLP suelen experimentar cambios emocionales intensos y rápidos, lo que puede generar un ambiente impredecible en la relación. Un día todo puede parecer estar bien, y al siguiente, todo puede cambiar sin previo aviso, creando una sensación de tensión constante. Estos altibajos emocionales pueden generar estrés y ansiedad en su pareja, ya que muchas veces sienten que deben estar en constante alerta para manejar las emociones cambiantes de la otra persona, lo cual puede resultar agotador.
    • Inseguridad y agotamiento emocional: el miedo al abandono es un síntoma central del TLP. Quienes lo padecen pueden temer constantemente que su pareja les deje, lo que puede llevarles a buscar atención excesiva o a comportamientos de dependencia. En algunos casos, este miedo puede derivar en conductas desesperadas para evitar el abandono, lo que genera desgaste emocional en la pareja. Si tu pareja con TLP muestra estas conductas, podrías empezar a sentir que no importa lo que hagas, nunca es suficiente para satisfacer sus necesidades emocionales. Esto puede hacerte sentir agotade, insegure y culpable, lo que afecta tu bienestar personal y la dinámica de la relación.
    • Confusión por la dinámica de la relación: una característica común del TLP es la alternancia entre idealización y devaluación. Esto significa que tu pareja puede verte como la persona más importante y admirable en un momento, y luego desvalorizarte poco después. Esta oscilación emocional puede dejarte confundide y con dificultades para comprender la relación.
    • Impacto en tu bienestar mental: estar en una relación con alguien que tiene TLP puede afectar tu propia salud mental. Las dificultades para entender sus reacciones emocionales o la sensación de no poder hacer nada para aliviar su sufrimiento pueden generar ansiedad, tristeza y desesperación. Si constantemente debes lidiar con reacciones impulsivas e intensas, podrías sentirte frustrade, confundide y estresade. Con el tiempo, esto puede erosionar tu bienestar y generar sentimientos de impotencia.
    • Comportamientos impulsivos y destructivos: las personas con TLP pueden involucrarse en conductas impulsivas o autodestructivas como una forma de lidiar con sus emociones. Esto puede incluir el abuso de sustancias, gastos excesivos, autolesiones o crisis de furia descontrolada. Si te encuentras en una relación con alguien que exhibe estas conductas, podrías sentir una gran angustia y desesperación, ya que puede ser difícil saber cómo actuar para ayudarle sin poner en riesgo tu propia salud emocional.
    • Dificultad para mantener límites saludables: el TLP puede dificultar la creación y el mantenimiento de límites sanos en la relación. La persona con este trastorno puede ser muy demandante, lo que puede llevarte a priorizar sus necesidades por encima de las tuyas. Esto puede hacer que los límites se vuelvan difusos, lo que a su vez genera resentimientos y agotamiento emocional. Además, quienes tienen TLP pueden interpretar cualquier intento de establecer límites como un rechazo, lo que puede hacerte sentir culpable por cuidar de tu propio espacio emocional.
    • Aislamiento social: las dificultades emocionales y de relación con una pareja que tiene TLP pueden llevarte a aislarte de tu círculo social. La relación podría volverse una prioridad absoluta, descuidando así las amistades y vínculos familiares. En algunos casos, tu pareja puede intentar alejarte de otras personas por celos, inseguridad o miedo al abandono. Este aislamiento puede volverte más vulnerable, al reducir tu red de apoyo emocional.

    ¿Qué puedes hacer?

    Si estás en una relación con alguien que tiene TLP, es fundamental que tomes medidas para cuidar de tu bienestar emocional:

    • Establecer límites claros: es importante que ambas personas comprendan qué es aceptable y qué no en la relación. Los límites saludables evitan que te veas absorbide por las necesidades emocionales de tu pareja.
    • Buscar apoyo emocional: hablar con amigues, familiares o unx terapeuta puede ayudarte a procesar tus emociones y obtener una perspectiva externa. Contar con una red de apoyo es clave para mantener tu bienestar mental.
    • Terapia individual o de pareja: la terapia profesional puede ser beneficiosa tanto para la persona con TLP como para su pareja. Si la relación es difícil, la terapia de pareja o individual puede proporcionar herramientas para manejar la dinámica.

    Estar en una relación con alguien que tiene TLP puede ser emocionalmente desafiante. Sin embargo, al establecer límites claros, buscar apoyo y priorizar tu salud emocional, puedes afrontar los desafíos que presenta la relación y proteger tu propio bienestar. Recuerda que tu felicidad y salud también son fundamentales.

    bisexualidad

    Qué no decirle a una persona bisexual

    La bisexualidad es una orientación sexual común y, a la vez, una de las más invisibilizadas. Aunque muchas personas se identifican como bisexuales, enfrentan prejuicios que afectan la manera en que son percibides y tratades. La bifobia se manifiesta en comentarios y actitudes que niegan la identidad bisexual, minimizan sus vivencias o las asocian con estigmas negativos. Esto es especialmente evidente en mujeres bisexuales, quienes suelen ser hipersexualizadas y vistas como objetos de fantasía, mientras que a los hombres bisexuales se les cuestiona su masculinidad y se les asocia con una homosexualidad reprimida.

    Borrado bisexual

    El borrado bisexual es un tipo de invisibilización y negación de la bisexualidad, en la que se minimiza, ignora o directamente niega la existencia de esta orientación sexual. Ocurre cuando se asume que todas las personas atraídas por más de un género son en realidad homosexuales o heterosexuales «confuses» o «indecises». Este fenómeno puede observarse tanto en la sociedad en general como dentro de la comunidad LGBT+, y suele manifestarse en frases o actitudes que sugieren que la bisexualidad es solo una «fase», una «transición» o una orientación menos válida.

    El borrado bisexual se refleja en los medios de comunicación, donde los personajes bisexuales son frecuentemente representados como promiscuos, indecisos o se les define exclusivamente por relaciones con un solo género. También se da en espacios académicos y médicos, donde se tiende a ignorar las experiencias y necesidades de las personas bisexuales. Este borrado tiene consecuencias graves para la salud mental y emocional, ya que invalida las experiencias de las personas bisexuales y aumenta la presión para ajustarse a la heteronormatividad o a la homosexualidad, provocando aislamiento, ansiedad y conflictos de identidad.

    Actitudes bifóbicas

    Para construir un ambiente respetuoso, es importante cuestionarse sobre expresiones que pueden resultar ofensivas para las personas bisexuales. A continuación, se presentan ejemplos de frases bifóbicas comunes y una breve explicación de por qué son inapropiadas:

    • «Todes somos bisexuales»: Esta frase minimiza la orientación bisexual al reducirla a una supuesta experiencia universal, trivializando los desafíos específicos de esta identidad.
    • «¿Te gustan más los chicos o las chicas?»: Al preguntar esto, se asume que la atracción debe medirse o jerarquizarse entre géneros, lo cual es innecesario. Les bisexuales pueden sentir atracción sin necesidad de una preferencia clara.
    • «Es solo una fase, te decidirás»: Esto sugiere que la bisexualidad es algo temporal. Invalida la identidad bisexual y asume que es solo una etapa de transición hacia la homosexualidad o la heterosexualidad.
    • «¿Has hecho algún trío?» o «¿Entonces eres poliamorose?»: Estas preguntas asocian la bisexualidad con promiscuidad o hipersexualización, lo cual es un estereotipo limitante.
    • «¿Por qué no te decides?»: Sugiere que la bisexualidad es una forma de indecisión, cuando en realidad es una orientación completa en sí misma.
    • «Lo haces por moda»: Esto trivializa la bisexualidad al insinuar que es una «tendencia» o elección superficial, ignorando las experiencias y sentimientos de cada persona bisexual.
    • «Eres mitad homo, mitad hetero»: Simplifica la bisexualidad como una mezcla de dos orientaciones, cuando en realidad es una orientación única y completa.
    • «¿Con cuál lo pasas mejor?»: Asume que debe haber una preferencia entre géneros, cuando muches bisexuales no necesitan jerarquizar su atracción.
    • «Solo te atraen hombres y mujeres cisgénero»: Este concepto es anticuado, ya que hoy se reconoce que la bisexualidad incluye atracción por personas de cualquier género, no solo cisgénero.
    • «La bisexualidad está de moda»: Esto sugiere que la bisexualidad es algo pasajero, trivializando la identidad y las experiencias de muchas personas.

    Evitar estas expresiones ayuda a construir un ambiente de respeto hacia las personas bisexuales y a fomentar una comunicación libre de prejuicios.

    En conclusión, la bisexualidad enfrenta muchas formas de invisibilización, desde estigmas y estereotipos hasta una limitada representación en medios y en políticas LGBT+. La estigmatización hacia las personas bisexuales tiene graves consecuencias para su salud mental, como ansiedad, depresión y aislamiento social, ya que enfrentan rechazo y prejuicios tanto en entornos heterosexuales como en la comunidad LGBT+. Estos factores, sumados a la presión constante por «definir» su identidad, dificultan la autoaceptación y pueden generar conflictos internos que afectan su autoestima. Además, el estrés crónico y la falta de apoyo pueden llevar al abuso de sustancias y a un mayor riesgo de pensamientos suicidas. Para mitigar estos efectos, es fundamental fomentar entornos inclusivos y promover una educación que visibilice y respete la bisexualidad.

    Y si tienes problemas para aceptar tu bisexualidad o están sufriendo bifobia en Quiero Psicología podemos ayudarte.

    ansiedad-y-calor

    Cómo influye el calor en los síntomas de ansiedad

    La ansiedad abarca un conjunto complejo de respuestas emocionales, cognitivas, conductuales y fisiológicas. Las personas con ansiedad tienden a percibir la realidad como amenazante, lo que les lleva a creer que algo es o puede ser peligroso. En situaciones de calor, es común experimentar una sensación de pérdida de control, lo que desencadena respuestas involuntarias como tensión muscular, sudoración, respiración acelerada, aumento de la frecuencia cardíaca y sensación de ahogo. Estos síntomas pueden llevar a evitar o escapar de las situaciones que los provocan, lo que a su vez puede afectar negativamente el estado de ánimo. La incapacidad para realizar actividades cotidianas o manejar situaciones puede agravar estas sensaciones desagradables.

    Relación entre el calor y la ansiedad

    El calor excesivo obliga al cerebro a “esforzarse más” para mantener la temperatura corporal dentro de los límites normales, lo que consume mayor cantidad de energía. Este esfuerzo puede provocar cambios en el metabolismo cerebral, aumentando su actividad y generando irritabilidad. Esta situación puede derivar en nerviosismo y cansancio, agravados por problemas de sueño típicos del calor, incrementando así la ansiedad.

    Este fenómeno es especialmente común en los primeros días del verano, cuando el cerebro debe adaptarse a las nuevas condiciones de temperatura. Sin embargo, a medida que el verano avanza, el cuerpo se adapta al calor, reduciendo en muchos casos la irritabilidad. Además, las vacaciones pueden actuar como un factor protector, promoviendo la relajación y disminuyendo la intensidad de los síntomas, aunque esto no significa que desaparezcan por completo.

    Es importante tener en cuenta que los síntomas provocados por el calor, como la sudoración, el aumento de la frecuencia cardíaca, la sensación de ahogo y los mareos, son similares a los de la ansiedad, lo que puede llevar a confundir ambos.

    Ansiedad en verano

    La ansiedad en verano es una condición en la que los síntomas de ansiedad se intensifican durante los meses de calor. Aunque la ansiedad puede presentarse en cualquier época del año, ciertos factores asociados con el verano, como el calor extremo, los cambios en la rutina, las expectativas sociales y las vacaciones, pueden intensificarla. Los síntomas más comunes incluyen inquietud, irritabilidad, problemas de sueño, dificultad para concentrarse y una sensación abrumadora de agobio.

    Causas de la ansiedad relacionada con el calor

    La ansiedad puede surgir por diversas causas que se agravan con el aumento de las temperaturas. Entre los factores fisiológicos destacan:

    • Aumento de la frecuencia cardíaca: El calor puede incrementar la frecuencia cardíaca y la respiración, lo que puede parecerse a los síntomas de un ataque de pánico y generar ansiedad.
    • Deshidratación: Común en verano, puede causar mareos, confusión y fatiga, lo que contribuye a aumentar los niveles de ansiedad.
    • Desequilibrio electrolítico: La pérdida de electrolitos a través del sudor puede afectar la función cerebral, favoreciendo la aparición de ansiedad.

    En cuanto a los factores psicológicos, encontramos:

    • Cambios en la rutina: Las vacaciones de verano y los cambios en la rutina diaria pueden generar estrés y ansiedad.
    • Presión social: Las expectativas de disfrutar del verano y participar en actividades al aire libre pueden resultar abrumadoras para algunas personas.
    • Exposición prolongada a la luz solar: Aunque beneficiosa en moderación, la exposición prolongada puede alterar los patrones de sueño y contribuir a la ansiedad.

    Cómo reducir la ansiedad relacionada con el calor

    Existen diversas estrategias para disminuir la ansiedad durante los meses de calor:

    • Mantén tu cuerpo fresco: Bebe abundante agua, usa ropa ligera y de colores claros, y mantén tu hogar fresco utilizando ventiladores, aire acondicionado o cerrando las persianas durante las horas más calurosas.
    • Practica técnicas de relajación: Realiza ejercicios de respiración profunda, como la respiración diafragmática, para calmar tu mente y cuerpo. La meditación y el yoga, que combinan respiración con movimiento físico, también son útiles.
    • Ajusta tu rutina: Evita las horas de calor intenso y realiza actividades al aire libre temprano en la mañana o al final de la tarde. Asegúrate de dormir en un ambiente fresco y oscuro, usando sábanas ligeras y ventiladores si es necesario.
    • Alimentación adecuada: Consume comidas ligeras y frescas, como ensaladas y frutas. Evita la cafeína y el alcohol, que pueden deshidratar y aumentar la ansiedad. Reemplaza los electrolitos perdidos consumiendo bebidas deportivas o alimentos ricos en electrolitos, como plátanos o aguacates.
    • Actividades físicas: Mantén una rutina de ejercicios regular, ajustando la intensidad y la hora para evitar el calor extremo. El ejercicio libera endorfinas, que mejoran el estado de ánimo y reducen la ansiedad. La natación es ideal en verano, ya que mantiene el cuerpo fresco mientras proporciona un buen entrenamiento cardiovascular.

    Finalmente, es esencial tomar medidas para prevenir situaciones que puedan exacerbar los síntomas del calor y la ansiedad. Mantente bien hidratado, refresca tu cuerpo cuando sientas calor excesivo, evita el ejercicio durante las horas más calurosas, usa ropa ligera y permanece en lugares frescos siempre que sea posible. Estos consejos son especialmente importantes para quienes ya experimentan problemas de ansiedad.

    Y si no puedes manejar los síntomas de ansiedad ya sabes que en Quiero Psicología cuentas con un equipo profesional preparado para atenderte.

    discusiones-pareja

    Discusiones en pareja en vacaciones

    Las vacaciones en pareja son uno de los planes más esperados del año, una oportunidad para compartir momentos sin las interrupciones de la vida diaria. Estos días ofrecen la posibilidad de estar juntos desde una perspectiva distinta, lejos de los horarios estrictos y las responsabilidades laborales. Sin embargo, esta experiencia en ocasiones, puede suponer un desafío. Lejos de resolver mágicamente los problemas de la relación, las vacaciones pueden, de hecho, intensificarlos. Estar juntos las 24 horas puede provocar tensiones y discusiones, especialmente cuando se intenta relajarse en un entorno desconocido.

    La expectativa

    La expectativa de unas vacaciones perfectas a menudo choca con la realidad de que el tiempo libre puede hacer que afloren problemas subyacentes en la relación. A menudo, el estrés acumulado y la falta de ocupaciones cotidianas pueden sacar a la superficie conflictos latentes. En este contexto, la clave para disfrutar plenamente de este tiempo juntos radica en la comunicación, la flexibilidad y el respeto mutuo.

    Antes de embarcarse en el viaje, es importante abordar cualquier conflicto pendiente y establecer reglas claras para evitar malentendidos. Dialogar sobre las expectativas y necesidades de cada uno puede prevenir muchos de los problemas que surgen cuando se pasa tanto tiempo juntos. Además, es importante recordar que unas vacaciones no son una solución mágica a los problemas de pareja, sino una oportunidad para reforzar la conexión y disfrutar de la compañía mutua en un entorno diferente.

    Idealizar las vacaciones en pareja puede llevar a decepciones cuando surgen imprevistos. Planes que no salen como se esperaba, problemas logísticos o simplemente el choque de personalidades al estar juntos todo el tiempo, son situaciones que pueden estropear la experiencia si no se manejan adecuadamente. Por eso, es fundamental salir con la mentalidad de disfrutar del momento y afrontar cualquier desafío con una actitud positiva.

    Prepararse para las vacaciones implica más que hacer maletas. Es necesario tener una disposición abierta y comprensiva, y estar dispuesto a ceder y adaptarse a las circunstancias. La disposición de ambos a adaptarse y mantener una actitud positiva es esencial para asegurar una experiencia memorable y enriquecedora. Al fin y al cabo, lo más importante es valorar el tiempo juntos y encontrar alegría en los pequeños momentos compartidos, construyendo recuerdos que fortalecerán la relación a largo plazo.

    Herramientas para disfrutar de las vacaciones en pareja:

    1. Llegar a acuerdos previos al viaje: sobre el tipo de actividades, presupuesto, expectativas… al tomar las decisiones de manera conjunta y consensuada se evitan situaciones confusas que pueden derivar en conflictos. Es recomendable planificar un itinerario flexible y factible. Un horario demasiado apretado, sin espacio para la espontaneidad o el descanso, puede dar lugar a conflictos.
    1. Comunicación efectiva: practicar la escucha activa y la empatía. Tener en cuenta las necesidades y deseos del otro, intentando buscar un equilibrio, fomentando una comunicación más abierta. Es importante abordar los conflictos de manera constructiva, evitando la confrontación y buscando soluciones mutuamente satisfactorias. Haz uso de la negociación y el compromiso para llegar a acuerdos que beneficien a ambos. Recuerda que el objetivo principal es disfrutar de las vacaciones en pareja y fortalecer la relación.
    1. Distribución de tareas: es importante que ambos miembros de la pareja compartan las responsabilidades y tareas para evitar tensiones y conflictos. Se puede establecer un plan de tareas en el que se dividan las responsabilidades como la reserva de alojamiento, la planificación de actividades, el manejo de las finanzas y demás. La comunicación abierta y honesta es fundamental para lograr una distribución equitativa y evitar posibles conflictos.
    2. Practicar la gratitud y apreciar los momentos juntos: a menudo, nos enfocamos en los aspectos negativos o en las cosas que podrían haber salido mal, en lugar de valorar y disfrutar de las experiencias positivas. Poner atención en los momentos agradables y expresar gratitud hacia nuestra pareja por su compañía y esfuerzo en hacer del viaje una experiencia placentera, fortalece la relación y minimiza los posibles conflictos. Es valioso tener momentos íntimos y dedicar tiempo de calidad para conectarse emocionalmente. Sorprenderse mutuamente con pequeños gestos de amor y aprecio, crearán recuerdos positivos y reforzarán los lazos de pareja.
    1. Sorprende a tu pareja: cualquier detalle que se te ocurra, desde una cena en un lugar especial, buscar un sitio donde ver el atardecer o un regalo. Las pequeñas acciones demuestran tu amor y cuidado, y ayudan a fortalecer el vínculo emocional.

    En resumen, las vacaciones en pareja ofrecen una buena oportunidad para compartir momentos especiales fuera de la rutina diaria. Aunque idealizadas como un tiempo de descanso y conexión, también pueden poner a prueba la relación al enfrentar tensiones y conflictos subyacentes.

    La clave para disfrutar plenamente de este periodo radica en la comunicación abierta y efectiva, la flexibilidad y el respeto mutuo. Prepararse adecuadamente, establecer acuerdos claros y mantener una actitud positiva son fundamentales para superar los desafíos que puedan surgir. Al valorar y apreciar los momentos compartidos, las vacaciones no solo fortalecen la relación, sino que también crean recuerdos duraderos que enriquecen el vínculo emocional a largo plazo.

    Y si siempre tienes grandes discusiones en vacaciones y no sabes cómo afrontarlo, en Quiero Psicología te ayudamos a resolverlo.