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Volver al trabajo y sentir agobio

¿Cómo afrontar la vuelta a la rutina y reconectar con lo que te apasiona?

Volver al trabajo después de unas vacaciones, una baja o simplemente tras un tiempo de desconexión puede resultar abrumador. Para muchas personas, el regreso a la rutina laboral viene acompañado de ansiedad, desgana e incluso una sensación de vacío o falta de sentido. Pero ¿por qué ocurre esto? ¿Qué podemos hacer cuando sentimos que no queremos volver? Y, más importante aún, ¿cómo podemos recuperar la motivación y encontrar proyectos que realmente nos inspiren?

¿Por qué me siento así al volver al trabajo?

El agobio al regresar a la rutina no es solo una cuestión de pereza o falta de voluntad. Hay varios factores psicológicos que pueden estar en juego:

  • Desconexión entre tus valores y tu trabajo, Si lo que haces a diario no te representa, no te motiva o no te permite crecer, tu mente y tu cuerpo lo notan. El trabajo deja de ser una fuente de realización y se convierte en una carga.
  • Sobrecarga anticipatoria. Solo pensar en los correos acumulados, las reuniones pendientes o los conflictos sin resolver puede generar una ansiedad anticipatoria que te paraliza.
  • Falta de descanso real, A veces “descansamos” sin haber desconectado de verdad. El móvil, las preocupaciones o la culpa por no ser “productivos” pueden impedir una recuperación auténtica.
  • Síndrome postvacacional. Aunque no es un trastorno clínico, este estado de ánimo bajo y falta de energía que puede durar algunos días tras volver al trabajo es más común de lo que parece.

¿Qué problemas me puedo encontrar?

Volver sin motivación o con ansiedad puede tener consecuencias si no se aborda a tiempo:

  • Desmotivación constante: La apatía se convierte en la norma.
  • Bajada del rendimiento: La productividad y la calidad del trabajo se ven afectadas.
  • Problemas físicos y emocionales: Fatiga, insomnio, irritabilidad o síntomas psicosomáticos.
  • Conflictos laborales: Al estar más irritable o desconectado, pueden aumentar los roces con compañeros o superiores.

¿Cómo encontrar proyectos que me apasionen?

No siempre es posible dejarlo todo y empezar de cero, pero sí puedes hacer pequeños movimientos para acercarte a lo que te motiva:

  • Haz una pausa consciente. Pregúntate: ¿qué me gusta hacer? ¿Qué actividades me llenan, incluso fuera del trabajo? ¿Cuándo me siento más conectado conmigo mismo?
  • Revisa tus valores. Identifica tus valores fundamentales (creatividad, libertad, seguridad, impacto, conexión…) y analiza si tu trabajo actual los respeta o contradice.
  • Explora dentro y fuera del trabajo. Tal vez no puedas cambiar de empleo de inmediato, pero sí puedes buscar proyectos paralelos, proponer nuevas ideas en tu equipo o formarte en algo que te motive.

¿Cómo paliar la vuelta a la rutina?

Aquí algunas estrategias prácticas para amortiguar el golpe del regreso:

  • No intentes volver al 100% desde el día uno. Dosifica la carga de trabajo. Prioriza y no te exijas estar “al día” desde el primer momento.
  • Recupera tus rituales. Una taza de café tranquila, caminar al salir del trabajo o escuchar música en el trayecto pueden marcar la diferencia.
  • Agenda momentos agradables. Planea actividades placenteras fuera del horario laboral: cine, ejercicio, una comida con amigos.
  • Habla de cómo te sientes. Compartir tu malestar puede darte alivio y ayudarte a sentirte comprendido.
  • Haz pequeños ajustes. Cambiar el espacio de trabajo, replantear tus objetivos semanales o delegar tareas pueden ser mejoras importantes,

Sentirte agobiado al volver al trabajo no te hace débil ni raro. Es una señal de que algo dentro de ti pide atención. Tal vez necesites descansar más, establecer límites o replantearte tus metas. Lo importante es no ignorar lo que sientes.

Si consideras que no puedes afrontar la vuelta a la realidad, en Quiero Psicología podemos ayudarte.

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Bullying por homofobia

El bullying por homofobia es una experiencia profundamente dañina que deja cicatrices emocionales a largo plazo. No se trata solo de burlas o agresiones físicas; es una forma de violencia sostenida que ataca la identidad misma de la persona, afectando su autoestima y autoimagen incluso en la adultez.

¿Por qué es un trauma complejo?

Hablamos de trauma complejo cuando una persona sufre abuso o violencia de manera continuada, especialmente en etapas de desarrollo como la infancia y adolescencia. En el caso del bullying por homofobia, el daño es muy profundo porque:

  • Ataca la identidad: No es solo rechazo por una acción o característica, sino por el ser mismo de la persona.
  • Aísla y silencia: Muchas víctimas sienten que no pueden pedir ayuda por miedo al juicio social o familiar.
  • Refuerza la vergüenza y el miedo: La violencia sistemática hace que la persona internalice mensajes negativos sobre su orientación sexual.

Impacto en la autoestima y autoimagen en la adultez

Las heridas emocionales del bullying por homofobia pueden manifestarse de diversas formas en la adultez, incluyendo:

  • Autoconcepto deteriorado: La persona puede desarrollar una percepción negativa de sí misma, sintiéndose inadecuada o defectuosa.
  • Miedo al rechazo: Puede haber dificultades para establecer relaciones afectivas por temor a ser lastimadx nuevamente.
  • Hipervigilancia y ansiedad: La constante exposición a la violencia en la infancia puede generar inseguridad y miedo en entornos sociales.
  • Autocensura o disociación: Algunas personas reprimen aspectos de su identidad para evitar confrontaciones, lo que puede generar depresión y falta de autenticidad.

Sanar es posible

El primer paso para sanar es reconocer que el dolor no es culpa de quien lo sufrió. La terapia psicológica, el apoyo de comunidades LGBTQ+ y la construcción de espacios seguros pueden ayudar a reconstruir la autoestima y vivir con autenticidad.

El bullying por homofobia es una herida profunda, pero, con el tiempo, acompañamiento y resiliencia, es posible recuperar la confianza y el amor propio. Nadie debería sentir vergüenza por ser quien es. 

TLP

Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y relaciones de pareja

El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es una condición mental compleja que afecta las emociones, las relaciones interpersonales y el comportamiento. Si sospechas que tu pareja podría tener TLP, es importante reconocer los signos comunes de este trastorno para comprender mejor su comportamiento y cómo puede influir en la relación. Sin embargo, solo una persona profesional de la salud mental puede realizar un diagnóstico definitivo.

A continuación, te compartimos algunas señales clave que podrían indicar que tu pareja tiene TLP.

Situaciones habituales si tu pareja tiene TLP

  • Inestabilidad emocional: Las personas con TLP suelen experimentar cambios rápidos y extremos de humor, pasando de sentirse muy felices a muy tristes o enojadas en poco tiempo. Esta inestabilidad emocional puede ser desconcertante y difícil de gestionar en una relación.
  • Relaciones intensas y conflictivas: Es común que las personas con TLP tengan relaciones intensas y, a menudo, inestables. Pueden idealizar a su pareja al principio, viéndola como la persona perfecta, solo para luego devaluarla y rechazarla por pequeños errores o malentendidos.
  • Miedo al abandono: El temor al abandono es un aspecto central en el TLP. Quienes lo experimentan pueden reaccionar de manera intensa ante situaciones que perciben como un posible rechazo o separación, incluso cuando no existe una amenaza real.
  • Comportamientos impulsivos y autodestructivos: Las personas con TLP pueden involucrarse en conductas impulsivas y riesgosas, como el abuso de sustancias, el gasto excesivo, la promiscuidad o las autolesiones, especialmente cuando se sienten abrumadas por sus emociones.
  • Sentimientos de vacío crónico: Muchas personas con TLP reportan una sensación constante de vacío, lo que puede llevarlas a buscar estímulos o conductas que les ayuden a llenar ese vacío emocional.
  • Problemas con la identidad: Es común que las personas con TLP tengan una identidad inestable, cambiando de intereses, valores o metas rápidamente. Esto puede hacer que sus comportamientos y decisiones parezcan erráticos o contradictorios.
  • Reacciones extremas al estrés: La baja tolerancia a la frustración puede hacer que las personas con TLP reaccionen de manera desproporcionada ante eventos cotidianos, lo que puede generar conflictos en la relación.

Si notas varios de estos signos en tu pareja, es posible que tenga TLP. En este caso, es fundamental buscar ayuda profesional para obtener un diagnóstico adecuado y explorar opciones de tratamiento, como la terapia dialéctico-conductual (TDC), que ha demostrado ser eficaz para quienes viven con este trastorno.

El impacto del TLP en la pareja

El TLP no solo afecta a quien lo experimenta, sino que también tiene un impacto profundo en quienes le rodean, especialmente en sus relaciones afectivas. Si estás en pareja con alguien que tiene TLP, es importante comprender cómo este trastorno puede influir en tu bienestar emocional y mental.

Efectos que podrías experimentar

  • Altibajos emocionales constantes: las personas con TLP suelen experimentar cambios emocionales intensos y rápidos, lo que puede generar un ambiente impredecible en la relación. Un día todo puede parecer estar bien, y al siguiente, todo puede cambiar sin previo aviso, creando una sensación de tensión constante. Estos altibajos emocionales pueden generar estrés y ansiedad en su pareja, ya que muchas veces sienten que deben estar en constante alerta para manejar las emociones cambiantes de la otra persona, lo cual puede resultar agotador.
  • Inseguridad y agotamiento emocional: el miedo al abandono es un síntoma central del TLP. Quienes lo padecen pueden temer constantemente que su pareja les deje, lo que puede llevarles a buscar atención excesiva o a comportamientos de dependencia. En algunos casos, este miedo puede derivar en conductas desesperadas para evitar el abandono, lo que genera desgaste emocional en la pareja. Si tu pareja con TLP muestra estas conductas, podrías empezar a sentir que no importa lo que hagas, nunca es suficiente para satisfacer sus necesidades emocionales. Esto puede hacerte sentir agotade, insegure y culpable, lo que afecta tu bienestar personal y la dinámica de la relación.
  • Confusión por la dinámica de la relación: una característica común del TLP es la alternancia entre idealización y devaluación. Esto significa que tu pareja puede verte como la persona más importante y admirable en un momento, y luego desvalorizarte poco después. Esta oscilación emocional puede dejarte confundide y con dificultades para comprender la relación.
  • Impacto en tu bienestar mental: estar en una relación con alguien que tiene TLP puede afectar tu propia salud mental. Las dificultades para entender sus reacciones emocionales o la sensación de no poder hacer nada para aliviar su sufrimiento pueden generar ansiedad, tristeza y desesperación. Si constantemente debes lidiar con reacciones impulsivas e intensas, podrías sentirte frustrade, confundide y estresade. Con el tiempo, esto puede erosionar tu bienestar y generar sentimientos de impotencia.
  • Comportamientos impulsivos y destructivos: las personas con TLP pueden involucrarse en conductas impulsivas o autodestructivas como una forma de lidiar con sus emociones. Esto puede incluir el abuso de sustancias, gastos excesivos, autolesiones o crisis de furia descontrolada. Si te encuentras en una relación con alguien que exhibe estas conductas, podrías sentir una gran angustia y desesperación, ya que puede ser difícil saber cómo actuar para ayudarle sin poner en riesgo tu propia salud emocional.
  • Dificultad para mantener límites saludables: el TLP puede dificultar la creación y el mantenimiento de límites sanos en la relación. La persona con este trastorno puede ser muy demandante, lo que puede llevarte a priorizar sus necesidades por encima de las tuyas. Esto puede hacer que los límites se vuelvan difusos, lo que a su vez genera resentimientos y agotamiento emocional. Además, quienes tienen TLP pueden interpretar cualquier intento de establecer límites como un rechazo, lo que puede hacerte sentir culpable por cuidar de tu propio espacio emocional.
  • Aislamiento social: las dificultades emocionales y de relación con una pareja que tiene TLP pueden llevarte a aislarte de tu círculo social. La relación podría volverse una prioridad absoluta, descuidando así las amistades y vínculos familiares. En algunos casos, tu pareja puede intentar alejarte de otras personas por celos, inseguridad o miedo al abandono. Este aislamiento puede volverte más vulnerable, al reducir tu red de apoyo emocional.

¿Qué puedes hacer?

Si estás en una relación con alguien que tiene TLP, es fundamental que tomes medidas para cuidar de tu bienestar emocional:

  • Establecer límites claros: es importante que ambas personas comprendan qué es aceptable y qué no en la relación. Los límites saludables evitan que te veas absorbide por las necesidades emocionales de tu pareja.
  • Buscar apoyo emocional: hablar con amigues, familiares o unx terapeuta puede ayudarte a procesar tus emociones y obtener una perspectiva externa. Contar con una red de apoyo es clave para mantener tu bienestar mental.
  • Terapia individual o de pareja: la terapia profesional puede ser beneficiosa tanto para la persona con TLP como para su pareja. Si la relación es difícil, la terapia de pareja o individual puede proporcionar herramientas para manejar la dinámica.

Estar en una relación con alguien que tiene TLP puede ser emocionalmente desafiante. Sin embargo, al establecer límites claros, buscar apoyo y priorizar tu salud emocional, puedes afrontar los desafíos que presenta la relación y proteger tu propio bienestar. Recuerda que tu felicidad y salud también son fundamentales.

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Síntomas del Abuso Sexual Infantil (ASI)

El ASI es profundamente traumático y afecta a millones de niños y niñas en todo el mundo. Este tipo de abuso presenta sintomatología psicológica, física y conductual aguda y a medio-largo plazo. A continuación, se exponen los principales síntomas asociados al ASI, cómo se manifiestan en diferentes edades y qué hacer ante la sospecha de abuso.

Síntomatología psicológica

  • Ansiedad y miedo: lxs niñxs que han sido abusados sexualmente suelen vivir con un miedo constante. Este miedo puede estar dirigido hacia el abusador o hacia situaciones que les recuerden el abuso. También pueden desarrollar fobias o ansiedad generalizada, incluyendo temor excesivo a la oscuridad, a quedarse solxs o a ciertas personas.
  • Depresión y tristeza persistente: el abuso sexual infantil a menudo provoca sentimientos intensos de tristeza, desesperanza y vacío. Algunxs niñxs pueden presentar síntomas de depresión, como pérdida de interés en actividades que solían disfrutar, irritabilidad o irascibilidad, cambios en el apetito, enuresis nocturna o problemas de sueño.
  • Baja autoestima y culpa: muchxs niñxs internalizan el abuso creyendo que es culpa suya o que de alguna manera lo merecen. Esto puede llevar a un deterioro de la autoestima, sentimientos de vergüenza tóxica y una percepción negativa de sí mismxs.
  • Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT): el ASI puede desencadenar síntomas de TEPT, como:
    • Flashbacks o recuerdos intrusivos del abuso.
    • Pesadillas recurrentes.
    • Evitación de personas, lugares o situaciones que recuerden el trauma.
    • Hipervigilancia, sobresaltos fáciles y sensación constante de peligro.
    • Trastornos del sueño.

Síntomas conductuales

El comportamiento puede ser una ventana hacia su mundo emocional. Los síntomas conductuales asociados al ASI incluyen:

  • Regresión en el desarrollo: niñxs pequeñxs pueden regresar a comportamientos más propios de edades anteriores, como mojar la cama, chuparse el dedo o aferrarse excesivamente a lxs cuidadorxs.
  • Cambios drásticos en el comportamiento.
  • Agresividad inusual o comportamiento desafiante.
  • Aislamiento social o pérdida de interés en interactuar con amigxs o familiares.
  • Aparición de conductas sexualizadas inapropiadas para su edad como lenguaje sexual explícito, juegos sexuales con otrxs niñxs o curiosidad extrema por temas sexuales.
  • Conductas autodestructivas: en niñxs mayores o adolescentes, el abuso puede conllevar:
    • Autolesiones como cortarse o quemarse.
    • Abuso de sustancias como alcohol o drogas.
    • Comportamientos temerarios o de riesgo, incluyendo actividades sexuales inadecuadas.
  • Dificultades escolares: disminución en el rendimiento académico, problemas de concentración, evitación de la escuela o aumento en las ausencias injustificadas.

Sintomatología física

Aunque los síntomas psicológicos y conductuales son más comunes, algunos signos físicos pueden ser indicativos de abuso sexual:

  • Dolor, irritación o lesiones en el área genital.
  • Infecciones de transmisión sexual (ITS) en niñxs.
  • Dolor inexplicable en el abdomen o en otras partes del cuerpo.
  • Alteraciones en el sueño, como insomnio o pesadillas frecuentes.
  • Alteraciones físicas de cualquier índole sin etiología clara.

Factores que influyen en los síntomas

La forma en que los síntomas se manifiestan puede variar según diversos factores:

  • Edad del niñx: lxs niñxs más pequeñxs pueden mostrar síntomas más conductuales, mientras que los adolescentes pueden expresar el trauma a través de conductas autodestructivas.
  • Duración del abuso: un abuso prolongado tiende a generar síntomas más graves y persistentes.
  • Relación con el abusador: si el abusador es alguien cercano, como un familiar, las secuelas suelen ser más intensas debido a la traición de confianza.
  • Apoyo recibido: lxs niños que cuentan con un sistema de apoyo sólido pueden manejar mejor los síntomas que aquellxs que enfrentan el trauma en aislamiento.

Detectar estas señales es crucial para intervenir de manera temprana y brindar el apoyo necesario a las víctimas.

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Obras, ruidos y vecinos molestos

La vida en entornos urbanos conlleva una serie de desafíos que pueden pasar desapercibidos a simple vista, pero que ejercen una influencia significativa en nuestra salud mental. Entre estos desafíos se encuentran las obras en la vía pública, los ruidos constantes y los vecinos molestos. En este artículo, exploraremos cómo estas situaciones pueden afectar nuestro bienestar psicológico y qué estrategias podemos emplear para mitigar sus efectos.

¿Qué conlleva sufrir estas situaciones?

Estrés y ansiedad: Las obras en la vía pública y los ruidos constantes pueden generar altos niveles de estrés y ansiedad en las personas que viven o trabajan cerca de ellas. El ruido constante de maquinaria, el martilleo y la interrupción del tráfico pueden crear un ambiente caótico y perturbador que afecta nuestro estado emocional. Esta exposición prolongada al estrés puede tener efectos perjudiciales en nuestra salud mental, aumentando el riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad y depresión. Además, las disputas con vecinos molestos pueden desencadenar niveles elevados de ansiedad y preocupación constante. La anticipación de futuros conflictos o la preocupación por cómo manejar situaciones conflictivas pueden generar un estado de hipervigilancia, lo que dificulta nuestra capacidad para relajarnos y disfrutar de nuestro entorno doméstico.

Dificultades para dormir: El ruido constante proveniente de las obras, de vecinos molestos o la interrupción de sueño debido a la preocupación por futuros enfrentamientos puede interferir significativamente con nuestro sueño. El descanso reparador es fundamental para nuestra salud mental y física, y la privación del sueño debido al ruido puede provocar irritabilidad, fatiga y dificultades para concentrarse durante el día. A largo plazo, la falta de sueño de calidad puede contribuir al desarrollo de problemas de salud mental y disminuir nuestra calidad de vida en general.

Impacto en la concentración y el rendimiento cognitivo: Los ruidos constantes y/o la falta de sueño, pueden dificultar nuestra capacidad para concentrarnos en nuestras tareas diarias y afectar nuestro rendimiento cognitivo La presencia constante de distracciones auditivas puede hacer que sea difícil enfocar nuestra atención en el trabajo, los estudios u otras actividades importantes. Esto puede llevar a un aumento de los errores, la disminución de la productividad y una sensación general de frustración y desánimo.

Aumento de la irritabilidad y la agresividad: La exposición crónica a los ruidos urbanos puede aumentar los niveles de irritabilidad y agresividad en las personas. La constante intrusión de ruidos no deseados en nuestro espacio personal puede generar una sensación de invasión y falta de control, lo que a su vez puede manifestarse en reacciones emocionales exageradas ante situaciones cotidianas. Esto puede afectar nuestras relaciones interpersonales y contribuir a conflictos con familiares, amigos o vecinos.

Aislamiento social y falta de conexión comunitaria: Las disputas con vecinos pueden conducir al aislamiento social y a una falta de conexión con la comunidad circundante. El temor a enfrentarse a los vecinos molestos o la vergüenza de ser percibido como el agresor puede llevarnos a retirarnos de las interacciones sociales en nuestra área residencial, lo que puede contribuir a sentimientos de soledad y aislamiento.

Ansiedad con respecto a las relaciones sociales: Las disputas con vecinos molestos pueden generar tensión en nuestras relaciones interpersonales, tanto dentro como fuera del hogar. El estrés crónico provocado por conflictos vecinales puede afectar nuestra capacidad para comunicarnos de manera asertiva con amigos, familiares y seres queridos, lo que puede llevar a un distanciamiento emocional y a una disminución en la calidad de nuestras relaciones.

Estrategias para manejar este tipo de estrés:

Aunque puede resultar difícil evitar por completo estas situaciones estresantes, existen estrategias que podemos emplear para mitigar su impacto en nuestra salud mental.

Prácticas de autocuidado: Priorizar el autocuidado mediante la práctica regular de ejercicio físico, técnicas de relajación como la meditación o el yoga, y asegurarse de tener un tiempo dedicado al descanso y la desconexión.

– Establecer límites: Comunicar claramente los límites con los vecinos molestos o con las autoridades pertinentes en el caso de obras en la vía pública. Establecer límites saludables es fundamental para proteger nuestro bienestar psicológico.

Buscar apoyo social: Mantener conexiones sociales sólidas con amigos, familiares o grupos comunitarios puede proporcionar un valioso apoyo emocional durante momentos de estrés urbano.

Adoptar perspectivas alternativas: Tratar de adoptar una perspectiva diferente frente a las situaciones estresantes, reconociendo que son temporales y que podemos encontrar formas de adaptarnos y superarlas.

Las obras en la vía pública y los ruidos constantes representan desafíos significativos para nuestra salud mental en entornos urbanos. El estrés, la ansiedad, las dificultades para dormir, la disminución del rendimiento cognitivo y el aumento de la irritabilidad son solo algunas de las consecuencias negativas que pueden surgir como resultado de su presencia constante en nuestras vidas.

Es fundamental tomar medidas para mitigar su impacto, como el uso de tapones para los oídos, la búsqueda de entornos más tranquilos cuando sea posible y la adopción de estrategias de afrontamiento saludables para manejar el estrés de las ciudades.

Y si todo esto te ha generado un cuadro de estrés o de ansiedad en Quiero Psicología podemos ayudarte a darte herramientas efectivas.

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Celos entre amigos

Las relaciones de amistad son una parte fundamental de la vida de las personas, proporcionando apoyo emocional, compañerismo y diversión. Sin embargo, al igual que en cualquier tipo de relación interpersonal, los celos pueden surgir y afectar la dinámica entre amigos.

Los celos en la amistad pueden manifestarse de diversas formas y tener un impacto significativo en la calidad de la relación. En este post, exploraremos los celos examinando sus causas, consecuencias y posibles estrategias para abordarlos.

Causas de los celos en la amistad

Algunas causas comunes de los celos entre amigues pueden ser:

Comparación Social: Una persona puede sentirse amenazada cuando percibe que otra persona del grupo es más exitosa, atractiva o talentosa que elles en ciertos aspectos de la vida, como el trabajo, las relaciones románticas o la apariencia física.

Inseguridad Personal: La baja autoestima y la falta de confianza en sí misme pueden llevar a una persona a sentirse inadecuada en comparación con sus amigos, lo que puede desencadenar sentimientos de celos ante los logros o éxitos de las demás.

Temor a la Pérdida: El miedo a perder la amistad de una persona querida puede provocar celos, especialmente si perciben que su amiga está desarrollando relaciones cercanas con otras personas y vuestra relación empieza a cambiar. Es muy habitual sentir celos cuando tu amigue ha conocido a alguien románticamente y pasa la mucho tiempo con esa persona, desplazando el resto de vínculos.

Falta de Comunicación: La falta de comunicación abierta y honesta en la amistad puede dar lugar a malentendidos y suposiciones incorrectas, lo que a su vez puede alimentar los celos y la desconfianza.

Consecuencias de los celos:

Los celos pueden tener consecuencias negativas tanto para la persona que los experimenta como para la dinámica general de la amistad. Algunas de estas consecuencias pueden ser:

Deterioro de la Confianza: Los celos erosionan la confianza entre amigues, lo que puede llevar a una mayor distancia emocional y dificultar la comunicación de forma asertiva.

Resentimiento y Hostilidad: Los sentimientos de celos pueden dar lugar a comportamientos hostiles y vengativos hacia la persona percibida como amenaza, lo que puede dañar aún más la relación.

Autoestima Baja: La comparación constante con otras amigas y la sensación de no estar a la altura pueden afectar negativamente la autoestima y el bienestar emocional de una persona.

Ruptura de la Amistad: En casos extremos, los celos pueden conducir a la ruptura de la amistad si no se abordan de manera adecuada y constructiva.

Estrategias para afrontar los celos

Cuando los celos se cuelan en las relaciones de amistad, es crucial contar con herramientas efectivas para abordarlos. Algunas de estas estrategias incluyen:

Autoconocimiento: Reconocer y comprender las propias emociones de celos es esencial. Muchas veces cómo nos sentimos tiene más que ver con lo que hemos vivido en el pasado que con lo que está ocurriendo en el presente.

Comunicación asertiva: Establecer una comunicación abierta y honesta con las amigas es fundamental. Hablar sobre los sentimientos de manera respetuosa y receptiva puede ayudar a resolver malentendidos y prevenir que los conflictos escalen.

Fomentar la Autoestima: Trabajar en desarrollar una autoestima saludable y una actitud positiva hacia uno mismo es muy importante. Al hacerlo, se pueden reducir los sentimientos de inseguridad y la necesidad de compararse con otros amigos.

Buscar Apoyo Profesional: En casos donde los celos tienen un impacto significativo en la salud emocional y las relaciones interpersonales, buscar ayuda profesional puede ser clave.

Es importante hacer introspección y ser honestas con nosotras mismas. Fijarnos si es un caso aislado o algo que se repite de forma sistemática en los diferentes vínculos. En resumen, los celos entre amigas pueden ser una realidad difícil de navegar, pero con un enfoque adecuado y una actitud proactiva, estas emociones pueden transformarse en oportunidades de crecimiento y fortalecimiento de las relaciones de amistad. Si no te vez capaz en Quiero Psicología podemos ayudarte.

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¿Síndrome postvacacional o depresión?

Las vacaciones son un momento de relajación y recarga, pero para muchas personas, el regreso a la rutina diaria puede ser un desafío emocional. Este fenómeno se conoce como síndrome postvacacional. Aunque es una experiencia común, puede ser difícil de manejar si no se aborda adecuadamente. En el post de hoy, exploraremos qué es el síndrome postvacacional y ofreceremos consejos para superarlo de manera saludable.

¿Qué es el síndrome postvacacional?

El síndrome postvacacional es una respuesta emocional y psicológica que algunas personas experimentan al regresar a sus responsabilidades laborales, académicas o familiares después de un período de vacaciones. Los síntomas pueden variar desde fatiga y tristeza hasta irritabilidad y ansiedad. Es importante comprender que estos sentimientos son normales y temporales, pero pueden afectar la calidad de vida si no se manejan adecuadamente.

¿Por qué hacemos hincapié en que estos síntomas son normales, aunque sean desagradables?

Porque si hemos estado haciendo planes divertidos y variados, volver a estudiar/trabajar con la presión que eso supone, lo más habitual es que no nos guste demasiado.

Hemos pasado, sin comerlo ni beberlo, de un contexto con mucha estimulación agradable, novedosa e inmediata, a un contexto donde casi todo es impuesto y donde tenemos que esperar al fin de semana para que llegue la tranquilidad y el ocio.

De repente pasas de ser tú quien elige tu rutina, desde a que hora levantarse, como hasta que vas a comer, a un entorno en que tienes que cumplir con muchas obligaciones y muy poca libertad.

Por todas estas cosas, decimos que hasta cierto punto es normal sentir emociones desagradables al volver a nuestra “vida real”. Sin embargo, vamos a comentar algunos tips que pueden ayudar a sobrellevar este período de una forma un poco más amable.

  • Planificación y anticipación: Saber que la transición de las vacaciones a la rutina puede ser difícil es el primer paso. Antes de regresar, establece expectativas realistas y planifica gradualmente la vuelta a tu rutina.
  • Cuida tu bienestar físico: Mantén una dieta equilibrada, haz ejercicio regularmente y asegúrate de descansar lo suficiente.
  • Establece metas y objetivos: Definir metas personales o profesionales para el período después de las vacaciones puede brindarte un sentido de propósito y dirección.
  • Programa momentos agradables: Asegúrate de incluir momentos de relajación y disfrute en tu rutina diaria. Esto puede ser tiempo para practicar la meditación, leer un libro o practicar una actividad que te guste.
  • Planifica tu próxima escapada: No es lo mismo tener dos semanas de vacaciones al año y ya está, que de vez en cuando hacer una escapada de fin de semana, aunque sea al pueblo de tu abuela, donde no tienes que pagar alojamiento.

Sin embargo, si notas que los síntomas son más graves de lo normal o persisten durante un período prolongado, podrían ser indicativos de una respuesta más severa al estrés postvacacional o de un problema subyacente. Aquí hay algunas señales de que el síndrome postvacacional podría ser más grave de lo normal:

  • Intensidad extrema: Si tus síntomas, como la tristeza, la ansiedad o la fatiga, son excepcionalmente intensos y afectan significativamente tu capacidad para funcionar en la vida diaria.
  • Duración prolongada: Si los síntomas persisten durante varias semanas o incluso meses después de regresar de las vacaciones, esto podría indicar un problema más grave.
  • Impacto en el trabajo o las relaciones: Si el síndrome postvacacional está afectando tu desempeño laboral, tus relaciones personales o tu calidad de vida de manera importante.
  • Síntomas adicionales: Si experimentas síntomas adicionales que no son típicos del síndrome postvacacional, como pensamientos suicidas, abuso de sustancias o una fuerte sensación de desesperación, es crucial buscar apoyo profesional de inmediato.

En estos casos, es importante no ignorar los síntomas y buscar la ayuda de un profesional de la salud mental.

Desde quiero psicología podemos ayudarte.

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Depresión y soledad

La depresión es un trastorno mental que afecta el estado de ánimo, los pensamientos, el comportamiento y la salud en general de una persona. Es más que simplemente sentirse triste o desanimada de vez en cuando, como muchas personas puedan pensar.

La depresión es un estado prolongado de tristeza profunda y pérdida de interés en las actividades cotidianas, que puede interferir significativamente en la vida diaria de una persona.

¿Qué se siente en una depresión?

Los síntomas de la depresión pueden variar, pero comúnmente incluyen:

  • Sentimientos persistentes de tristeza, vacío o desesperanza.
  • Pérdida de interés o placer en actividades que antes eran agradables.
  • Cambios en el apetito o el peso.
  • Dificultades para dormir o dormir en exceso.
  • Fatiga o falta de energía.
  • Dificultades para concentrarse, recordar o tomar decisiones.
  • Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.
  • Agitación o ralentización psicomotora.
  • Pensamientos de autodestrucción o suicidio.

¿Por qué puede ocurrir la depresión?

La depresión es un trastorno complejo y su desarrollo puede estar influenciado por múltiples factores interrelacionados. Vamos a comentar algunas de las posibles causas y factores de riesgo asociados a la depresión:

  • Factores biológicos: Ciertas afecciones médicas, como trastornos hormonales, enfermedades crónicas, problemas neurológicos y desequilibrios en el sistema inmunológico, pueden aumentar el riesgo de desarrollar problemas depresivos.
  • Factores psicológicos: Experiencias traumáticas, abuso físico, emocional   y/o sexual, pérdidas significativas, estrés crónico, problemas de autoestima y otros eventos emocionales pueden contribuir al desarrollo de la depresión.
  • Factores ambientales: El entorno en el que una persona vive puede tener un impacto en su salud mental. Factores como la exposición a situaciones estresantes, pobreza, desempleo, violencia o falta de apoyo social, las expectativas culturales, la discriminación, la marginación y otros factores sociales.
  • Historia personal: Experiencias negativas en la infancia, como negligencia, abandono o abuso, pueden aumentar la vulnerabilidad a la depresión en la edad adulta.
  • Factores hormonales: Los cambios hormonales, como los que ocurren durante el embarazo, el posparto, la menopausia y ciertas condiciones médicas como el hipotiroidismo, también pueden influir.
  • Uso de sustancias: El abuso de alcohol y drogas puede desencadenar o empeorar los síntomas depresivos en algunas personas.
  • Predisposición personal: Algunas personas pueden tener una predisposición a interpretar las situaciones de manera negativa o a sentirse abrumadas por el estrés, lo que aumenta su vulnerabilidad con este tipo de problemas psicológicos.

Es importante tener en cuenta que la depresión puede ser causada por una combinación de estos factores y que no existe una única causa que se aplique a todas las personas. Cada individuo es único y puede tener diferentes factores que contribuyen a su experiencia depresiva.

Sin embargo, hoy queríamos hablar del impacto que puede tener la soledad en la depresión y en la salud mental en general. La relación entre la soledad y la depresión es compleja y bidireccional, lo que significa que la soledad puede contribuir al desarrollo o exacerbación de la depresión, y la depresión también puede llevar a una sensación intensificada de soledad.

¿Pero de qué forma puede influir la soledad en la depresión?

  • Falta de apoyo y aislamiento social: La soledad implica sentirse aislado y desconectado de los demás, la falta de apoyo social y emocional puede aumentar la sensación de tristeza y desesperanza ya que la falta de interacciones sociales y relaciones significativas puede dificultar la expresión y el procesamiento de emociones. Esto puede llevar a la acumulación de emociones negativas y aumentar la carga emocional.
  • Rumiación y pensamientos negativos: Las personas que se sienten solas a menudo pueden caer en patrones de rumiación, que es la tendencia a dar vueltas repetitivas a pensamientos distorsionados. Esto puede intensificar los síntomas depresivos y mantener a la persona atrapada en un ciclo de pensamientos negativos.
  • Falta de actividades gratificantes: La interacción social y las actividades compartidas pueden proporcionar distracciones y experiencias positivas que ayudan a mitigar los síntomas de la depresión. La soledad puede privar a las personas de estas distracciones y actividades agradables que podrían mejorar su estado de ánimo, ya que se expondrían a estímulos que son mucho más reforzantes.
  • Impacto en la autoestima: La soledad prolongada puede afectar a la autoestima y a la apercepción de uno mismo. Las personas pueden empezar a cuestionar su valía y su capacidad para conectarse con los demás, lo que puede aumentar los sentimientos de inutilidad y tristeza propios de la depresión.
  • Efecto en la percepción del mundo: La soledad puede influir en cómo una persona percibe el mundo que la rodea. Puede hacer que todo parezca más sombrío y desolado, lo que se alinea con los síntomas de la depresión.

En resumen, contar con una red de apoyo en el tratamiento de la depresión puede ser sumamente beneficioso para mejorar el bienestar emocional, facilitar la recuperación y brindar un entorno de comprensión y apoyo durante los momentos difíciles.

Si estás experimentando sentimientos de soledad y depresión, buscar apoyo de amigos, familiares o profesionales de la salud mental puede marcar una diferencia significativa en tu bienestar. En Quiero psicología te atenderemos encantadas.

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No quiero sentir ansiedad

La ansiedad es una respuesta natural del organismo ante situaciones estresantes. A pesar de ello, generalmente no es agradable sentir ansiedad, especialmente si esta respuesta se vuelve excesiva o persistente, interfiriendo en nuestra vida. En este artículo, exploraremos las pautas para manejar la ansiedad y examinaremos algunas posibles causas que contribuyen a su desarrollo.

Entender la ansiedad

La ansiedad es una emoción que todos experimentamos en determinadas circunstancias, como antes de un examen importante o una entrevista de trabajo. Aparece especialmente cuando se da una situación incierta (que no sabemos cómo va a desarrollarse) y que es importante para nosotros, para que podamos estar preparados para ella. Por ello activa nuestro cuerpo y centra nuestra mente en lo relacionado a ese suceso (por ejemplo, pensando en todos los factores que pudiéramos controlar de una entrevista: la ropa, el CV, como llegar, etc.).

 Algunos síntomas comunes de la ansiedad incluyen la preocupación constante, la tensión muscular (dolores de cabeza, contracturas, rigidez muscular), los problemas de sueño y falta de apetito, inquietud motora, dificultad para concentrarse, bruxismo… Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve crónica y afecta nuestra calidad de vida, es importante buscar formas de manejarla.

Posibles causas de la ansiedad

  • Factores biológicos: Algunas personas pueden ser más propensas a desarrollar ansiedad debido a diferencias en la química cerebral o en la forma en que su cuerpo maneja el estrés, así como su balance hormonal (por ejemplo, las hormonas durante el ciclo menstrual, la falta de vitaminas…).
  • Experiencias traumáticas recientes o actuales: Haber vivido o estar viviendo experiencias traumáticas, como abusos, violencia, enfermedades graves o fallecimientos cercanos, contribuyen a la sensación de peligro y activación constante, que puede empeorar los síntomas de ansiedad.
  • Factores Ambientales y estilo de vida: Un trabajo muy demandante o estresante, una situación económica ajustada que supone un estrés constante, cambios importantes en la vida (como una mudanza o incluso un embarazo) y el consumo excesivo de sustancias como el alcohol, drogas o cafeína pueden desencadenar o empeorar la ansiedad.
  • Problemas en relaciones sociales importantes: Una relación conflictiva o que simplemente está pasando por un mal momento con tu pareja, padres o amistades cercanas puede provocar mucha ansiedad.
  • Rasgos de personalidad: Si una persona tiene rasgos más marcados, como la autoexigencia, el perfeccionismo o el control, es fácil que pequeños estímulos o situaciones ajenas puedan generar mucha ansiedad.

Pautas para manejar la ansiedad

  1. Reconoce y acepta: Hemos explicado que es una emoción adaptativa y natural, no te juzgues por sentir ansiedad, permítete experimentarla y reconoce que no te define como persona. Intentar controlarla, solo aumentará los síntomas y será más frustrante.
  2. Practica técnicas de relajación: Puedes probar con técnicas accesibles como la meditación, ejercicios de mindfulness, yoga, la respiración profunda o visualizaciones guiadas (descritas después) o simplemente con sonidos relajantes. Así aprenderás a centrarte en tu cuerpo sin juzgar las sensaciones y generarte una sensación de calma. La respiración profunda es una técnica simple (existen varios tipos de ejercicios) que no quita la ansiedad, pero reduce los síntomas. Siéntate en una posición cómoda, cierra los ojos y concéntrate en la respiración: Inhala por la nariz, sintiendo cómo se expande tu abdomen, retén el aire unos segundos y luego exhala muy lentamente por la boca, contrayendo el abdomen “hasta vaciarte”; y repítelo varias veces. La visualización guiada: Se trata de imaginar escenas relajantes y tranquilas (conocidas o imaginadas), existen audios y vídeos que pueden facilitarte el ejercicio. Cierra los ojos y visualiza un lugar tranquilo, como una playa o un jardín. Imagina todos los detalles, como los sonidos, los olores y las sensaciones táctiles.
  3. Mantén un estilo de vida saludable: Encuentra una actividad física que disfrutes (caminar, correr o cualquier otra forma de ejercicio) y dedícale al menos 30 minutos al día, busca tener una dieta con alimentos nutritivos de forma equilibrada y establece una rutina de sueño estable.
  4. Autocuidado y emociones agradables: Busca que tu horario incluya actividades agradables para reponer tu energía y reducir la ansiedad. Enfocarte de manera consciente en emociones agradables también puede ser muy beneficioso. Por ejemplo, empieza un diario de gratitud, donde cada día, escribas tres cosas por las que te sientas agradecido (cosas pequeñas como una conversación divertida o un paisaje bonito que has visto).
  5. Establece límites y prioridades: A menudo, nos sentimos abrumados por una lista interminable de tareas, identifica las tareas más importantes y delega o elimina aquellas que no son urgentes o necesarias. Asimismo, pon límites a las personas que supongan estresores para ti.
  6. Busca apoyo social y profesional: No tengas miedo de pedir ayuda y compartir tus preocupaciones con personas cercanas que puedan brindarte una perspectiva diferente o ayudarte delegando en ellos. Si tienes varios factores de los anteriormente mencionados o un problema subyacente, estas pautas podrán aliviar los síntomas, pero un trabajo más profundo con un profesional será necesario. Desde Quiero Psicología, estaremos encantadas de poder ayudarte a gestionar la ansiedad y adquirir habilidades para ello.
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Sufro de hiponcondría

Todos hemos escuchado noticias o conocemos a personas que han sido diagnosticadas con enfermedades (graves o no) de forma más o menos repentina, incluso personas que han fallecido súbitamente. Esto no solo puede generar mucho malestar al entorno cercano, por el duelo que conlleva, sino que estas historias ponen en relevancia muchas veces nuestra propia mortalidad y vulnerabilidad. Para algunas personas, esto supone un miedo y ansiedad que les interfiere en el día a día, llegando a un nivel que puede ser patológico.

¿Qué es la hipocondría?

En el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, manual de referencia para los diagnósticos en salud mental), la hipocondría no se considera como un trastorno diagnóstico, sino que se ha redefinido como Trastorno de Ansiedad por Enfermedad. Se caracteriza por una preocupación excesiva y persistente por tener o adquirir una enfermedad grave, a pesar de la ausencia de evidencia médica que lo respalde (incluso tras una evaluación médica adecuada) y generando un malestar significativo. Esto se traduce en interpretar de manera exagerada los síntomas físicos normales o leves como indicadores de una enfermedad grave. Es importante destacar que este trastorno requiere que los síntomas no sean mejor explicados por otro trastorno mental (como el trastorno de pánico o la fobia específica a una enfermedad) y que la preocupación no sea atribuible a una condición médica existente.

Suele comenzar en la adolescencia o adultez temprana, y existe una alta comorbilidad con trastornos de ansiedad y depresión, por el impacto que tiene en el funcionamiento de la persona. Aunque no existe una causa única para la hipocondría, se han identificado algunos factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar este trastorno, como:

  • Experiencias traumáticas previas (enfermedades graves propias o cercanas, pérdidas)
  • Tendencia a la ansiedad o la depresión
  • Historia familiar de trastornos de ansiedad o hipocondría.
  • Rasgos de personalidad o patrón de pensamiento perfeccionistas, obsesivos o controladores

¿Qué síntomas son?

Como hemos descrito, este trastorno psicológico conlleva una preocupación excesiva y persistente por padecer una enfermedad grave, a pesar de contar con evidencias médicas que demuestran lo contrario, lo que se traduce en los siguientes síntomas y características. Es importante tener en cuenta que estos síntomas deben estar presentes durante un período prolongado y causar un deterioro significativo en el funcionamiento diario para cumplir con los criterios diagnósticos.

  1. Ansiedad y Preocupación excesiva y constante por la salud. La ansiedad es una característica principal en este trastorno, junto con la preocupación constante y desproporcionada por su salud, incluso cuando no hay evidencia de enfermedad. Suelen pasar gran parte de su tiempo, obsesionadas con la idea de estar gravemente enfermas, teniendo mucha dificultad para desechar esta idea o gestionar los pensamientos intrusivos al respecto, incluso ante pruebas objetivas de lo contrario. El miedo irracional y persistente a padecer enfermedades graves (letales o crónicas como cáncer, enfermedades cardíacas o trastornos neurológicos, etc.) retroalimenta esa ansiedad.
  2. Interpretación exagerada de síntomas físicos. Existe una hiperactivación y focalización en el cuerpo y las sensaciones físicas y un patrón catastrofista que hace que cualquier pequeña molestia puede ser percibida como una señal de enfermedad grave (por ejemplo, un dolor de cabeza se explica por un tumor cerebral). Esta interpretación distorsionada de los síntomas genera una mayor ansiedad y preocupación, que alimenta el miedo y las búsquedas de atención médica e información.
  3. Búsqueda compulsiva de información y atención médica. Por un lado, suelen pasar muchas horas investigando sobre enfermedades, síntomas y tratamientos en Internet, con un sesgo confirmatorio que hace que destaquen únicamente los diagnósticos de enfermedad grave, alimentando aún más sus miedos y generando un círculo vicioso de ansiedad. Por otro lado, suelen acudir de manera recurrente a médicos, especialistas y servicios de urgencias, realizar numerosas pruebas médicas (incluso a pesar de un resultado previo negativo) y tratamientos (alternativos o convencionales) e incluso cambiar de médico o buscar repetidamente segundas opiniones al no recibir una respuesta que apoye sus creencias.  Aunque no es lo más habitual, existe un porcentaje de personas que recaen en el otro extremo, evitando situaciones médicas a toda costa, por miedo a obtener resultados negativos o por temor a confirmar sus creencias.
  4. Malestar y deterioro en el funcionamiento diario. El estrés y la preocupación constantes, junto con los síntomas anteriores limitan las actividades de las personas (por ejemplo, no viajar por miedo a estar lejos de un hospital), causan dificultades en las relaciones interpersonales (deteriorando la calidad y cantidad de interacciones sociales) y en el mantenimiento de un empleo y rutina estables (faltar por citas médicas recurrentemente).  Todo esto acaba afectando negativamente la calidad de vida de la persona. Principio del formulario

Si crees que estas experimentando estos síntomas, desde Quiero Psicología, estaremos encantadas en ayudarte a gestionar el malestar e invertir en recuperar tu calidad de vida.