Niños, niñas y normas.
Somos seres sociales. Vivimos en comunidad, en “tribu”.
Conocer las normas de convivencia y las reglas sociales facilita que esa convivencia sea respetuosa, productiva y fluida.
Nuestro primer entorno relacional es la familia.
Es donde se asientan las bases y los valores que nos permiten relacionarnos de una u otra forma en los distintos grupos sociales con los que convivimos diariamente.
Damos a nuestros hijos e hijas cariño, cuidado, protección, etc.
Cubrimos sus necesidades básicas y les ofrecemos la información necesaria para que puedan comprender y entender la importancia de cumplir una serie de normas que les permitirán vivir en sociedad.
Esta información la transmitimos casi sin darnos cuenta.
Vivimos en la sociedad y tenemos años de experiencia relacional que nos permiten actuar casi de forma automática.
Nos paramos en los semáforos en rojo, cruzamos la calle por los pasos de cebra, saludamos al entrar en los establecimientos y nos despedimos al salir, caminamos respetando el tránsito de los demás, etc.
Son actos inconscientes, automáticos.
Con nuestro ejemplo, se los transmitimos a nuestros hijos e hijas.
Son acciones que hemos asumido como parte de nuestra vida. Sabemos que nos aportan seguridad y tranquilidad.
Nos facilitan la convivencia y conseguir un entorno predecible.
Generan una sensación de control sobre lo que sucede a nuestro alrededor.
¿Qué ocurre cuando hay que introducir normas nuevas?
La pandemia y todas sus consecuencias ha sido y es una situación que no controlamos.
No tenemos toda la información, vivimos en la incertidumbre aunque nos hayamos acostumbrado poco a poco a ella.
Los comportamientos habituales han cambiado y hemos tenido que introducir algunos nuevos que nos hacen sentir incómodos.
Buscamos información, intentando entender y aceptar las nuevas normas.
Las hemos ido incorporando desde hace un año, pensando en nuestra seguridad y en la de los demás.
Comprendemos la necesidad de estas nuevas normas y las cumplimos.
Obviamente, estas normas no sólo son para los adultos, también han de cumplirlas los niños y niñas.
¿Cómo transmitirles estas normas a los niños y niñas?
Hay niños para los que la incorporación de estas medidas ha sido fácil y las han interiorizado como parte de su día a día sin problemas.
Siguen el ejemplo de los adultos de su entorno y la necesidad de pertenencia que todos tenemos les ha facilitado que esa incorporación sea fácil.
Pero una de las características de la infancia es la curiosidad.
Hay niños y niñas que cuando no comprenden al 100% una norma, la cuestionan y se niegan a cumplirla.
Puede parecer que están buscando desafiar a la autoridad.
En una situación así, nos enfrentamos al reto de transmitir a ese niño la importancia de cumplir estas normas.
Hacerle entender que es por su bien y por el de los demás, sin que sienta que le estamos obligando.
Hacer que no lo sientan como una obligación es en donde debemos centrarnos para que pueda interiorizar estas normas de manera fluida.
Preguntas afirmativas.
Sucede que, cuando le decimos a un niño “no toques eso” su respuesta automática es ir a tocarlo.
También nos pasa a los adultos: todos hemos tenido que controlar el impulso de tocar una pared recién pintada con el cartel “no tocar, pintura fresca”.
Queremos comprobar si es así, o si ya se ha secado.
El cartel nos dice que si tocamos, va a pasar algo que puede ser perjudicial para nosotros.
También consigue centrar nuestra atención en tocar la pared.
Como adultos somos capaces de reprimir el impulso y no cuestionar el motivo; aceptamos que nos lo están diciendo por nuestro bien.
La curiosidad infantil, la necesidad de autoafirmarse y de mostrar control sobre si mismos, provoca en los niños el efecto contrario.
Para evitarlo, la mejor estrategia es transmitirles la información desde preguntas afirmativas.
Un ejemplo:
Si quieres que los niños hablen con un tono de voz adecuado y respetuoso, puedes decirles “no grites” con lo que probablemente gritarán más o “¿qué te parece si hablamos bajito?”.
Cuando les hablas en el tono de voz que quieres que usen, consigues que su atención se centre en el mensaje (habla más bajito).
Al hacerlo preguntando, tienen la sensación de estar tomando ellos la decisión de hablar bajito.
Explicaciones acordes a su edad.
Es importante darles información a los niños y niñas para que las normas no sean un “porque yo lo digo”.
No es necesario que les transmitamos datos que no van a entender y que no les interesan.
Lo fundamental es que les expliquemos el motivo por el que ahora hay que hacer determinadas cosas de otra forma.
Tenemos que hablarles de forma calmada, sin alarma y de acuerdo con su edad y su nivel de comprensión.
Darles información clara y concisa.
Así les transmitiremos tranquilidad y seguridad.
Cuando les damos información vaga o con muchos elementos fantásticos e irreales, provocamos que su imaginación genere imágenes y situaciones que les puedan provocar incertidumbre o inseguridades.
Con estas pequeñas pautas y con mucha paciencia por nuestra parte, podremos hacerles más fácil entender y aceptar las nuevas normas o medidas.
Para ellos, conocer y entender los porqués de lo que hacen les aporta sensación de control y de formar parte de la toma de decisiones.
Sentirán que han participado en la creación de las normas.
Puede incluso que aporten ideas nuevas o mejoras.
La crianza es un trabajo del que nunca descansamos.
Vamos aprendiendo según nos enfrentamos a las situaciones que se nos presentan.
A veces no sabemos cómo o no tenemos herramientas para ello.
Desde Quiero Psicología queremos que sepas que nos estás solo ni sola y que si así lo necesitas, podemos acompañarte en tu andadura como madre o padre.